DIÁLOGO CON
JOSÉ PLAYO
EL EDITOR SÁDICO DE SUS TEXTOS
Dice que propone una literatura liviana, o para decirlo con su lenguaje más específico: “huevadas para pasar el rato”. Sin embargo tiende a ser (o es) el escritor más leído por los jóvenes cordobeses.
La fama (buena o mala) de José Playo se debe a que ha incursionado desde hace años en las letras, con ocurrencias que se mueven entre el humor, el sexo, la sátira, la reflexión, la patética identificación de lo cotidiano, el delirio y el ingenio más mordaz. Primero lo hizo con una revista que se publicó a partir de 2003, a puro blanco y negro, y en la cual ocupó todos los cargos editoriales: diseño, escritura, distribución. Esa revista se llamó “Peinate que viene gente”, que tuvo su compilación en envase de tapas duras en 2007. También tiene su página web que recomendamos visitar (http://revistapeinate.com.ar/), pero que no ofrecemos ninguna garantía luego de pulsar el “enter”.
Ediciones del Boulevard fue quien le publicó tanto “Peinate…” como otro libro de relatos intitulado “Peguelé hasta dejarlo morado”. Este año, la casa editora nos presenta un nuevo trabajo que Playo ha dado en llamar “La belleza del escándalo”. Esta última publicación es la que utilizamos de excusa para contactarnos con el joven licenciado en ciencias de la comunicación.
NATIVA, les propone a continuación una charla con el escritor cordobés. De este diálogo usted podrá crear un perfil del autor en cuestión, dependerá de usted la decisión de leer o no a Playo; de aquí sólo podemos decirle que de no hacerlo, simplemente usted se lo pierde...
—José, ¿de qué trata "La belleza del escándalo"?
—La misma pregunta me hizo mi editor y no supe qué contestarle. Ensayo la única respuesta coherente: “La belleza del escándalo” es, esencialmente, un libro sobre la pasión. Hay un cuento inicial y otro de cierre, ambos sobre el acto de escribir (mi pasión) y en el medio se mezclan otras historias, referidas al sexo, a las relaciones fallidas, a los sucesos desopilantes que nos ocurren a diario. Diría que es un libro de entretenimiento que a veces se pone cachondo y otras apunta a la diversión.
—¿Cómo darías promoción a este nuevo libro?
—A pesar de que “promoción” me suena a jerga marketinera, creo que es un pilar fundamental en la construcción de un espacio mínimo y necesario para que tu trabajo se conozca. Es una lástima que haya escritores que se crean geniales al punto de sentarse a esperar que las editoriales les golpeen la puerta para comprarles sus manuscritos. Yo descreo de los beneficios del ocote. Construí un espacio para difundir lo que escribía, se llamó “Peinate que viene gente”, era una revista y la repartí por todos lados. Si algo aprendí con el tiempo es que para que tu trabajo se conozca, tenés que hacerlo circular. Con este libro me resultó más fácil, porque ya hay una editorial por detrás que te contiene y eso es balsámico. La promoción es, básicamente, una pila de sobres en los que ponés tu laburo y lo hacés circular para que todo el mundo lo conozca. No hay mayores secretos.
—José Playo se anima a decir lo que muchos pensamos pero que por pudor o por el "qué dirán" no hacemos... la libertad, ¿esa es la clave de tu literatura?
—No sé si me animo a tanto. Me gusta escribir sobre las cosas que me gusta leer. Si nadie está escribiendo sobre eso de la forma que a mí me gusta, lo escribo yo y listo. Por supuesto que la libertad juega un papel importante, no sé si es la clave de lo que hago, yo pondría más el foco sobre el disfrute. No puedo sentir libertad si no disfruto lo que hago.
—Horacio Quiroga publicó en 1927 un "Decálogo del perfecto cuentista", ¿te animás a ensayar el tuyo?
—Soy más modesto, sólo tengo una premisa: escribir y leer mucho, siempre disfrutando. Creo que es la única fórmula perfecta para aprender, lo demás es puro estilo, y tarde o temprano se perfecciona.
