Entrevista a Agustín
Druetta
OLE BLANDO! en VILLA MARÍA
Como arrojada en La Cañada, una botella viaja
imaginariamente por las aguas del tiempo y se encallará por segunda vez a
orillas del Ctalamochita. Dentro del envase, un cassette, símbolo musical de
una generación reciente, objeto cargado de mensajes y melodías. Al ponerle
“play” catorce canciones fusionando géneros inundarán el aire con acordes de
rock, jazz, reggae, entre otros. Se autodenominan “Ole Blando!” Ellos son Julián
Fanzini (voz y guitarra), Santiago Viale (bajo y coros), José Gómez (batería y
percusión), Lorena Deza (voz y coros) y Agustín Druetta (voz y guitarra).
Tarde de peatonal en Villa María, frente a
nosotros, Agustín sorbe su cortado mientras nos cuenta del pasado, presente y
futuro de la banda que se presentará el próximo 31 de mayo en Mundo Bar.
Entre transeúntes que vienen y van, entre las
interrupciones de los vendedores ambulantes y la publicidad callejera, “Drupi” se
explaya. ¿Lo escuchamos?
Texto: Darío Falconi
Fotografías: Natalia Mondelo
eldiariocultura@gmail.com
-Leí en la biografía de la página oficial que el grupo se formó debido al fracaso individual de cada uno, ¿qué hay de cierto en esa aseveración?
-Surge de un grupo de amigos, no sé si cada uno
fracasó o no; pero lo que se logró se hizo a nivel conjunto. Creo que un gran
aprendizaje de la banda ha sido que lo colectivo superó lo individual, ampliamente.
Este es un grupo de amigos que sabían tocar la guitarra, excepto uno que sabía
tocar más o menos la batería.
De asado en asado se tocaban canciones que cada uno
hacía, yo escribía un tema lo mostraba y gustaba o no gustaba, Julián Fanzini
escribía otro y lo mostraba y a partir de eso, un par de personas comentaron
“che, ¡¿por qué no hacen una banda?!” Y un día nos juntamos a ensayar por
primera vez, eso fue fines de julio de 2007, yo estudiaba Ciencias de la
Información en Córdoba y ahí lo conocí a Santiago Viale, que era de Córdoba
pero se había ido a vivir a Santa Cruz, a un pueblo que se llama Gregores donde
hizo la primaria y secundaria y aprendió a tocar la viola. Un día se vuelve a
Córdoba a estudiar lo mismo que yo. Tiene un estilo muy particular para tocar y
es un tipo muy inteligente. Yo lo llamé un día y le dije que necesitaba un
bajista, porque éramos dos guitarritas. No había bajo, más que uno que yo había
comprado a cien pesos, yo tenía una guitarra eléctrica, Fanzini una criolla, el
“negro” Gómez con su humilde batería y nos juntamos a ensayar. En estos cinco
años ha sido un aprendizaje conjunto de los chicos, de ser cinco boludos que se
juntaron a armar algo a poder presentarse en un buen escenario y sonar, ha
habido un camino de mucho aprendizaje.
-¡Y con un
disco grabado!… ¿qué recordás de esa experiencia?
-El baterista había grabado algunas cosas
anteriormente; pero para los demás fue nuestra primera experiencia. Tuvimos la
suerte de estar guiados por dos técnicos impresionantes que son los hermanos
Bergallo, del estudio Desdémona en Córdoba. Son muy profesionales y además de
grabar nos guiaron en el proceso de grabación, con roles que debería hacer un
productor artístico, a ellos no les compete pero lo hicieron y nosotros
agradecimos.
De alguna manera estos tipos nos ayudaron mucho y
contamos con muchas amistades, si vos abrís el disco vas a encontrar una lista
de agradecimientos que ocupan una carilla, y eso no es casual, muchos amigos
músicos compartieron experiencias con nosotros.
-No sé porqué. En realidad no hay un “plan b” que
nos seduzca mucho. Uno escucha muchas veces que para tener éxito hay que irse a
Buenos Aires, y eso es mentira. En Buenos Aires habrá 100 bandas conocidas y
100 mil bandas desconocidas, y eso en el hipotético caso de que ser conocido
sea el éxito… no vas a ser mejor músico, ni mejor persona porque vayas allá… Sí
creo que irse a Buenos Aires es una apuesta en difusión, esto escuché decírselo
a Fandermole en una entrevista y me quedó marcado a fuego. Es interesante lo
que dice porque desmitifica esta idea de ir a triunfar a Buenos Aires. En
Córdoba las pocas discográficas que hay que tienen la capacidad de producir un
grupo generalmente se dedican al cuarteto o folklore, y es una percepción mía,
que en el último tiempo se han abierto a otros géneros vinculados al baile.
Bandas que puedan generar un espacio de danza… se me viene a la cabeza la gente
de “La Pata de la Tuerta” que es una banda excelente y que son capaces de
generar ese contexto de baile; “Ole Blando” no. Se me viene a la cabeza lo que
hace “Calle Vapor” que firmó un contrato con Latitud Sur, quienes generalmente
producían folklore y se lanzan ahora con un grupo de música cubana, ¿por qué?
Porque el grupo de música cubana mete tres mil personas y las tiene bailando de
las doce a las seis de la mañana, “Ole Blando!” no. El laburo como músico
independiente es muy difícil, no sé cómo será trabajar con una discográfica.
