LECTURAS DE VERANO
2012
Sexta entrega
En esta oportunidad Carlos Manuel Villasuso, nos presenta su segundo libro, que ha dado
en llamar: LA HERENCIA. En él se narran vivencias, relatos que se concatenan
uno a otro para mostrarnos diversas situaciones en que la vida nos pone a
prueba. Un libro en el que se marca un camino, el camino de un padre, de un
hombre, que ha transitado la vida lo mejor que ha podido, pero siempre echando
mano a la fe, la voluntad, los valores, el esfuerzo, la responsabilidad… todo
ello bajo la luz de un Ser Superior.
En muchas ocasiones, Carlos nos habla de
vivencias personales, pero gracias a esa magia de la literatura, estas
experiencias pueden ser trasladables a cualquiera de nosotros. A pesar de que
su autor argumente “no tener ninguna pretensión literaria” con el libro, el
texto esta trabajado con la sutileza de un orfebre, cuidando la obra en general
y embelleciendo el escrito con el empleo de distintas figuras literarias, que
hacen del texto más ameno y más bello.
Un libro
profundo, de esos a los que se deben volver a recurrir, porque nos dan consejos
y nos dejan enseñanzas, nos hacen reflexionar de lo bello de la vida y de cómo
afrontar algunas situaciones que tarde o temprano debemos sortear.
Les dejamos a continuación con diversos textos
que ofrece este libro. Que lo disfruten.
Darío Falconi
Palabras del autor
Carlos Manuel Villasuso
Ser padre para mí es parir una esperanza y
lanzarla al infinito. Es querer desdoblarse en el tiempo y el espacio dejando burlón
una broma a la muerte, porque ella tendrá que correr tras de mí, de mis hijos,
y los hijos de mis hijos que irán dejando con el paso de los siglos su semilla
fecundada.
Ser padre significa creer en la aurora, aún en
medio de la noche, del dolor y la fatiga; sabiendo por la fe que siempre la luz
desplaza las tinieblas, que la alegría reinará sobre el llanto, y el mal perderá
su postrera batalla.
Ser padre significa conocer la cruz, vivida y
ofrecida cada día por aquellos que son carne de nuestra carne, sintiendo en nuestro
interior la impotencia de otorgarles en su juventud, la libertad; para que la
vida a su tiempo les enseñe con su realidad sobre los mismos errores que
nosotros cometimos.
Ser padre significa corregir a veces rezongando
y dentro de nuestras propias limitaciones, las pautas de conducta de aquellos que
amamos, para enseñarles que el orden y la moral son parte esencial de la vida;
que la libertad no es libertinaje y que en todo la responsabilidad es
necesaria.
Ser padre significa aprender cada día a cambiar
de rumbo en nuestra barca familiar, que por torpeza o negligencia puede haberse
inclinado peligrosamente y escorar.
Por último ser padre significa atreverse a
correr el riesgo y la aventura hermosa de poder vivir el amor todos juntos en familia.
“Como hijo” devuelvo estas páginas reconociendo
en ellas “la herencia” que me dejaron mis padres en agradecimiento a ellos.
Este libro no tiene ninguna pretensión
literaria, su contenido son narraciones en forma de cuentos muy simples hasta
casi infantiles. Diría Francisco de Asís, la Santa Simplicidad. Creo que no es
para leerlo solamente, sino también para pensarlo, porque su orientación nos
lleva a descubrir el sentido de la vida que trascendiendo lo natural, quiere
mostrar “el valor de lo eterno, lo inmutable” y el único que posee estos
valores es Dios.
Por eso la primera parte toma dos relatos
bíblicos, “el nacimiento del niño” y “el reino”. Estos relatos son las bases de
“la simplicidad” y “la roca” referidas en la herencia que recibí de mis padres.
Es el camino que la misma vida nos invita a
recorrer, meditando los acontecimientos que se muestran en él.
Los mismos no suceden de acuerdo a un orden preestablecido
sino que simplemente se presentan y nos sirven para encontrar las virtudes y
verdades que nos ayudarán a discernir sobre la paz y la felicidad en nuestro
andar tan lleno de dificultades y obstáculos.
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A modo de prólogo
Susana Zazzetti
Este no es un libro de contenido superficial.
Desfilan por él, situaciones de la vida real,
encuentros y desencuentros interiores sostenidos por una fuerte columna de fe.
