ENTREVISTA CON
GERMÁN GALDEANO
HACEDOR DE CANCIONES
Primer piso de calle Buenos Aires.
Acabamos de subir por una estrecha y empinada escalera.
Me acomodo en un pequeño y envidiable living, mientras espero el café que me prometió. Digo envidiable, porque en tan sólo unos pocos metros cuadrados está casi todo lo que uno siempre quisiera tener cerca: libros por todo el cuarto (sobre todo los de Eduardo, ese uruguayo que de no ser por una letra, sería de la familia), unas guitarras en el suelo, pinturas en la pared, pilas de discos de los más diversos géneros y autores, muchos conciertos para ver, un reproductor de DVD con su respectivo home theater y en la pantalla del televisor Enrique Bunbury cantándonos bajo un cielo de circo. En esa atmósfera donde la música rebota por las paredes y se nos mete dentro, allí mantenemos esta charla de poco más de dos horas.
De Germán Galdeano puedo decir muchas cosas.
Decir tal vez que es un cantautor villamariense, que nació bajo el signo de Escorpio el 25 de octubre de 1980, ó que sus primeros acercamientos con la música los tuvo con la interpretación en guitarra de temas de Silvio Rodríguez, Luis Aute, Pedro Guerra o León Gieco.
Un muchacho que se acercó a la música por los “pinchazos” que le dio su hermano Aníbal, quien le obsequió el disco “Mano a Mano” de Rodríguez con Aute y a quien pudo ver en Córdoba gracias a que sus padres le obsequiaron la entrada cuando tenía unos 16: “ahí se dispara todo, ahí empieza el quilombo acá dentro”, rememora.
Podría arriesgar, sin temor a equivocarme, que Germán es un tipo fuerte, de empuje, perseverante en sus proyectos y sincero en sus palabras. Puedo decir que habla mucho y que habla con el corazón, le encanta los vínculos con las personas, es alguien que ama las cosas que hace y las disfruta a pleno.
Debo mencionar que fue estudiante de la Lic. en Composición Musical (UNVM), que cursó estudios en el Conservatorio Felipe Boero, además de asistir a un popurrí de cursos, seminarios y clínicas. No olvidar también que egresó de una escuela técnica, que debió optar (por propio interés) entre estudiar Relaciones Públicas y Composición Musical, y que la carrera de Letras es una materia pendiente entre sus búsquedas.
—¿Por qué hace canciones, Germán?
—Hago canciones porque no puedo escribir un libro. Siento que uno debe estar empapado de muchas cosas para escribir, y la canción es un formato que permite todo. Yo escucho canciones muy malas y otras que me sirven para decir, eso es la belleza. Es un género literario que en algún punto se lo ha tomado como un género menor, siempre se lo asocia a la música, pero para mí un disco de canciones es primero la letra, después la música. Mi trascendencia depende, no de que yo haga grandes inventos o grandes cambios; sino de que las pocas conclusiones de la vida que yo pueda sacar, las pueda transmitir de una manera clara. Para ser claro, debo saber comunicarse, por eso para mí es importante la lengua. Tengo un mambo grande con la literatura. (…) Yo soy una persona con mucha constancia en casi todos los aspectos de la vida, soy muy terco… muy terco (lo enfatiza). Me cuesta mucho entender que el límite de las cosas que uno desea la pongan agentes externos. Trato de ir a donde me lleva la convicción y no frenarme, prefiero el error mil veces, pero también es real que yo disfruto más de los trayectos de los viajes, que de las llegadas, es una constante en mi vida. (…) Empecé a dar algunas clases particulares porque quería ganarme una moneda y tuve un gran descubrimiento que fue la docencia. Hoy yo vivo de eso…
—¿Te gusta la enseñanza?
