ENTREVISTA CON
FLAVIO GOVEDNIK
NAVEGANTE APASIONADO DE SONIDOS
En uno de los vértices del barrio del Golf, frente a la salida del hoyo 11, se emplaza oblicuamente una casa de color blanco, de mediano tamaño, con piscina en el patio y un hermoso quincho para múltiples usos. Hay además una embarcación encubierta que me hizo dudar de si estaba o no en el lugar correcto.
Golpeo las manos, no sale nadie. Intento nuevamente y nada. ¿Estaré en el domicilio indicado? Llamo a su celular y desde dentro de su casa se escucha el ring tone que suena sin cesar hasta desembocar en la casilla de mensajes que simplemente me dice “Flavio”.
La puerta de la casa está abierta, y desfilan por su patio media docena de perros que me miran impávidamente; uno de ellos llamado Fernández, grande, en años y tamaño me torea acercándose al portón de ingreso. Desconozco que pasa, el calor húmedo me hace transpirar y no sé que pensar, son las 17, no puede estar durmiendo, ¿habrá salido? Me cobijo bajo la sombra de un árbol y vuelvo a presionar la tecla “send” dos veces. Ésta vez atiende y me dice que ya me abre.
Estaba durmiendo, pero comprendí después la organización de sus tiempos al saber que la noche se transforma en el mejor momento para explotar su capacidad creativa. Flavio Govednik es profesor de las cátedras “Sonido y Musicalización I” y “Sonido y Musicalización II”, que dicta desde 1999 hasta la fecha en la Lic. en Diseño y Producción Audiovisual. Todos los años, sus alumnos, de primero y segundo año, muestran sus trabajos en algunos lugares públicos de la ciudad. Ese es la excusa de mi visita.
Me estrecha la mano, y me ofrece hacer la entrevista en el patio. Busca dos reposeras y nos sentamos a la sombra con el trinar de las aves que nos escoltarán durante este intercambio dialógico.
—¿Cómo es la vida profesional del profesor Govednik?
—¿Por dónde empiezo? Los docentes generalmente tenemos que cumplir con tres tareas: extensión, investigación y docencia. En extensión he pedido que me dejen hacer un programa de radio y estoy haciendo dos; la idea era hacer un programa sobre la historia del jazz pero muy diferente, entonces me inventé un personaje que solamente está en mi imaginación nada más, que supuestamente a tocado con todos los músicos reconocidos de toda la historia del jazz desde los primeros a los últimos. Con lo cual mi personaje debe tener como 120 años, tocó con Dexter Gordon, con Eduardo Elía, con todos, y si no ha tocado con ellos ha estado ahí, los conoce personalmente. Este personaje está buscando a una mujer, nunca sabremos si es su esposa o su hija. Está en Villa María porque la está buscando en la ruta pesada. Los profesores y alumnos van a verlo porque es una celebridad del microcosmo del jazz. Le agrego mucha bibliografía, y si bien el personaje es ficticio, las cosas que dicen son ciertas… En el intento de hacer esto, aparece la posibilidad, entre comillas, presionado por mi amigo Santiago Druetta que me dice “loco, escribite un guión para que hagamos un programa de la Universidad, pero popular, para la gente”, entonces hay dos locutores, Javier Arenas y Fernando Lanfranco trabajando en esto, quienes discuten temas de los más diversos planteados por otras personas a las que se les llama o entrevistan para confirmar que lo que dicen es así. Esto me ha llevado muchas horas de la noche.
En investigación estoy en dos proyectos, uno con la Doctora Alicia Sarmiento y en otro con el Arquitecto José Seia, con quien el año pasado estrenamos un libro y un DVD respecto de la estética, con un programa reality, el guión lo escribí yo y lo mejoró José. Este año vamos a hacer algo parecido, menos pretencioso porque se trata de hacer un relevo de la plástica en Villa María, hay que ir, revisar cosas, fotografiar obras, ver donde están, hablar con los autores, hay que citarlos y eso lleva tiempo.
Además estoy terminando mi Maestría, quiero terminar la tesis en abril que es el tiempo para que me esperaran… como verás estoy muy atrasado.
Luego están las clases propiamente dichas, en donde, como si me faltaran tareas, me puse a dictar un módulo de arte como materia optativa, que es lo que más me ha gustado dar este año. Esto me ha hecho muy feliz, me ha puesto muy contento, me puso pilas para todo lo demás.
En lo personal soy saxofonista, también soy compositor pero no estoy ejerciendo porque no hay mucho que hacer por estos lados y no tengo muchas ganas de irme a otro lado, así que estoy tocando el saxo donde me contraten, como los domingos en Rigoletto.
Y en los ratos libres estoy terminando mi barco que quiero tirar el 6 de enero, para Reyes, como regalo; estoy sumamente conectado con gente que está en el tema de la náutica en España en un foro que se llama “La taberna del puerto” que me ha hecho muy feliz. Y nada, ya no puedo hacer más nada.
—¿Para qué más, no? Además, son actividades tan diversas, la música, la docencia, la navegación…
—Bueno, la navegación es tan vieja como mi pasión por la música. Navegaba antes de que me gustara la música, tenía la suerte de que mi familia tuviera un barco, después como no lo mantenían económicamente, yo le hacía todo lo que había que hacerle en términos manuales, pero se terminó hundiendo, pobre mi amor. Con el tiempo fui haciendo cursos, fui instructor, viajé… hasta que me pude comprar el barco, que también lo estoy restaurando íntegramente.
—Contame como es el tema de presentar los trabajos finales de tus alumnos frente al público de la ciudad.
—Yo le estaba contando a la gente que fue que esta vez sentí esa sensación ambigua de felicidad por haber terminado una etapa con unos alumnos que dejarán de ser mis alumnos hasta que se reciban; por otro lado, he tenido una respuesta de mis alumnos que no he tenido en toda mi historia; he tenido excelentes alumnos, es un feedback siempre… Pero esta vez me ha dolido, sinceramente, porque estos tipos no sólo me han comprado por su manera de trabajar sino por su compromiso por la vida. Gente que sin que se lo haya pedido ha investigado sobre algo, ha puesto muchísimo esmero, no ha escatimado costos en tiempo y esfuerzo, nunca había visto ni sentido nada igual. Nunca había visto tanto compromiso.
