REPORTAJE
EDUARDO ELÍA
AIRES DE JAZZ CORDOBÉS
Nos sentamos en las gradas del Teatrino, ubicado en las instalaciones del Campus Universitario de la UNVM. Allí, en ese espacio, es donde decidimos ubicarnos para emprender una charla que veníamos postergando semanas atrás.
Queríamos un espacio donde el bullicio de los alumnos transeúntes amalgamado con las notas de los distintos instrumentos que se colaban por las endijas de las aulas, no nos molestara.
Allí, sentado en posición india sobre la alfombra bordó, Eduardo Elía nos comenta de sus proyectos. Sus estudios transitaron desde el Conservatorio de nuestra ciudad, pasando por La Colmena en Córdoba, hasta la extensión áulica de la Universidad Berkley en Buenos Aires, donde fue becado por un año para viajar a Boston a la sede central.
Posee en la actualidad un cuarteto de jazz integrado con músicos locales y de otras ciudades. Grabaron un disco con nueve temas que saldrá a la calle después de la segunda mitad del año. Alguno de esos temas se pueden escuchar en el sitio de internet www.myspace.com/eduardoelia, donde además puede ampliarse la información sobre este proyecto musical.
- ¿De qué manera se gestó “Eduardo Elía Cuarteto”?
-Más que del grupo, yo voy haciendo diferentes cosas a medida que me van surgiendo las necesidades. Me formé más como instrumentista, como pianista y desde el principio tuve más la inquietud de escribir mi música. A medida que voy necesitando, voy formando mis grupos para llevar a cabo mis proyectos. En algún momento tuve formación de trío, también depende de las ganas de la gente de la que me estoy rodeando, del tipo de jazz que quiero hacer... voy cambiando o voy viendo con quien voy armando mis grupos.
-¿La gente que está con vos es de esta ciudad?
-Mezclado. En el del cuarteto, el grupo que tengo ahora, hay un villamariense que es Martín Dellavedova que toca el saxo, hay un contrabajista que es de Río Ceballos llamado Cristian Andrada y el baterista que es Luis Barzola. Pero toco con mucha gente, tengo varios proyectos. Con esta gente estamos por sacar el disco en setiembre para un sello de Rosario que se llama BlueArt y que editó a gente como Ernesto Jodos, Gandini, Paula Shocron, que es una pianista rosarina muy buena... La productora nos respalda, porque si bien la gente no sabe quienes somos, sabe que al estar grabando allí hay un piso de calidad. También es muy importante el tema de la distribución en todo el país y por Internet al mundo. Los montos se ponen a medias y después se recupera todo a medias.
Con el grupo que te mencioné sigo ese proyecto. En Villa María tengo mi trío, porque con ellos tocamos otra música, ellos son Luciano Cuviello que es el baterista y Federico Lomonaco que es el bajista. En Buenos Aires también tengo alguna gente la que conocí hace unos años y con las cuales tenemos un trío, toco solo también, son todos repertorios distintos que estoy haciendo al mismo tiempo.
-Ustedes fueron convocados para uno de los eventos más importantes sobre el jazz que hay en el país, ¿cómo fue esa experiencia?
-El año pasado nos invitaron a participar del Festival de Jazz de Rosario, que ya lleva 11 años de existir. Fuimos el único grupo de Córdoba y uno de los pocos del interior del país. Es muy importante porque participan muchos buenos músicos. Se hace en Setiembre y dura casi todo un mes, donde tocan los grupos locales y tocan excelentes músicos de Buenos Aires.
-¿Cómo ves a Villa María? ¿Hay público para el jazz?
- Público para el jazz hay en todos lados, sólo hay que hacer docencia. Hay que tocar y todo contribuye. En Villa María hay un montón de chicos que se están acercando al jazz más puro o a fusiones, muchas veces el jazz se infiltra en distintos tipos de música. Muchos se acercan al funk o al rock, incluso al tango y al folklore, géneros que incorporan elementos que vienen del jazz. Y para el jazz propiamente dicho también, hay que empezar a salir a tocar, y la gente lo escucha y al que no entiende le atrae otra parte del jazz, hay una cosa de comunicación muy fuerte que no hace falta entender los códigos para darse cuenta. En el jazz los músicos se miran mucho entonces suceden cosas que a ellos mismos les parecen graciosas y entonces se ríen unos con otros. El que entiende un poco más por ahí disfruta de porque se están riendo el otro, disfruta de la misma química que tiene eso, hay mucho de espontáneo porque una de las características es la improvisación. Entonces la gente, sin saber incluso, ve un montón de cosas que están pasando en el momento y que a los músicos los hace disfrutar mucho, cuando la gente ve eso también lo disfruta. Resulta que a medida que vas viendo no es complicado entender un montón de cosas.
