ENTREVISTA A
MARÍA GABRIELA FERRERO
CANTANTE LÍRICA
Voz. Sólo la voz. Sin micrófonos ni amplificadores.
Acompañada con un piano, como una milenaria práctica artística de la Europa Clásica que se derramó por todo el mundo. Hablamos del canto lírico, género musical que muchos desconocen y que el tenor Luciano Pavarotti ha popularizado contemporáneamente.
Hoy la música y el canto vuelven a nuestras páginas de la mano de María Gabriela Ferrero, una cantante lírica de la ciudad.
Cursó la carrera de Canto en el Conservatorio Provincial de Música Felipe Boero entre 1996-2001. Estudió además en el Conservatorio Felipe Garzón (Córdoba) y el Conservatorio “Julián Aguirre” de Río Cuarto, donde después de este periplo se recibió como Profesora de Canto. Tomó clases en España, dentro del marco de un viaje a Italia que realizó en 2001. Realizó varios cursos de perfeccionamiento en distintos lugares, destacándose las clases particulares de canto (técnica, repertorio, interpretación) que tuvo a lo largo de su carrera con la profesora Teresa Landín de Córdoba, quien influyó notablemente en su crecimiento profesional. Ha participado desde chica en coros y como solista en distintos eventos y conciertos.
María Gabriela tiene un registro soprano. Es de Tío Pujio, luego de estudiar arduamente en las ciudades mencionadas; decidió quedarse en Villa María. Realizó varias presentaciones y en la actualidad no ha dejado el canto, pero se ha tomado un recreo, un tiempito para apostar a su segundo gran amor, pero el primero de la lista: la familia, una prioridad que, como toda mujer, no podría descuidar. Está casada y tiene dos hijos.
Nos recibe en su casa a horas de la siesta, cuando uno de sus niños duerme, el momento propicio para contarnos sobre sus inicios y desarrollos en este arte del canto tan particular.
—¿Cómo te iniciaste con el canto lírico?
—Terminé en el secundario en el colegio Rivadavia y dentro de una de las actividades estaba el coro, que en ese momento lo dirigía Pablo Cánepa y hacía conciertos con solitas del Colón, con músicos de Río Cuarto y nosotros que éramos los chicos del secundario, que hacíamos los coros de esa área de ópera. Siempre me gustó cantar, pero en la lírica podría decirse que fue a partir de ese momento, con él. Terminé el secundario, estudié informática, me gustaba la astronomía… nada qué ver; terminé estudié informática con un título que era técnico analista y tengo un título intermedio (analista programador), pero nunca me dediqué, porque me di cuenta que no era lo mío. Estuve también en el coro de la UTN y me enteré que daban canto en las carreras que se dictaban en el Conservatorio, y allí empecé, aproximadamente en 1996. Era un año de preparatorio y siete de carrera, con eso te recibías de profesor, luego cambiarían los planes. Las carreras que tenían grado superior tenían tres años más, entonces los chicos arrancaban de chiquitos y terminaban con la secundaria, yo empecé de grande. Estudiando en el Conservatorio, me llegó el nombre de una profesora de canto que me habían dicho que era muy buena y empecé a tomar clases particulares, su nombre es Teresa Landín, ella daba clases en el conservatorio de Córdoba. Viajaba los fines de semana o cada quince días. La mayor parte de la carrera la hice acá, pero también estuve en Córdoba y terminé en Río Cuarto.
—¿Cómo trabajás en tus presentaciones?
—Siempre trabajo con un pianista, con Germán Ruiz. Eso también es un tema para los que cantamos lírico, estoy bajando y comprando pistas, porque te sacan de un apuro; el problema de Villa María es que no hay salas con piano, el Sobral tiene, hay varias salas pero ese es el drama. Se puede hacer con piano eléctrico pero no es lo mismo. Este año hizo un ciclo en la librería Amelié que arrancó conmigo, siguió con otras presentaciones y cerró conmigo. Sucede que es todo un tema trasladar un piano. También es difícil conseguir un pianista que sea acompañante, porque hay muy buenos pianistas, pero tenés que hacer como un dúo; muchas veces el pianista tiene que seguir al cantante, hay que entenderse muy bien con el pianista. Generalmente, no se vive de esto, porque la mayoría de los músicos y cantantes se dedica a la docencia y hay que organizar las presentaciones y eso es todo un tema: promocionarlo, ensayos, invitar la gente, vender las entradas…
—¿En qué otros lugares has cantado?