—¡Me encanta! Como todo, lo voy a hacer mientras lo disfrute, porque en la docencia si vos das clases sin ganas, lo único que hacés es joderle la cabeza a los pibes. Trabajo en una escuela agro-técnica de James Craik, en un campo donde hay invernaderos, cría de conejos, pollos, tambo. Viajo de lunes a jueves, trabajo con los agrónomos, y yo doy las prácticas. Me descubrí en un lugar muy lindo. Allá hay dos colegios, el público y el privado, y al público van los pibes que tienen ganas de ir y los que van porque no pueden ir al privado, hay muchas realidades distintas.
Yo trabajé en un colegio privado donde estaba todo bien, y después lo hice en un público, y me di cuenta que yo no vuelvo más a un colegio privado. No vuelvo más porque la gente como yo, que quizás tengamos más voluntad que formación, hacemos falta en los lugares donde la voluntad se hace más necesaria. Me gusta el feedback, porque los changuitos no lo saben pero todos los días te meten fichas y te enseñan cosas, porque ellos ven las realidades desde su lugar y yo voy creciendo y voy perdiendo la inocencia, cosas que son vitales, y los locos sí tienen eso. He logrado encontrar un balance entre el respeto, el buen trato, pero también el buen código y eso es muy lindo.
Germán Galdeano incursionó desde temprana edad en la gestión cultural organizando y coordinado La Visagra, espacio pluriartístico donde se presentaron alrededor de un centenar de artistas de diversas latitudes. Fue el responsable del ciclo Jueves de Varieté que se realizó en un teatro/concert de la costanera y ha producido y participado de otros eventos culturales, principalmente relacionados con la música.
—¿Creés que en los últimos años se ha dado en Villa María una explosión cultural, un acontecimiento importante que está pasando ahora y que no se había dado nunca?
—Cuando yo empecé a ver a bandas de rock y a tocar algunas cosas con mi guitarra, me juntaba con gente que le gustaba mucho el heavy, yo no me identificaba mucho con eso, ellos tenían su banda y yo iba a sus ensayos. Tendría quizás, 14 años e íbamos al bar Tino, que ya no existe más. Ahí ya tocaban Fuck’n Flanders, Abelardo y los Pordioseros y otros… todo lo que podías ver de rock en sus variantes o blues; no era como ahora que vos te metés a un bar a escuchar música y podés escuchar rock, tango, blues, jazz, bossa, fusión, electrónica, y más allá de la cuestión de género, ahora vos podés ir y chocarte con una puesta no sólo de música, sino audiovisual. Está bien que la tecnología avanzó, pero hoy por hoy, las generaciones que están haciendo música se lo tomaron de otra forma, entendieron que es un hecho artístico pero también un producto. El hecho de que yo miré para allá y 50 miren para acá no es una coincidencia, ellos están esperando algo de mí, mientras mejor yo se los pueda dar, más satisfechos estarán y yo también. Creo que eso se entendió, creo que la gente de la música cada vez exige más, se instaló algo que antes no existía que es la cultura de la banda en vivo. Hay muchos lugares donde hay bandas en vivo, hay cineclubs, muestras artísticas...
Otra demostración, cuando yo hacía La Visagra, presentamos alguna vez, además de la música, una muestra de fotografía, un libro… ideas como esas siguieron naciendo después con chicos posteriores a mi generación, como el Destilarte. Lugares donde hay mucha concentración de cultura. Y cuando vos te ponés a pensar que todo eso se hizo con 10 pesos, es raro. Arrancamos cobrando un peso, al cuarto año cobrábamos 4 o 5 pesos. Ahora creo que estamos cobrando entradas más decentes, 8 mangos… En el 2000 más o menos, lo conocí a José Azocar y el loco me dijo algo que era cierto, porque yo me acuerdo que en ese entonces, todavía pintaba tocar gratis, y José un día, tomando un cerveza me dijo, “es gratis porque no hay cultura de pagar, no porque la gente no tenga la guita, hay que cobrar” y se puso muy terco en esa postura. Yo empecé a seguir esa postura, porque a José en algunas cosas le reconozco mucha cabeza. Creo que la gente se fue acostumbrando. Estoy seguro de que los pibes que hoy tienen 16 y que empiezan a hacer sus primeras armas tienen un panorama distinto al que tuve yo, que no voy a decir que fue hostil, pero se encuentran con los lugares abiertos, la gente acostumbrada…
—En la música hay muchas bandas, de muy buena calidad y que hacen sus propias canciones y escriben sus propias letras; eso demuestra un crecimiento importante.
