Entrevista a
EDGAR MEDINA
FETECUA
Derechos
Humanos y Lenguaje Audiovisual
En Uruguay,
durante la próxima semana, se desarrollará el “1º Festival Internacional de Cine y DDHH”, que tiene por finalidad
potenciar y ampliar la mirada de los Derechos Humanos por medio del arte. A
participar de ese evento, que se realizará durante el 18 al 22 del corriente,
un grupo de jóvenes villamarienses vinculados con el arte audiovisual, viajarán
para realizar un gran aporte capital al mismo.
Edgar Medina
Fetecua es ante todo un realizador audiovisual. Colombiano de nacimiento, hoy
reside en Villa María. Estudió Filosofía y letras en la Universidad de la
Salle, en Bogotá y cursó estudios de Guión y Realización Documental en la
Escuela Internacional de Cine y Televisión - EICTV de San Antonio de los Baños
(Cuba). Actualmente es estudiante de Licenciatura en Diseño y Producción
Audiovisual en la UNVM y dirige desde hace 12 años la ONG Asociación Leteo en
Colombia. Ha sido invitado como conferencista en diferentes encuentros
internacionales sobre Arte, memoria, DDHH y Juventud, realizados en: Argentina,
Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Panamá,
Cuba, España, Austria, Hungría, Serbia, México y República Dominicana. En Villa
María integra, junto a Robinson Rios, el proyecto “24 SIETE - Casona del Nuevo
Cine”.
Su
participación en tierras charrúas se concretará en el dictado del taller “Arte
Público: El Cine, la memoria, los DDHH en Colombia y en América Latina.” Allí se
trabajará sobre la importancia que tiene el “Arte Público” como elemento
configurador de las sociedades contemporáneas. El equipo de 24 SIETE registrará
en vivo el desarrollo de dicho taller y en la última jornada, se presentará, el
documental realizado en esos días. Toda una apuesta y un desafío.
EL DIARIO Cultura, quiso conocer en detalle sobre esta
participación y ahondar algunos aspectos del joven realizador.
Por Darío Falconi
eldiariocultutra@gmail.com
—Siento que
la realización audiovisual es la expresión más completa (y compleja) que han
podido inventar los seres humanos. En ella se integran y condensan otras
expresiones como la literatura, la música (el sonido), la plástica, el arte
escénico y la tecnología para constituir un solo lenguaje.
Gran parte de la comunicación que
practicamos en este momento es audiovisual y multimedia, donde la imagen y el
sonido transmiten con gran impacto los contenidos que se desean compartir.
También reconozco y valoro el
aporte que han hecho (y siguen haciendo) las demás expresiones artísticas. Pero
en mi caso, la realización audiovisual fue la expresión y el camino que elegí.
En él me siento cómodo. Siento que puedo decir y hacer mi aporte histórico y
político a través de las imágenes y los sonidos que capturo con mis equipos.
Otros lo han hecho desde la
literatura, el teatro, la música etc., pero después de haber explorado algunas
de éstas expresiones, tomé la decisión de dedicarme a la realización
audiovisual.
—¿Qué te ha
permitido decir este lenguaje?
—Como lo he
afirmado en otras oportunidades: “de esta manera puedo decirle al mundo cosas
que el mundo no quiere que se digan”... Poder compartir lo que pienso y siento
me motiva y me moviliza todo el tiempo.
Creo firmemente en el compromiso
y el aporte histórico que ha hecho y puede seguir haciendo arte en la
construcción de las sociedades. No me siento cómodo con el arte kitch, con el
arte light, con el arte sin contenido. Me interesa retomar y promover el arte
con compromiso, el arte político, el ARTE PÚBLICO.
—La Filosofía
nutrió una parte central de tus estudios académicos, ¿cómo impactó en lo
audiovisual y en lo que llamás “Arte Público”?
—La filosofía
como otras áreas del conocimiento tiene también su enfoque o especialización.
Por ejemplo, hay quienes se interesan por la teología (su pregunta sobre Dios),
otros por la filosofía analítica (el lenguaje) etc. En mi caso, el interés fue
la estética, es decir, una filosofía sobre el arte.