—Yo canto en casamientos, en iglesias, cenas, ahora estoy incorporando en fiestas, no quiero perder mi línea, estoy haciendo otras cosas pero a mí me gusta lo lírico. La gente le da un poco de miedo lo de “lírico”; en un casamiento dije que iba a cantar el brindis de La Traviata, mmm… ¿y eso? ¿Le gustará? Decían; pero a la gente le gusta.
—Por lo general la gente no conoce qué es el canto lírico, hay que difundirlo un poco más.
—Porque nosotros tenemos nuestro público que nos sigue. Hay que hacerlo más popular. Ópera no es para cualquiera, pero los conciertos es muy diferente; en la ópera no tenés contacto con el público como en el concierto, donde entrás, vas y venís, y podés decir algo, es más cercano. No es todo una historia, hacés una selección de áreas o de canciones y cantás pedacitos de diferentes historias.
—¿Cantás en castellano?
—Generalmente las óperas son en italiano, alemán y francés; y después más contemporáneamente en inglés. Dentro de la carrera de canto teníamos fonética, algunos profes se la rebuscaban para traducir, porque podés imaginar que es una cosa lo que están cantando y nada que ver. Es transmitir a la gente la letra, lo que dice. Yo estudié en la Dante Alighieri, empecé por el tema de la fonética, porque me gusta, soy perfeccionista; me encantan los idiomas y me gusta perfeccionarme. Empecé con el italiano e hice los cinco años y me fui dos veces a Italia.
Si te querés dedicar profesionalmente y crecer tenés que irte a Buenos Aires, para hacer contactos y de ahí irte a Europa, tenía una amiga que se fue a Europa que tiene una voz… y no es fácil, parece que somos pocos, pero hay mucha gente que lo hace.
—Y después también uno tiene otras prioridades, la familia, los afectos…
—Claro, vos ves por ahí que muchos artistas no tienen hijos, o la vida que llevan, y yo me puse a pensar, y Buenos Aires a mí no me gusta. A mi me gusta la naturaleza y estando en una ciudad así era imposible. Pensé en irme a Italia, antes de casarme y tener mis hijos. Lo que pasa es que tenés que dejar muchas cosas, por ejemplo los chicos una semana y no, eso no lo hago, quiero estar con ellos.
—¿Cuáles son tus referentes?
—Me gusta mucho Mozart, porque mi voz se adapta para este compositor, aparte es muy bueno para aprender el tema porque es “cuadradito”, ¿cómo te explico?... Con otros compositores como Verdi, Puccini… te podés quedar en una frase, ir y venir; esto es como está escrita la música, no tenés que agregarle mucho más. Es lo que se llama “el limpiavoces”, porque por ahí están los que se van de más y con Mozart te ubica. Me gusta la música barroca, pero en general me gusta de todo, me gusta lo que hace Il Divo, Sara Brightman, no todo de todo, pero me gusta el llamado lírico-pop.
—¿Qué encierra el canto lirico?
—Es un estilo de canto, no es solo la ópera. Pero cuando nombras a Pavarotti para ejemplificar te entienden, porque se podría decir María Callas, pero muchos no saben quién es; en cambio Pavarotti sí, es él que hizo más popular la ópera. Después está la chanson francesa, el lied alemán; son canciones, es música de cámara, es para lugares más chicos, es nada más el cantante con el piano; no es con orquesta y todo esto de las áreas de las óperas. El tema de la canción es muy lindo porque el piano no es sólo acompañante, tiene lo suyo, tiene una melodía, como que por ahí te vas contestando…
—Es un diálogo.
—Claro, es muy lindo. El último concierto hicimos chanson o lied y la segunda áreas de ópera.
—¿Has grabado o pensás grabar en un disco?
—En un momento la idea fue hacer algo lírico-pop como Il Divo, Andrea Bocelli, Sara Brightman, está Emma Shaplin, que no me convence mucho, pero ese estilo. Y no sé, está ahí; tengo conciertos que he cantando, pero está pendiente. Como estoy retomando quiero estar bien, para interpretar me siento más suelta en el escenario o donde esté, más segura. Alguien me dijo una vez que tenía que entrar al escenario y ser una diva y mostrar seguridad, sobre todo en concursos y demás. Yo cuando canto me transformo.
—O sea que la cuestión expresiva y de movimiento juega un papel muy importante en este arte.
—Sí, como te digo, podés ser técnicamente perfecto, pero si a la gente no le llega nada… El fin de los artistas es transmitirle algo a la gente, hacerle sentir algo… Es tan lindo que la gente venga y te diga, te das cuenta cuando la gente lo disfruta lo que hiciste. A mí me encanta.
—¿Y el cuidado de la voz?