—En una época donde transgredir es cada vez más difícil, ¿cuál es la fórmula de Playo para lograr tu cometido?
—No me siento un trasgresor. Me gusta, sí, actualizar las cosas. Sé que hay gente joven que no tiene hábito de leer libros, y para esa gente me gusta escribir, para ver si puedo contagiarlos de alguna manera con el placer que yo descubrí cuando comencé a llevarme novelas y cuentos a la cama. No estoy muy de acuerdo con que transgredir sea difícil en esta época, basta prender la tele cinco minutos para ver cómo se rompen los géneros, las convenciones. Pensando en tu pregunta descubro una paradoja: tal vez sea un trasgresor aquél que hoy apueste por los sueños románticos. Apostar por los libros, entonces, sí es una forma de transgredir. Y esta respuesta es un quilombo.
—¿Qué autores consideras te han influenciado?
—Todos los que he leído. Tanto los que me gustaron como los que no. Puedo decir que aprendí mucho con Fontanarrosa, con Stephen King, con Cortázar, con Bukowski; pero sería un necio si dijera que los libros que no disfruté no me enseñaron algo. Descartando también se aprende lo que no se quiere escribir, creo.
—¿Creés en la inspiración? ¿Qué significado tiene para vos esta palabra?
—La inspiración es, en cierta forma, un impacto. A mí me gusta leer mi ciudad, leer los diálogos de la gente que camina junto a mí en ella. No puedo pensar en escribir sin inspiraciones. Para mí la inspiración es la necesidad de ponerle palabras a las postales de lo cotidiano.
—¿Playo necesita psicólogo o con publicar en revistas/blog/libros tiene asegurada su sesión terapéutica?
—Playo hizo ya muchos años de terapia para hacerse cargo de que lo que más disfruta es escribir. Los libros, las revistas, el blog, no te lo voy a negar, me han ahorrado también muchos pesos.
—¿Se puede ser cordobés y carecer de humor?
—El humor es una forma de mirar. A mí me gusta mirar todo –incluida la tragedia–, con humor. Desde ese lugar sí me siento humorista. Hay una concepción muy estereotipada del humor cordobés, que lo limita al “no si wá sé” o al “sabé cómo le dicen a éte”. Yo no soy contador de chistes, pero no concibo lo que escribo sin el humor hilando algunas historias. Supongo que hay distintos registros humorísticos en nuestra provincia y eso es maravilloso.
—Tus textos se conjugan con imágenes, ¿crees que la literatura a veces debe apoyarse en lo iconográfico para dar una idea más acabada de lo que se pretende mostrar?
—No. No creo en la imagen que funciona como anclaje conceptual únicamente, de lo contrario haría sólo comics. Pienso, sí, que la imagen puede jugar como recurso de aproximación, como una instancia más, un valor agregado, que en algunos casos sirve para allanar la entrada a un libro. La decisión de pedirle a muy capos dibujantes que me bajaran una postal de cada cuento tiene raíz en un capricho: me gustan mucho sus trabajos, los quería acompañando cada cuento para que los lectores disfrutaran de sus trabajos tanto como yo. En la mayoría de los casos, las ilustraciones son independientes de los textos y proponen una cosa medio caótica que confunde y seduce a la vez. Una belleza en el escándalo.
—¿Cuáles son los próximos proyectos?
—Ahora estoy armando un libro de cuentos de terror que transcurren en Córdoba, es un proyecto que tenía en la guantera desde hace varios años. También estoy intentando amigarme con mi novela, que un día se levanta con ínfulas bíblicas y al día siguiente se reduce a un folleto. Soy un editor sádico con mis textos, no puedo perdonarles que no sirvan para enamorar.
—¿De qué manera te gustaría que titulásemos este reportaje?
—Soy un editor sádico de mis textos, ponele, no estaría nada mal.
