Desde abril del año pasado comenzó a reeditarse en nuestro país, una de las colecciones más importantes de la literatura policial argentina; nos referimos a El séptimo círculo (SC) publicado por Emecé.
Sus fundadores, Jorge Luis Borges (JB) y Adolfo Bioy Casares (BC), tomaron este nombre de uno de los nueve círculos presentes en la Divina Comedia de Dante Alighieri, con que el poeta designó a la parte del infierno, en donde se encuentran los violentos.
La bestia debe morir de Nicholas Blake, publicado el 22/02/1945 y traducido por J. R. Wilcock, dio el puntapié inicial a la colección. En esta época, este género estaba desprestigiado, por lo que el binomio debió insistir incansablemente para que el proyecto se concretase. Al respecto JB dijo en una entrevista a James Ibay, que los editores “(...) tardaron un año en aceptar la idea de la colección Séptimo Círculo, cuyo éxito ha sido enorme, porque decían que la literatura policíaca no era cosa digna de una editorial seria”. No sólo que la colección pasó a ser la más seria, sino también la más vendida, oscilando entre los 14.000 y 30.000 ejemplares por cada título; hecho sin igual en la actualidad. A esto hay que añadir que no se reeditaban los libros, lo cual seguramente aumentaría el volumen de ventas.
A diferencia de otras colecciones, este cúmulo de textos tuvo como destinatario a un público más bien “culto”, o que poseía cierto grado de competencia literaria. El énfasis se ponía en los nuevos títulos publicado en los Estados Unidos e Inglaterra; para ello JB y BC se encargaban de recorrer las librerías de Buenos Aires buscando las novedades, como así también realizaban pedidos a Londres, para obtener el material más fresco, que luego traducirían y pondrían a disposición del público.
En SC primaba la novela-problema (entendida como la resolución de un enigma mediante procedimientos lógicos) de origen yanqui-inglesa, luego incorporó autores que rozaban el límite con el fantasy, y finalmente ingresaron algunos pocos autores rioplatenses como Enrique Amorim con El asesino desvelado (1945); Los que aman, odian de BC y Silvina Ocampo, entre otros.
Luego de la publicación de los 120 primeros volúmenes, la selección quedó a cargo de Carlos V. Frías, ya que JB y BC no poseían el suficiente tiempo para continuar con esta tarea. Así ocurrió desde 1955 hasta el final de la colección en 1983 con el ejemplar de Los intimadores de Donald Hamilton. Hay que destacar que la colección sobrepasó los 300 títulos, y que estos aparecían a razón de un título por mes.
Otro dato a resaltar es que, entre los años ‘40 y ‘50 la cinematografía argentina produjo su corpus más sustancial del género policial, reafirmando el éxito de esta literatura.
Emecé reedita esta colección para los “viejos lectores” que quieren revivir una experiencia única y para cautivar a los “nuevos seguidores”. El SC conserva su nombre y sus títulos, la marca registrada del caballo, pieza simbólica que se ubica, justamente, en el séptimo casillero del tablero de ajedrez. La presentación de los libros posee las tapas negras y los dibujos rescatados de José Bonomi, mantienen esa esencia de aquellos tiempos.
Las editoras respetaron las traducciones originales, sólo revisaron algunos términos obsoletos y agregaron notas aclaratorias que completan datos faltantes. A un precio asequible (alrededor de $15), nos proponen un acercamiento a la literatura policíaca, con un formato chico (20 x 12 cm), buena calidad en el papel y con títulos seleccionados por JB y BC. ¿Qué más se puede pedir?
Lectura recomendada: LAFFORGUE, Jorge y RIBERA, Jorge: “Asesinos de papel. Ensayos de narrativa policial”, Colihue, Bs. As., 1996.
Sus fundadores, Jorge Luis Borges (JB) y Adolfo Bioy Casares (BC), tomaron este nombre de uno de los nueve círculos presentes en la Divina Comedia de Dante Alighieri, con que el poeta designó a la parte del infierno, en donde se encuentran los violentos.
La bestia debe morir de Nicholas Blake, publicado el 22/02/1945 y traducido por J. R. Wilcock, dio el puntapié inicial a la colección. En esta época, este género estaba desprestigiado, por lo que el binomio debió insistir incansablemente para que el proyecto se concretase. Al respecto JB dijo en una entrevista a James Ibay, que los editores “(...) tardaron un año en aceptar la idea de la colección Séptimo Círculo, cuyo éxito ha sido enorme, porque decían que la literatura policíaca no era cosa digna de una editorial seria”. No sólo que la colección pasó a ser la más seria, sino también la más vendida, oscilando entre los 14.000 y 30.000 ejemplares por cada título; hecho sin igual en la actualidad. A esto hay que añadir que no se reeditaban los libros, lo cual seguramente aumentaría el volumen de ventas.
A diferencia de otras colecciones, este cúmulo de textos tuvo como destinatario a un público más bien “culto”, o que poseía cierto grado de competencia literaria. El énfasis se ponía en los nuevos títulos publicado en los Estados Unidos e Inglaterra; para ello JB y BC se encargaban de recorrer las librerías de Buenos Aires buscando las novedades, como así también realizaban pedidos a Londres, para obtener el material más fresco, que luego traducirían y pondrían a disposición del público.
En SC primaba la novela-problema (entendida como la resolución de un enigma mediante procedimientos lógicos) de origen yanqui-inglesa, luego incorporó autores que rozaban el límite con el fantasy, y finalmente ingresaron algunos pocos autores rioplatenses como Enrique Amorim con El asesino desvelado (1945); Los que aman, odian de BC y Silvina Ocampo, entre otros.
Luego de la publicación de los 120 primeros volúmenes, la selección quedó a cargo de Carlos V. Frías, ya que JB y BC no poseían el suficiente tiempo para continuar con esta tarea. Así ocurrió desde 1955 hasta el final de la colección en 1983 con el ejemplar de Los intimadores de Donald Hamilton. Hay que destacar que la colección sobrepasó los 300 títulos, y que estos aparecían a razón de un título por mes.
Otro dato a resaltar es que, entre los años ‘40 y ‘50 la cinematografía argentina produjo su corpus más sustancial del género policial, reafirmando el éxito de esta literatura.
Emecé reedita esta colección para los “viejos lectores” que quieren revivir una experiencia única y para cautivar a los “nuevos seguidores”. El SC conserva su nombre y sus títulos, la marca registrada del caballo, pieza simbólica que se ubica, justamente, en el séptimo casillero del tablero de ajedrez. La presentación de los libros posee las tapas negras y los dibujos rescatados de José Bonomi, mantienen esa esencia de aquellos tiempos.
Las editoras respetaron las traducciones originales, sólo revisaron algunos términos obsoletos y agregaron notas aclaratorias que completan datos faltantes. A un precio asequible (alrededor de $15), nos proponen un acercamiento a la literatura policíaca, con un formato chico (20 x 12 cm), buena calidad en el papel y con títulos seleccionados por JB y BC. ¿Qué más se puede pedir?
Lectura recomendada: LAFFORGUE, Jorge y RIBERA, Jorge: “Asesinos de papel. Ensayos de narrativa policial”, Colihue, Bs. As., 1996.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 13 de junio de 2004.-