AMIGOS DEL BONSÁI
Y FLORA NATIVA
Es difícil quedar indiferente ante tanta belleza.
Observar un algarrobo o un ombú de escasos centímetros puesto en alguna maceta, no es cosa que veamos a diario.
Tener la oportunidad de apreciar como esos árboles a los que estamos acostumbrados a ver en toda su inmensidad, se desarrollan en reducidos espacios, nos atrae.
Esa atracción la han sentido otros, hace ya 15 años en esta ciudad. Un grupo humano que decidió abrazar con fuerza la idea de reunirse a conocer y practicar una de las técnicas milenarias que nos ofrece la naturaleza, la del Bonsái.
Y hay que rescatarlo y reconocerlo, porque las relaciones humanas no son fáciles de sostener, por más que los una pasión en común. Por ello es que hoy queremos dedicar nuestro espacio al grupo “Amigos del Bonsái y flora nativa”, quienes son el “incentivo de una conciencia ecológica que se predispone hacia la preservación de la flora regional, tal como lo señala el nombre que los identifica”.
Ellos buscan la protección de las plantas, con cierta preferencia de las especies y variantes nativas. Está en sus objetivos defender la importancia de una forestación regional con ejemplares autóctonos.
¿QUÉ ES EL BONSÁI?
Se lo traduce como “árbol de maceta” y es una palabra compuesta por dos vocablos, “bon” significa “bandeja o maceta” y “sái” es “árbol o planta”. El Bonsái es un árbol que ha sufrido las inclemencias del tiempo y que le han quedado sus raíces al descubierto. Son “árboles que crecieron entre las rocas y cuyas raíces se fueron adaptando a las superficies irregulares en busca de agua y tierra que necesitaban para sobrevivir.”
De esa manera lo presenta el libro que este grupo logró editar para festejar estos 15 años compartiendo sueños y amistades. El texto en cuestión fue redactado y coordinado por la profesora Mercedes Espinosa de Peretti, escritora de la ciudad.
“En un Bonsái se recrea la naturaleza en miniatura en donde se conjugan la composición, la proporción, la profundidad, el color y la textura. La planta, la maceta y su entorno forman una unidad y expresan la belleza que ese árbol tendría en su ambiente natural.”
Los monjes taoístas, los milenarios practicantes de esta actividad que se basa en la botánica y en
un concepto estético, recolectaban estos árboles porque decían que en esas miniaturas “se concentraba la fuerza vital, la energía de los grandes árboles”; tenían la certeza de que eran puentes entre lo terrenal y lo divino.
La mano de quien tiene a su cargo el Bonsái le dará los cuidados necesarios, los recortará permanentemente, guiará su crecimiento, le cambiará el recipiente que los contiene, le agregará nutrientes, le cuidará de los insectos que puedan dañarlo... Es una tarea noble, de mucha paciencia y que se disfruta armoniosamente.
¿Cómo se aprende? Observando y siguiendo los pasos que realiza alguien con mayor experiencia. El alumno sigue a un maestro y éste le va dando algunos consejos en cada uno de los encuentros que se comparten. Una vez que el alumno tiene los conocimientos básicos, solo resta inspirarse y lograr a través de sus manos la belleza en el árbol.
Hay cinco estilos básicos para realizar los cortes al Bonsái y los mismos se han establecido en relación al ángulo que forman el tronco con una vertical imaginaria que pasaría por el centro del recipiente que lo contiene. No corresponde explicarlos aquí, pero en la publicación mencionada, se da revista por los mismos, como así también otros menos convencionales.
EL GRUPO
Como hemos dicho, además de la pasión por el Bonsái es loable destacar la fortaleza del grupo humano que supo consolidarse a través de los años. Dicen un párrafo del mencionado libro: “los impulsaba la adolescencia y juventud de esa amistad y solidaridad que se fue puliendo como grupo, hasta convertirse en admiración ante los logros traducidos en ese pequeño ser vivo, árbol pequeño, ‘Bonsái’, que les permitió encarar la aventura de descubrir y descubrirse. Porque llevaban la inquietud verde en sus ojos y como la leyenda, no se dejó morir.”
En sus inicios se reunían en algún bar del Paseo de la Villa; eran otras épocas, no existía mucha información al respecto, no había donde sacarla, Internet era un sueño y los libros escaseaban en cuanto a esa temática.
Uno de los miembros de ese grupo, con ojos más atentos, logró divisar otro lugar que pudieron conseguir para las futuras reuniones: el Centro Municipal de Cultural los cobijó y potenció el entusiasmo, abriéndole las puertas a nuevos miembros. Se reunían cada 15 días y la avidez de conocimiento posibilitó buscar nuevos textos y gente especializada que pueda guiarlos en este crecimiento en conjunto con los árboles.
En reuniones posteriores le pondría el nombre al grupo y adoptarían el logo presentado por la artista local Cristina “Kitty” Angeli. Luego vendrían una serie de exposiciones y cursos que se detallan en el volumen que han titulado “Un grupo con historia”.
EL LIBRO
Dicho libro, es un texto heterogéneo, teniendo en cuenta que han transcurrido quince años desde el inicio del grupo. Por consiguiente este material bibliográfico viene a llenar varios espacios que tenían postergados.
Por un lado es la alegría de retratar en tapas duras la historia de este grupo tan particular, que con sus dificultades y más aún con sus aciertos, ha sabido mantenerse y crecer en cada actividad que han realizado. Así lo demuestran las anécdotas, las historias personales de cómo cada uno fue acercándose y aportando lo propio. Se estampan en las páginas un puñado de caricaturas que recrean emotivos y graciosos momentos vividos, los mismos fueron realizados por Rafael Amelotti. El libro recopila material teórico recolectado de diferentes fuentes (experiencia incluida), que sirve de apoyo teórico a quienes practican esta actividad. Es de destacar la importante cantidad de imágenes que ilustran el libro, mostrando al público las variedades de árboles con las que este grupo trabaja. También hay algunas fotos sociales, de distintos momentos que han compartido. Es además un libro-recordatorio de las diferentes exposiciones que han realizado y de los cursos que han ofrecido. Y como si ello fuera tan poco, la poesía le da una pincelada de emotividad, con los versos de la recordada María Teresa Pons de Corchero:
Viejo algarrobo caído…
Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
¿habías visto pasar
al primer ferrocarril.
Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
cuántas veces a tu sombra
viste un paisano sufrir.
Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
los pájaros en tus ramas
son un canto al porvenir.
Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
tus ramas alzadas al cielo
empeñadas en vivir.
Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
tus ramas arañando la tierra
se obstinan en no morir.
En síntesis… este libro conjuga en un solo volumen la esencia de un grupo que como el humus depositado en los recipientes sirven de nutrientes para seguir creciendo en esta tarea que vincula la pasión y el respeto por la naturaleza con la contemplación y el trabajo por la estética.
Felicitaciones a todo el grupo por los logros obtenidos en tanto tiempo.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 26 de diciembre de 2010.-