RUBÉN RÜEDI
Historia y Literatura:
ALIMENTO PARA QUE LOS NIÑOS CREZCAN
Es innegable la explosión editorial que está ocurriendo en Villa María. Desde hace unos años a esta parte se han publicado una abultada cantidad de libros de autores locales. La creación de nuevas editoriales y el mayor acceso a la tecnología, han posibilitado que haya varios polos de producción de libros de quienes siempre mostraron sus escritos, y han abierto la puerta para que otros, que lo hacían en soledad, se estén animando a develar lo suyo. Pero además de esa cantidad y calidad en los libros, el abanico de temas se va desplegando cada vez más para mostrar otros géneros, además de la reinante poesía.
Ahora le toca el turno a los más pequeños, quienes han tenido su época de gloria con Edith Vera y que han disfrutado de textos y propuestas de otros escritores como Lelia Frías, Griselda Rulfo, Mercedes Espinosa de Peretti, Alicia Perrig, entre otros.
Es Rubén Rüedi, el Director del Archivo Histórico de la ciudad, reconocido escritor local, autor de varias novelas, poemarios y textos diversos, quien ha dado un giro al género conjugando dos de sus pasiones: la historia y la literatura infantil. Desde hace unos cuantos años, Rubén viene trabajando incansablemente con los niños y para ellos con el proyecto “Caminitos de la historia”. Este recorrido le ha traído grandes satisfacciones y le ha permitido ver un espacio que estaba descubierto y descuidado.
Es por ello que el próximo viernes 5 de noviembre a las 20:30 en la Escuela Dr. José Bianco (Belgrano y Mendoza) presentará el primero de varios volúmenes, que buscarán rescatar la historia local, pero contada para ellos. “El zoológico de Salomón” es un texto bello en el que se nos narra como llegó a desarrollarse el primer zoológico de la ciudad. En un puñado de relatos que se concatenan, se nos cuenta como, Salomón Deiver vino a Villa María con su cámara de fotos y de qué manera llegó a afincarse en la ciudad y en el corazón de mucha gente. Para ello, el autor de “Antonia” y “Matria” hace uso de los recursos que tiene a mano y plantea desde un principio los interrogantes iniciales sobre qué es la historia, cuándo comienza y cuando se termina. Nos ubica espacio-temporalmente a través de una línea de tiempo adornada por algunas postales de la ciudad y contiene además los dibujos del “Negro” Díaz que amenizan la lectura.
Un proyecto sin igual, que como muchos de los emprendimientos de Rubén, se hacen con el sudor de su frente y con dinero de su bolsillo. Esto merece la pena destacarlo, porque es frecuente en él, trabajar en libros que le son necesarios a la ciudad y que se costean de manera particular. Actitudes como estas deben ser valoradas y fomentadas.
Desde EL DIARIO Cultura nos contactamos con Rubén y le consultamos algunas cosas. Esto nos respondió:
─¿Cómo surge esta idea de combinar literatura con historia al alcance de los niños?
─La iniciativa se fue macerando a través del proyecto “Caminitos de la Historia”, por el cual vienen transitando los niños de las escuelas primarias de la ciudad desde hace cuatro años. Esta experiencia me sorprendió gratamente, dado el interés que despierta en los niños la narración de la microhistoria. Haciéndoles vivenciar la historia local los moviliza, reafirma la autoestima ciudadana y el sentimiento de pertenencia a la tierra donde vivimos.
─Qué mejor que hablarle a los niños sobre historia contándoles sobre el zoológico de la ciudad, ¿no?
─Elegí este tema por dos razones: la fascinación que despierta en los chicos saber que en una ciudad como Villa María haya existido un zoológico, con características tan pintorescas y, por otra parte los recuerdos de la infancia, ya que viví intensamente, como un niño más, aquel tiempo tan feliz para la ciudad. Además, es una posibilidad de reivindicar la figura de un hombre que tuvo tantos valores, como Salomón Deiver.
─¿Habrá nuevos libros en esta colección?
─“Caminitos de la historia” tiene que ver con la edición de libros y videos indicados para niños, con el fin de que se cuente con material de difusión sobre la historia de la ciudad. Me parece que es la mejor manera de construir ciudadanía e ir forjando nuevas generaciones de hombres y mujeres comprometidos con su tiempo.
El próximo libro, que ya está casi listo, les cuenta a los chicos la historia de la Plaza Centenario. Después sigue la historia de los puentes.
El producto literario que se edita se ve enaltecido por las magníficas ilustraciones del “Negro” Díaz, un maestro en el género.
─¿Creés que los niños son lectores en la ciudad?
─Interactuando con los chicos pude sacar conclusiones que me alientan en esta tarea: no sólo que los chicos son muy lectores, sino que demandan literatura que los identifique, que les cuente cosas referidas a su entorno, a su cotidianeidad.
─¿Cuál debe ser la función del libro infantil en el siglo XXI?
