BAJO EL CIELO DE
LELIA FRÍAS
NARRADORA ORAL - POETA INFANTIL
Llego y me siento en una pequeña silla. Apoyo el grabador y la cámara en una mesa que no debe superar el medio metro.
Estoy ahí, en un mundo diferente, con libros en rededor, paredes pintadas con hermosos castillos multicolores, puff en el piso para que los usarios se sientan más cómodos, en fin… un paraíso para los más chicos, dentro del paraíso para los más grandes.
Estoy en el sector Infanto-Juvenil de la Biblioteca Municipal Mariano Moreno, ese lugar que desde hace un tiempo lo llamamos por una de sus partes: medioteca.
Está conmigo una mujer amable, jovial, alegre y habladora. Es una apasionada de la palabra oral que luce en cada una de sus presentaciones en público. Pero no es sólo eso, le encanta hablar, comunicarse con el otro, hacerse presente mediante el encadenamiento ordenado y agradable de la palabra. Quizás por ello es la encargada de realizar las visitas guiadas y pedagógicas a los colegios y personas que llegan a conocer ese centro de conocimiento.
Le fascinan los niños. Paciencia no es una palabra que le pese, ella los sabe tratar, se vale de los cuentos que ha leído para salir airosa de los inconvenientes que se le presenten. De esa forma utiliza la astucia que caracteriza al Gato con Botas para mantener a los pequeños atentos y entretenidos.
Haciendo un repaso por sus actividades diremos que además de las visitas guiadas, es integrante del sector Infanto-Juvenil y también Mayor de la medioteca.
Es narradora oral durante muchos años en la ciudad y en las localidades vecinas. Participó en múltiples actividades: en Ciclo de Promoción y Animación a la Lectura “Bibliociencia” como narradora, en el año Internacional de las Ciencias; en el Ciclo “Biblioteca con aroma a café”, narrando y cantando “Entre amigas”; también en el Ciclo “Mil y una noche en la Biblioteca” con el espectáculo unipersonal: “Aprendizaje amoroso”; fue integrante del elenco del radioteatro “La casa de Bernarda Alba” difundido por LV28 Radio Villa María, en conjunto con la UNVM y toda su red de emisoras; es escritora de poesías infantiles, algunas publicadas en periódicos locales como EL DIARIO y Puntal Villa María y es miembro de la comisión directiva de la SADE local.
No contento con esos logros, Lelia busca perfeccionarse día a día, es estudiante del PROPALE (Programa para la Lectura) dependiente de la UNC: Facultad de Filosofía y Humanidades en el plan: Literatura, Promoción y Animación a la Lectura. Biblioteca, Proyecto y Diseño. Asimismo estudia en la Escuela del Relato de Córdoba: “Del dicho al hecho” con los profesores Rubén López y Alejandra Oliver Gulle, reconocidos profesionales en ese ámbito.
—¿Cuál es tu actividad dentro de la medioteca?
—Dentro y fuera de la medioteca (me aclara)…, porque si bien es cierto que este es mi trabajo y vivo prácticamente en ella; hago también una actividad fuera, obviamente relacionada. Hace 17 años que estoy acá y lo primero que hice cuando llegué al sector infantil, fue sacar todo lo que estaba catalogado por edades. Soy una apasionada por la literatura infantil, porque la literatura es arte y el arte es la complejidad humana; en la literatura se vuelca la complejidad humana y en los cuentos más aún. Desde aquellos cuentos populares, que eran historias que no estaban escritas pero que se iban contando… el cuento para niño es tan corto, tan comprimido y fuerte que tiene que estar contado de una manera tan elocuente para que los chicos lo comprendan. Hay cuentos de dos páginas nada más y son fantásticos. Vos te decís ¡¿como logró causar ese impacto en el niño y adulto?! Siempre que te guste es bueno, por eso no hablo de edades.
—Entonces, ¿cómo ordenás ese mundo?
—De la siguiente forma: “primeros lectores”, “lectores” y “lectores avanzados”. Hay niños de 4 años que ya son lectores, porque han sido estimulado desde más chicos, inclusive de bebes. Si bien los bebés no comprenden, la palabra se les queda en el inconsciente. Acá recibo los chicos con las escuelas y con los padres, aparte o juntos. Los inserto, mi objetivo es promover la lectura. Vienen jardines, guarderías, últimos años... Hago visitas guiadas desde abril hasta octubre, los inicio en lo que llamamos el “usuario independiente”, que es quien aprende a buscar lo que le gusta, se maneja en la Biblioteca y no se siente obligado por la bibliotecaria… Yo sólo les marco que deben sacar los libros, pero no guardarlos; es por una cuestión de orden, nada más.
Cuando los padres, abuelas, tíos, etc... vienen a leerle un cuento a los chicos yo me voy, porque ese momento en que se le cuenta el cuento es un instante único y es sólo para ellos. Respeto y hago respetar ese instante que es crucial, porque el niño no se va a olvidar más de eso. Yo trabajo con el placer, con el goce y con el disfrute; en la medida de que esto pase, ese niño o ese papá, van a volver. Se crea una cinta de Moebius porque ese nene, ese joven, quizás vuelva dentro de años con sus hijos… es algo que no se acaba.