A mi me asusta cierta abulia en los jóvenes, y me preocupa porque cuando uno habla así, es porque se está volviendo viejo. Ese discurso yo lo he escuchado de mis mayores cuando yo era joven, “estos jóvenes son unos irresponsables”. Y la sensación que yo tengo ya no pasa ni por una cuestión de irresponsabilidad, pasa por un sinsentido, sin ganas de nada, inclusive gente que quiero mucho. “—¿Y qué vas a hacer? / —Y no sé, algo haré” y tienen 22 o 23 años. Imaginate lo que te estoy contando, mi pasión por la música, por los barcos, por la docencia; si me ponés me apasiono con un programa de radio y ese programa deriva en otro, me sobran vocaciones y hay tipos que no saben lo que les gusta, lo que quieren. Hay una cosa generalizada de los pendejos de que quieren ser famosos de lo que venga, es lo mismo ser Borges que Maradona, lo importante es ser famoso. Es preocupante, y en realidad no estoy muy preocupado por el universo porque siempre ha sabido encontrar el lugar donde desagotar esos excesos de, en este caso, abulia. Estoy preocupado porque estoy chocando con los jóvenes, con lo cual estoy absolutamente seguro que me estoy convirtiendo en un viejo gruñón. Pero este año, los chicos de segundo año han estado refutándome esta teoría todo el tiempo, comprometidos, mejorando día a día su trabajo, empezó el módulo de arte y los tipos se anotaron sin que nadie les digiera nada y algunos me han prometido que harán la segunda parte el año que viene y eso es lo más importante que le ha pasado a un profe en la vida.
Ese reconocimiento en el sentido de que han recibido perfectamente lo que les doy, me han dejado muchísimo más, y bueno cuando se termina el año parece un alivio pero los voy a extrañar, realmente me molesta pensar que el año que viene voy a entrar al aula y esos tipos no van a estar. Yo le estoy agradecido a los Dioses (yo hablo en esos términos) haber conocido esa gente porque te reconcilian con la vida, te dan esperanzas.
—¿Te han sorprendido los trabajos que presentaron?
—Han sido muy homogéneos. El año pasado y los anteriores había trabajos excelentes en relación a otros que no daban ganas ni de presentarlos, pero la razón por la que se presentan a fin de año es porque desde el primer día de clase de mi cátedra, se tiene absolutamente claro que en esta carrera se trabaja para un tercer, para el otro. Esto de que “yo hago arte y lo hago para mí”, en ni cátedra no existe y me enoja; yo disiento con varios de mis camaradas docentes que se autoproclaman artistas, me enojan mucho, porque lo que hacemos puede ser arte, pero antes que nada es una industria que tiene un consumidor.
—Artista es una palabra como muy grande…
—Bueno artista es Bergman, ahora, como Bergman y yo estamos en el mismo rubro, somos colegas, pero ¡andá a la mierda! No es así, claro, como yo soy músico y Beethoven también, los dos somos artistas, no jodamos... Que la gente te considere artista, por otro lado la gente considera artista a Tinelli, pero él tendrá un mérito, pero está donde está, ahora… está en los medios y nosotros tenemos que aceptar que los medios son lo que son y entonces es irrefutable esto de que se trabaja para otro. Aunque hagás un documental sobre la vida sexual de la hormiga salteña y cómo se hace la torta de limón en Egipto, que a nadie le va a importar, habrá alguien que te lo pidió o te lo encargó, hay otro que lo va a ver, porque si no lo ve, no lo hiciste, no está, no existe. Vos podés saber la súper teoría y te voy a poner un nueve, en la práctica supongo que uno se va afianzando su técnica y sus conocimientos, pero los que van a determinar lo que pasó con vos son los destinatarios de tus productos. Si sos un genio incomprendido, ese destinatario te comprenderá y te reconocerá dentro de 200 años, pero hace falta el otro, hace falta mostrarlo y hace falta hacerlo. Estos poetas que meten el poema en la mesa de luz y creen estar capacitados para discutir con Borges y con Cortázar, está lleno de esos tipos y nadie leyó nunca nada. Yo no creo en eso, el reconocimiento final lo da el destinatario, entonces preséntese al destinatario, háganse verdaderamente responsables de eso que están haciendo.
—¿Y esto es así desde que empiezan el primer año de la carrera?
—El que no tiene claro que esto es como es, que no estudie esta carrera. Ese es otro mito, la gente entra a la Universidad creyendo que va a estudiar una cosa, porque tiene una fantasía respecto de una profesión y no es así como se pensó.
Después tenés la otra variante de estudiar una carrera que le permita vivir bien, por ejemplo las tradicionales, abogacía, contador… ¿Te permite vivir bien? ¡No! Primero porque hay muchos y segundo porque no te gusta y lo hacés con desgano y no ves la hora de terminar de hacerlo para irte al club o donde quieras. Probablemente sean las profesiones mejores pagadas, pero hasta que vos consigás un cliente con esos criterios y hasta que sea bueno lo tuyo, cuando en realidad eso tuyo te disgusta, sólo un milagro te va a convertir en un tipo próspero. Y todo esto también me convierte en un viejo gruñón.
—Así hagas lo que hagas, si sos bueno en eso el laburo lo vas a tener...
—Vos vas a ser medianamente bueno, pero si le ponés pasión. La gente busca los tipos apasionados, esos que se levantan pensando en su trabajo y se acuestan pensando en su trabajo, que parecen obsesión, pero el trabajo te tiene que divertir, si eso no pasa es una vida muy fea, tan áspera, tan larga. ¿Por qué la vida nos parece tan corta? Porque la venimos pasando bien, si la pasáramos mal nos parecería eterna, para un tipo que tiene cadena perpetua una vida debe durar muchísimo, cada segundo parece una hora; pero cuando te estás divirtiendo querés navegar, querés preparar la clase para el módulo de arte y estás con la cabeza en 20.000 lugares y se va rapidísimo. Yo no puedo creer que ya he pasado 22 años de docencia, ¡¿en qué momento?!
—Hace 9 años que estás en Villa María, ¿viniste de Córdoba?
