JUAN JOSÉ ODINO
Instantáneas de un fotógrafo
Para él, la fotografía nació en sus juveniles 19 años cuando vio unas imágenes de Cartier Bresson y se dijo a sí mismo que eso es lo que quería para su vida.
En sus inicios tomó clases con Adelqui Pellegrino y si bien ha viajado y realizado pilas de cursos y seminarios en Córdoba, Buenos Aires, Cuba y Europa; él se define como un “estudioso de la fotografía de fuerza propia”.
Mientras trabajaba en un hotel de la ciudad se dedicaba de manera aficionada a la fotografía; pero a partir de 2002, ya sin empleo, se inclinó de llenó por la imagen estática, por el arte... por la fotografía.
Un par de años después, conjuntamente con otros cuatro fotógrafos fundaron el FOTO/ESPACIO F5 desde donde intentan realzar el valor de la fotografía para la ciudad como elemento artístico y el valor para la memoria de un pueblo. Un pueblo que desde sus inicios no se preocupó como debía por conservar su historia, o como dice Juan José, un lugar donde en general “no hay un sentido de pertenencia, porque Villa María se fundó con gente de paso y así es hasta hoy”. Todos sabemos, que por más que reneguemos de esta aseveración mucho de cierto tiene.
Motivados por las recientes conferencias a cargo de fotógrafos cubanos en nuestra ciudad, EL DIARIO Cultura visitó la casona en Corrientes 581 y se contactó con uno de los organizadores del evento y uno de los miembros fundadores de FOTO/ESPACIO F5. De eso y mucho más damos cuenta sin más demora.
- ¿Contanos qué es el FOTO/ESPACIO F5? ¿Qué actividades realizan?
- Cuando nosotros lo fundamos (28/10/2004) éramos cinco integrantes, queríamos construir un espacio para permitir que la fotografía ocupe ese lugar que se merece. Partíamos de un análisis de que en Villa María la fotografía no estaba considerada de esa manera. El F5 está integrado en la actualidad por Mara Carmona, Daniel Albornoz y Juan José Odino. Armamos viajes fotográficos, hacemos muestras fotográficas en nuestra galería, se dan cursos de fotografía, talleres, hacemos trabajos conjuntos, trabajos individuales, hemos hecho “El imaginario”, logramos hacer una red de fotográfos de distintas provincias con lo que compartimos la oposición al centralismo porteño; porque en Buenos Aires pasan muchas cosas pero no se mira para el interior. Con esta red, queremos armar un “circuito de muestras”, donde por ejemplo traeríamos una muestra desde Córdoba a Villa María, de acá a la Fototeca de Paraná, de ahí a Salta... es decir todos los lugares donde tenemos contactos permanentes. Nos hemos hecho muy amigos de grupos de Córdoba como “Mirada foto”, otro fotógrafo pampeano muy joven que es un maestro en el laboratorio del blanco y negro, entre otros. Con esto quiero decirte que no somos ni pro-digital, ni pro-película, creemos que todo es fotografía. El año pasado hicimos “El imaginario”, que fue un evento muy importante para Villa María. Hubo 14 muestras simultáneas, pudimos financiarlos con esponsorizaciones e hicimos dos intervenciones callejeras que nos encantó. Siempre dijimos que no sabemos si somos los mejores, lo que sabemos es que tenemos ganas de hacer esto, nos preocupamos por estudiar, por ver fotografías de otros lados que nos abre la cabeza y te construye más la mirada.
- ¿Quienes se pueden denominar fotógrafos?
- Desde un punto de vista no se puede decir que sea fotógrafo alguien que se compra una camarita digital compacta y sale a tirotear, o el que sale de noche sacando fotos con su celular; esa es gente que hace fotografía, pero que no es fotógrafa. Serlo incluye toda una concepción de conocer la materia, el lenguaje utilizado, la historia, los maestros, las tendencias y sobre todo cultivar la mirada.
- ¿Que opinión te merece el hecho de que la fotografía digital esté tan difundida, que el común de la gente prescinda de la figura del fotógrafo para algunos eventos sobretodo sociales?
