Onda Expansiva. (Poesía en zona roja)
- Mario Trecek
Quovadis, colección Glauce (2025)
Ilustración de Sergio Blatto
Prólogo por Hugo Francisco Rivella
Texto de contratapa por Lía Villafañe
El Lunes 10 de noviembre de 2025 se presentó en Villa María (Centro Cultural Leonardo Favio) el nuevo libro de poemas de Mario Trecek.
Hubo un tiempo del que tengo algunos recuerdos muy fragmentados,
hechos aislados, desdibujados, inconexos, que estuvieron desparramados sobre la
mesa de la memoria.
Retazos de recuerdos que no se borran, que se
entrelazan como urdidos con el hilo de la tragedia y del que podemos dar cuenta
(en muchos casos) solo cuando nos tomamos el tiempo de observar las costuras
del revés y apreciar la irregularidad de las puntadas, los hilos deshechos, los
colores y el grosor de las hebras con que pudimos hilvanar la memoria… somos en
suma, lo que pudimos (re)armarnos.
Un noviembre como este, pero hace ya 30 años,
cuando el calor de la primavera empezaba a hacerse sentir, la vida nos cambió
para siempre.
Un hongo de humo negro y fuego se elevó
rápidamente como un genio malvado (como un Ifrit, esos genios de la
cultura árabe, poderosos, malignos y oscuros, cuyo elemento principal que los
caracteriza es, justamente, el fuego). Éste apareció luego de que alguien
frotase la lámpara del horror y comenzara la estampida por las calles de Río
Tercero, esquivando hierros candentes que se incrustaban en el cemento y que
aún muestran sus siluetas como cicatrices que no curan, como los pedazos de
madera encendida que firuleteaban el aire en su caída, como esa lluvia de arena
que nos desorientaba en tiempos analógicos; o como el olor a azufre que
respirabamos esa mañana o la fragancia potente de los eucaliptos calcinados al
regresar, meses después, a casa.
Nadie sabía que hacer, solo una certeza
instintiva, precaria, animal, de alejarse del foco donde ese genio malvado
vomitaba su fuego.
Mario Trecek vuelve a presentar un libro, toma
otra vez la argamasa y mezcla en ella la poesía y la violencia, la denuncia y
la memoria, el duelo y la militancia de la vida, la resiliencia y la verdad… lo
hace ahora, y lo hizo siempre. Como cuando publicó sus primeros poemas post
atentado allá en 1995, como cuando integró aquel grupo cultural llamado “Un
Cauce Común” con el que visibilizaron a través de la cultura, toda esta
herida que aún sigue cicatrizando.
El poeta revisita la ciudad en la que vive, lo
hace como en otro tiempo, como peregrinando en dos dimensiones, la actual y
cotidiana; y la de aquellos días. Como dice Hugo Rivella en el prólogo, “lleva
en sus manos una brasa para recordar que la luz ilumina en nosotros la verdad
que buscamos develar a cada instante.” Mario ilumina en los poemas,
aquellas historias personales que le impactaron, nos llevan de la mano, en este
viaje hacia nuestros adentros, como un Virgilio que nos guía en el Infierno, como
aquel que nos pide recordar, para no repetir errores y horrores.
“Onda Expansiva” viene a recordarnos que estamos vivos a pesar
de las bombas, de la injusticia, de la impunidad, del silencio que como una
hierba salvaje espera para cubrir los escombros de los que fuimos. Libros como
éste, hacen que ejercitemos la memoria, que no olvidemos lo que fue, quizás, la
tragedia más importante de la provincia (al menos, en las que participó la mano
del hombre). En noviembre del ´95 estallaron los polvorines de la Fábrica
Militar de Río Tercero, un 3 de noviembre, y se llevó la vida de 7 personas,
alrededor de 300 heridos, 5000 hogares afectados, pérdida de trabajo, daños
ambientales y la lista podría seguir… Pero no fue la única, si las explosiones
del día 3 nos aterrorizaron y desestabilizaron, la que ocurrió el 24, terminó
por demolernos en lo más profundo; la famosa implosión, término que
Mario viene pregonando desde hace tres décadas. La explosión en nuestro
interior, diseminó de esquirlas que se clavaron en nuestra moral, en nuestra
fe, en el ánimo, en la bronca y desazón. Esta explosión para adentro, retumba
aún en nuestros huesos y órganos, y hace vibrar nuestros cuerpos al acordamos
de un amigo que no está, nos exalta un trueno que ilumina la noche y raja la
quietud con un estallido seco, o cuando una puerta se cierra violentamente por
la acción del viento y se nos acelera el corazón del susto, cuando pensamos que
nuestros familiares y amigos ya no están cerca porque se exiliaron, se mudaron
a miles de kilómetros pensando que la distancia disminuirá más rápido el dolor:
una diáspora casi sin retorno.
Tiempo antes de que Menem fuera presidente por
primera vez, visitó la ciudad de Río Tercero en plena campaña y en su paso
recogió una niña en brazos que bendijo con un beso; años después ese beso se
volvería fuego, acero, esquirla, en la cabeza de Romina Torres, la víctima más
joven, que contaba con sus recientes 15 años de edad.
Hay un palíndromo que dice “sometamos o
matemos” y por esas cuestiones de la vida, mi cabeza la emparenta con el
palíndromo que lleva el apellido de ese máximo responsable de esta tragedia.
Más allá de esta simetría de espejos, y aunque no tengan científicamente una
vinculación directa y sea un delirio personal, para mí son la misma cosa (aunque
creo que muchos vecinos de esa ciudad Ctalamochita arriba, coincidirían). Lo
que pasó en la ciudad de la Media Luna es una muestra de algunos de los
alcances que puede tener el neoliberalismo, en manos (limpias) de ciertas
personas, cuyo nombre ya mencionamos y que hemos agregado a nuestro diccionario
de malas palabras. Aclaré “limpias”, porque no tuvimos la oportunidad de verlas
sucias, porque la justicia demoró más de dos décadas y el principal acusado del
hecho falleció antes de recibir una condena.
Mario nos pide que nos armemos, pero con el
arma de la poesía; con ese fuego que nos
sana y nos hace más humanos, con la palabra y la cultura que pueden acallar los
estruendos del silencio y el olvido, las implosiones personales que están
siempre, casi a diario, que nadie las ve, pero que siguen ahí.
Poemarios como éste, se erigen, no como
monumentos al dolor, sino como actos de reconstrucción. Trecek no nos entrega
un lamento, sino una herramienta: la palabra precisa, afilada como una
esquirla, pero destinada a suturar. Leer “Onda Expansiva (Poesía en Zona
Roja)” es, en sí mismo, un acto de resistencia: es negarse a que la última
palabra la tengan el fuego, el olvido y la injusticia y aprender, en cambio, a
(cito):
Nombrar lo pájaro, y el vuelo,
y también amar la intemperie,
lugar de lluvias y germinaciones
donde florecen los lapachos.
Darío
Falconi
Villa
María, lunes 10 de noviembre de 2025