—Se debería estudiar por lo menos una hora por día, para que la voz no pierda la ligereza, en mi caso. Lo que aprendiste como técnica no se te va. Hay que dedicarle tiempo. Hay que cuidar mucho la voz, sobre todo con los cambios de tiempo y de temperatura (aire acondicionado, calefacción), por lo menos a mí me sucede que estas cosas enseguida influyen en mi "gola".
—¿El canto lírico es un género cerrado o admite la adición de otros estilos?
—Mmm no me gusta. A lo sumo hacer este tipo de lírico-pop, pero no sé si haría otra cosa. A mí me gusta el original. Se hacen montajes y demás de óperas de Verdi, yo no soy de eso. Yo creo que los originales no se deberían tocar, porque Mozart y demás han sido unos genios, sino no se estarían cantando todavía.
—Viendo que no hay mucha gente que enseñe este arte, ¿has pensado en dar clases?
—Yo di algunas clases, pero no puedo dar clases porque yo soy cantante. Estudié la carrera de profesorado porque no había donde estudiar canto lírico; pero no por el título para dar clases porque para eso tenés que tener algo muy especial. Hay que saber transmitir, por más que sepas mucho. Yo puedo ofrecer material de lo que he aprendido, pero dar clases, no.
—¿Si tuvieras que decirme qué es el canto lírico para María Gabriela Ferrero?
—Es mi segundo gran amor, porque el primero es la familia. Toda la música me encanta, hay gente que puede estar días sin escuchar música, sin prender la radio… yo me muero. Yo sostengo que si no existiera el arte en el mundo, sería tremendo, porque podés transmitir mensajes a la gente, podés hacer olvidar un rato de todos los problemas… es otra cosa. Siempre dicen que los artistas son gente especial, pero hay de todo… te pagan por hacer lo que te gusta, pero somos personas es una cuestión como en cualquier persona. Todo el arte te acerca a los sentimientos, a las sensaciones, a la esencia. Me gusta la música de películas, los musicales también; pero con el lírico es algo especial que tengo, lo canto y me transformo, ya que la siento muy mía.
Con la certeza de que el canto le pertenece y ella le pertenece al canto, la entrevista llega a su fin.
María Gabriela, no puede vivir sin música. No sé imagina un día sin ese arte, sin esa manifestación que se nos cuela dentro y nos toca el nervio más sensible. Ese arte que nos hace, en definitiva, más humanos.
MARÍA GABRIELA FERRERO
CANTANTE LÍRICA
Voz. Sólo la voz. Sin micrófonos ni amplificadores.
Acompañada con un piano, como una milenaria práctica artística de la Europa Clásica que se derramó por todo el mundo. Hablamos del canto lírico, género musical que muchos desconocen y que el tenor Luciano Pavarotti ha popularizado contemporáneamente.
Hoy la música y el canto vuelven a nuestras páginas de la mano de María Gabriela Ferrero, una cantante lírica de la ciudad.
Cursó la carrera de Canto en el Conservatorio Provincial de Música Felipe Boero entre 1996-2001. Estudió además en el Conservatorio Felipe Garzón (Córdoba) y el Conservatorio “Julián Aguirre” de Río Cuarto, donde después de este periplo se recibió como Profesora de Canto. Tomó clases en España, dentro del marco de un viaje a Italia que realizó en 2001. Realizó varios cursos de perfeccionamiento en distintos lugares, destacándose las clases particulares de canto (técnica, repertorio, interpretación) que tuvo a lo largo de su carrera con la profesora Teresa Landín de Córdoba, quien influyó notablemente en su crecimiento profesional. Ha participado desde chica en coros y como solista en distintos eventos y conciertos.
María Gabriela tiene un registro soprano. Es de Tío Pujio, luego de estudiar arduamente en las ciudades mencionadas; decidió quedarse en Villa María. Realizó varias presentaciones y en la actualidad no ha dejado el canto, pero se ha tomado un recreo, un tiempito para apostar a su segundo gran amor, pero el primero de la lista: la familia, una prioridad que, como toda mujer, no podría descuidar. Está casada y tiene dos hijos.
Nos recibe en su casa a horas de la siesta, cuando uno de sus niños duerme, el momento propicio para contarnos sobre sus inicios y desarrollos en este arte del canto tan particular.
—¿Cómo te iniciaste con el canto lírico?