-Vos decís que muchos chicos se están arrimando al jazz. Uno por ahí tiene la idea de que este tipo de música la escucha gente más adulta...
-Sucede que hay muchos tipos de jazz. La historia del jazz no es larga, tiene un poco más de 60 años, pero hay para todos los gustos, y todo se mezcló con todo, hay un montón de estilos. La juventud son los músicos, cada vez hay más porque ven elementos del jazz que son susceptibles de ser usados en cualquier tipo de música. Muchas veces entran así y luego se ponen a ver cual era el jazz más puro. Hay músicos jóvenes que me van a ver, mis alumnos son gente joven y por ahí me van a ver. El jazz más típico quizás es más relacionado con la gente mayor; pero es un tipo, porque hay un montón de música influida por el jazz y son lenguajes que la juventud consume.
-¿Cómo son los lugares donde se ejecuta jazz?
-Con el jazz pasa una cosa que con otros lugares no pasa, el rock, el folklore o el tango tienen lugares específicos donde uno ya sabe que va a ir a escuchar esa música. En una época pasaba con el jazz, pero ahora no; en Córdoba o en Villa María no hay un lugar donde vos digas “en ese bar se toca jazz”. El jazz va buscando lugares, y le dan un día por ejemplo. Acá lo mismo, la gente que toca jazz que son algunos alumnos o gente que fusiona su estilo con el jazz va buscando bares. Como ahora hay pocos lugares buscamos espacios como centros culturales, o salas de algún sindicato, por ejemplo. Cualquier lugar sirve, porque el lugar no lleva la gente, sino que la lleva el músico.
-¿Y en cuanto a la acústica del lugar?
-Eso se acomoda, porque por lo menos la música que yo hago es acústica, no hay mucha cosa amplificada; podés tener algún problema de retumbe o demás, pero no es un grupo amplificado que necesite que la acústica sea buenísima. Uno se acomoda, hay veces que el lugar no tiene la mejor acústica, pero los músicos van siempre y es un lugar de reunión.
-¿El estilo que ustedes hacen se puede definir de alguna manera?
-Sí, en el jazz la forma más fácil de definirlo es por las épocas, el jazz fue como evolucionando mucho a través de la historia, entonces lo que uno hace es decir más o menos las influencias que ha tenido. Lo que yo hago, en el disco que va a salir a mediados de año, hay influencia del “hard-bop” y el “post-bop” que tiene que ver con la música que se hizo en los años ’60 y ’70. Pero yo no soy de esa época, entonces, hay cosas como más modernas, o guiños a cosas más viejas; es lo que está pasando hoy, cada uno le da su impronta. En este caso es el jazz puro pero mezclando varias épocas.
-¿Siempre te inclinaste por este género?
-Me interesan todos los géneros, de toda la música siempre hay cosas buenas. Cuando entré a la secundaria me pasaron unos discos, sobre todo los de un pianista en particular que me mató, que se llama Keith Jarrett. De ahí fui de a poco interesándome y buscando cosas.
-Recién mencionaste a Jarrett, ¿podrías decirnos algunos referentes para que la gente que no escucha jazz se acerque a este género?
-Lo que siempre se recomienda es Miles Davis, sobre todo porque desde que empezó el vivió todas las épocas e inventó algunos de esos cambios. El vivió el “bepop”, que fue como una de las manifestaciones más artísticas del jazz, el “hard-bop”, el “free-jazz”, cuando se empezó a fusionar con el rock y se hizo “jazz-rock”; todas esas cosas él las vivó. Entonces, si vos escuchás discos cada cinco años desde el ’45 hasta que se murió, podés tener un panorama de toda la historia del jazz. Si por allí te gusta más el funk o la electrónica podés escuchar cosas del ’80 y para atrás podés ir buscando más cosas. A mi me gusta mucho Dexter Gordon, que es más de una época determinada, un saxofonista que me gustó muchísimo. Hay un montón, Charlie Parker, Bud Power, Thelonious Monk, Herbie Hancock... pero para introducirse está bien comenzar por Miles Davis.
-En general, ¿cómo ves la calidad de los músicos de Villa María?
