Entrevista
ROSITA RODRÍGUEZ
Su paso por la UNVM
La
recuerda como una mañana ideal. El día había iniciado fresco y con un sol
maravilloso. Era el 2 de febrero de 1996 y con el legajo número cinco, Rosita
Rodríguez se hacía cargo de la Mesa de Entradas Salidas y Archivo de la
flamante Universidad Nacional de Villa María (UNVM).
Había
sido convocada por el Rector, Contador Carlos Omar Domínguez, para hacerse
cargo de uno de los primeros puestos que la Casa de Altos Estudios generaba.
Era allí en la casona de Lisandro de la Torre 252 donde empezaba a funcionar el
Rectorado de la Universidad. Recuerda con suma precisión que Omar, un
compañero, se encontraba en una escalera realizando las conexiones eléctricas y
Gladys preparaba los mates en el fondo de la cocina.
“Es
inevitable no saludarla”, decían, porque entrabas a la institución y ella
estaba allí para orientar a quienes se acercaban a conocer qué era eso de una
universidad nacional en la ciudad y la posibilidad de acceder a estudios superiores
sin tener que viajar o establecerse en lugares como la capital cordobesa.
Pero la
historia no comienza allí, habían pasado muchas cosas antes para llegar a ese
punto. Compartimos a continuación algunos de los recuerdos de una no docente
que está dejando su lugar de trabajo y que vio crecer a la UNVM, junto a una
ciudad que la acompañó.
Fotos: UNVM
Texto: Darío Falconi
Texto: Darío Falconi
eldiariocultura@gmail.com
Rosita
Rodríguez perteneció a la Comisión Organizadora Pro-Universidad. Conoció a un
grupo de personas en el Festival de Peñas que se reunían religiosamente los
martes para seguir pensando lo que en ese momento era una utopía. El intendente
Miguel Veglia les cedía el Salón Blanco para que pudieran reunirse y en
innumerables encuentros comenzaban a trazar un camino que tiene inicio, pero no
final.
Al igual
que muchos villamarienses, Rosita tenía dos hijas que necesitaban estudiar,
pero no estaban dadas sus condiciones personales (era viuda y docente) para
hacerse cargo de todo lo que implica cursar estudios superiores en una ciudad
como Córdoba.
Invitados
a su casa, la entrevistada de hoy nos cuenta los detalles de cómo se progresaba
de a poco en esta solicitud. Era un movimiento que lentamente sumaba adherentes
para ir cobrando, cada vez, más fuerza. Dice Rosita “los políticos del momento aportaban su grano de arena. Muchas veces
llevaban la documentación a Buenos Aires que nosotros les armábamos… teníamos apoyo
de la intendencia, de la gente, de las empresas… se concentraban en el cine, se
hizo convocatoria y se llenó, tratábamos de que la prensa difundiera, el señor Héctor
Cavagliato se encargó mucho de eso, y así iba comentándose. Todo eso se iba
plasmando en carpetas, los políticos trasladaban ese proyecto, lo llevaban. Más
de una vez venían muy desanimados porque no los recibían, porque no tenían la
respuesta que esperaban, en fin… no fue fácil. La gente de la Comisión era la
que hacía caso omiso a eso y seguíamos haciendo más cosas. Éramos unas 15 o 20 personas
aproximadamente, primeramente Adriana Torres fue la secretaria de actas, luego
hubo algunos cambios y luego quedé yo. Todo se plasmó en un libro, que está en archivología.”
-¿Y se crea la UNVM?
-Mediante
decreto se crea oficialmente la UNVM. Para los que pudimos viajar a Buenos
Aires fue una experiencia indescriptible. Hubo mucha gente que trabajó desde un
principio hasta el último y otra gente que se acopló cuando ya vieron que todo
estaba encaminado. Para nosotros fue una gran sorpresa la designación de Carlos
Domínguez, quien en ese momento estaba de contador de la Universidad Nacional
de Río Cuarto. Yo cierro el libro de actas con las palabras del señor
Accastello que dice que “La Universidad ya no es una utopía, sino una
realidad”.
-La gente
se acercó a preguntar qué carrera se iba a dar. Recuerdo a la Licenciatura en
Sociología, a los profesores Ada Caracciolo, Gustavo Zilocchi, Encarnación
Sobrino y a Sergio Chius. De quien no nos tenemos que olvidar es de Juan Carlos
Ciallella, el Coordinador de la Licenciatura en Composición Musical; por otro
lado, si alguien caminó los pasillos de la calle Lisandro de la Torre, fue don
Adelqui Pellegrino, Coordinador de lo que era la Licenciatura en Diseño y
Producción de Imagen. Recuerdo su viaje a Estados Unidos para traer
equipamiento para la carrera, que se desarrolló en la sede de calle Corrientes.
Hubo una “pelea” con la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación
Universitaria) para que nos aprobaran las carreras, a la gente se le decía que
“estén atento a los medios”. Eso siempre se les decía.