—Es una siembra a largo plazo…
—Sí, son semillas. La Biblioteca se maneja con programas de promoción de la lectura, ya sea en verano, en invierno, navidad… la Biblioteca sale, no se queda tanto adentro.
—Al comienzo nos remarcaste que tenés actividades dentro y fuera de la medioteca. ¿Qué es lo que hacés alejada de estas paredes?
—Soy profesora de enseñanza inicial y estoy estudiando todo lo que es relato, me encanta el clima que se genera entre el relato, el que escucha y el narrador; me identifico mucho lo que dice Graciela Montes de que el relato “es la frontera indómita”. Es un momento que tiene un cielo propio y solamente lo viven la gente que está ahí. También soy narradora oral y me estoy especializando en literatura infantil en todo lo que es producción y animación a la lectura en Córdoba. Tuve la suerte de asistir al 1° Congreso Internacional de Literatura para Niños, porque ya no es más infantil. Ahí hicimos el contacto de Michelle Petit y la trajimos para Villa María.
—¿Por qué no se le llama más “literatura infantil”?
—Infancia en latín significa “sin voz”, porque los niños antes no tenían voz, estaban afuera de todo lo que era la charla con los mayores; cosa que ahora se revirtió para otro lado, los niños tienen más palabras que los mayores. Yo les digo a las maestras de mis hijos que está bien que trabajen los derechos de los chicos, pero también trabajen sobre los deberes y obligaciones. Ahora están trabajando en eso.
—¿Cómo ves esa relación trinómica entre el docente, la literatura y el alumno?
—La literatura es un momento de placer, de disfrute, lo docentes no deben usar a la literatura como disparadores de temas; sino complemento a los temas que enseñan. Ellos se manejan con el canon y el canon significa sugerencia. Siempre vas a poder pegar el entusiasmo del libro si vos estás enamorado del cuento. Así se llama mi taller “Enamorarse del cuento” porque si no te enamorás del cuento no vas a poder transmitir ese sentimiento, y así el niño no le va a gustar y no va a volver. Pongan libros para que el chico elija lo que le gusta, no hay que obligarlo. El niño es muy concreto, es blanco o negro, no hay grises… y son los mayores jueces, eso te lo puedo asegurar. Si le gustó el cuento se pega, hace los mismos gestos y ruidos que vos mientras se lo contás, sino le gustó, se fue...
—¿Y cómo es esto de trabajar con los niños?
—Trabajar con todo esto, es la magia, la fantasía… tenemos un grupo con Sonia Grosso que se llama “Scientoun cuento”, por sentir el cuento y por la cantidad, porque podemos sacar muchos. Nuestro lema es despertar la imaginación y la imaginación cambiará el mundo; en la medida en que puedas lograr que ese niño lea, con el tiempo va a ser un hombre y podrá desarrollar la imaginación, ese hombre, que fue niño, va a cambiar el mundo. Va a tener nuevas expectativas en la vida, va a poder pensar, va a poder discernir; no lo van a poder llevar tan fácil como a una manada. Lamentablemente perdimos una generación, que son los chicos que están entre los 11 y los 14, porque se trabajó mal con la psicogénesis, con el comienzo de aprender a leer y toda esta semillita que dijimos antes se nota recién a los 10 años, que yo arranque desde cero. Es esa semillita que hay que regarla, darle viento, cuidarla, para poder verla crecer. Lo mismo hago afuera, tengo un taller por año que se llama “Enamorarse del Cuento” y en 2010 tendremos “Cuaentoarte” donde trabajaremos con niños también.
—También escribís poesías.
—A veces a la noche escribo poesías para niños o no. No quiero leer más de Edith Vera, porque tengo bastante la influencia de ella, me identifico mucho con su “El libro de las dos versiones”. Generalmente en mis poemas están las dos versiones, en la generalidad, escribo también para gente adulta y tengo algunos cuentos inéditos. Estoy por editar un libro de poesías para niños, está listo, pero hay que armarlo.
—Mucha gente dice que escribir para niños es fácil, yo diría que es un desafío, más aún haciendo poesía.
—Realmente es un desafío, porque al chico le gusta o no le gusta lo que vos hacés. Hay que meterse en el mundo de ellos y buscar dentro de lo artístico; porque generalmente el mundo de ellos es el entorno o lo imaginable, lo fantástico. Hay que mezclar todo eso tan comprimido en un poema, un microrrelato o en un cuento.
Lelia sigue hablándome y cita algunos libros que la impactaron, como “Filotea” de Emma Wolf, o “El árbol de las lilas” de María Teresa Andruetto, u otros similares y sentencia una frase de la que le pedimos explicaciones.
—¿Por qué leer no es lo mismo que narrar?
—Leer se lee lo que está impreso, narrar te da la posibilidad de moverte, agregar palabras tuyas o sacar del cuento, bajar el nivel, subirlo. No hay que hablar con los pequeños del “tuto”, “babau”, y demás; sino más adelante el niño tiene que aprender dos lenguajes. Quizás tengan más dificultades para decir las palabras, pero no tendrán que aprender otro lenguaje cuando vayan creciendo.