—Ese es otro punto donde quería pararme, creo que si hoy formamos una banda de covers no me va a ver ni Dios, porque ya está instalado la música original. Ya no es raro que uno en su casa tenga un disco del loco que vive a dos cuadras, porque se produce, hay un montón de discos de Villa María. Es muy loco porque el cover ha quedado relegado a los lugares del centro.
Yo creo que toda la movida que se hace en Villa María, que se hace muy a pulmón, habla de que hay una voluntad muy fuerte de parte de los artistas y estoy convencido de que hay que ser muy ciego para no verlo, para no darse cuenta desde arriba, desde las instituciones. Si a eso lo inyectaran como lo hacen con tantas otras cosas, si le facilitaran espacio, si los ayudaran con las producciones, ganarían las bandas y las instituciones. Yo no quiero que me pongan una luca para hacer un show, pero sí me encantaría que generaran espacios reales, no una vez al año en verano, porque nosotros tocamos todo el año.
Nosotros ensuciamos las paredes del centro con nuestros afiches y eso es algo que lo podés ver de muchas formas, hace poco veía un video de Cortázar en París que decía que un afiche encimado de otro y arrancado termina formando una collage, que es algo muy urbano, y es una visión artística; pero la realidad también es que también ensucia. Yo me pregunto, ¿no estaría bueno que la Municipalidad genere un espacio visible donde todos los artistas que quieran promocionar algo puedan hacerlo? Entonces en vez de hacer 200 afiches y repartirlos por todo el centro, que haya en ciertas articulaciones ese espacio donde se pueda encontrar esa información. Esas cosas que son simples, a mí me encantarían que pasaran. Estaría buena un publicación, solventada, para que tenga una calidad copada, donde se de a conocer todo lo que pasa culturalmente, porque hay interés, y yo no conozco de presupuesto, pero sé que con muy poca plata armo shows, entonces también sé que la Municipalidad o quién sea con un poco podría.
Me encanta la Medioteca, los arreglos de los bulevares, muy bonito el subnivel; pero también me gustaría que como hacen eso, miren otros lugares. En este momento el que hable de Villa María y no ponga dentro de sus características el arte, no está mirando bien.
Además de la docencia y la gestión cultural, Germán Galdeano es, ante todo, un músico, un artista; junto a su banda La Fanfarria se encuentran próximos a editar su primer disco compacto. “Contame algunas cosas…” es el título de esta producción en la que convivirán 10 canciones de los más diversos géneros cuyo gen es el amor como máxima expresión, “como sentimiento pasionario, que nos mueve a hacer”.
—¿Qué significa este primer disco a punto de lanzarse?