—Yo soy de Córdoba, di clases 10 años en la UNC en una carrera colega en el Departamento de Cine y Televisión y estuve casi 6 años en La Metro, en la escuela privada de Cine y Televisión donde he tenido ciertos problemas con la empresa, porque tenemos diferencias políticas, diferentes maneras de abordar el respeto hacia el otro. La gente viene porque vos tenés una serie de equipamiento y quieren practicar con ellos y vos le decís ¡No! Vamos a tener estos micrófonos, estas cámaras, estos cables y resulta que todo ese equipamiento no está, porque se vendieron; entonces vos dibujás una consola en el pizarrón y el sonido no se dibuja, se escucha. Si para enseñar consola durante dos años, ya tenía el croquis hecho.
—En relación con el equipamiento y en comparativa con la UNVM, ¿eso lo ves como una fortaleza?
—Tienen un pro y un contra, primero, hay muchas universidades que tienen equipamientos pero que no tienen la modalidad de los nuestros, los cuidados de los nuestros, ni la cantidad de los nuestros. Las cuotas de hace más de 10 años atrás eran de $1.000 para vivir allá, actualmente en la UNVM ese dinero te sobra, para residir, para los apuntes y el uso de todos esos equipamientos. Esa es la ventaja. La desventaja es que como todo eso está, nadie le da el suficiente valor que tienen, creen siempre estuvieron, que están en todas partes. En Córdoba un tipo necesita un micrófono para hacer un práctico y mis alumnos tienen al menos un práctico por semana, ese micrófono lo tiene que alquilar. Y acá no se valora, se piden las cosas, no se usan, se las mira… Qué injusto, ¿no?
Me cuenta la historia de una alumna que utilizaba una consola que tenía su padre para hacer los trabajos y deja libre a otros compañeros el equipamiento. Ese es el compromiso con la vida que yo celebré con estos alumnos de segundo año y eso es una cosa que me encanta sentir, que he experimentado, no quería morir sin pensar que hay unos “chichipíos” que están haciendo todo bien, que hay unos “chichipíos” de los que hay mucho que esperar y me tranquiliza que estén porque van a salvar a todos los otros. Entonces uno se puede morir tranquilo. Es una preocupación menos y un gol más, yo tengo la sensación de que algo que ver en eso, algo de mí está por ahí y me siento muy orgulloso, a veces pasa que le dan un Oscar a un argentino, para generar una analogía que más o menos tenga algo que ver, yo nunca me sentí identificado con un logro que no sea el mío, yo nunca me sentí más argentino porque Vilas ganó una copa, o porque Reutemann ganó un subcampeonato, o porque Maradona es argentino.
—Deberías mencionar algunos más actuales o van a decir que estás viejo… (risas).
—Cañas, Nalbandian… que se yo, a mi no me gusta el tenis, ni el fútbol, ni nada; en todo caso era muy fanático de Reutemann cuando era pendejo. Nunca sentí que yo tuviera algo que ver con esos triunfos, en todo caso lo celebraba porque su manera de hacer las cosas a mi me encantaba. Hoy veo un Valentino Rossi, que no es argentino en lo más mínimo, hacer las cosas que hace con su moto y siento una admiración enorme, si fuera argentino lo haría igual, no me siento más argentino o mejor porque él es argentino; sí me siento mejor porque mis alumnos han mejorado día a día, eso a uno lo llena de satisfacciones. Habrá algunas diferencias generacionales, pero creo que me van a sentir igual en un sentido, yo también puse mucha garra, yo también fui comprometido con la vida. En eso sí somos colegas, estamos en el mismo nivel, por lo menos en la exigencia, estamos en el mismo estrato.
—¿Qué apreciación te merecen los docentes de la Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual en cuanto a los conocimientos que imparten, en cuanto a su manera de enseñar?
—Tengo un íntimo amigo que se llama Pedro Klimovsky, un amigo de hace años, igual que Santiago Druetta, con los que generalmente disentimos en nuestras opiniones; pero yo estoy muy de acuerdo con Pedro cuando dice “antes, desde mi punto de vista, había dos formas de hacer las cosas, como las hacía yo o mal” (risas). No había ninguna posibilidad al medio. Como en ese punto éramos iguales llegó un momento en que pudimos sentarnos en una mesa y decir, “—yo veo las cosas de ésta manera / —No, yo veo las cosas de ésta otra manera…” aprendimos a decir “no está mal”, porque existe otra manera de ver, que yo no puedo ver porque yo no soy vos. Así que yo no puedo hablar de mis colegas, porque tienen un punto de vista que no es el mío, casi la mayoría de ellos.
Celebro que entre la bibliografía para la materia de Guión haya capítulos de la interpretación de los sueños, la celebro con cañones y con una alegría inmensa, porque en mi materia que es Sonido y Musicalización hay mitos griegos. Entonces no es solamente la técnica para manejar un programa, hay una sensibilidad que nos va a meter en una determinada línea a pensar una sonoridad desde otro lugar y ver como llegamos a esta estética que tenemos, cual ha sido el hilo conductor y porque Freud, ha utilizado todas estas cosas griegas para decirnos “miren, les guste o no, nosotros somos como nos han venido haciendo, y acá estamos”. Por eso decimos que tal cosa es linda; de haber nacido en África tal cosa no sería linda, ni tenida en cuenta. Con la cultura pasa todo el tiempo eso. Hace relativamente poco, en el hilo de la historia hace solo segundos, los africanos no tenían arte. Vinieron los europeos y dijeron “ah sí, esto podría ser considerado arte”. Mientras tanto el arte sólo el arte era europeo. Arte es una palabra moderna, ahora podemos hablar de arte, Homero no era un artista, el arte como tal no existía, y ahora cualquiera que escribe un fragmentito es un escritor, un poeta… por esas cosas que te contaba antes. El tango Cambalache está cada vez más descriptivo de nuestra realidad, está todo mezclado, los artistas con los escritores, Homero con los que escriben la redacción de la vaca…
—En cuanto a la modificación del plan de estudio de la carrera que ha cambiado recientemente, tus materias pasaron a los primeros años, ¿fue sólo un corrimiento o hubo actualizaciones importantes?
