ENTREVISTA A
RICHARD SOLEDAD
35 AÑOS ALEGRANDO CORAZONES
RICHARD SOLEDAD
35 AÑOS ALEGRANDO CORAZONES
Le pedí que me llevara unas fotos. Quería atestiguar en imágenes el viaje de una orquesta, cuyo boleto sigue siendo la música popular de Córdoba.
Ahí estábamos, en la Terminal de Ómnibus de Oliva repasando, en apretados minutos, los 35 años de su próspera carrera.
Ricardo Chiappero sacó de un sobre una pila de fotografías de diverso tipo: digitales, en blanco y negro, sepia, chicas y grandes se desplegaron ante mi mirada exploradora. Pude observar en ellas que, bajo un techo de cinc, de bolsas de arpillera, o en el extremo de la cancha de básquet de algún club deportivo, la banda tocaba y el público acompañaba bailando. No importaba dónde, había que alegrar los corazones de la gente a como de lugar y esa fue la rúbrica que estampó en aquel lejano marzo, contrato que aún sigue vigente y sin miras a la rescisión.
En estas tres décadas y media de trajín, Richard Soledad ha tenido la inmensa satisfacción de compartir escenarios con los más grandes profesionales que la música popular haya dado. Arrancando desde el “cordobés más famoso”, pasando por el Cuarteto Berna, Rubencito Damoli, el Cuarteto Leo, Carlitos Rolán, Ariel Ferrari y con los fundadores de Chebere, Pelusa, Sebastián y tantos otros que inscribieron su impronta en la música del “tunga-tunga”.
En nuestra ciudad realizó presentaciones en el Salón de Ruíz, el Club de Abuelos que siempre lo recibe y ofreció su repertorio en el Anfiteatro Municipal en un día de la madre. La tradicional plaza Próspero Molina también fue eco de su voz cuando en 2005 integró la grilla del recordado “Cosquín Cuarteto”.
Mañana fresca de verano, café de domingo y una charla que surge con ritmo propio.
—Richard, 35 años… ¿arriba del escenario?
—Sí, todo esto comenzó el 1 de marzo de 1975, en el Club Social de Río Ceballos. Siempre me había gustado la música, había cantado folclore en el colegio secundario con un grupo con el que ganamos el festival juvenil de la canción de Saldán, que aún se sigue haciendo. En ese tiempo estaba en auge el cuarteto y a mí me gustaba mucho. Estuve cantando con varias orquestas por muy poquito tiempo. Yo quería tener una propia, y fue así… diciendo y haciendo. Yo era de Unquillo y mi papá tenía un bar-comedor sobre la ruta; allí encontré a un acordeonista que vio mis ganas y nos formó el cuarteto.
—¿Vos sos de James Craik, no?
—Yo nací en James Craik, pero desde 1969 hasta 1985 estuvimos viviendo con mi familia en Unquillo. En el bar de mi padre es donde conocí a todos los músicos, se decía que el que no tocaba la guitarra no era de Unquillo. Aprendí a tocarla haciendo folklore, en ese tiempo estaba en onda la música beat, la música libertad, sótano beat… toda esa música, pero a mí me gustaba mucho el cuarteto. Por eso con este hombre, que su nombre es Rubén Panighetti, fue él quien me armó el conjunto y desde allí hasta el día de la fecha no paramos más.
—¿Siempre con el mismo nombre, “Richard Soledad”?
—Sí, en realidad en un comienzo se llamó “Richard Cuarteto Soledad”, pero por aquellos tiempos la publicidad se vendía por letra, y nosotros éramos muy amigos de don Testa que nos dijo que habría que acortarlo. Soledad es el nombre de mi hermana que nació en ese entonces.
—¿Estudiaste música o bastó con el hecho de estar rodeado de ese ambiente?
—Estudié muy poquito la guitarra, leo bien el pentagrama, pero no tengo la velocidad para tocar. Algo conozco de teoría, solfeo; tengo guitarra criolla y eléctrica; pero debe hacer como 20 años que no toco en serio ese instrumento.
—En todo este tiempo, ¿has cambiado muchas veces los músicos de la orquesta?