—Es una locura hermosa, que es de los cuatro, no mío. Tendrá 10 temas que se seleccionaron, cinco son pensando en la banda, los otros cinco son una recopilación de canciones que yo escribí entre los 16 y 26 más o menos. En el disco está metido un pedazo de mi vida, de mi quehacer musical. Después todo creció con los músicos, los chavalitos, como les digo, son seres humanos grandiosos, porque se juntaron muchas veces a ensayar sabiendo que yo no iba a ir cuando estuve enfermo. Mi planteo era ir detrás de la letra, los locos lo entendieron, lo adoptaron y como si fuera poco aprendieron a disfrutarlo. Hoy por hoy, La Fanfarria es, y esto sin poesía, una extensión familiar, porque he tenido momentos maravillosos con ellos y grandes desencuentros; pero seguimos juntos. Yo sé que mucha modestia pasa a ser soberbia, pero hay muchas cosas que las quiero rescatar porque son importantísimas, estoy con gente de la que yo me hice amigos después de empezar a tocar… Hay muchos bateristas que me gustan en Villa María, pero te digo la verdad, no hay ninguno mejor para mi banda que el “negro” Mondino, porque es muy especial y es una persona que me entiende y compone canciones muy lindas, entonces él sabe de qué estamos hablando, y técnicamente es un monstruo. El “Mati” Sánchez, es un bajista de la ostia, muy sensible, un tipo que te presta mucha atención, sabe escuchar en la música y en la vida; entonces cuando le mostrás una canción se interesa por el qué quiere decir esa canción, mete su bajo y es como un sostén. Es un laburador de la música, tiene muchas bandas, se levanta temprano a estudiar, el loco me encanta como músico y como humano. El “Sam” Maciel es mi amigo de muchos años, para mí es un soldado que viene peleando conmigo desde hace rato, con él hemos tenido los mayores desencuentros. Hizo una experiencia muy fuerte en este disco, porque no sólo toca sino que graba, edita y masteriza; es la primera vez que produce un disco solo. El loco se clavó muchas horas en el estudio que nosotros no. Hoy tomo el disco y está todo lo bien que podía estar.
—Mencionaste tres de los cuatro integrantes, te faltó decir ¿quién es Germán Galdeano en ese proyecto?
—A la hora de tocar soy la cara visible del proyecto, el que sostiene la letra. Mi función en esta familia es sostenerla, porque los demás chicos tienen varias bandas, hay cosas de la gestión que las sostengo yo; primero porque me parece justo ya que a ellos no les pago por ensayar, solo cuando tocamos; entonces hago todo lo que es prensa, difusión, pegar afiches, busco la fecha y todo eso. Yo vengo a ser como el compositor, pero como con esa palabra yo no me llevo bien, yo creo que en la banda soy el hacedor de canciones, un laburador de la canción, un tipo que busca.
GERMÁN GALDEANO
HACEDOR DE CANCIONES
Primer piso de calle Buenos Aires.
Acabamos de subir por una estrecha y empinada escalera.
Me acomodo en un pequeño y envidiable living, mientras espero el café que me prometió. Digo envidiable, porque en tan sólo unos pocos metros cuadrados está casi todo lo que uno siempre quisiera tener cerca: libros por todo el cuarto (sobre todo los de Eduardo, ese uruguayo que de no ser por una letra, sería de la familia), unas guitarras en el suelo, pinturas en la pared, pilas de discos de los más diversos géneros y autores, muchos conciertos para ver, un reproductor de DVD con su respectivo home theater y en la pantalla del televisor Enrique Bunbury cantándonos bajo un cielo de circo. En esa atmósfera donde la música rebota por las paredes y se nos mete dentro, allí mantenemos esta charla de poco más de dos horas.
De Germán Galdeano puedo decir muchas cosas.
Decir tal vez que es un cantautor villamariense, que nació bajo el signo de Escorpio el 25 de octubre de 1980, ó que sus primeros acercamientos con la música los tuvo con la interpretación en guitarra de temas de Silvio Rodríguez, Luis Aute, Pedro Guerra o León Gieco.
Un muchacho que se acercó a la música por los “pinchazos” que le dio su hermano Aníbal, quien le obsequió el disco “Mano a Mano” de Rodríguez con Aute y a quien pudo ver en Córdoba gracias a que sus padres le obsequiaron la entrada cuando tenía unos 16: “ahí se dispara todo, ahí empieza el quilombo acá dentro”, rememora.
Podría arriesgar, sin temor a equivocarme, que Germán es un tipo fuerte, de empuje, perseverante en sus proyectos y sincero en sus palabras. Puedo decir que habla mucho y que habla con el corazón, le encanta los vínculos con las personas, es alguien que ama las cosas que hace y las disfruta a pleno.