-Está creciendo bastante, la universidad está haciendo mucho, va creciendo la comunidad de músicos y yo veo chicos que son buenos y van camino a ser muy buenos. Esa gente pide pista y eso crea un circuito también, entonces empiezan a armar sus proyectos y piden lugares en los bares para tocar y todo esto motiva a los chicos que entran al año que viene y se va haciendo una bola que va creciendo.
-¿Crees que los músicos deben recibir el apoyo oficial?
-No sólo que creo, sino que estamos en una época en que es la única salida que tenemos, porque hay pocos lugares para tocar. Antes había en los bares y pubs un tipo que le gustaba algún tipo de música y entonces si vos ibas a ese bar sabías que allí habría jazz y no sabías quien tocaba, pero sabías que allí había buen jazz. Hoy por hoy, los bares cuando llaman un músico para tocar, es para que le lleve la gente; es el músico quien debe llevar la gente, es una cuestión más que todo económica.
-Sobre todo en el jazz que es menos popular que otros géneros.
-Yo creo que no hay música no comercial, el tema es venderla. Pongámosle al jazz toda la plata de publicidad que se le pone al pop o al cuarteto y vemos que pasa. Hay que poner la plata antes, nada más. Ahí debe estar el Estado, para apoyar gente que no es conocida, para permitir que se muestren proyectos que no son comerciales, promover un ámbito donde se puedan mover las cosas y a vender lo que uno tiene. Los dirigentes no se dan cuenta que cualquier cosa puede dar rédito político. Hay que pagar lo que se corresponde, hay que dignificar el trabajo del músico. Vos fijate, hace poco recibí una lista de Cosquín con la gente que trabaja allí: plomos, seguridad, mozos, acomodadores, estacionamiento, más o menos 200 personas, ¿Quiénes son los únicos que no cobran? ¡Los músicos! Que son los que convocan toda esa movida.
-Finalmente, ¿cómo podría definir al jazz, Eduardo Elía?
-Para mí es un lenguaje con el que me siento más cómodo. Es un filtro a través donde paso toda la música que yo hago. En una época reversionaba algún tango, una zamba... ahora estoy haciendo una jazz más puro, pero en definitiva es un lenguaje.
EDUARDO ELÍA
AIRES DE JAZZ CORDOBÉS
Nos sentamos en las gradas del Teatrino, ubicado en las instalaciones del Campus Universitario de la UNVM. Allí, en ese espacio, es donde decidimos ubicarnos para emprender una charla que veníamos postergando semanas atrás.
Queríamos un espacio donde el bullicio de los alumnos transeúntes amalgamado con las notas de los distintos instrumentos que se colaban por las endijas de las aulas, no nos molestara.
Allí, sentado en posición india sobre la alfombra bordó, Eduardo Elía nos comenta de sus proyectos. Sus estudios transitaron desde el Conservatorio de nuestra ciudad, pasando por La Colmena en Córdoba, hasta la extensión áulica de la Universidad Berkley en Buenos Aires, donde fue becado por un año para viajar a Boston a la sede central.
Posee en la actualidad un cuarteto de jazz integrado con músicos locales y de otras ciudades. Grabaron un disco con nueve temas que saldrá a la calle después de la segunda mitad del año. Alguno de esos temas se pueden escuchar en el sitio de internet www.myspace.com/eduardoelia, donde además puede ampliarse la información sobre este proyecto musical.
- ¿De qué manera se gestó “Eduardo Elía Cuarteto”?
-Más que del grupo, yo voy haciendo diferentes cosas a medida que me van surgiendo las necesidades. Me formé más como instrumentista, como pianista y desde el principio tuve más la inquietud de escribir mi música. A medida que voy necesitando, voy formando mis grupos para llevar a cabo mis proyectos. En algún momento tuve formación de trío, también depende de las ganas de la gente de la que me estoy rodeando, del tipo de jazz que quiero hacer... voy cambiando o voy viendo con quien voy armando mis grupos.
-¿La gente que está con vos es de esta ciudad?
-Mezclado. En el del cuarteto, el grupo que tengo ahora, hay un villamariense que es Martín Dellavedova que toca el saxo, hay un contrabajista que es de Río Ceballos llamado Cristian Andrada y el baterista que es Luis Barzola. Pero toco con mucha gente, tengo varios proyectos. Con esta gente estamos por sacar el disco en setiembre para un sello de Rosario que se llama BlueArt y que editó a gente como Ernesto Jodos, Gandini, Paula Shocron, que es una pianista rosarina muy buena... La productora nos respalda, porque si bien la gente no sabe quienes somos, sabe que al estar grabando allí hay un piso de calidad. También es muy importante el tema de la distribución en todo el país y por Internet al mundo. Los montos se ponen a medias y después se recupera todo a medias.