- El tema es complejo pero te lo resumo, la gente que tiene más de 40 años ha vivido la mayor parte de su vida sin grandes saltos tecnológicos; estos últimos 10 años ha sido tenebroso en la imagen y en las comunicaciones. Todo cambio de este tipo tan acelerado genera desviaciones, o sea, el mal uso de estas tecnologías, ni hablar de los celulares, yo he jugado al ajedrez por correspondencia cuando tenía 16 años. Jugaba muchos partidos con muchos, porque hasta que iba y volvía la carta pasaban 60 días, ahora lo jugás chateando. Entonces si vos comparás esos tiempos con los que se viven hoy, para darte un ejemplo, antes no ibas a comprar al supermercado y desde la góndola llamabas a tu mujer y le preguntabas si elegís Don Lucas o La Tranquera; hoy se hace, es muy natural. Yo creo que hay como una orgía en el uso de estas tecnologías. La cámara digital posibilitó la idea de que “saco total es gratis”, esto diluye el acto sagrado de la mirada fotográfica; o sea, “saco total la cámara hace todo sola, no me importa lo que encuadro porque si no me gusta la borro y la hago de nuevo”, de todo eso que se saca es muy poco el porcentaje que se copia, es decir, que se lleva a papel. La gente no tiene idea que cuando hace clic en la cámara no está haciendo una foto sino un archivo digital. Una foto es una foto impresa, lo otro es un archivo digital. Todo esto ha generado que profesiones de altísimo vuelo como el reportero gráfico, el fotoperiodista, se esté desdibujando, o los que hacen el fotorreportaje han resignado los valores que se pueden generar en una imagen por una cosa más ilustrativa, porque da lo mismo. Actualmente las grandes agencias de noticias, los que manejan el 90% del flujo de imágenes del mundo están despidiendo a los reporteros profesionales y le dan una camarita compacta a un iraquí porque este se puede meter a donde pasan las cosas, que no tiene idea, solo aprieta un botón, luego va a una máquina aprieta otro botón y la foto ya está en Estados Unidos o en Europa, casi en tiempo real. Entonces el tipo que construyó durante años una mirada sobre lo que ocurrió en el mundo y está capacitado para transmitir con un criterio y con un tamiz propio se le tiene que pagar mucha plata y eso no conviene; total la foto la tiene lo mismo, y si se ve sangre mejor.
- ¿Qué cantidad de fotógrafos pensás que hay en Villa María?
- Sucede que ahora se han perdido un poco las fronteras, están los fotógrafos tradicionales que serán unos 15 o 20, los históricos, que se están dedicando fundamentalmente a la fotografía de sociales; después se podría decir que está todo lo que ha generando el F5, que si bien muchos laburan en sociales, ya hay un grupo que está queriendo algo autoral, algo de su obra. Queremos estimular la fotografía autoral en Villa María que no lo está. Una de las luchas es poder vender obras, pero no la obra sacada de un laboratorio comercial, porque finalmente no es su obra, la etapa final la hizo una máquina automática. Con los nuevos medios digitales está lo que equivaldría al laboratorio de blanco y negro que son las impresoras chorro de tinta de altísima calidad, que en la ciudad no hay ni una todavía. Volviendo al tema, la fotografía autoral es este el desafío. La fotografía no es sólo la fotografía de los 15 años y de las bodas o la publicitaria; sino que es todo un medio de comunicación y de expresión, un lenguaje y que sirve a la historia de la ciudad, de los pueblos. Otros fotógrafos son los chicos que están saliendo de la Lic. en Diseño y Producción Audiovisual, pero que hacen sociales para bancarse los estudios o los gastos. En fin, fotógrafos hay un montón.
- ¿Hay trabajos fotográficos en esta ciudad que te gusten?
- En Villa María no hay fotógrafos conocidos que tengan obras o si las tienen no la han mostrado; no obstante me parece que hay fotógrafos con una mirada interesante y con ganas de hacer algo como Raúl Elvira, Jorge Beletti, puede haber otros que no les se el nombre, pero que están dedicados básicamente a lo comercial. Después está lo que ha ido generando el F5, hablamos de 30 o 40 personas, alumnos, aficionados, amigos, los que van a los viajes y demás que están construyendo una mirada propia y van bocetando su mirada personal... van definiendo que quieren contar.
- ¿Qué características presentan los curso que se dictan en el F5?
- Los cursos duran ocho meses, de abril a noviembre y se llama “Taller de fotografía creativa avanzado”, esta palabrita define la profundidad a la que se llega; no es la carrera de fotografía pero tampoco algún cursito que se dicte. Tranquilamente el alumno luego del curso se puede dedicar a la fotografía y vivir de ella con lo que aprende acá. Se enseña todo lo concerniente a la técnica de toma, el manejo del ámbito digital, no damos laboratorio de blanco y negra, la orientación es totalmente digital. Después enseñamos el manejo de la iluminación de interiores y combinado con lo exterior y finalmente la etapa creativa donde se estudia a alguno de los grandes maestros de los principales quiebres en los géneros fotográficos y de estimular una mirada.
- ¿De qué manera se trabaja?
- Por lo general el fotógrafo es un bicho muy individualista por esencia, por eso nosotros lo estamos planteando como colectivo y al platearlo así hay algunos problemas que se generan siempre cuando hay grupos. Mirá, te voy a dar una primicia, siempre tuvimos la idea de querer agrandar el espacio pero a la vez el miedo a que esto se fuera para otros lados; pensando en todo esto surgió la idea de armar una ONG que será una asociación civil, que no será F5 sino que será otra organización y ya estamos con los trámites para obtener la personería. La idea es que la ONG funde la Fototeca de Villa María, con la tarea de recolectar, preservar y restaurar el patrimonio visual de la ciudad. Tener un espacio físico, si es posible que esté provisto por la Municipalidad, armar un estudio fotográfico para que lo puedan usar los socios, tener una publicación de alta calidad visual, con reportajes de la zona, notas sobre las nuevas tecnologías, promover autores fotográficos porque en Villa María está concebida como de sociales; por más que la gente vaya a muestras y demás, no hay un entrenamiento de la mirada fotográfica para valorar ciertas estéticas que es lo que se transmite en la foto; porque no hay que olvidar que la fotografía es una herramienta fantástica para desarrollar pertenencia, referencias históricas y conciencia.