—Hubo cambios radicales en todo, fijate como se llamaba antes (Lic. en Diseño y Producción de Imagen), el sonido no está… ahora se llama Lic. en Diseño y Producción Audiovisual), porque como verás el audio está primero, y no es que voy en desmedro de los realizadores y fotógrafos; es que si ves una película de terror sin sonido, no te pasa nada, si ves una película de amor sin la música de fondo, no te pasa nada, si ves una película de guerra muda, no-te-pa-sa-na-da, entonces… ¡¿Cómo que la imagen vale más que mil palabras?! Vos tenés que poner palabras, música y ruido.
—¿Cómo se define Flavio Govednik? Me comentaste que no sos artista, ni esto, ni lo otro y que te molesta cuando se autoproclaman de esta manera.
—Me defino como un apasionado, como músico, como un profesional de algo, el otro dirá si lo que hago le sirve y le gusta. Como músico yo soy un saxofonista, que le debe gustar a alguna persona y a otro le debe disgustar. Yo soy un profesor con un criterio y un punto de vista con respecto a la docencia, estoy absolutamente convencido que existen otros puntos de vista, que no tengo otra alternativa que respetarlos, y me cuesta por lo apasionado que soy, pero los respeto por educación y principios. Cuando armábamos el plan de estudios me he peleado con amigos del alma, por defender lo que yo creía que era lo mejor, por suerte los amigos del alma no se pierden porque uno los lleva en el corazón, y pudimos reconciliarnos, pero fue un momento muy duro. Ahora que lo miro a la distancia puedo ver que buenos tipos fuimos, capaces de mellar una amistad por aquello que creemos que es la educación. Me podría definir como un apasionado, pero yo también tengo mis escapes, porque la gente cuando se quiere escapar toca un instrumento, tocá música, eso también es mi profesión. Tengo un barco que lo estoy armando y restaurando y eso me desenchufa de toda esta vorágine más o menos intelectual.
—¿y dónde tenés pensado irte con el barco?
—Yo tengo una casa en Embalse, así que el barquito lo miro desde la ventana. Sueño hacer alguna travesía, como varios compatriotas (en esto sí me siento muy argentino), Enrique Celesia, Gerónimo San Martin..., una serie de navegantes, para citarte algunos y hay un montón. El que más admiro es Jerónimo San Martín, tipos que han dado la vuelta al mundo en barcos construidos por ellos mismos en una etapa que la vida presiona para que hagas otras cosas, entre los 35 y 45 años. Gerónimo San Martín, además de unir el Polo Norte con Ushuaia, ida y vuelta. Cuando estuvo en Alaska le pidieron que llevara unos dibujos a personas más australes y San Martín vivía en el país más austral del mundo, así que a su regreso en vez de quedarse en Buenos Aires, San Martín saludo a su familia y siguió de viaje hasta Ushuaia para entregar eso que le habían pedido, no tenía ninguna razón para hacerlo, pero se había comprometido con alumnos de allá había sido ese. Cuando leo esos relatos y el hecho tener la suerte de conocerlos y estar sentado frente a frente, comiendo algo porque la comunidad náutica tiene ese tipo de socialismo. Vos podés poner que soy antisocialista, la izquierda me repugna, y lo digo a cara descubierta, pero en la comunidad náutica no importa cual es la eslora de tu barco, importa que tan bueno sos navegando, entonces se va a sentar un armador, como lo llaman en España un patrón de yates, al lado de un tipo que tiene un H20, el barquito caminero más pequeño que existe, y con ese barco se fue a Alaska y después a Ushuaia y después a Buenos Aires… Entonces ese tipo cena en las mesas de los señores del mundo, porque tuvo los huevos para hacer eso en un H20, que se hacía en Quilmes. Su diseñador, Gaylord tiene una libreta, porque hizo 570 barcos iguales con el nombre de los dueños y a quién lo han vendido, y anda todo el tiempo con ella porque cuando encuentra uno consulta quien lo tiene, a quiénes se lo compró y va llevando ese registro. Ese tipo es un tipo como yo, comprometido con la vida y apasionado.
—¿Y no te imaginaste un viaje largo en el barco? Con todo lo que ello implica en cuanto a abandonar obligaciones y demás.
—¡Ufff! Estoy tan agradecido de Villa María, porque es una bisagra. Llegué a esta ciudad en el peor momento que haya podido recordar, espero que nunca haya algo parecido. Vine acá escapándome del mundo, en una de las depresiones que de vez en cuando me tocan, todo me iba mal, acepté venir a radicarme porque no sabía qué hacer con mi vida y tenía la posibilidad de quedarme o de vender todo lo que tenía, que no era mucho pero alcanzaba para comprarme ese barco que tengo, cargar mi saxofón y tocar en los puertos para comer, para pagar el amarre de esa noche y ya vería que haría con mi vida. En ese interín se cruzó Adelqui Pellegrino, sino probablemente yo estaría naufrago o hablando en varios idiomas con la boca así de tanto tocar el saxo.
—¿Y de dónde conocías a Adelqui?
—Lo conocí en La Metro, a él le gustaba como encaraba las clases y cuando armó su proyecto me tuvo en cuenta convocándome, estoy en la primera camada de profesores, sólo que comencé el tercer año porque mi materia se había empezado a ver el tercer año. Con todo lo que yo lo apreciaba a Adelqui, peleé mucho para que eso se cambiara, Sonido tiene que estar desde el primer año; antes estaba en el segundo y cuarto año, había un sándwich que no tenía sentido. Era un excelente fotógrafo, buen escritor, ¿por qué tenía que saber de sonido? Armó la carrera y ya está y yo celebro y lo aplaudo. Después, cuando hubo que cambiar la carrera, fue como volaron sillas, platos, puñales; pero la ventaja que tuvo fue que ahora sabemos quién es quién. Eso es fantástico a la hora de caminar con determinada seguridad. Y esto es todo lo que puedo decirte de mí.
Y tiene mucho más que decir, pero será otro espacio (este del blog), ya que el mismo muchas veces se torna tirano y no deja reproducir todos los enunciados de nuestro entrevistado. Desconocía una faceta, ahora comprendo la barca en el patio de su casa, por lo que me dice y porque al buscar sus antecedentes en la web, se encuentran más entradas relacionadas con la navegación en comparativa con sus otras dos pasiones.
Flavio es el profesor universitario, Flavio es el músico de pub, pero Flavio también es un apasionado navegante en el mar de los sonidos.