—Terminé en el secundario en el colegio Rivadavia y dentro de una de las actividades estaba el coro, que en ese momento lo dirigía Pablo Cánepa y hacía conciertos con solitas del Colón, con músicos de Río Cuarto y nosotros que éramos los chicos del secundario, que hacíamos los coros de esa área de ópera. Siempre me gustó cantar, pero en la lírica podría decirse que fue a partir de ese momento, con él. Terminé el secundario, estudié informática, me gustaba la astronomía… nada qué ver; terminé estudié informática con un título que era técnico analista y tengo un título intermedio (analista programador), pero nunca me dediqué, porque me di cuenta que no era lo mío. Estuve también en el coro de la UTN y me enteré que daban canto en las carreras que se dictaban en el Conservatorio, y allí empecé, aproximadamente en 1996. Era un año de preparatorio y siete de carrera, con eso te recibías de profesor, luego cambiarían los planes. Las carreras que tenían grado superior tenían tres años más, entonces los chicos arrancaban de chiquitos y terminaban con la secundaria, yo empecé de grande. Estudiando en el Conservatorio, me llegó el nombre de una profesora de canto que me habían dicho que era muy buena y empecé a tomar clases particulares, su nombre es Teresa Landín, ella daba clases en el conservatorio de Córdoba. Viajaba los fines de semana o cada quince días. La mayor parte de la carrera la hice acá, pero también estuve en Córdoba y terminé en Río Cuarto.
—¿Cómo trabajás en tus presentaciones?
—Siempre trabajo con un pianista, con Germán Ruiz. Eso también es un tema para los que cantamos lírico, estoy bajando y comprando pistas, porque te sacan de un apuro; el problema de Villa María es que no hay salas con piano, el Sobral tiene, hay varias salas pero ese es el drama. Se puede hacer con piano eléctrico pero no es lo mismo. Este año hizo un ciclo en la librería Amelié que arrancó conmigo, siguió con otras presentaciones y cerró conmigo. Sucede que es todo un tema trasladar un piano. También es difícil conseguir un pianista que sea acompañante, porque hay muy buenos pianistas, pero tenés que hacer como un dúo; muchas veces el pianista tiene que seguir al cantante, hay que entenderse muy bien con el pianista. Generalmente, no se vive de esto, porque la mayoría de los músicos y cantantes se dedica a la docencia y hay que organizar las presentaciones y eso es todo un tema: promocionarlo, ensayos, invitar la gente, vender las entradas…
—¿En qué otros lugares has cantado?
—Yo canto en casamientos, en iglesias, cenas, ahora estoy incorporando en fiestas, no quiero perder mi línea, estoy haciendo otras cosas pero a mí me gusta lo lírico. La gente le da un poco de miedo lo de “lírico”; en un casamiento dije que iba a cantar el brindis de La Traviata, mmm… ¿y eso? ¿Le gustará? Decían; pero a la gente le gusta.
—Por lo general la gente no conoce qué es el canto lírico, hay que difundirlo un poco más.
—Porque nosotros tenemos nuestro público que nos sigue. Hay que hacerlo más popular. Ópera no es para cualquiera, pero los conciertos es muy diferente; en la ópera no tenés contacto con el público como en el concierto, donde entrás, vas y venís, y podés decir algo, es más cercano. No es todo una historia, hacés una selección de áreas o de canciones y cantás pedacitos de diferentes historias.
—¿Cantás en castellano?
—Generalmente las óperas son en italiano, alemán y francés; y después más contemporáneamente en inglés. Dentro de la carrera de canto teníamos fonética, algunos profes se la rebuscaban para traducir, porque podés imaginar que es una cosa lo que están cantando y nada que ver. Es transmitir a la gente la letra, lo que dice. Yo estudié en la Dante Alighieri, empecé por el tema de la fonética, porque me gusta, soy perfeccionista; me encantan los idiomas y me gusta perfeccionarme. Empecé con el italiano e hice los cinco años y me fui dos veces a Italia.
Si te querés dedicar profesionalmente y crecer tenés que irte a Buenos Aires, para hacer contactos y de ahí irte a Europa, tenía una amiga que se fue a Europa que tiene una voz… y no es fácil, parece que somos pocos, pero hay mucha gente que lo hace.
—Y después también uno tiene otras prioridades, la familia, los afectos…
—Claro, vos ves por ahí que muchos artistas no tienen hijos, o la vida que llevan, y yo me puse a pensar, y Buenos Aires a mí no me gusta. A mi me gusta la naturaleza y estando en una ciudad así era imposible. Pensé en irme a Italia, antes de casarme y tener mis hijos. Lo que pasa es que tenés que dejar muchas cosas, por ejemplo los chicos una semana y no, eso no lo hago, quiero estar con ellos.
—¿Cuáles son tus referentes?