Debo mencionar que fue estudiante de la Lic. en Composición Musical (UNVM), que cursó estudios en el Conservatorio Felipe Boero, además de asistir a un popurrí de cursos, seminarios y clínicas. No olvidar también que egresó de una escuela técnica, que debió optar (por propio interés) entre estudiar Relaciones Públicas y Composición Musical, y que la carrera de Letras es una materia pendiente entre sus búsquedas.
—¿Por qué hace canciones, Germán?
—Hago canciones porque no puedo escribir un libro. Siento que uno debe estar empapado de muchas cosas para escribir, y la canción es un formato que permite todo. Yo escucho canciones muy malas y otras que me sirven para decir, eso es la belleza. Es un género literario que en algún punto se lo ha tomado como un género menor, siempre se lo asocia a la música, pero para mí un disco de canciones es primero la letra, después la música. Mi trascendencia depende, no de que yo haga grandes inventos o grandes cambios; sino de que las pocas conclusiones de la vida que yo pueda sacar, las pueda transmitir de una manera clara. Para ser claro, debo saber comunicarse, por eso para mí es importante la lengua. Tengo un mambo grande con la literatura. (…) Yo soy una persona con mucha constancia en casi todos los aspectos de la vida, soy muy terco… muy terco (lo enfatiza). Me cuesta mucho entender que el límite de las cosas que uno desea la pongan agentes externos. Trato de ir a donde me lleva la convicción y no frenarme, prefiero el error mil veces, pero también es real que yo disfruto más de los trayectos de los viajes, que de las llegadas, es una constante en mi vida. (…) Empecé a dar algunas clases particulares porque quería ganarme una moneda y tuve un gran descubrimiento que fue la docencia. Hoy yo vivo de eso…
—¿Te gusta la enseñanza?
—¡Me encanta! Como todo, lo voy a hacer mientras lo disfrute, porque en la docencia si vos das clases sin ganas, lo único que hacés es joderle la cabeza a los pibes. Trabajo en una escuela agro-técnica de James Craik, en un campo donde hay invernaderos, cría de conejos, pollos, tambo. Viajo de lunes a jueves, trabajo con los agrónomos, y yo doy las prácticas. Me descubrí en un lugar muy lindo. Allá hay dos colegios, el público y el privado, y al público van los pibes que tienen ganas de ir y los que van porque no pueden ir al privado, hay muchas realidades distintas.
Yo trabajé en un colegio privado donde estaba todo bien, y después lo hice en un público, y me di cuenta que yo no vuelvo más a un colegio privado. No vuelvo más porque la gente como yo, que quizás tengamos más voluntad que formación, hacemos falta en los lugares donde la voluntad se hace más necesaria. Me gusta el feedback, porque los changuitos no lo saben pero todos los días te meten fichas y te enseñan cosas, porque ellos ven las realidades desde su lugar y yo voy creciendo y voy perdiendo la inocencia, cosas que son vitales, y los locos sí tienen eso. He logrado encontrar un balance entre el respeto, el buen trato, pero también el buen código y eso es muy lindo.
Germán Galdeano incursionó desde temprana edad en la gestión cultural organizando y coordinado La Visagra, espacio pluriartístico donde se presentaron alrededor de un centenar de artistas de diversas latitudes. Fue el responsable del ciclo Jueves de Varieté que se realizó en un teatro/concert de la costanera y ha producido y participado de otros eventos culturales, principalmente relacionados con la música.
—¿Creés que en los últimos años se ha dado en Villa María una explosión cultural, un acontecimiento importante que está pasando ahora y que no se había dado nunca?