FLAVIO GOVEDNIK
NAVEGANTE APASIONADO DE SONIDOS
En uno de los vértices del barrio del Golf, frente a la salida del hoyo 11, se emplaza oblicuamente una casa de color blanco, de mediano tamaño, con piscina en el patio y un hermoso quincho para múltiples usos. Hay además una embarcación encubierta que me hizo dudar de si estaba o no en el lugar correcto.
Golpeo las manos, no sale nadie. Intento nuevamente y nada. ¿Estaré en el domicilio indicado? Llamo a su celular y desde dentro de su casa se escucha el ring tone que suena sin cesar hasta desembocar en la casilla de mensajes que simplemente me dice “Flavio”.
La puerta de la casa está abierta, y desfilan por su patio media docena de perros que me miran impávidamente; uno de ellos llamado Fernández, grande, en años y tamaño me torea acercándose al portón de ingreso. Desconozco que pasa, el calor húmedo me hace transpirar y no sé que pensar, son las 17, no puede estar durmiendo, ¿habrá salido? Me cobijo bajo la sombra de un árbol y vuelvo a presionar la tecla “send” dos veces. Ésta vez atiende y me dice que ya me abre.
Estaba durmiendo, pero comprendí después la organización de sus tiempos al saber que la noche se transforma en el mejor momento para explotar su capacidad creativa. Flavio Govednik es profesor de las cátedras “Sonido y Musicalización I” y “Sonido y Musicalización II”, que dicta desde 1999 hasta la fecha en la Lic. en Diseño y Producción Audiovisual. Todos los años, sus alumnos, de primero y segundo año, muestran sus trabajos en algunos lugares públicos de la ciudad. Ese es la excusa de mi visita.
Me estrecha la mano, y me ofrece hacer la entrevista en el patio. Busca dos reposeras y nos sentamos a la sombra con el trinar de las aves que nos escoltarán durante este intercambio dialógico.
—¿Cómo es la vida profesional del profesor Govednik?
—¿Por dónde empiezo? Los docentes generalmente tenemos que cumplir con tres tareas: extensión, investigación y docencia. En extensión he pedido que me dejen hacer un programa de radio y estoy haciendo dos; la idea era hacer un programa sobre la historia del jazz pero muy diferente, entonces me inventé un personaje que solamente está en mi imaginación nada más, que supuestamente a tocado con todos los músicos reconocidos de toda la historia del jazz desde los primeros a los últimos. Con lo cual mi personaje debe tener como 120 años, tocó con Dexter Gordon, con Eduardo Elía, con todos, y si no ha tocado con ellos ha estado ahí, los conoce personalmente. Este personaje está buscando a una mujer, nunca sabremos si es su esposa o su hija. Está en Villa María porque la está buscando en la ruta pesada. Los profesores y alumnos van a verlo porque es una celebridad del microcosmo del jazz. Le agrego mucha bibliografía, y si bien el personaje es ficticio, las cosas que dicen son ciertas… En el intento de hacer esto, aparece la posibilidad, entre comillas, presionado por mi amigo Santiago Druetta que me dice “loco, escribite un guión para que hagamos un programa de la Universidad, pero popular, para la gente”, entonces hay dos locutores, Javier Arenas y Fernando Lanfranco trabajando en esto, quienes discuten temas de los más diversos planteados por otras personas a las que se les llama o entrevistan para confirmar que lo que dicen es así. Esto me ha llevado muchas horas de la noche.
En investigación estoy en dos proyectos, uno con la Doctora Alicia Sarmiento y en otro con el Arquitecto José Seia, con quien el año pasado estrenamos un libro y un DVD respecto de la estética, con un programa reality, el guión lo escribí yo y lo mejoró José. Este año vamos a hacer algo parecido, menos pretencioso porque se trata de hacer un relevo de la plástica en Villa María, hay que ir, revisar cosas, fotografiar obras, ver donde están, hablar con los autores, hay que citarlos y eso lleva tiempo.
Además estoy terminando mi Maestría, quiero terminar la tesis en abril que es el tiempo para que me esperaran… como verás estoy muy atrasado.
Luego están las clases propiamente dichas, en donde, como si me faltaran tareas, me puse a dictar un módulo de arte como materia optativa, que es lo que más me ha gustado dar este año. Esto me ha hecho muy feliz, me ha puesto muy contento, me puso pilas para todo lo demás.
En lo personal soy saxofonista, también soy compositor pero no estoy ejerciendo porque no hay mucho que hacer por estos lados y no tengo muchas ganas de irme a otro lado, así que estoy tocando el saxo donde me contraten, como los domingos en Rigoletto.
Y en los ratos libres estoy terminando mi barco que quiero tirar el 6 de enero, para Reyes, como regalo; estoy sumamente conectado con gente que está en el tema de la náutica en España en un foro que se llama “La taberna del puerto” que me ha hecho muy feliz. Y nada, ya no puedo hacer más nada.
—¿Para qué más, no? Además, son actividades tan diversas, la música, la docencia, la navegación…
—Bueno, la navegación es tan vieja como mi pasión por la música. Navegaba antes de que me gustara la música, tenía la suerte de que mi familia tuviera un barco, después como no lo mantenían económicamente, yo le hacía todo lo que había que hacerle en términos manuales, pero se terminó hundiendo, pobre mi amor. Con el tiempo fui haciendo cursos, fui instructor, viajé… hasta que me pude comprar el barco, que también lo estoy restaurando íntegramente.
—Contame como es el tema de presentar los trabajos finales de tus alumnos frente al público de la ciudad.
—Yo le estaba contando a la gente que fue que esta vez sentí esa sensación ambigua de felicidad por haber terminado una etapa con unos alumnos que dejarán de ser mis alumnos hasta que se reciban; por otro lado, he tenido una respuesta de mis alumnos que no he tenido en toda mi historia; he tenido excelentes alumnos, es un feedback siempre… Pero esta vez me ha dolido, sinceramente, porque estos tipos no sólo me han comprado por su manera de trabajar sino por su compromiso por la vida. Gente que sin que se lo haya pedido ha investigado sobre algo, ha puesto muchísimo esmero, no ha escatimado costos en tiempo y esfuerzo, nunca había visto ni sentido nada igual. Nunca había visto tanto compromiso.