Confesionalismo e intimismo lírico visten y desvisten con emotividad cada
circunstancia vivida, que el autor trasmite con un sentir profundamente
sincero.
Hay una intencionalidad clara, transparente en
cada texto, no escritos “con el sumo del amor y de la sangre” sino, con la convicción
y el deseo que esta herencia que de pronto se despertó en sus venas, siga el
recorrido por las arterias de los cuerpos no solamente de sus propios hijos y
nietos sino de cada ser humano: que el eco se repita y se prolongue más allá de
los tiempos.
Textos expresivos, en donde la mixtura de
anécdotas, situaciones personales y extraídas de otros, hacen del autor y de “los
otros” un canto a la fe y a la esperanza.
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Para no olvidar
Carlos Manuel
Villasuso
Murió un poeta en el barrio sur, un vecino miró
el cortejo fúnebre y dijo: “pobre diablo, nunca supo vivir, no dejó a nadie un
centavo por herencia”.
La anciana del frente se enjugó una lágrima y
pensó: ha muerto un hombre rico, cuántas alegrías y esperanzas habrá desparramado
por el mundo con sus enseñanzas, con sus libros. “cuánto tenía para dar”.
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Al corazón
Carlos Manuel
Villasuso
Que me dices corazón
al escuchar lo que pido,
en mi lenguaje no mido
tus fuerzas, sino el coraje
que has demostrado en el viaje
por las sendas de la vida.
Has amado sin medida
y siempre fuiste sincero,
por eso al hablarte quiero
no dar palabra perdida.
Debieras sentirte hoy
en tu latir, todo nuevo,
por dentro lleno de fuego
que queme las amarguras,
quedar con las cosas puras
echar el resentimiento
y darle lugar al viento
que lleva hoy la esperanza;
hacer crecer la confianza,
tu rezo… es el instrumento.
mas no debes olvidar,
hay que saber perdonar
aunque las lágrimas duelan;
tal vez aquellos que vuelan
con el batir de sus alas
alejan corrientes malas,
van buscando las alturas,
soplan corrientes más puras
si sonrisa tu regalas.
Al lastre del egoísmo
se suma la vanidad,
allá en tu otra mitad
el mordisco del instinto
quiere que actúes distinto,
mas dando… sé generoso,
valiente, no temeroso.
Llevar la paz es lo mismo
que taponar el abismo
y el odio del rencoroso.
Quisiera seas amable
aunque estés muy agobiado,
descansarás en el prado
que tienen los corazones.
al dar y pedir perdones
obrarás como Jesús
al ser clavado en la cruz,
le dijo al padre no saben
que mientras más ellos claven
“más grande será la luz”.
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Según como lo mires
Carlos Manuel
Villasuso
La vida me iba mostrando en cada paso sus
secretos para poder transitarla y pensé: deberé seguir caminando y aprendiendo,
pero ¿cuál será la actitud a asumir?
Por el sendero llegue a un río que bordeaba un
pequeño pueblito; junto su ribera caminaban el contador de la cooperativa agrícola
del pueblo y su hijito.
Vieron un pedazo de pan que flotaba en el agua
a la deriva. El padre sabio en números dijo: ¡mira que derroche hijo! El niño bajando
la cabeza le contestó: ¡papá, que alegría tendrán los peces que se alimentaran
hoy con él!
Había escuchado dos conceptos distintos de un
mismo hecho, ¿con cuál posición me hacía solidario, con la del padre o la del
niño?
Era una serena mañana que invitaba a descansar
en el pasto verde y fresco miré el agua que se llevaba el pan dibujando turbulentas
ondas en su superficie y corrían tumultuosas entre las toscas que
obstaculizaban el cauce.
La febril danza semejaba el interior de una
olla en ebullición por sus burbujas y su espuma. Le pregunté: ¿por qué te
inquietas tanto hermano río? Tu vida debe ser muy agitada.
El río me contestó con su corriente cantarina y
rumorosa: tú eres subjetivo y “miras las
cosas solamente desde tu óptica” como equivocadamente lo estás haciendo
ahora con tu vida.
Si levantas un poco la vista verás que no
solamente hay piedras en mi cauce sino tranquilas playas donde encuentro reposo
y mi fina arena invita al viajero a descalzarse para refrescar su planta.
No seas necio hermano hombre “la vida no es un momento, es la suma de
ellos”.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 12 de febrero de 2012,
Villa María, Córdoba, Argentina.