—Me gusta mucho Mozart, porque mi voz se adapta para este compositor, aparte es muy bueno para aprender el tema porque es “cuadradito”, ¿cómo te explico?... Con otros compositores como Verdi, Puccini… te podés quedar en una frase, ir y venir; esto es como está escrita la música, no tenés que agregarle mucho más. Es lo que se llama “el limpiavoces”, porque por ahí están los que se van de más y con Mozart te ubica. Me gusta la música barroca, pero en general me gusta de todo, me gusta lo que hace Il Divo, Sara Brightman, no todo de todo, pero me gusta el llamado lírico-pop.
—¿Qué encierra el canto lirico?
—Es un estilo de canto, no es solo la ópera. Pero cuando nombras a Pavarotti para ejemplificar te entienden, porque se podría decir María Callas, pero muchos no saben quién es; en cambio Pavarotti sí, es él que hizo más popular la ópera. Después está la chanson francesa, el lied alemán; son canciones, es música de cámara, es para lugares más chicos, es nada más el cantante con el piano; no es con orquesta y todo esto de las áreas de las óperas. El tema de la canción es muy lindo porque el piano no es sólo acompañante, tiene lo suyo, tiene una melodía, como que por ahí te vas contestando…
—Es un diálogo.
—Claro, es muy lindo. El último concierto hicimos chanson o lied y la segunda áreas de ópera.
—¿Has grabado o pensás grabar en un disco?
—En un momento la idea fue hacer algo lírico-pop como Il Divo, Andrea Bocelli, Sara Brightman, está Emma Shaplin, que no me convence mucho, pero ese estilo. Y no sé, está ahí; tengo conciertos que he cantando, pero está pendiente. Como estoy retomando quiero estar bien, para interpretar me siento más suelta en el escenario o donde esté, más segura. Alguien me dijo una vez que tenía que entrar al escenario y ser una diva y mostrar seguridad, sobre todo en concursos y demás. Yo cuando canto me transformo.
—O sea que la cuestión expresiva y de movimiento juega un papel muy importante en este arte.
—Sí, como te digo, podés ser técnicamente perfecto, pero si a la gente no le llega nada… El fin de los artistas es transmitirle algo a la gente, hacerle sentir algo… Es tan lindo que la gente venga y te diga, te das cuenta cuando la gente lo disfruta lo que hiciste. A mí me encanta.
—¿Y el cuidado de la voz?
—Se debería estudiar por lo menos una hora por día, para que la voz no pierda la ligereza, en mi caso. Lo que aprendiste como técnica no se te va. Hay que dedicarle tiempo. Hay que cuidar mucho la voz, sobre todo con los cambios de tiempo y de temperatura (aire acondicionado, calefacción), por lo menos a mí me sucede que estas cosas enseguida influyen en mi "gola".
—¿El canto lírico es un género cerrado o admite la adición de otros estilos?
—Mmm no me gusta. A lo sumo hacer este tipo de lírico-pop, pero no sé si haría otra cosa. A mí me gusta el original. Se hacen montajes y demás de óperas de Verdi, yo no soy de eso. Yo creo que los originales no se deberían tocar, porque Mozart y demás han sido unos genios, sino no se estarían cantando todavía.
—Viendo que no hay mucha gente que enseñe este arte, ¿has pensado en dar clases?
—Yo di algunas clases, pero no puedo dar clases porque yo soy cantante. Estudié la carrera de profesorado porque no había donde estudiar canto lírico; pero no por el título para dar clases porque para eso tenés que tener algo muy especial. Hay que saber transmitir, por más que sepas mucho. Yo puedo ofrecer material de lo que he aprendido, pero dar clases, no.
—¿Si tuvieras que decirme qué es el canto lírico para María Gabriela Ferrero?
—Es mi segundo gran amor, porque el primero es la familia. Toda la música me encanta, hay gente que puede estar días sin escuchar música, sin prender la radio… yo me muero. Yo sostengo que si no existiera el arte en el mundo, sería tremendo, porque podés transmitir mensajes a la gente, podés hacer olvidar un rato de todos los problemas… es otra cosa. Siempre dicen que los artistas son gente especial, pero hay de todo… te pagan por hacer lo que te gusta, pero somos personas es una cuestión como en cualquier persona. Todo el arte te acerca a los sentimientos, a las sensaciones, a la esencia. Me gusta la música de películas, los musicales también; pero con el lírico es algo especial que tengo, lo canto y me transformo, ya que la siento muy mía.
Con la certeza de que el canto le pertenece y ella le pertenece al canto, la entrevista llega a su fin.
María Gabriela, no puede vivir sin música. No sé imagina un día sin ese arte, sin esa manifestación que se nos cuela dentro y nos toca el nervio más sensible. Ese arte que nos hace, en definitiva, más humanos.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 29 de noviembre de 2009.-