A mi me asusta cierta abulia en los jóvenes, y me preocupa porque cuando uno habla así, es porque se está volviendo viejo. Ese discurso yo lo he escuchado de mis mayores cuando yo era joven, “estos jóvenes son unos irresponsables”. Y la sensación que yo tengo ya no pasa ni por una cuestión de irresponsabilidad, pasa por un sinsentido, sin ganas de nada, inclusive gente que quiero mucho. “—¿Y qué vas a hacer? / —Y no sé, algo haré” y tienen 22 o 23 años. Imaginate lo que te estoy contando, mi pasión por la música, por los barcos, por la docencia; si me ponés me apasiono con un programa de radio y ese programa deriva en otro, me sobran vocaciones y hay tipos que no saben lo que les gusta, lo que quieren. Hay una cosa generalizada de los pendejos de que quieren ser famosos de lo que venga, es lo mismo ser Borges que Maradona, lo importante es ser famoso. Es preocupante, y en realidad no estoy muy preocupado por el universo porque siempre ha sabido encontrar el lugar donde desagotar esos excesos de, en este caso, abulia. Estoy preocupado porque estoy chocando con los jóvenes, con lo cual estoy absolutamente seguro que me estoy convirtiendo en un viejo gruñón. Pero este año, los chicos de segundo año han estado refutándome esta teoría todo el tiempo, comprometidos, mejorando día a día su trabajo, empezó el módulo de arte y los tipos se anotaron sin que nadie les digiera nada y algunos me han prometido que harán la segunda parte el año que viene y eso es lo más importante que le ha pasado a un profe en la vida.
Ese reconocimiento en el sentido de que han recibido perfectamente lo que les doy, me han dejado muchísimo más, y bueno cuando se termina el año parece un alivio pero los voy a extrañar, realmente me molesta pensar que el año que viene voy a entrar al aula y esos tipos no van a estar. Yo le estoy agradecido a los Dioses (yo hablo en esos términos) haber conocido esa gente porque te reconcilian con la vida, te dan esperanzas.
—¿Te han sorprendido los trabajos que presentaron?
—Han sido muy homogéneos. El año pasado y los anteriores había trabajos excelentes en relación a otros que no daban ganas ni de presentarlos, pero la razón por la que se presentan a fin de año es porque desde el primer día de clase de mi cátedra, se tiene absolutamente claro que en esta carrera se trabaja para un tercer, para el otro. Esto de que “yo hago arte y lo hago para mí”, en ni cátedra no existe y me enoja; yo disiento con varios de mis camaradas docentes que se autoproclaman artistas, me enojan mucho, porque lo que hacemos puede ser arte, pero antes que nada es una industria que tiene un consumidor.
—Artista es una palabra como muy grande…
—Bueno artista es Bergman, ahora, como Bergman y yo estamos en el mismo rubro, somos colegas, pero ¡andá a la mierda! No es así, claro, como yo soy músico y Beethoven también, los dos somos artistas, no jodamos... Que la gente te considere artista, por otro lado la gente considera artista a Tinelli, pero él tendrá un mérito, pero está donde está, ahora… está en los medios y nosotros tenemos que aceptar que los medios son lo que son y entonces es irrefutable esto de que se trabaja para otro. Aunque hagás un documental sobre la vida sexual de la hormiga salteña y cómo se hace la torta de limón en Egipto, que a nadie le va a importar, habrá alguien que te lo pidió o te lo encargó, hay otro que lo va a ver, porque si no lo ve, no lo hiciste, no está, no existe. Vos podés saber la súper teoría y te voy a poner un nueve, en la práctica supongo que uno se va afianzando su técnica y sus conocimientos, pero los que van a determinar lo que pasó con vos son los destinatarios de tus productos. Si sos un genio incomprendido, ese destinatario te comprenderá y te reconocerá dentro de 200 años, pero hace falta el otro, hace falta mostrarlo y hace falta hacerlo. Estos poetas que meten el poema en la mesa de luz y creen estar capacitados para discutir con Borges y con Cortázar, está lleno de esos tipos y nadie leyó nunca nada. Yo no creo en eso, el reconocimiento final lo da el destinatario, entonces preséntese al destinatario, háganse verdaderamente responsables de eso que están haciendo.
—¿Y esto es así desde que empiezan el primer año de la carrera?
—El que no tiene claro que esto es como es, que no estudie esta carrera. Ese es otro mito, la gente entra a la Universidad creyendo que va a estudiar una cosa, porque tiene una fantasía respecto de una profesión y no es así como se pensó.
Después tenés la otra variante de estudiar una carrera que le permita vivir bien, por ejemplo las tradicionales, abogacía, contador… ¿Te permite vivir bien? ¡No! Primero porque hay muchos y segundo porque no te gusta y lo hacés con desgano y no ves la hora de terminar de hacerlo para irte al club o donde quieras. Probablemente sean las profesiones mejores pagadas, pero hasta que vos consigás un cliente con esos criterios y hasta que sea bueno lo tuyo, cuando en realidad eso tuyo te disgusta, sólo un milagro te va a convertir en un tipo próspero. Y todo esto también me convierte en un viejo gruñón.
—Así hagas lo que hagas, si sos bueno en eso el laburo lo vas a tener...
—Vos vas a ser medianamente bueno, pero si le ponés pasión. La gente busca los tipos apasionados, esos que se levantan pensando en su trabajo y se acuestan pensando en su trabajo, que parecen obsesión, pero el trabajo te tiene que divertir, si eso no pasa es una vida muy fea, tan áspera, tan larga. ¿Por qué la vida nos parece tan corta? Porque la venimos pasando bien, si la pasáramos mal nos parecería eterna, para un tipo que tiene cadena perpetua una vida debe durar muchísimo, cada segundo parece una hora; pero cuando te estás divirtiendo querés navegar, querés preparar la clase para el módulo de arte y estás con la cabeza en 20.000 lugares y se va rapidísimo. Yo no puedo creer que ya he pasado 22 años de docencia, ¡¿en qué momento?!
—Hace 9 años que estás en Villa María, ¿viniste de Córdoba?