—Cuando yo empecé a ver a bandas de rock y a tocar algunas cosas con mi guitarra, me juntaba con gente que le gustaba mucho el heavy, yo no me identificaba mucho con eso, ellos tenían su banda y yo iba a sus ensayos. Tendría quizás, 14 años e íbamos al bar Tino, que ya no existe más. Ahí ya tocaban Fuck’n Flanders, Abelardo y los Pordioseros y otros… todo lo que podías ver de rock en sus variantes o blues; no era como ahora que vos te metés a un bar a escuchar música y podés escuchar rock, tango, blues, jazz, bossa, fusión, electrónica, y más allá de la cuestión de género, ahora vos podés ir y chocarte con una puesta no sólo de música, sino audiovisual. Está bien que la tecnología avanzó, pero hoy por hoy, las generaciones que están haciendo música se lo tomaron de otra forma, entendieron que es un hecho artístico pero también un producto. El hecho de que yo miré para allá y 50 miren para acá no es una coincidencia, ellos están esperando algo de mí, mientras mejor yo se los pueda dar, más satisfechos estarán y yo también. Creo que eso se entendió, creo que la gente de la música cada vez exige más, se instaló algo que antes no existía que es la cultura de la banda en vivo. Hay muchos lugares donde hay bandas en vivo, hay cineclubs, muestras artísticas...
Otra demostración, cuando yo hacía La Visagra, presentamos alguna vez, además de la música, una muestra de fotografía, un libro… ideas como esas siguieron naciendo después con chicos posteriores a mi generación, como el Destilarte. Lugares donde hay mucha concentración de cultura. Y cuando vos te ponés a pensar que todo eso se hizo con 10 pesos, es raro. Arrancamos cobrando un peso, al cuarto año cobrábamos 4 o 5 pesos. Ahora creo que estamos cobrando entradas más decentes, 8 mangos… En el 2000 más o menos, lo conocí a José Azocar y el loco me dijo algo que era cierto, porque yo me acuerdo que en ese entonces, todavía pintaba tocar gratis, y José un día, tomando un cerveza me dijo, “es gratis porque no hay cultura de pagar, no porque la gente no tenga la guita, hay que cobrar” y se puso muy terco en esa postura. Yo empecé a seguir esa postura, porque a José en algunas cosas le reconozco mucha cabeza. Creo que la gente se fue acostumbrando. Estoy seguro de que los pibes que hoy tienen 16 y que empiezan a hacer sus primeras armas tienen un panorama distinto al que tuve yo, que no voy a decir que fue hostil, pero se encuentran con los lugares abiertos, la gente acostumbrada…
—En la música hay muchas bandas, de muy buena calidad y que hacen sus propias canciones y escriben sus propias letras; eso demuestra un crecimiento importante.
—Ese es otro punto donde quería pararme, creo que si hoy formamos una banda de covers no me va a ver ni Dios, porque ya está instalado la música original. Ya no es raro que uno en su casa tenga un disco del loco que vive a dos cuadras, porque se produce, hay un montón de discos de Villa María. Es muy loco porque el cover ha quedado relegado a los lugares del centro.
Yo creo que toda la movida que se hace en Villa María, que se hace muy a pulmón, habla de que hay una voluntad muy fuerte de parte de los artistas y estoy convencido de que hay que ser muy ciego para no verlo, para no darse cuenta desde arriba, desde las instituciones. Si a eso lo inyectaran como lo hacen con tantas otras cosas, si le facilitaran espacio, si los ayudaran con las producciones, ganarían las bandas y las instituciones. Yo no quiero que me pongan una luca para hacer un show, pero sí me encantaría que generaran espacios reales, no una vez al año en verano, porque nosotros tocamos todo el año.
Nosotros ensuciamos las paredes del centro con nuestros afiches y eso es algo que lo podés ver de muchas formas, hace poco veía un video de Cortázar en París que decía que un afiche encimado de otro y arrancado termina formando una collage, que es algo muy urbano, y es una visión artística; pero la realidad también es que también ensucia. Yo me pregunto, ¿no estaría bueno que la Municipalidad genere un espacio visible donde todos los artistas que quieran promocionar algo puedan hacerlo? Entonces en vez de hacer 200 afiches y repartirlos por todo el centro, que haya en ciertas articulaciones ese espacio donde se pueda encontrar esa información. Esas cosas que son simples, a mí me encantarían que pasaran. Estaría buena un publicación, solventada, para que tenga una calidad copada, donde se de a conocer todo lo que pasa culturalmente, porque hay interés, y yo no conozco de presupuesto, pero sé que con muy poca plata armo shows, entonces también sé que la Municipalidad o quién sea con un poco podría.