Con el grupo que te mencioné sigo ese proyecto. En Villa María tengo mi trío, porque con ellos tocamos otra música, ellos son Luciano Cuviello que es el baterista y Federico Lomonaco que es el bajista. En Buenos Aires también tengo alguna gente la que conocí hace unos años y con las cuales tenemos un trío, toco solo también, son todos repertorios distintos que estoy haciendo al mismo tiempo.
-Ustedes fueron convocados para uno de los eventos más importantes sobre el jazz que hay en el país, ¿cómo fue esa experiencia?
-El año pasado nos invitaron a participar del Festival de Jazz de Rosario, que ya lleva 11 años de existir. Fuimos el único grupo de Córdoba y uno de los pocos del interior del país. Es muy importante porque participan muchos buenos músicos. Se hace en Setiembre y dura casi todo un mes, donde tocan los grupos locales y tocan excelentes músicos de Buenos Aires.
-¿Cómo ves a Villa María? ¿Hay público para el jazz?
- Público para el jazz hay en todos lados, sólo hay que hacer docencia. Hay que tocar y todo contribuye. En Villa María hay un montón de chicos que se están acercando al jazz más puro o a fusiones, muchas veces el jazz se infiltra en distintos tipos de música. Muchos se acercan al funk o al rock, incluso al tango y al folklore, géneros que incorporan elementos que vienen del jazz. Y para el jazz propiamente dicho también, hay que empezar a salir a tocar, y la gente lo escucha y al que no entiende le atrae otra parte del jazz, hay una cosa de comunicación muy fuerte que no hace falta entender los códigos para darse cuenta. En el jazz los músicos se miran mucho entonces suceden cosas que a ellos mismos les parecen graciosas y entonces se ríen unos con otros. El que entiende un poco más por ahí disfruta de porque se están riendo el otro, disfruta de la misma química que tiene eso, hay mucho de espontáneo porque una de las características es la improvisación. Entonces la gente, sin saber incluso, ve un montón de cosas que están pasando en el momento y que a los músicos los hace disfrutar mucho, cuando la gente ve eso también lo disfruta. Resulta que a medida que vas viendo no es complicado entender un montón de cosas.
-Vos decís que muchos chicos se están arrimando al jazz. Uno por ahí tiene la idea de que este tipo de música la escucha gente más adulta...
-Sucede que hay muchos tipos de jazz. La historia del jazz no es larga, tiene un poco más de 60 años, pero hay para todos los gustos, y todo se mezcló con todo, hay un montón de estilos. La juventud son los músicos, cada vez hay más porque ven elementos del jazz que son susceptibles de ser usados en cualquier tipo de música. Muchas veces entran así y luego se ponen a ver cual era el jazz más puro. Hay músicos jóvenes que me van a ver, mis alumnos son gente joven y por ahí me van a ver. El jazz más típico quizás es más relacionado con la gente mayor; pero es un tipo, porque hay un montón de música influida por el jazz y son lenguajes que la juventud consume.
-¿Cómo son los lugares donde se ejecuta jazz?
-Con el jazz pasa una cosa que con otros lugares no pasa, el rock, el folklore o el tango tienen lugares específicos donde uno ya sabe que va a ir a escuchar esa música. En una época pasaba con el jazz, pero ahora no; en Córdoba o en Villa María no hay un lugar donde vos digas “en ese bar se toca jazz”. El jazz va buscando lugares, y le dan un día por ejemplo. Acá lo mismo, la gente que toca jazz que son algunos alumnos o gente que fusiona su estilo con el jazz va buscando bares. Como ahora hay pocos lugares buscamos espacios como centros culturales, o salas de algún sindicato, por ejemplo. Cualquier lugar sirve, porque el lugar no lleva la gente, sino que la lleva el músico.
-¿Y en cuanto a la acústica del lugar?
-Eso se acomoda, porque por lo menos la música que yo hago es acústica, no hay mucha cosa amplificada; podés tener algún problema de retumbe o demás, pero no es un grupo amplificado que necesite que la acústica sea buenísima. Uno se acomoda, hay veces que el lugar no tiene la mejor acústica, pero los músicos van siempre y es un lugar de reunión.