-EDEN hace una cosa maravillosa, la familia de
Antonio Cobo. Según él hace por los músicos de Córdoba, lo que los músicos de
Córdoba han hecho por él. Cuando empezó los músicos le ayudaron a levantar su
negocio y él hoy devuelve todo eso. En Córdoba es muy difícil producir un disco
legalmente, registrarlo en SADAIC, registrar la copia fonográfica, no hay
copiadoras de disco, no hay empresas que se dediquen al “packaging”… Lo que
hace Antonio, de manera gratuita, es un nexo entre los músicos independientes y
las empresas (generalmente de Buenos Aires) que se encargan de estas cosas, te
da hasta el código de barras... Cuando llegas a la primera vez, desconfiás… y
cuando termina el proceso no lo podés creer. Lo gracioso de eso es que eso lo
hace “Ole Blando!”, La “Mona” Jiménez, Tru-La-La y el “Flaco” Pailos. A cambio
de eso el tipo te pide que le dejes discos para distribuir, ni siquiera te pide
la exclusividad. Yo puedo venderlo donde quiero. Son muchas las cosas que hace
y realmente es increíble.
-Ahora que
mencionás algunas bandas populares, ¿hay alguna relación entre el cuarteto y su
banda?
-La relación está en que uno se crió escuchando
cuarteto, te guste o no te guste. Nacimos en barrios humildes y en esos barrios
se escucha mucho cuarteto. No sé si hay una propuesta en el disco, pero sin
duda en los show alguna cosa hacemos. Por más que podamos criticar algunas
lógicas comerciales del cuarteto, es un género propio y uno lo enarbola como
símbolo.
-Esta
pregunta la hacemos porque en muchas de las letras de “Ole Blando!” está
reflejada la vida de alguien que vive en Córdoba.
-Sí, de todas formas, las letras no hablan de un
tipo de barrio en Córdoba, hablan de nuestras vidas, somos chicos de clase
media alta, ninguno paso hambre. Las historias y críticas que hacemos desde el
disco son de una posición de alguien que ha tenido acceso a la educación y eso
es algo que se agradece. No nos hace falta ver “De caravana” para saber lo que
es un baile; ya sabemos porque nos criamos con el baile al lado; pero no hemos
sido el actor social sufrido de la Córdoba de los barrios.
Nosotros en Córdoba siempre criticamos el
centralismo de Buenos Aires, viene “Callejeros” y dicen “por la 9 de Julio voy
con el miedo / de no verte nunca más…”; viene Charly y dice “no bombardeen
Buenos Aires” y está el dicho ese de que “Dios está en todas partes pero atiende
en Buenos Aires”. Nosotros como cordobeses criticamos todo eso, pero cuando
vamos al interior cometemos el mismo error, muchos cantautores le cantan a
Córdoba y hablan de La Cañada, o la Plaza San Martín… y eso es Capital, pero
¿cuánta gente del interior hay que ha ido muy pocas veces a la Capital? El
disco habla de Córdoba porque nacimos ahí, pero tratamos de no recortar, para
que todos lo entiendan. Admiro a Manu Chao, porque habla en Estados Unidos,
Francia, México, Argentina… y en todos lados lo entienden. ¡Qué tipo mundano!
Lo admiro.
-Me gusta mucho “Mundo”, un lugar que tiene mucha
onda, mucha mística… el arreglo económico está del lado del músico, en Mundo es
del 100% para los músicos. En Córdoba no pasa eso, hay hasta quienes todavía
pagan por tocar y eso no nos entra. Nuestra apuesta es la música y queremos a
vivir de esto; puede sonar utópico, pero no dejamos de labura día tras día para
que esto se haga una realidad. No sé si vamos a vivir de esto, pero si podemos
cambiar la cabeza de tres personas, que en vez de decirnos “estos giles tienen
una banda” a “estos tipos trabajan de la música” ya estamos hecho. Es otra la
concepción… Ahora tocamos por contratación y eso que pensamos nos iba a cerrar
puerta, en realidad, nos las abre porque le da seriedad al trabajo. A veces
escucho decir a algunos que no pagarían mil quinientos pesos por tocar una
hora; ese monto es una miseria para cinco músicos que no tienen una hora de
trabajo, sino cincuenta horas de ensayo, cuarenta horas de grabación, lo que
cuesta trasladar los equipos, las cuerdas o veinte mil pesos invertidos en un
disco. Hay todo un laburo detrás.
-La primera tirada de 600 discos se vendió todo y
ahora hicimos unos 400 más y hasta se consigue en internet. Tuvimos la suerte de
salir en cero con los discos (gastos de estudio y producción), a partir de allí
hemos regalado varios discos también. Siempre que regalo un disco les digo “con
una única condición: piratéalo”. Con la música sucede algo que yo no llegué a
dimensionar hasta que grabamos: yo hago un tema, para que eso suene yo tengo
que ir y tocarlo con mi viola, tengo que estar yo. Cuando vos grabás un disco,
se independiza el tema y no necesito estar yo. Es una manera de perpetuarse.
-¿Cuál es tu
opinión sobre la gran facilidad que hoy hay para acceder a la música y a los
recursos en general?
-Me parece magnífico que el
conocimiento o la información esté a disposición de todo el mundo. Me parece
enormemente positivo. Durante muchos años el mercado capturo la música y la
música ha ido zafando hasta volverse a salir.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País
Domingo 13 de mayo de 2012
Villa María, Córdoba, Argentina.