Por esta razón, dediqué varios
años de mi vida al estudio de lo que en Colombia se llamaba “filosofía y
letras” (no se si en tu país exista esto). Lo que yo hice no fue dedicarme al
estudio de una filosofía en si misma (lo que llaman “filosofía pura”), sino que
encontré en esta carrera de “Filosofía y letras”, la posibilidad de estudiar
una filosofía que se preguntara por el mundo y lo humano pero a través del
arte.
A partir de esto nació mi interés
por lo que he llamado “el Arte Público”, pero no quise hacer “tratados
filosóficos” para explicarlo (tratados que al final casi nadie entiende, o casi
nadie lee), sino que empecé a incorporar mis aprendizajes y mis reflexiones a
un lenguaje audiovisual (que aún estoy aprendiendo y explorando) para poderle
contar al mundo lo que he estado pensando y lo que me gustaría proponer.
Podría decir que yo no quise ser
“un filósofo”, sino un realizador audiovisual con contenidos tal vez
filosóficos, para ser capaz de comprender el mundo en el que vivo, para que mi
obra artística pueda hablar, generar reflexión y proponer alternativas al mundo
que se ha venido construyendo y que en muchos aspectos no me permite sentirme
bien.
Siento que para esto me sirvió
haber dedicado algunos años de mi vida al estudio de la filosofía y las letras,
para poderle dar contenido a mi realización audiovisual.
El artista es un creador y como
creador está en constante búsqueda (de su propio estilo, su propio lenguaje
etc). Por medio de la filosofía conocí algunos ejemplos de esas búsquedas, de
esas creaciones que han existido a través de la historia de la humanidad y que
me han motivado a emprender mis propias búsquedas, a intentar también construir
mi propio camino.
—Tuviste la
oportunidad de viajar a muchos países y has palpado diversas realidades; en
este sentido, ¿qué análisis podés hacer de los Derechos Humanos en el
Continente Americano?
—Cada país,
cada pueblo latinoamericano es una historia particular.
Desde el año 2000 he tenido la
oportunidad de recorrer y acercarme cada vez más a nuestra realidad
latinoamericana. No lo he hecho solamente desde los libros, ni desde los medios
de comunicación (oficiales o alternativos), sino recorriéndola, viviéndola.
Cada país, cada pueblo, cada
comunidad ha sido una experiencia única, vivida en un tiempo que también ha
sido único. Por ejemplo: viví la mentira y el fracaso del “proceso de paz” en
mi país, el cambio constitucional en Bolivia, el inicio del primer gobierno
socialista (elegido democráticamente después de 30 años de dictadura) y la
inauguración del Primer Museo de la Memoria en Uruguay, experimenté en Cuba lo
que puede haber significado más de medio siglo de revolución, en México la
incursión acelerada del narcotráfico y la política de extrema militarización,
en República Dominicana comprendí aún más la colonización y su genocidio contra
nuestras comunidades indígenas, en Hungría, Austria y Serbia viví lo que
significa la post-guerra hoy...
Me siento muy afortunado he haber
vivido estos momentos (y muchos otros así), porque gracias a esto he podido ir
construyendo una visión propia de nuestra historia Latinoamericana una historia
del mundo y del tiempo en el que vivo.
Sin embargo, pese a que cada
historia en nuestra Mayúscula América ha sido particular, he concluido que en
términos de Derechos Humanos, durante los últimos 120 años hemos tenido una
misma desgracia: Estados Unidos y su política mundial. Nuestra historia y
nuestros derechos han sido masacrados y la causa ha sido esa.
Sus invasiones militares, sus
dictaduras (implantadas o financiadas), sus multinacionales genocidas y sus
relaciones económicas con gobiernos corruptos, paramilitares y neoliberales de
extrema derecha nos han dejado un saldo desfavorable en términos de Derechos
Humanos y peor aún, de justicia y verdad.
Me duele mucho la realidad
latinoamericana, porque la he recorrido, porque la he estudiado, porque la he
vivido.