JOSÉ PLAYO
EL EDITOR SÁDICO DE SUS TEXTOS
Dice que propone una literatura liviana, o para decirlo con su lenguaje más específico: “huevadas para pasar el rato”. Sin embargo tiende a ser (o es) el escritor más leído por los jóvenes cordobeses.
La fama (buena o mala) de José Playo se debe a que ha incursionado desde hace años en las letras, con ocurrencias que se mueven entre el humor, el sexo, la sátira, la reflexión, la patética identificación de lo cotidiano, el delirio y el ingenio más mordaz. Primero lo hizo con una revista que se publicó a partir de 2003, a puro blanco y negro, y en la cual ocupó todos los cargos editoriales: diseño, escritura, distribución. Esa revista se llamó “Peinate que viene gente”, que tuvo su compilación en envase de tapas duras en 2007. También tiene su página web que recomendamos visitar (http://revistapeinate.com.ar/), pero que no ofrecemos ninguna garantía luego de pulsar el “enter”.
Ediciones del Boulevard fue quien le publicó tanto “Peinate…” como otro libro de relatos intitulado “Peguelé hasta dejarlo morado”. Este año, la casa editora nos presenta un nuevo trabajo que Playo ha dado en llamar “La belleza del escándalo”. Esta última publicación es la que utilizamos de excusa para contactarnos con el joven licenciado en ciencias de la comunicación.
NATIVA, les propone a continuación una charla con el escritor cordobés. De este diálogo usted podrá crear un perfil del autor en cuestión, dependerá de usted la decisión de leer o no a Playo; de aquí sólo podemos decirle que de no hacerlo, simplemente usted se lo pierde...
—José, ¿de qué trata "La belleza del escándalo"?
—La misma pregunta me hizo mi editor y no supe qué contestarle. Ensayo la única respuesta coherente: “La belleza del escándalo” es, esencialmente, un libro sobre la pasión. Hay un cuento inicial y otro de cierre, ambos sobre el acto de escribir (mi pasión) y en el medio se mezclan otras historias, referidas al sexo, a las relaciones fallidas, a los sucesos desopilantes que nos ocurren a diario. Diría que es un libro de entretenimiento que a veces se pone cachondo y otras apunta a la diversión.
—¿Cómo darías promoción a este nuevo libro?
—A pesar de que “promoción” me suena a jerga marketinera, creo que es un pilar fundamental en la construcción de un espacio mínimo y necesario para que tu trabajo se conozca. Es una lástima que haya escritores que se crean geniales al punto de sentarse a esperar que las editoriales les golpeen la puerta para comprarles sus manuscritos. Yo descreo de los beneficios del ocote. Construí un espacio para difundir lo que escribía, se llamó “Peinate que viene gente”, era una revista y la repartí por todos lados. Si algo aprendí con el tiempo es que para que tu trabajo se conozca, tenés que hacerlo circular. Con este libro me resultó más fácil, porque ya hay una editorial por detrás que te contiene y eso es balsámico. La promoción es, básicamente, una pila de sobres en los que ponés tu laburo y lo hacés circular para que todo el mundo lo conozca. No hay mayores secretos.
—José Playo se anima a decir lo que muchos pensamos pero que por pudor o por el "qué dirán" no hacemos... la libertad, ¿esa es la clave de tu literatura?
—No sé si me animo a tanto. Me gusta escribir sobre las cosas que me gusta leer. Si nadie está escribiendo sobre eso de la forma que a mí me gusta, lo escribo yo y listo. Por supuesto que la libertad juega un papel importante, no sé si es la clave de lo que hago, yo pondría más el foco sobre el disfrute. No puedo sentir libertad si no disfruto lo que hago.
—Horacio Quiroga publicó en 1927 un "Decálogo del perfecto cuentista", ¿te animás a ensayar el tuyo?
—Soy más modesto, sólo tengo una premisa: escribir y leer mucho, siempre disfrutando. Creo que es la única fórmula perfecta para aprender, lo demás es puro estilo, y tarde o temprano se perfecciona.