-¿El estilo que ustedes hacen se puede definir de alguna manera?
-Sí, en el jazz la forma más fácil de definirlo es por las épocas, el jazz fue como evolucionando mucho a través de la historia, entonces lo que uno hace es decir más o menos las influencias que ha tenido. Lo que yo hago, en el disco que va a salir a mediados de año, hay influencia del “hard-bop” y el “post-bop” que tiene que ver con la música que se hizo en los años ’60 y ’70. Pero yo no soy de esa época, entonces, hay cosas como más modernas, o guiños a cosas más viejas; es lo que está pasando hoy, cada uno le da su impronta. En este caso es el jazz puro pero mezclando varias épocas.
-¿Siempre te inclinaste por este género?
-Me interesan todos los géneros, de toda la música siempre hay cosas buenas. Cuando entré a la secundaria me pasaron unos discos, sobre todo los de un pianista en particular que me mató, que se llama Keith Jarrett. De ahí fui de a poco interesándome y buscando cosas.
-Recién mencionaste a Jarrett, ¿podrías decirnos algunos referentes para que la gente que no escucha jazz se acerque a este género?
-Lo que siempre se recomienda es Miles Davis, sobre todo porque desde que empezó el vivió todas las épocas e inventó algunos de esos cambios. El vivió el “bepop”, que fue como una de las manifestaciones más artísticas del jazz, el “hard-bop”, el “free-jazz”, cuando se empezó a fusionar con el rock y se hizo “jazz-rock”; todas esas cosas él las vivó. Entonces, si vos escuchás discos cada cinco años desde el ’45 hasta que se murió, podés tener un panorama de toda la historia del jazz. Si por allí te gusta más el funk o la electrónica podés escuchar cosas del ’80 y para atrás podés ir buscando más cosas. A mi me gusta mucho Dexter Gordon, que es más de una época determinada, un saxofonista que me gustó muchísimo. Hay un montón, Charlie Parker, Bud Power, Thelonious Monk, Herbie Hancock... pero para introducirse está bien comenzar por Miles Davis.
-En general, ¿cómo ves la calidad de los músicos de Villa María?
-Está creciendo bastante, la universidad está haciendo mucho, va creciendo la comunidad de músicos y yo veo chicos que son buenos y van camino a ser muy buenos. Esa gente pide pista y eso crea un circuito también, entonces empiezan a armar sus proyectos y piden lugares en los bares para tocar y todo esto motiva a los chicos que entran al año que viene y se va haciendo una bola que va creciendo.
-¿Crees que los músicos deben recibir el apoyo oficial?
-No sólo que creo, sino que estamos en una época en que es la única salida que tenemos, porque hay pocos lugares para tocar. Antes había en los bares y pubs un tipo que le gustaba algún tipo de música y entonces si vos ibas a ese bar sabías que allí habría jazz y no sabías quien tocaba, pero sabías que allí había buen jazz. Hoy por hoy, los bares cuando llaman un músico para tocar, es para que le lleve la gente; es el músico quien debe llevar la gente, es una cuestión más que todo económica.
-Sobre todo en el jazz que es menos popular que otros géneros.
-Yo creo que no hay música no comercial, el tema es venderla. Pongámosle al jazz toda la plata de publicidad que se le pone al pop o al cuarteto y vemos que pasa. Hay que poner la plata antes, nada más. Ahí debe estar el Estado, para apoyar gente que no es conocida, para permitir que se muestren proyectos que no son comerciales, promover un ámbito donde se puedan mover las cosas y a vender lo que uno tiene. Los dirigentes no se dan cuenta que cualquier cosa puede dar rédito político. Hay que pagar lo que se corresponde, hay que dignificar el trabajo del músico. Vos fijate, hace poco recibí una lista de Cosquín con la gente que trabaja allí: plomos, seguridad, mozos, acomodadores, estacionamiento, más o menos 200 personas, ¿Quiénes son los únicos que no cobran? ¡Los músicos! Que son los que convocan toda esa movida.
-Finalmente, ¿cómo podría definir al jazz, Eduardo Elía?
-Para mí es un lenguaje con el que me siento más cómodo. Es un filtro a través donde paso toda la música que yo hago. En una época reversionaba algún tango, una zamba... ahora estoy haciendo una jazz más puro, pero en definitiva es un lenguaje.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL C ENTRO DEL PAÍS, el domingo 04 de mayo de 2008.-