En este momento estoy trabajando
en un proyecto de investigación que he titulado: “USA XX, la cronología del
monstruo” para argumentar y dar a conocer todo el daño que durante el último
siglo le ha hecho la política Norteamericana a nuestra Mayúscula América. En
esta investigación llevo 7 años y 17 países recorridos. Espero, algún día,
poder terminarla, porque si esto se publica, seguramente mañana seré uno de los
“terroristas” más buscados en el mundo por afectar sus intereses y poner en
duda (y “riesgo”) su nefasta política mundial.
—En la
actualidad, ¿urge concientizar y trabajar en defensa de los Derechos Humanos?
—Por
supuesto. Si nuestras comunidades empiezan a tener la capacidad de reconocer,
ejercer realmente y garantizar sus Derechos, podremos transformar completamente
nuestra historia latinoamericana. Esta vez, en favor de la vida y no en función
de los intereses político-económicos norteamericanos.
—¿Cómo puede
conjugarse la revalorización de los Derechos Humanos y el lenguaje audiovisual?
—El (o la)
artista expresa por medio de sus obras la concepción y relación que tiene con
el mundo. Heidegger decía que “el filósofo debe ser un filósofo de su tiempo”,
a partir de esto y adaptándolo a mi tema de interés, pienso que “el artista
podría ser un artista de su tiempo” si se interesa por su realidad, por su
historia y su contexto.
De esta manera, pienso que el
arte puede motivar y generar reflexiones profundas sobre esos aspectos
necesarios que contribuyen a la vida, a la convivencia y a la conformación de
nuestras comunidades.
La semana pasada, por ejemplo,
con Robinson Rios (director local con quien trabajo en este momento en un
proyecto que hemos llamado 24 SIETE -casona del nuevo cine) tuvimos la
oportunidad de participar en un encuentro con más de 23 delegados de
comunidades indígenas argentinas. El encuentro tenía un objetivo concreto:
Construir y desarrollar una “comunicación con identidad”. Es decir, una
comunicación que reflejara y difundiera sus cosmovisiones, sus identidades, sus
formas de relación con el mundo, no solamente para preservarlas al interior de
sus propias comunidades, sino también, para poderlas compartir y poner en
diálogo con el resto del mundo. En este proceso, el arte (principalmente
audiovisual) fue una de las herramientas y estrategias más importantes.
Es decir, hasta las comunidades
indígenas han incorporado en sus modos de expresión el arte no solamente para
mantener vivas sus tradiciones, sino, incluso, para poderlas compartir y
valorar con el resto del planeta.
Al arte es también una
herramienta que puede ayudarnos a comprender el mundo, a reflexionar y motivar
alternativas sobre la manera en la que vivimos y nos relacionamos, e incluso,
para construir el mundo, esta vez de una manera más digna, justa y responsable.
—Para
finalizar, estás a punto de viajar a Montevideo al “Que Ver - Festival
Internacional de Cine y DDHH” ¿Qué experiencia tenés en ese país y cuáles son
las nuevas expectativas allí?
—Sí. Desde el
año 2005 he tenido la oportunidad de vivir en Uruguay varias veces (por cortos
períodos de tiempo) Además de Montevideo conozco otras ciudades uruguayas. Allí
tengo buenos amigos y he aprendido muchas cosas importantes en mi vida.
Uruguay es un país que admiro y
quiero mucho. Cada vez que puedo, vuelvo a Uruguay.
Y la expectativa que tengo frente
al festival de cine y Derechos Humanos es poder compartir con los y las
participantes en mi taller de Arte Público, gran parte de esto que he venido
recopilando, aprendiendo y reflexionando durante estos últimos años. Este año
es “mi primera vez” como invitado internacional en un festival de cine tan
importante. Tengo una alegría muy grande por esto. Estoy seguro que, una vez
más, Uruguay será una gran experiencia para mi vida, aprenderé muchísimo y
espero seguir haciendo más amigos y amigas allí.
Medina
Fetecua, apronta su bolso para llegar con tiempo a este compromiso. En él lleva
sus elementos personales y deja un espacio en el que acomoda, delicadamente,
sus expectativas e ilusiones. Estamos seguros de que cosechará nuevos amigos y que
regresará con la satisfacción de haber compartido su experiencia y de haber
aportado a una causa que nos atañe a todos.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País
domingo 10 de junio de 2012
Villa María, Córdoba, ARGENTINA.
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