Me encanta la Medioteca, los arreglos de los bulevares, muy bonito el subnivel; pero también me gustaría que como hacen eso, miren otros lugares. En este momento el que hable de Villa María y no ponga dentro de sus características el arte, no está mirando bien.
Además de la docencia y la gestión cultural, Germán Galdeano es, ante todo, un músico, un artista; junto a su banda La Fanfarria se encuentran próximos a editar su primer disco compacto. “Contame algunas cosas…” es el título de esta producción en la que convivirán 10 canciones de los más diversos géneros cuyo gen es el amor como máxima expresión, “como sentimiento pasionario, que nos mueve a hacer”.
—¿Qué significa este primer disco a punto de lanzarse?
—Es una locura hermosa, que es de los cuatro, no mío. Tendrá 10 temas que se seleccionaron, cinco son pensando en la banda, los otros cinco son una recopilación de canciones que yo escribí entre los 16 y 26 más o menos. En el disco está metido un pedazo de mi vida, de mi quehacer musical. Después todo creció con los músicos, los chavalitos, como les digo, son seres humanos grandiosos, porque se juntaron muchas veces a ensayar sabiendo que yo no iba a ir cuando estuve enfermo. Mi planteo era ir detrás de la letra, los locos lo entendieron, lo adoptaron y como si fuera poco aprendieron a disfrutarlo. Hoy por hoy, La Fanfarria es, y esto sin poesía, una extensión familiar, porque he tenido momentos maravillosos con ellos y grandes desencuentros; pero seguimos juntos. Yo sé que mucha modestia pasa a ser soberbia, pero hay muchas cosas que las quiero rescatar porque son importantísimas, estoy con gente de la que yo me hice amigos después de empezar a tocar… Hay muchos bateristas que me gustan en Villa María, pero te digo la verdad, no hay ninguno mejor para mi banda que el “negro” Mondino, porque es muy especial y es una persona que me entiende y compone canciones muy lindas, entonces él sabe de qué estamos hablando, y técnicamente es un monstruo. El “Mati” Sánchez, es un bajista de la ostia, muy sensible, un tipo que te presta mucha atención, sabe escuchar en la música y en la vida; entonces cuando le mostrás una canción se interesa por el qué quiere decir esa canción, mete su bajo y es como un sostén. Es un laburador de la música, tiene muchas bandas, se levanta temprano a estudiar, el loco me encanta como músico y como humano. El “Sam” Maciel es mi amigo de muchos años, para mí es un soldado que viene peleando conmigo desde hace rato, con él hemos tenido los mayores desencuentros. Hizo una experiencia muy fuerte en este disco, porque no sólo toca sino que graba, edita y masteriza; es la primera vez que produce un disco solo. El loco se clavó muchas horas en el estudio que nosotros no. Hoy tomo el disco y está todo lo bien que podía estar.
—Mencionaste tres de los cuatro integrantes, te faltó decir ¿quién es Germán Galdeano en ese proyecto?
—A la hora de tocar soy la cara visible del proyecto, el que sostiene la letra. Mi función en esta familia es sostenerla, porque los demás chicos tienen varias bandas, hay cosas de la gestión que las sostengo yo; primero porque me parece justo ya que a ellos no les pago por ensayar, solo cuando tocamos; entonces hago todo lo que es prensa, difusión, pegar afiches, busco la fecha y todo eso. Yo vengo a ser como el compositor, pero como con esa palabra yo no me llevo bien, yo creo que en la banda soy el hacedor de canciones, un laburador de la canción, un tipo que busca.
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NADIE SE SALVA DE ESTAR VIVO
(Letra: Germán Galdeano)
En la cartera tus billetes
viven haciendo huelga por espacio reducido y malos tratos,
el hombre que te pide una moneda en el metro de Santiago
es menos paria que tu pobre corazón.