─La función del libro infantil en este tiempo, es constituirse en antídoto a la epidémica basura que se emite constantemente por los medios de comunicación masiva. El libro, objeto casi íntimo al que se puede acudir según los estados de ánimo que atraviesa la persona, acompaña el crecimiento del niño impidiendo que se les desplumen tempranamente las alitas.
─¿Qué autores locales o regionales te parece que han hecho un buen aporte por la literatura infantil?
─Edith Vera, en el género poético, es la autora local por excelencia de literatura infantil.
─¿Te sentís cómodo con este género? ¿Qué cosas te permite hacer la literatura infantil?
─Es un género difícil, en el que hay que ser muy cuidadoso, trabajar mucho, a pesar de su aparente simpleza. Me desenvuelvo con comodidad porque tengo la experiencia de interactuar con los niños cotidianamente. Hacer teatro infantil, como autor y actor, me sirve mucho.
Para quienes asumimos la literatura como un compromiso social, escribir para niños es algo así como echar ases de luz sobre el camino que lleva al futuro. Tratar de proyectar a ese niño, tan candoroso, inquieto, cristalino, lleno de buenas intenciones, con ampulosa capacidad de amar, hacia el hombre o la mujer del futuro.
─Rubén, ¿"la historia no termina nunca"?
─Mientras siga amaneciendo, un hombre despierte y cante un pájaro, la historia no termina nunca.
Y como la historia no se acaba nunca, les presentamos a continuación uno de los pequeños relatos del libro. En este caso, Salomón ya llegó a la ciudad y se ganaba la vida (o los días) sacando sus fotos características. Compartamos un poco las andanzas de este joven, que se verá envuelto en un gran problema…
EL SUEÑO CUMPLIDO
Por Rubén Rüedi
Pasaban los días y el joven Salomón tenía cada vez más éxito con su oficio de fotógrafo; pero una mañana de aquellas un hombre que había venido del campo en sulky le pidió que le sacara una foto junto al caballo.
El caballo seguía atado al sulky, el hombre se paró junto al animal mientras se alisaba los largos bigotes. Salomón le pidió que sonriera y cuando apretó el botón de la máquina salió un leve fogonazo, como siempre ocurría con las máquinas de antes.
Eso bastó para que el caballo se asustara y entre relinchos y corcoveos se desatara del sulky para salir corriendo, no sin antes pasar por encima de la máquina fotográfica del pobre Salomón, quien no podía creer lo que había ocurrido.
Su elemento de trabajo quedó hecho pedazos en medio de la calle.
Ya no servía ni como juguete.
Con la cabeza baja, Salomón caminó hacia el hotel de los Lombardo, entró a la habitación, se sentó en la cama y se puso a llorar.
Ya no tenía con que ganarse la vida. Pocos días después, sus ahorros se habían agotado y tuvo que dejar el hotel.
De día andaba por las calles pensando que podía hacer para subsistir. Por las noches dormía en algún vagón de tren. Y cuando los vagones estaban cerrados, pasaba la noche recostado en algún banco de la Plaza Independencia.
Así vivió durante varias semanas, pero nunca se dio por vencido.
Alguien le regaló un cajón de “lustrín” y otra vez tuvo con que ganarse la vida.
Los “lustrines” se dedicaban a lustrarle los zapatos a los señores.
Había muchos en Villa María. Cada uno tenía su “parada”, es decir el lugar donde se instalaba: en una esquina o en la puerta de algún bar.
Y también su propia clientela.
Poco a poco, Salomón se convirtió en el que más clientes tenía y eso significó, también, que pudiera juntar unos pesos y dormir otra vez en una cama.
Pero como lo que ganaba como lustrín no le era suficiente, se convirtió en “canillita”. Así les decían a los muchachos que vendían diarios en la calle.
Con sus dos trabajos, lustrín y canillita, Salomón comenzó a progresar ahorrando dinero.
El tiempo pasó y aquel muchachito que una mañana de mayo bajara del tren, ya no lustraba zapatos en las esquinas ni vendía periódicos en las calles. Se había convertido en periodista y tenía su propio medio de comunicación: el diario “Tercero Abajo”.
Ahora, era un respetable ciudadano que también se dedicaba a la política.
Y así fue que ganó las elecciones y llegó ser intendente. Tiempo después, fue elegido para ese cargo por segunda vez.
El día que ganó por primera vez las elecciones y el pueblo lo llevaba en andas por la calles de Villa María, con lágrimas en los ojos Salomón recordó la mañana en que bajó del tren, cuando el caballo le rompió la máquina de fotos, las noches durmiendo en los vagones del ferrocarril o en los bancos de la plaza.
Pero también recordó lo que siendo casi niño se había prometido a sí mismo: ser alguien en la vida. Y lo estaba cumpliendo.
(*) Publicado en El Diario del Centro del País, 31 de octubre de 2010.-