El reloj no se detiene y es un verdadero gusto oír sus anécdotas, sus opiniones y su conocimiento del amplio universo que gira alrededor de la fotografía; pero el espacio y el tiempo se nos acaban, el obturador se está cerrando y la imagen ya está impresa. Hasta el próximo disparo.
Exposición de Ramón Cabrales Rosabal y Rufino del Valle Valdés
Consultado sobre esta jornada desarrollada el día miércoles 16 en la sala de conferencias de la Biblioteca Mariano Moreno, Odino nos retrató:
- La visita de los fotográfos cubanos a Villa María surgió a último momento, por ese motivo no hubo mucho tiempo de difundirlo; ellos estaban realizando una gira por el país y se nos presentó la posibilidad de traerlos. Afortunadamente el evento superó ampliamente las expectativas casi al doble, a tal punto de que hubo gente que no pudo ingresar. La sala donde se realizó tiene una capacidad para 90 personas y nosotros habíamos calculado las tres cuartas partes. Creo que la gente se fue conforme y ellos encantados de la gente de Villa María, de la recepción, de las preguntas que le hicieron después de la conferencia.
- ¿Qué temáticas abordaron?
- Ramón Cabrales Rosabal abordó el tema sobre “la fotografía en la Revolución Cubana en la década del ’60”. Realizó una introducción histórica sintética y allí aprendimos que el primer estudio fotográfico estuvo en Cuba. Rufino del Valle Valdés continuó con la fotografía contemporánea en ese país y sus dos tendencias, que luego de escuchar la conferencia, entendimos que es lo que se mantiene como fotografía documental en lo que Cuba es faro a nivel mundial y las nuevas tendencias que van más hacia la plástica, la mezcla de técnicas, hay montajes, aparece lo digital y las prácticas más experimentales y artesanales como por ejemplo sensibilizar madera o piedra y ahí hacer imágenes.
- ¿Cómo estuvo conformado el público que asistió a la jornada?
- Había de todo. Había estudiantes de Bellas Artes, del INESCER, de la UNVM, público en general, gente grande, gente joven, alumnos del F5, fotógrafos de Villa María; es decir, el público fue muy heterogéneo.
- ¿Cómo llegaste a contactarte con ellos?
- En el año 2003 viajé a La Habana a hacer un “Seminario de fotoperiodismo urbano y en situaciones de desastre” que duraba 10 días. Ellos fueron los organizadores y docentes de esa cátedra, que es a nivel latinoamericano. Eran ocho profes en total y tres de ellos fueron los que vinieron a la Argentina. Lo importante de esto es que los cubanos es que una vez que los conocés y te conectás no se olvidan más; esto es muy loco, yo he ido a otros lados y no tuve más novedades de nada. A la semana de que volví de Cuba ya tenía mails de ellos y de ahí no paró más el contacto; personalmente nos volvimos encontrar cuatro años después acá, pero el contacto nunca se perdió. Ellos tienen otra particularidad, en ese seminario que te mencioné el único argentino era yo, pero en otros años fueron otros argentinos; bueno... lo que hicieron ellos fue hacernos poner en contacto con esos fotógrafos de nuestros país y de esa manera nació alguna amistad con Eduardo Segura de Paraná, con Ángeles Egaña de Buenos Aires...
- A grandes rasgos ¿qué particularidades tiene la fotografía en Cuba con la que se hace en Argentina?
- En Cuba y esto tiene que ver con la charla que nos dio Rufino, hay dos tendencias: está la fotografía que se mantiene tradicionalista, que es la fotografía documental donde uno de los sellos particulares es el humor cubano en el registro fotográfico, siempre buscando situaciones con un sesgo humorístico. La otra es una fotografía más autoral, que no tiene nada que envidiarle en lo que se hace en cualquier lugar del mundo; es más, hay fotógrafos cubanos que actualmente venden su obra en galerías de arte de Europa o de Estados Unidos. Eso es un circuito comercial al que sólo acceden unos pocos. Yo tengo una opinión muy personal, no necesariamente porque sean muy buenos; porque además de ser buenos tienen que aprender a manejar el negocio y dar algunas concesiones igual que en la pintura. Creo que el distintivo de la fotografía cubana, dentro de la heterogeneidad de búsquedas, sigue siendo el sesgo distintivo la fotografía documental. Rufino y Ramón dicen que se ha dejado un poco de lado la fotografía épica que era la de la década del ’60 donde los fotógrafos se dedicaron a registrar la revolución y a sus líderes.