—En una época donde transgredir es cada vez más difícil, ¿cuál es la fórmula de Playo para lograr tu cometido?
—No me siento un trasgresor. Me gusta, sí, actualizar las cosas. Sé que hay gente joven que no tiene hábito de leer libros, y para esa gente me gusta escribir, para ver si puedo contagiarlos de alguna manera con el placer que yo descubrí cuando comencé a llevarme novelas y cuentos a la cama. No estoy muy de acuerdo con que transgredir sea difícil en esta época, basta prender la tele cinco minutos para ver cómo se rompen los géneros, las convenciones. Pensando en tu pregunta descubro una paradoja: tal vez sea un trasgresor aquél que hoy apueste por los sueños románticos. Apostar por los libros, entonces, sí es una forma de transgredir. Y esta respuesta es un quilombo.
—¿Qué autores consideras te han influenciado?
—Todos los que he leído. Tanto los que me gustaron como los que no. Puedo decir que aprendí mucho con Fontanarrosa, con Stephen King, con Cortázar, con Bukowski; pero sería un necio si dijera que los libros que no disfruté no me enseñaron algo. Descartando también se aprende lo que no se quiere escribir, creo.
—¿Creés en la inspiración? ¿Qué significado tiene para vos esta palabra?
—La inspiración es, en cierta forma, un impacto. A mí me gusta leer mi ciudad, leer los diálogos de la gente que camina junto a mí en ella. No puedo pensar en escribir sin inspiraciones. Para mí la inspiración es la necesidad de ponerle palabras a las postales de lo cotidiano.
—¿Playo necesita psicólogo o con publicar en revistas/blog/libros tiene asegurada su sesión terapéutica?
—Playo hizo ya muchos años de terapia para hacerse cargo de que lo que más disfruta es escribir. Los libros, las revistas, el blog, no te lo voy a negar, me han ahorrado también muchos pesos.
—¿Se puede ser cordobés y carecer de humor?
—El humor es una forma de mirar. A mí me gusta mirar todo –incluida la tragedia–, con humor. Desde ese lugar sí me siento humorista. Hay una concepción muy estereotipada del humor cordobés, que lo limita al “no si wá sé” o al “sabé cómo le dicen a éte”. Yo no soy contador de chistes, pero no concibo lo que escribo sin el humor hilando algunas historias. Supongo que hay distintos registros humorísticos en nuestra provincia y eso es maravilloso.
—Tus textos se conjugan con imágenes, ¿crees que la literatura a veces debe apoyarse en lo iconográfico para dar una idea más acabada de lo que se pretende mostrar?
—No. No creo en la imagen que funciona como anclaje conceptual únicamente, de lo contrario haría sólo comics. Pienso, sí, que la imagen puede jugar como recurso de aproximación, como una instancia más, un valor agregado, que en algunos casos sirve para allanar la entrada a un libro. La decisión de pedirle a muy capos dibujantes que me bajaran una postal de cada cuento tiene raíz en un capricho: me gustan mucho sus trabajos, los quería acompañando cada cuento para que los lectores disfrutaran de sus trabajos tanto como yo. En la mayoría de los casos, las ilustraciones son independientes de los textos y proponen una cosa medio caótica que confunde y seduce a la vez. Una belleza en el escándalo.
—¿Cuáles son los próximos proyectos?
—Ahora estoy armando un libro de cuentos de terror que transcurren en Córdoba, es un proyecto que tenía en la guantera desde hace varios años. También estoy intentando amigarme con mi novela, que un día se levanta con ínfulas bíblicas y al día siguiente se reduce a un folleto. Soy un editor sádico con mis textos, no puedo perdonarles que no sirvan para enamorar.
—¿De qué manera te gustaría que titulásemos este reportaje?
—Soy un editor sádico de mis textos, ponele, no estaría nada mal.
(*) Publicado en Revista Nativa (Villa María), Año 4, Edición Nº24, Octubre de 2008.-