ALICIA PERESSUTTI
LUCHADORA INCANSABLE
Acordamos para las 18 en su lugar de trabajo. Llego unos minutos tarde y me está esperando en la puerta. Con esa sensibilidad que la caracteriza me sonríe y luego de cruzar un par de palabras nos vamos al barcito del Inescer. Nos acomodamos en un rincón y enciendo el grabador.
Comencemos por el principio. Se llama Alicia Peresutti, madre de cuatro hijos, ama de casa, productora de televisión… aunque ella diría vendedora de publicidad. En el Inescer, tiene una ayudantía docente y colabora en la biblioteca. “Trabajo donde se necesita. Yo le debo mucho al Inescer. Detrás de mi hay mucha gente que le está poniendo muchas ganas para que yo pueda hacer lo que hago.”
Ha publicado siete libros en cuatro años, “Buscando a Ana” (2008), “El secreto del General” (2009), Días de esclavitud” (2009), “Desde las sombras” (2010), “Siete horas y media” (2010), Esclavas” (2011) y “Lágrimas de sangre” (2011). Este último par será presentado en sociedad el miércoles 13, en la Iglesia Cristiana Evangélica de calle General Paz 261. Todos estos libros tienen un común denominador: la denuncia. Desde diversos enfoques, Alicia viene gritando el dolor de otros; tratando de generar conciencias y haciéndonos un llamado de atención como personas, como sociedad.
Pero no vamos a hablar de sus libros, sino de la mujer, de una luchadora incansable contra la esclavitud de este siglo, de su pensamiento, de sus miedos y esperanzas.
El 31 de marzo pasado el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) distinguió a Alicia con una estatuilla con la que se destaca a las “Heroínas cotidianas”; pero nuestra entrevistada lo ve como un gesto triste. En sus palabras: “que me hagan un reconocimiento por denunciar estas historias me parece triste, a mi me hubiera gustado ser recordada por “Siete horas y media”, por ejemplo donde está la denuncia, pero donde hay esperanza”. Recuerda que uno de sus compañeros en esta causa, Gustavo Vera de la Fundación Alameda, le ha dicho “¡alguien lo tiene que contar!” Inmediatamente Alicia aclara “no lo digo con soberbia, lo digo con angustia. Si yo no sintiera la angustia que siento de tener que escribir estas historias, sería morboso; pero me angustia todo, siempre me quedan cosas pendientes, a veces se convierte en una mochila muy pesada.”
─¿Y hay muchas historias, Alicia?
─Demasiadas. Ojala no las hubiera, hay muchas historias de pedofilia, trata de explotación sexual… Cuando uno habla con estas personas siempre sus miradas son tristes, con un vacio, con un dolor… hay gente que no tuvo oportunidad en su vida y vos sabés que no la van a tener nunca. Son personas que no pueden salir del circuito de dolor, de tragedia… a mi me pasa que la gente me ama o me odia, tengo demasiados enemigos. A muchos les molesta lo que hago, porque antes se sentían más tranquilos cuando creían que la prostitución era una elección de vida, que no había esclavas… una señora me comentaba que cuando compra una prenda, piensa en mí y se pone a pensar si no fue hecho en un taller clandestino. Yo escribo para que la gente piense.
El que escribe o tiene mucho ego y quiere ser reconocido, o tiene mucho para contar o tiene una causa. Yo ego no tengo, lo he buscado pero no lo encuentro; lo que tengo para contar no es mío, me lo traen; pero tengo una causa. Entonces, cuando escribo lo hago para y por la causa.
─¿Por qué creés que esas personas te cuentan sus historias, si ya no hay lugar para la esperanza?
─No tienen esperanza para ellos, pero si para los demás. Esto de contar la historia es lo que los une hacia fuera. En uno de los casos, la madre del protagonista de una de las novelas me pregunta como se va moviendo el libro. Ella va y le cuenta, y es como que ellos empiezan a vivir en función a las novelas, yo creo que es su manera de aferrarse a la vida. La mafia siempre sabe quienes son las protagonistas, son muy evidentes, y hay cosas que no las puedo cambiar y las cuento como son.
─¿Cómo te lee la gente que no le gusta lo que hacés?
─Algunos lectores se molestan mucho, porque yo le vengo a sacar el romanticismo a la prostitución; autores muy famosos como García Márquez o Paulo Coelho han pintado a la prostitución de una manera tan romántica, como si las protagonistas fuesen cenicientas que después se casan… esto no existe en la realidad. La realidad es una vida de miseria, de hambre, desesperación y que por lo general terminan, sus hijas en la cárcel y sus hijos en el circuito, entonces se enojan conmigo. Yo ficciono los relatos, pero yo no sé escribir ficción; mientras que los grandes autores escriben ficción. Te sigo citando a Gustavo Vera porque lo admiro mucho, es un gran militante, un gran luchador contra la trata y todo lo que sea derechos humanos, “si vos lográs que la gente se cuestiona, ya estamos; después si se enojan o no es otra cosa.” Es un riesgo que se corre, si escribiera ficción, no correría riesgos.