Los Ángeles son esos bichos que revolotean
cerca de la mano tiesa cuando empiezas a tomar,
y el que te juzga por perder la cabeza
es un pobre tipo que no puede perderla tan seguido como vos.
Para las cenas tus banquetes
te contestan las preguntas a tu modo y desconfían de tu buena educación,
para las chicas tus carteles
de 24 horas abierto son un delirio de la compasión.
Serán los credos esas terribles ideas
que se te aparecen por la cama cuando asoma peligrosa una conclusión,
y el que te mira sólo espera por la suerte
de cruzar las cosas y vivir al modo que más odia de vos.
Nadie se salva de estar vivo
al menos mientras late el corazón
nadie se escapa de sí mismo
y de las garras propias no se sale, no, no, no, no.
En la mirada de la gente
sos la que más premios gana tus excesos son delirios de autosatisfacción,
para que suelten sus billetes
los tipos de traje tienen que pensar que no dormirán en casa hoy.
Será el amor eso que vos nunca encontraste
tanto cuerpo suelto no da tiempo de afinar la percepción,
por cada cama que habitaste
deja de correr la sangre que circulaba por el colchón.
En la cartera tus billetes
viven haciendo huelga por espacio reducido y malos tratos,
el hombre que te pide una moneda en el metro de Santiago
es menos paria que tu pobre corazón.
Los Ángeles son esos bichos que revolotean
cerca de la mano tiesa cuando empiezas a tomar,
y el que te juzga por perder la cabeza
es un pobre tipo que no puede perderla tan seguido como vos.
Para las cenas tus banquetes
te contestan las preguntas a tu modo y desconfían de tu buena educación,
para las chicas tus carteles
de 24 horas abierto son un delirio de la compasión.
Serán los credos esas terribles ideas
que se te aparecen por la cama cuando asoma peligrosa una conclusión,
y el que te mira sólo espera por la suerte
de cruzar las cosas y vivir al modo que más odia de vos.
Nadie se salva de estar vivo
al menos mientras late el corazón
nadie se escapa de sí mismo
y de las garras propias no se sale, no, no, no, no.
En la mirada de la gente
sos la que más premios gana tus excesos son delirios de autosatisfacción,
para que suelten sus billetes
los tipos de traje tienen que pensar que no dormirán en casa hoy.
Será el amor eso que vos nunca encontraste
tanto cuerpo suelto no da tiempo de afinar la percepción,
por cada cama que habitaste
deja de correr la sangre que circulaba por el colchón.
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GERMÁN GALDEANO Y LA FANFARRIA SON:
Matías Sánchez - Bajos
Gustavo “Sam” Maciel - Guitarras eléctricas
Fernando “Negro” Mondino - Batería / percusión / coros
Germán Galdeano - Voz / coros / guitarras nylon y acero (6 y 12 cuerdas)
Participan en el disco:
Matías Sánchez - Bajos
Gustavo “Sam” Maciel - Guitarras eléctricas
Fernando “Negro” Mondino - Batería / percusión / coros
Germán Galdeano - Voz / coros / guitarras nylon y acero (6 y 12 cuerdas)
Participan en el disco:
Ángel Rodríguez - Pianos / Hammond / acordeón
Laura Rodríguez - Coros
Laura Alberti - Tambores uruguayos
Marcelo Suárez - Tambores uruguayos
Solana Cortéz - Tambores uruguayos
Ezequiel D’agliano - Percusión
Mateo Oviedo - Saxo
Más info en: http://www.germangaldeano.com.ar/
© La Púa 2008 - 2009
Laura Rodríguez - Coros
Laura Alberti - Tambores uruguayos
Marcelo Suárez - Tambores uruguayos
Solana Cortéz - Tambores uruguayos
Ezequiel D’agliano - Percusión
Mateo Oviedo - Saxo
Más info en: http://www.germangaldeano.com.ar/
© La Púa 2008 - 2009
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 12 de julio de 2009.-