entrevista
AUGUSTO PORPORATO
Literatura cordobesa en evolución
El novelista cordobés presentará su libro en Villa María. |
“La crisálida” integra la colección “Viceversa” que, como nos dice el editor de Recovecos Carlos Máximo Ferreyra, “es una alianza entre el Gobierno de Chaco, la editorial Cuna (Chaco) y Recovecos (Córdoba); apunta a lograr excelencia en cuanto a la calidad de las ediciones, aunando estéticas y formas de trabajo que den por resultado ediciones de cuidada terminación, corrección y circulación nacional.”
Augusto Porporato es cordobés; nació 1973 y desde la infancia se dedicó a la música. Se ha presentado en muchos escenarios del país como concertista de piano. Estudió el traductorado de alemán hasta descubrir la pasión por la literatura. Es corrector del diario La Voz del Interior, en el que realiza comentarios de manera esporádica. Con su primera novela “Punto de fuga” resultó finalista los premios Planeta (2005) y Emecé (2007). Tiene un par de novelas que aparecerían próximamente.
Por Darío Falconi
Fotos gentileza La Voz del Interior
eldiariocultura@gmail.com
Anticipándonos a su llegada a la ciudad, hablamos con el autor de esta obra que propone una historia entrelazada entre dos mundos. Dos espacios que se desarrollan en distintos tiempos, pero que a medida que avanzamos en la lectura se rozan y encuentran puntos y puentes de confluencia. Las historias se van entretejiendo en el seno de una antigua civilización y en un manicomio en pleno proceso militar. La novela ofrece una lectura atenta, en la que debemos ofrecer “una entrega total de los sentidos” para comprender e intuir qué se está gestando dentro de “La crisálida”.
Justamente, la crisálida es un estado de transición, un proceso de gestación, de metamorfosis, ¿cuándo y cómo se gestó esta novela?
La inicié y la terminé en 2006, no bien acabé mi primera novela, “Punto de fuga”. La gestación de una novela es algo misterioso, yo al menos nunca sé por qué en un determinado momento siento la necesidad de escribir ciertas cosas, y de dedicarme por entero a un proyecto que sé que me va a insumir un tiempo prolongado. Lo que sí tengo claro es que la novela nació desde la necesidad de seguir escribiendo algo de largo aliento, ocupar mi tiempo placenteramente, saber que me iba a levantar a la mañana siguiente y seguiría conectado con una historia. Por suerte, este deseo de creatividad me sigue acompañando. Además, siempre quiero escribir sobre la demencia, las alteraciones mentales y sus consecuencias, y un contexto como el manicomio, que ya lo tenía presente como posibilidad de ficción, me sirvió de disparador para lo que quería decir.
En otra entrevista declaraste no poseer planes a la hora de escribir, ¿de qué manera te organizás para no perderte en el mundo que estás creando?
Releo permanentemente lo que ya escribí, y voy adaptándolo a las novedades del argumento, corrigiendo y modificando los detalles para que tengan correspondencia con el resto de la obra. De ese modo puedo enfrentarme a la creación con libertad y al mismo tiempo controlar la arquitectura general del texto.
¿Qué pretendés del lector de "La Crisálida"?
No sé si pretender sea la palabra precisa. Yo diría que le pido al lector de mi novela lo mismo que me pido a mí cuando leo a los otros: atención exclusiva, concentración absoluta. Y lo digo no porque esta novela sea compleja, que en muchos aspectos lo es, sino porque así me parece que se debería leer cualquier texto, con una entrega total de los sentidos.
Portada de "La crisálida" (Recovecos). |
En muchas ocasiones el trabajo de periodista debilita y hasta consume la tarea del escritor de ficciones, ¿cómo influye esta tarea en tu caso personal?
Yo no hago periodismo exactamente. La tarea que realizo en el diario es la de corrector, y de vez en cuando, además, escribo reseñas. Coincido con vos en eso de que el periodismo te "seca" la cabeza con sus exigencias coyunturales. Así que agradezco tener un trabajo como el mío, porque me permite tener la mente despejada para la ficción.
Habiendo sido finalista de importantes premios literarios, ¿qué ves de positivo de los concursos y qué de negativo?