Quiero
destacar que todos pensábamos en la Universidad, no había función crítica ni
compensación horaria, ni ningún otro beneficio; simplemente se trabajaba.
Nunca me
voy a olvidar de como se bajan los pupitres, cuando armamos el aula uno de la sede
de calle Mendoza, no te puedo explicar cuando logramos acomodar todos los
bancos y vimos como quedó. Recién allí nos dimos cuenta de lo que habíamos
hecho.
-¿Cómo has visto a la conducción de la Casa de Altos
Estudios desde sus inicios hasta la actualidad?
-Los diez
primeros años en que Carlos Domínguez fue Rector, se hizo un gran marco y que
esta Gestión con Martín Gill en ese puesto, se fue ampliando esa pintura. En
uno destaquemos la organización, y en el otro la capacidad política, ha hecho
que la Universidad trascendiera, de la manera que ha trascendido. En un acto
que se realizó alguna vez, yo dije que “tendremos que ser responsables y
cuidadosos de este vuelo que tiene la Universidad Nacional, porque es un vuelo
gigantesco”.
-¿Qué nos podés decir del Campus?
-Recuerdo
cuando salían a buscar campos por la zona… Un día vino Domínguez y dijo que ya
teníamos Campus y que eran 100 hectáreas. Yo le pregunté ¿por qué tan grande? Y
me respondió que con el tiempo, ese espacio quedaría chico. Gracias a Dios
conservaron un chañar, emblema de ese campo, como símbolo callado, como un
guardián de lo que iba a ser. Cuando se fue construyendo, no podíamos dar
crédito de lo que veíamos. Hoy eso que veíamos es un granito de arena a
comparación con todo lo que se está haciendo. Las aulas, el comedor, la
biblioteca... además que ya está todo pavimentado.
-Rosita, ¿siempre fuiste de Villa María?
-Soy de
Río Cuarto y vine en el ’65. He sido muy conocida por mi desempeño como
docente, siempre he sido muy inquieta, y hago un paréntesis muy distinto a lo
que me siento ahora (y se quiebra) realmente la UNVM marcó una etapa en mi vida
muy, muy importante, inicié con cincuenta y tantos años y me voy con setenta y
tantos y he vivido algo muy trascendente y que en la ciudad también se ha
manifestado. En Villa María hay un antes y un después de la creación de la
UNVM.
-¿Qué planes tenés para cuando dejes tu puesto de
trabajo?
-Me voy muy
pronto, y esa es la pregunta terrible que me hago, no sé. Estoy muy emocionada,
muy conmovida. Me voy feliz, por todo lo que he hecho, porque dejo una Mesa de Entradas
funcionando con 9500 expedientes en este momento, con un trabajo de muchos años
sola. Luego tuve la compañía de Nelson Scauso, una gran persona, un gran
compañero y un gran amigo. Nosotros hemos ido innovando. Nosotros mirábamos con
otro futuro la oficina de Mesa de Entradas, y la destaco como oficina, porque
eso es por ahora. Espero que en corto plazo la Mesa de Entradas se jerarquice, lo
necesita. Todo lo que hay en mesa de entradas fue inventado por mí, haciendo y
corrigiendo hasta que sea práctico: bandejas, bolsos, fichas, formas de comunicación….
No sé que
voy a hacer. Será un despertar distinto, no sé… (llora) por primera vez me veo
sin un proyecto y eso me tiene bastante mal. Los llevare a todos en mi corazón.
-La verdad
es que creí que eras más guapa.
Con la voz entrecortada y con los ojos lustrosos,
reflejo de un sentimiento verdadero, culmina la charla. Rosita ha sido partícipe
de las raíces de una universidad que está dando sus frutos. Deja su trabajo
pero se va satisfecha, ha visto nacer y crecer, en menos de 20 años una
institución que ha contribuido al desarrollo de lo que hoy es la ciudad. La
cultura, el arte, el comercio, el turismo, la educación y otras áreas se han
visto favorecidos con el desarrollo de la Casa de Altos Estudios. Rosita, como
una villamariense más, está orgullosa y agradecida.
CARTA DE DESPEDIDA A SUS COMPAÑEROS
Llego el
tiempo, como a las plantas, como a las flores, como a todo en la vida, de culminar etapas, de mirar las huellas de
caminos que ya han sido recorridos.
Para mí,
a llegado el tiempo de recordar todo lo bueno vivido y por esos recuerdos digo:
¡Gracias!
Todo
tiene una razón de ser y, a veces es duro nacer a una nueva etapa. Pero es
tiempo de volver a empezar y no hay que levantar lo que termina, ya que es solo
el umbral a un nuevo tiempo para recorrer.
Les doy
un abrazo, pero no los dejo, ya que vivirán por siempre en mi corazón.
¡Feliz
navidad y un exitoso 2012!
¡Hasta siempre!...
Rosita
Rodríguez