─Esta vocación por la causa complica tus otras actividades?
─Se me complica porque pierdo clientes, si militara por la ecología me sumaría, pero en una causa como esta donde el cliente puede ser mi amigo, mi papa, mi hijo, mi esposo… sobre todo a partir de las novelas, han aportado muchas complicaciones a mi familia. Se da el fenómeno proporcional más novelas vendo, más conocida soy y más complicaciones tengo.
─¿Tenés miedo Alicia?
─Hace muchos años que duermo de a ratos, no tengo terror. Ahora que se acerca el congreso (Segundo Congreso Nacional del Interior Contra la Trata y el Tráfico de Personas) se pone feo, y dentro del grupo, donde también han sido amenzados algunos, lo charlamos y llega un momento en que nos reímos, “por lo menos no vamos a morir en una clínica”. La mafia es muy certera, no te deja ni siquiera en agonía, la muerte es rápida, parece natural y nadie pregunta nada. Convivo con los miedos, porque tengo familia. Los cuidados son extremos, una vez desapareció mi hijo más pequeño que había salido a dar una vuelta y no te puedo explicar lo que sentí; debe ser lo mismo que sienten los padres que me encontré en el camino, con la diferencia que ellos lo sienten toda la vida. La famosa noche eterna, nunca más sale el sol; hay muchos 700 chicas por años que desaparecen.
─Córdoba es uno de los lugares donde llegan gran cantidad de mujeres a trabajar.
─Buenos Aires está primero por la cantidad de habitantes, después sigue Córdoba, que es demandante de víctimas de trata, pero también Córdoba provee. La Afip hace algunas cosas con los talleres y las explotaciones. Las Ong’s pedimos un plan nacional de protección a largo plazo… en Estados Unidos, lo único bueno de las películas de Hollywood es cuando hablan del programa de protección a testigos, que hablan de la ubicación del testigo en otro lugar, una vida nueva; se hace en Suecia, Francia, en eso hay que avanzar en Argentina. Acá somos uno de los países que mejor estamos, gracias a la lucha de las organizaciones; pero yo me quiero comparar con Suecia. No pueden faltar 700 niñas y adolescentes cada 18 meses. Un programa implica 10 a 14 años, que es lo que lleva reintegrar a la sociedad, tiene que reconstruir su vida, tiene que estudiar, es una etapa muy dura. Yo pido que en el programa de asistencia estén las Ong’s, esto da un poquito de garantías, porque tienen que ser personas limpias, íntegras; porque sino la mafia se infiltra y estamos en la misma. No recibimos subsidios. Me han ofrecido cargos políticos, estamos en campaña, yo se los agradezco, ofreciéndome el cobro de mucha plata como sueldo, pero no.
─¿Y en Villa María?
─El intendente se jugó en pronunciarse en contra de la trata, eso que parece común muy pocos intendentes lo hacen. Cada congreso que hemos hecho nos ha dado apoyo, inclusive económicamente. Tiene que venir una política a nivel nacional. Hace 70 años que está la ley que prohíbe los prostíbulos, y la ley de trata que viene a complementar la otra, que habla de la trata laboral, de órganos, de esclavitud sexual y muchas cosas más; que se está intentando cambiar ahora, porque no puede ser que por el robo de una vaca te dan hasta 10 años de prisión y si te robás una mujer te dan 6. Vale más una vaca que una persona. Si no hay un programa de protección al testigo la ley no funciona. Un ejemplo, M vino de Misiones a Villa María, y para escapar de allá apuñaló al proxeneta, que a su vez es el padre de uno de sus hijos. Ella no tiene asignación familiar, no puede tener trabajo en blanco, siempre al margen del sistema, porque no deben localizarla.
─¿Qué más hace falta?
─No hay centro de recuperación para las adicciones. Donde hay un juzgado federal debe haber un alberge para víctimas de trata y no lo puede tener el Estado solo, sino con las Ong’s de cada territorio. La condición para albergar una víctima no tiene que ser que declare.
Esta gente recluta muy fácilmente la gente y la droga ayuda para ello. La droga nos destruye, nos hace añicos, está en todos lados y a toda hora. La droga destruye el núcleo familiar, el grupo de amigos, porque empezás a consumir y te juntas con quien se droga y ahí empieza la vulnerabilidad, porque para poder consumir hacés cualquier cosa. El Estado debe tener campañas. ¡¿Cuánto hace que no vemos una campaña contra la droga, contra el narcotráfico?!
─Ustedes hacen su gran aporte con el Congreso sobre trata…
─El congreso es de todas y de todos. Las iglesias cristianas evangélicas están colaborando con todo, la universidad, grupos de jóvenes…, necesitamos gente que vaya, que pregunte. Será el 12 y 13 de mayo en la Sociedad Rural y a la tarde habrá ponencias simultáneas en la UNVM. Estamos convencidos que la transformación se da en el proceso.
(*) Publicado en El Diario del Centro del País, 10 de abril de 2011.-