—Yo soy de Córdoba, di clases 10 años en la UNC en una carrera colega en el Departamento de Cine y Televisión y estuve casi 6 años en La Metro, en la escuela privada de Cine y Televisión donde he tenido ciertos problemas con la empresa, porque tenemos diferencias políticas, diferentes maneras de abordar el respeto hacia el otro. La gente viene porque vos tenés una serie de equipamiento y quieren practicar con ellos y vos le decís ¡No! Vamos a tener estos micrófonos, estas cámaras, estos cables y resulta que todo ese equipamiento no está, porque se vendieron; entonces vos dibujás una consola en el pizarrón y el sonido no se dibuja, se escucha. Si para enseñar consola durante dos años, ya tenía el croquis hecho.
—En relación con el equipamiento y en comparativa con la UNVM, ¿eso lo ves como una fortaleza?
—Tienen un pro y un contra, primero, hay muchas universidades que tienen equipamientos pero que no tienen la modalidad de los nuestros, los cuidados de los nuestros, ni la cantidad de los nuestros. Las cuotas de hace más de 10 años atrás eran de $1.000 para vivir allá, actualmente en la UNVM ese dinero te sobra, para residir, para los apuntes y el uso de todos esos equipamientos. Esa es la ventaja. La desventaja es que como todo eso está, nadie le da el suficiente valor que tienen, creen siempre estuvieron, que están en todas partes. En Córdoba un tipo necesita un micrófono para hacer un práctico y mis alumnos tienen al menos un práctico por semana, ese micrófono lo tiene que alquilar. Y acá no se valora, se piden las cosas, no se usan, se las mira… Qué injusto, ¿no?
Me cuenta la historia de una alumna que utilizaba una consola que tenía su padre para hacer los trabajos y deja libre a otros compañeros el equipamiento. Ese es el compromiso con la vida que yo celebré con estos alumnos de segundo año y eso es una cosa que me encanta sentir, que he experimentado, no quería morir sin pensar que hay unos “chichipíos” que están haciendo todo bien, que hay unos “chichipíos” de los que hay mucho que esperar y me tranquiliza que estén porque van a salvar a todos los otros. Entonces uno se puede morir tranquilo. Es una preocupación menos y un gol más, yo tengo la sensación de que algo que ver en eso, algo de mí está por ahí y me siento muy orgulloso, a veces pasa que le dan un Oscar a un argentino, para generar una analogía que más o menos tenga algo que ver, yo nunca me sentí identificado con un logro que no sea el mío, yo nunca me sentí más argentino porque Vilas ganó una copa, o porque Reutemann ganó un subcampeonato, o porque Maradona es argentino.
—Deberías mencionar algunos más actuales o van a decir que estás viejo… (risas).
—Cañas, Nalbandian… que se yo, a mi no me gusta el tenis, ni el fútbol, ni nada; en todo caso era muy fanático de Reutemann cuando era pendejo. Nunca sentí que yo tuviera algo que ver con esos triunfos, en todo caso lo celebraba porque su manera de hacer las cosas a mi me encantaba. Hoy veo un Valentino Rossi, que no es argentino en lo más mínimo, hacer las cosas que hace con su moto y siento una admiración enorme, si fuera argentino lo haría igual, no me siento más argentino o mejor porque él es argentino; sí me siento mejor porque mis alumnos han mejorado día a día, eso a uno lo llena de satisfacciones. Habrá algunas diferencias generacionales, pero creo que me van a sentir igual en un sentido, yo también puse mucha garra, yo también fui comprometido con la vida. En eso sí somos colegas, estamos en el mismo nivel, por lo menos en la exigencia, estamos en el mismo estrato.
—¿Qué apreciación te merecen los docentes de la Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual en cuanto a los conocimientos que imparten, en cuanto a su manera de enseñar?
—Tengo un íntimo amigo que se llama Pedro Klimovsky, un amigo de hace años, igual que Santiago Druetta, con los que generalmente disentimos en nuestras opiniones; pero yo estoy muy de acuerdo con Pedro cuando dice “antes, desde mi punto de vista, había dos formas de hacer las cosas, como las hacía yo o mal” (risas). No había ninguna posibilidad al medio. Como en ese punto éramos iguales llegó un momento en que pudimos sentarnos en una mesa y decir, “—yo veo las cosas de ésta manera / —No, yo veo las cosas de ésta otra manera…” aprendimos a decir “no está mal”, porque existe otra manera de ver, que yo no puedo ver porque yo no soy vos. Así que yo no puedo hablar de mis colegas, porque tienen un punto de vista que no es el mío, casi la mayoría de ellos.
Celebro que entre la bibliografía para la materia de Guión haya capítulos de la interpretación de los sueños, la celebro con cañones y con una alegría inmensa, porque en mi materia que es Sonido y Musicalización hay mitos griegos. Entonces no es solamente la técnica para manejar un programa, hay una sensibilidad que nos va a meter en una determinada línea a pensar una sonoridad desde otro lugar y ver como llegamos a esta estética que tenemos, cual ha sido el hilo conductor y porque Freud, ha utilizado todas estas cosas griegas para decirnos “miren, les guste o no, nosotros somos como nos han venido haciendo, y acá estamos”. Por eso decimos que tal cosa es linda; de haber nacido en África tal cosa no sería linda, ni tenida en cuenta. Con la cultura pasa todo el tiempo eso. Hace relativamente poco, en el hilo de la historia hace solo segundos, los africanos no tenían arte. Vinieron los europeos y dijeron “ah sí, esto podría ser considerado arte”. Mientras tanto el arte sólo el arte era europeo. Arte es una palabra moderna, ahora podemos hablar de arte, Homero no era un artista, el arte como tal no existía, y ahora cualquiera que escribe un fragmentito es un escritor, un poeta… por esas cosas que te contaba antes. El tango Cambalache está cada vez más descriptivo de nuestra realidad, está todo mezclado, los artistas con los escritores, Homero con los que escriben la redacción de la vaca…
—En cuanto a la modificación del plan de estudio de la carrera que ha cambiado recientemente, tus materias pasaron a los primeros años, ¿fue sólo un corrimiento o hubo actualizaciones importantes?