—Han pasado varios, pero siempre me han durado muchos los músicos. En la actualidad la integra Héctor Font que trabaja en la Radio Líder de Villa María, Jorge Candelero que es director de la banda musical de Etruria, de Ucacha y Pascanas…
—¿Y tu hijo sigue tocando con vos? Tengo el recuerdo haberlo visto cuando era muy chiquito y cantaba “Gitana, gitana, mírame la mano”…
—¡¿Te acordás de eso?! Sí, eso fue cuando tenía 5 ó 6 años; ahora Fernando tiene 18 años y toca la batería. A pesar de la edad le gustaba y como tiene oído se dedicó a la batería. Por esas cosas del destino, empezó a tocar cuando teníamos bailes los domingos en los colegios, esos almuerzos que se hacen. Había aprendido el repertorio practicando con los cassettes y tocaba la timbaleta. Y en ese momento el muchacho que tocaba la batería se fue por decisión propia y Fernando me dijo “toco yo papi”. Tenía 13 años y quedó. Es una compañía muy linda, tener a un hijo te da una satisfacción grande.
—¿Tus temas son versiones de grandes bandas o también tenés propios?
—Tengo varios, pero el 99% hago temas conocidos, más por el tipo de música que hacemos nosotros; los clásicos de la música, pero se le va agregando todo lo que va saliendo. Por darte un ejemplo “El bum – bum” u otros temas que han aparecido de cumbia, siempre se van agregando los que más pegan para estar actualizado.
—Sí, son los que la gente quiere escuchar.
—Exactamente. Por ahí te encontrás con alguno que te dice “¡¿che, por qué tocás ese tema?!”, pero es porque la gente lo quiere, si no lo tocás, te lo piden. “Los camioneros”, “Noches de Miramar” o “bailando fox-trot”; el tango “Juventud del 40” tenés que hacerlo sí o sí, está en el corazón de la gente que va a estos bailes y tenés que complacerlos.
—¿A Villa María vas muy seguido?
—Sí, vamos una vez cada dos meses, al Club de Abuelos. Antes íbamos más, sabíamos ir al Salón de Ruíz. La gente de Villa María me quiere muchísimo, ha sido un espaldarazo de la orquesta. Es mi segunda casa, hay muchos amigos, gente conocida que se ha hecho amiga a través de los bailes, inclusive anoche había como 10 ó 12 personas de Villa María acá (la noche anterior a la entrevista hubo baile en Independiente Deportivo Social Club de Oliva). Hay seguidores que van a todos los bailes, pero a todos.
—¿Y los lugares donde van a tocar son todos del interior de Córdoba?
—Sí, hace muchos años hicimos el norte de Santiago del Estero y otros lugares. Siempre regional, por la zona del sur, por todos lados.
—Supongo que en tu extensa carrera has acompañado a grandes bandas también.
—Sí, cuando estuvimos en Unquillo, ahora los chicos le dicen “teloneros”. Antes era hacer la primer parte de Carlitos Jiménez durante más de cinco años, cuando era “El Cuarteto de Oro”. Después venían las trasnoches que hacían ellos, nosotros empezábamos a las 11 y media, y ellos a las 4.10 ó 4.15 llegaban los “plomos” y a las cinco arrancaba Jiménez y “Coquito” Ramaló hasta las siete de la mañana. Eso lo hacíamos todos los sábados en Villa Allende Sport, en Córdoba en Rieles, Argentinos, Sargento Cabral, Estadio del Centro, la cancha de Belgrano, Alas Argentinas… en la mayoría de los pueblos grandes hemos tocado, siempre con Carlitos Jiménez.
—No logro recordar, pero estás apadrinado por gente conocida.
—Nuestro padrino es Carlitos “Pueblo” Rolán. Hice mucho repertorio de Carlitos, y una vez tuve la desfachatez, por así decirlo, pero la alegría de tocar el bajo con él. Yo toco el bajo, pero no estaba listo, te hablo del año ´76 ó ´77. Había tenido un problema con el bajista y un miércoles a la noche me mandó a buscar, porque estaban tocando la primera selección y no tenían bajo. Así que toqué ese miércoles y hasta el domingo con él. No podía decirle que no, estaba contento.
—¿Has grabado discos?
—En 1978 grabé un disco de vinilo de alcance nacional (un 33 doble que tituló “Mi linda soledad”, de la mano del violinista Fidel Barrientos), después hicimos cassettes… y compactos con este conjunto debo tener 8 ó 9 y tengo uno para sacar, pero a veces se complica un poco por la cuestión económica. Estamos grabando en Estudio Uno de Gustavo Botta en Villa nueva. Los discos se pueden conseguir en nuestros bailes y en Villa María en Musical Romero en la Terminal o en Ecomúsica.