Lo positivo es que, si los ganás, la nueva situación hace que lectores y editores te vean de otra manera, te individualicen dentro de la hojarasca de escritores que existen, y eso no es poco, porque cada vez hay más gente interesada en publicar. Además te dan prestigio, más allá de que muchas veces uno no entiende cómo pueden obtener premios ciertas obras cuya calidad jamás estaría a la altura de semejante reconocimiento. Y en esto, justamente, está lo negativo de los concursos. Hay modas, intereses editoriales, perfiles determinados buscados por las empresas que llevan a descartar trabajos sólo porque no encajan en estos cánones, sin tener en cuenta, a la hora de evaluar, la calidad literaria por sí misma.
¿Cuáles son los temas que no podés obviar al momento de escribir?
La vocación, las consecuencias de una elección, las exigencias del entorno familiar respecto de esas elecciones vocacionales; la intolerancia, el abuso de poder; la locura, que siempre alienta la posibilidad de percibir la realidad de una manera distinta, que es algo que me fascina. También, la literatura en sí misma, usada como un disparador del argumento.
¿Tenés algún recuerdo de la última dictadura militar en Argentina? ¿Qué motivaciones te impulsaron a escribir bajo ese techo?
Creo que la dictadura está en el ADN de todos los argentinos, independientemente de la polémica que genere y de las posiciones que cada cual adopte frente a lo que pasó en esos años. Es por eso que resulta inevitable que un escritor argentino escriba en algún momento algo que la relacione. Salvando las importancias históricas, resultaría igual de extraño que un narrador alemán contemporáneo no se refiera en alguna de sus obras, aun tangencialmente, a la Segunda Guerra, el Holocausto y sus consecuencias en la castigada sociedad alemana. De todos modos aclaro que “La Crisálida” no toca la dictadura como tema principal, sólo la utiliza como contexto necesario para justificar el desarrollo de la historia.
¿Qué particularidades tiene el hecho de pertenecer al catálogo de la colección Viceversa?
Es una gran alegría para mí compartir el catálogo con escritores muy buenos. Además, Viceversa alienta una apuesta cuidada y de mucha calidad, y muy ambiciosa en relación con aquello de arriesgar mediante una propuesta diferente.
Augusto Porporato |
Hay un panorama de mucha producción. Y dentro de esa abundancia, hay lugar para todo: para lo comercial, para lo más “literario”, incluso para lo experimental. Dentro de lo que me interesa a mí, se hacen cosas muy buenas, aunque siento que esa misma literatura cae a veces bajo los dictados del mercado. Creo que se premian poco la ambición y el riesgo y se estimulan productos que se venden bien y rápido, que en definitiva son aquellos que cuentan con las mayores posibilidades de seguir escribiendo en editoriales grandes. Y eso seduce, claro, no lo puedo negar; cuesta mucho mantenerse en un camino propio. En Córdoba, en cambio, no veo tanto eso, creo que se da una libertad mayor, más allá de su abuso en el regodeo del realismo, en todas sus formas, aunque sobre todo el carveriano. Hay una fórmula que les resultó a algunos, y de ahí en más muchos se dedicaron a escribir a lo Carver, o sea a escribir como un estadounidense y por eso mismo alejados así de nuestras tradiciones. Eso me suena falso, independientemente de calidades y buenas intenciones.
¿Qué escritores conforman tu canon de literatura nacional?
Borges es inevitable para todo escritor argentino, ya sea porque lo incorpore a su tradición o porque lo resista. En mi caso noto, y parafraseándolo, “un leve influjo” en cuanto a cierto uso de su vocabulario. Después, me han animado escritores de tradiciones tan diversas y de estéticas tan opuestas como Di Benedetto, Moyano, Rivera, Conti, Gallardo. De los contemporáneos me han gustado algunos libros, pero no me reflejo en la totalidad de la obra, aunque quizá esto se deba a que aún no han terminado de escribirla y uno como escritor no tiene la perspectiva histórica para asumirlos como una influencia canónica.
¿De qué manera lo invitarías al lector villamariense, para que te acompañe mañana?
Que se acerque a un encuentro con amigos, por ahí descubrirá un libro que puede ser su compañero durante un tiempo.
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 23 de octubre de 2011.-
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