—Hubo cambios radicales en todo, fijate como se llamaba antes (Lic. en Diseño y Producción de Imagen), el sonido no está… ahora se llama Lic. en Diseño y Producción Audiovisual), porque como verás el audio está primero, y no es que voy en desmedro de los realizadores y fotógrafos; es que si ves una película de terror sin sonido, no te pasa nada, si ves una película de amor sin la música de fondo, no te pasa nada, si ves una película de guerra muda, no-te-pa-sa-na-da, entonces… ¡¿Cómo que la imagen vale más que mil palabras?! Vos tenés que poner palabras, música y ruido.
—¿Cómo se define Flavio Govednik? Me comentaste que no sos artista, ni esto, ni lo otro y que te molesta cuando se autoproclaman de esta manera.
—Me defino como un apasionado, como músico, como un profesional de algo, el otro dirá si lo que hago le sirve y le gusta. Como músico yo soy un saxofonista, que le debe gustar a alguna persona y a otro le debe disgustar. Yo soy un profesor con un criterio y un punto de vista con respecto a la docencia, estoy absolutamente convencido que existen otros puntos de vista, que no tengo otra alternativa que respetarlos, y me cuesta por lo apasionado que soy, pero los respeto por educación y principios. Cuando armábamos el plan de estudios me he peleado con amigos del alma, por defender lo que yo creía que era lo mejor, por suerte los amigos del alma no se pierden porque uno los lleva en el corazón, y pudimos reconciliarnos, pero fue un momento muy duro. Ahora que lo miro a la distancia puedo ver que buenos tipos fuimos, capaces de mellar una amistad por aquello que creemos que es la educación. Me podría definir como un apasionado, pero yo también tengo mis escapes, porque la gente cuando se quiere escapar toca un instrumento, tocá música, eso también es mi profesión. Tengo un barco que lo estoy armando y restaurando y eso me desenchufa de toda esta vorágine más o menos intelectual.
—¿y dónde tenés pensado irte con el barco?
—Yo tengo una casa en Embalse, así que el barquito lo miro desde la ventana. Sueño hacer alguna travesía, como varios compatriotas (en esto sí me siento muy argentino), Enrique Celesia, Gerónimo San Martin..., una serie de navegantes, para citarte algunos y hay un montón. El que más admiro es Jerónimo San Martín, tipos que han dado la vuelta al mundo en barcos construidos por ellos mismos en una etapa que la vida presiona para que hagas otras cosas, entre los 35 y 45 años. Gerónimo San Martín, además de unir el Polo Norte con Ushuaia, ida y vuelta. Cuando estuvo en Alaska le pidieron que llevara unos dibujos a personas más australes y San Martín vivía en el país más austral del mundo, así que a su regreso en vez de quedarse en Buenos Aires, San Martín saludo a su familia y siguió de viaje hasta Ushuaia para entregar eso que le habían pedido, no tenía ninguna razón para hacerlo, pero se había comprometido con alumnos de allá había sido ese. Cuando leo esos relatos y el hecho tener la suerte de conocerlos y estar sentado frente a frente, comiendo algo porque la comunidad náutica tiene ese tipo de socialismo. Vos podés poner que soy antisocialista, la izquierda me repugna, y lo digo a cara descubierta, pero en la comunidad náutica no importa cual es la eslora de tu barco, importa que tan bueno sos navegando, entonces se va a sentar un armador, como lo llaman en España un patrón de yates, al lado de un tipo que tiene un H20, el barquito caminero más pequeño que existe, y con ese barco se fue a Alaska y después a Ushuaia y después a Buenos Aires… Entonces ese tipo cena en las mesas de los señores del mundo, porque tuvo los huevos para hacer eso en un H20, que se hacía en Quilmes. Su diseñador, Gaylord tiene una libreta, porque hizo 570 barcos iguales con el nombre de los dueños y a quién lo han vendido, y anda todo el tiempo con ella porque cuando encuentra uno consulta quien lo tiene, a quiénes se lo compró y va llevando ese registro. Ese tipo es un tipo como yo, comprometido con la vida y apasionado.
—¿Y no te imaginaste un viaje largo en el barco? Con todo lo que ello implica en cuanto a abandonar obligaciones y demás.
—¡Ufff! Estoy tan agradecido de Villa María, porque es una bisagra. Llegué a esta ciudad en el peor momento que haya podido recordar, espero que nunca haya algo parecido. Vine acá escapándome del mundo, en una de las depresiones que de vez en cuando me tocan, todo me iba mal, acepté venir a radicarme porque no sabía qué hacer con mi vida y tenía la posibilidad de quedarme o de vender todo lo que tenía, que no era mucho pero alcanzaba para comprarme ese barco que tengo, cargar mi saxofón y tocar en los puertos para comer, para pagar el amarre de esa noche y ya vería que haría con mi vida. En ese interín se cruzó Adelqui Pellegrino, sino probablemente yo estaría naufrago o hablando en varios idiomas con la boca así de tanto tocar el saxo.
—¿Y de dónde conocías a Adelqui?
—Lo conocí en La Metro, a él le gustaba como encaraba las clases y cuando armó su proyecto me tuvo en cuenta convocándome, estoy en la primera camada de profesores, sólo que comencé el tercer año porque mi materia se había empezado a ver el tercer año. Con todo lo que yo lo apreciaba a Adelqui, peleé mucho para que eso se cambiara, Sonido tiene que estar desde el primer año; antes estaba en el segundo y cuarto año, había un sándwich que no tenía sentido. Era un excelente fotógrafo, buen escritor, ¿por qué tenía que saber de sonido? Armó la carrera y ya está y yo celebro y lo aplaudo. Después, cuando hubo que cambiar la carrera, fue como volaron sillas, platos, puñales; pero la ventaja que tuvo fue que ahora sabemos quién es quién. Eso es fantástico a la hora de caminar con determinada seguridad. Y esto es todo lo que puedo decirte de mí.
Y tiene mucho más que decir, pero será otro espacio (este del blog), ya que el mismo muchas veces se torna tirano y no deja reproducir todos los enunciados de nuestro entrevistado. Desconocía una faceta, ahora comprendo la barca en el patio de su casa, por lo que me dice y porque al buscar sus antecedentes en la web, se encuentran más entradas relacionadas con la navegación en comparativa con sus otras dos pasiones.
Flavio es el profesor universitario, Flavio es el músico de pub, pero Flavio también es un apasionado navegante en el mar de los sonidos.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, el domingo 14 de diciembre de 2008 (entrevista ampliada).-