Continúo, cuando voy leyendo me meto en sus corazones, con el cuento llegás al alma. El cuento puede sacar del interior lo que un psicólogo no lo puede sacar, tanto para chicos y grandes. En el cuento pueden encontrar una posible solución a los problemas que los niños tienen en su realidad. Los personajes viven cosas similares y resuelven sus problemas que ayudan al niño con sus inconvenientes, aunque nadie les diga nada, llegan a una solución. En los cuentos clásicos, los chicos se inclinan por el héroe, por el príncipe, no se van para el lado del ogro, el malo; está muy bien separado el mal del bien. La realidad es complicada, pero no hay que separar a los chicos de la complejidad de la realidad. En los cuentos está muy marcado la obediencia, el respeto, simplemente con un cuento, su cabecita lo va poniendo a cada uno en su lugar.
—¿Cómo te desenvolvés en el ambiente familiar, con tus cuatro chicos?
—Salgo de acá y dedico un poco de tiempo a mis chicos, estoy todo el día con niños contando cuentos y llego a casa y no tengo ánimos ni de contar un cuento. Yo utilicé la astucia que empleó el gato con botas para salir airoso de todos sus problemas. Con mis chicos, para hacerlos leer, me acuesto y le pido que me lean porque debo aprender tal cuento. De esa manera aprender a leer y es a la vez afianzar el vínculo familiar en ese poco tiempo que estoy con ellos.
—¿Cuánto complica los medios de comunicación a la tarea de enseñar a leer? Los chicos prefieren ponerse a ver la televisión antes de sentarse con un libro.
—Nada, no complica en nada; porque si se sientan en la computadora tienen que leer para seguir los pasos que te va diciendo la pantalla, si es un cuento que está por computadora se detienen a escucharlo, hay que detenerse, eso es importante. El hábito de los padres es muy importante también. Otra cosa es que no siempre a los chicos o grandes les gusta la literatura, hay muchos otros intereses que hacen acercar a la lectura (magia, dinosaurios, para mencionar algunas). Vuelvo a repetir, el hábito es lo mejor.
—¿Y dificultades en la tarea de narración?
—Para mí no hay dificultades (risas). Para mí es un don, yo soy maestra inicial y he estudiado la pedagogía de los chicos, entonces sé que si estoy con un grupo de tres años el límite atencional es de 15 minutos y no más, puedo llegar a 40 minutos si les doy algo lúdico entre medio. Creo que los que no tienen una preparación previa es mucho menor.
En el campo de la narración hay dos fundamentales y primordiales que son, la cuidadosa selección que vayas a hacer, lleva muchísimo tiempo. Hay que saber a qué público, cuál es su contexto cultural. La otra es estudiar mucho, leer, estudiar, sobre el tema que vas a narrar. No podés estar descontextualizado, hay que estar metido, empapado… vestido de eso, para que el momento sea de suma magia.
—Hay que hacer una buena elección de lecturas.
—El libro de cuentos te gusta o no te gusta, no tiene edad. El ambiente calido es una parte muy importante, el estudio del campo… El relato hay que buscarlo como si fuera una ropa, hay que medirse, hasta que nos quede, el tema es lucir el relato para enamorar. Hay que leer mucho y sentir cuando el relato les cae bien.
—¿Hay algún deseo que aún no pudiste concretar?
—Sí, varios. A través de un señor que vino a la Biblioteca y vio lo que hacía, me comentó sobre un lugar muy lindo. Me dijo que buscara la biblioteca “La nube” por Internet. Lo hice. Es como una casa reformada, hay libros, el lugar para que los chicos se distiendan… Un lugar así me encantaría, le pondría “Escalera al cielo”.
Muchos años más adelante me gustaría escribir para niños.
Otro es poder explicarles a muchos que la literatura infantil es arte, tengo muchos libros y apuntes para armar una argumentación; porque sé que cuando yo diga eso se me vienen varios al ataque. A mi me gustan los desafíos y quiero estar preparada.
Ese es mi sueño, y los sueños se cumplen.
Cuando la entrevista culmina, aprovecho unos segundos para girar mi mirada y observar algo que me llamó la atención. A unos metros una niña, de no más de 7 años, lee tranquilamente en su puff.
Hacía bastante tiempo que estaba allí, con su libro elegido para la ocasión. Inmutable. Me sorprendió ver la concentración con que una niña podía disfrutar de la lectura sin ser afectada por las voces externas de una larga charla.
Puedo observar también, como una mancha atraviesa la pared desde el suelo y continúa más allá del techo. Afino un poco más mi mirada y me doy cuenta que es una escalera, y que la niña que lee sólo está presente en cuerpo, ya que su alma está viviendo vaya a saber que aventura, en ese cielo que está al final del camino. Un cielo propio, diferente, del que pueden dar testimonio, solamente los que han estado allí.
domingo, 14 de febrero de 2010
Lelia Frías
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 14 de febrero de 2010.-
Suscribirse a:
Entradas (Atom)