—Pero volvamos a los bailes, contame ¿cómo es la gente de los pueblos?
—Hay de todo, a nosotros nos da mucha satisfacción. No quiero desmerecer a nadie ni a ninguna institución, pero los bailes en los clubes de abuelos son distintos. Los jubilados van a bailar, es una forma de revivir viejos tiempos, la gente se divierte mucho. Hay muchas familias que nos van a ver, inclusive matrimonios jóvenes, como acá se estila con la silla, la mesa, el vaso de vidrio, la buena cena, el orden… hay disciplina, no hay agente de seguridad, no hay lío nunca, la gente va a divertirse. Quizás el motivo es ese, que este un ambiente cómodo y pueden divertirse tranquilamente.
—En la actualidad ¿vivís de la música?
—Prácticamente vivo de la música, no es fácil; apoyo oficial nunca tuve y sólo Luis Lancioni (empresario local) me ha dado una mano siempre. Estoy teniendo bailes todos los sábados; pero hubo épocas difíciles: estuvo el dengue, la gripe… Hay una carpeta de clientes, que después de tantos años se va formando, dejamos nuestra tarjeta, hacemos publicidad…
—¿Cómo ves el cuarteto actual?
—Para mi gusto… muy disfrazado de música centroamericana, con la salsa, el merengue…, pero ha mejorado. El grupo que cambió todo fue Chebere, hay un antes y después de Chebere; pero lo demás son muy parecidos, de Jiménez ¿cuántos hay que hacen lo mismo?, de Tru-La-La también.
—¿Qué significa la música para Richard Soledad?
—Creo que es una parte muy importante de la vida, la música demuestra los estados de cada ser, lo que piensa, cada momento tiene su música… es un sentimiento, para decirlo en una palabra. Te aclaro que no soy de escuchar música en casa, escucho 5 horas o más AM, mucho Radio Rivadavia, Radio Universidad y ahora que está Mitre, también Cadena 3, Luis Beresoski no me lo pierdo. Yo duermo con la radio en la mesita de luz, Beresoski es una persona que está informada, que no tiene vergüenza para decir las cosas, hasta me pongo a opinar solo cuando lo escucho.
Richard trabajó durante 23 años en la FM Conviviendo de Oliva, acompañando a la gente de la región con su “Sobremesa musical” cuartetera. Durante algún tiempo trabajó a la tarde en un programa que llamó “A nuestro estilo”. Le gusta mucho el periodismo y como él manifiesta “salimos con el título completo”, haciendo clara referencia a que debió ser movilero, operador, locutor y todo rol que le haya sido necesario ejecutar para que cada programa esté en el aire todos los días y a la hora estipulada.
—¿Algún objetivo que tengas pendiente?
—Mi sueño es vivir tranquilo, que se acuerden bien de mí, sé que no me voy a llevar nada de este mundo… darle un estudio a mis hijos, estar bien con mi familia, no más que eso.
—¿Siempre en Oliva?
—Eso lo dirá el destino, Oliva ha sido muy buena conmigo, mis tres hijos son nacidos aquí; no pensé en retirarme, pero no lo sé. Lo único que más deseo es que mis hijos estudien.
Y con ese pedido de padre en el que recurre, empezamos a retirarnos. La voz se siente resquebrajada luego de una noche de presentación. Ha sido un baile más para Richard Soledad, quien ha sabido resistir y crecer en este género musical que noche a noche brinda alegría, apela al recuerdo y a la nostalgia. Allí no hay más espacio que para el disfrute en familia, la diversión, la buena música y el baile; o para resumirlo con su lema de cabecera, en los bailes de Richard Soledad solamente pueden hacerse dos cosas: “bailar y bailar”.-
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RICHARD SOLEDAD
integrantes:
Ricardo “Richard” Chiappero: voz.
Héctor Font: locución, güiro y coros.
Jorge Candelero: arreglos, teclado y acordeón.
Fernando Chiappero: percusión.
Gustavo Losada: bajo y coros.
Federico Arévalo: piano.
Richard Soledad está de fiesta y no quiere dejar de invitarlos a su cena-baile para el próximo 6 de marzo en el Salón de los Jubilados de Oliva.
Más información: www.richardsoledad.es.tl
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 28 de febrero de 2010.-
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