MENSAJES DE LIBERTAD
Presas políticas y sus formas de evasión
Este año se cumplió el trigésimo aniversario del golpe de Estado de 1976. Numerosos actos en conmemoración se han realizado en todo el país, se publicaron miles de trabajos periodísticos, se proyectaron películas y casi no hubo manifestación cultural que no haya recordado de alguna manera los años de plomo de nuestro País.
En Córdoba, en la recientemente pasada Feria del Libro 2006, cuyo lema fue “los libros y la memoria” cobró relevancia la presentación del que quizás uno de los documentos testimoniales más importantes de los últimos años.
El trabajo en cuestión se denomina NOSOTRAS, PRESAS POLÍTICAS y se trata de un aporte a la memoria colectiva editado por la editorial Nuestra América; aquí de manera conjunta se esparcen documentos de 112 presas políticas de distintos puntos del territorio que finalmente fueron encerradas en la cárcel de Devoto.
La presentación se realizó en el Auditorio de Radio Nacional Córdoba el 16 de setiembre y estuvo a cargo de la escritora María Teresa Andruetto y la Lic. Soledad E. García Quiroga. El cierre estuvo a cargo de Viviana Beguan quien fue la que compiló y redactó los documentos; mientras que amenizaron la jornada las titiriteras Liliana Rossi y Valentina Morello y en la música la señora Norma Piccone.
Soledad García manifestó recientemente en uno de los actos en homenaje a Eduardo Requena que “la memoria es la manera con la que la gente construye un sentido del pasado”. Esta frase es fácilmente adaptable a este libraco de 484 páginas que se encarga de compilar los testimonios de las mujeres que ocuparon los distintos pabellones del mencionado establecimiento penitenciario entre 1974 y 1983. El volumen es de una abultada cantidad de cartas tanto enviadas como recibidas, que son acompañadas por poemas, relatos y dibujos que muestran de manera coloquial que es lo que pensaban y hacían las presas de Devoto.
Estas producciones que están cargadas de horror lo están también de calidez, de amistad, de felicidad, de compañerismo; que les sirvieron de punto de fuga para poder sobrellevar esos eternos días entre cuatro paredes. La unión y el compañerismo que existía entre ellas las hacía muy fuertes para sobrevivir. En estas misivas se da cuenta de todas las “locuras” que realizaban, donde la risa era un alimento tan o más importante como la comida.
Alicia Kozameh, una de las presas, manifestó, “una carta, para una presa político de la dictadura militar lo era todo: era la vida misma; era el puente con el mundo exterior. Era saber que un familiar acaba de desaparecer o que tu gente iba saliendo con vida del horror cotidiano. Era también, el dibujito de tu hijo de 2, de 3 años.”
Es importantísimo el papel que jugaron estos instrumentos como medio para poder resistir al tiempo y a los maltratos que mujeres de entre 14 y 70 años soportaban día a día. Mujeres que provenían desde distintos puntos del país y hasta de los países limítrofes, de diversas clases sociales, con diferentes formaciones y ocupaciones, se depositaban detrás de esas rejas.
Ellas hacían a su manera la resistencia, es interesante leer en cada carta de que manera lograban comunicarse entre ellas, como podían pasarse mensajes a través de las letrinas para las chicas de abajo, como aflojaban tornillos en la pared y se pasaban papelitos, o como en minúsculos papeles que denominaban “caramelos” reproducían libros o denunciaban las atrocidades que se cometían allí; entre tantos artilugios para mantenerse comunicadas y fuertes ante lo que viniera. Muchas veces cuando una de las compañeras era llevada al calabozo o castigada explotaba lo que llamaban el “jarreo”, en conjunto las mujeres golpeaban sus jarros de aluminio con las rejas o se paraban en las ventanas a gritar a quien se llevaban.
Las autoras manifiestan en los inicios del texto que, “han pasado tres décadas desde que se sucedieron los hechos que narramos aquí. Nuestro país es otro país y, sin embargo, cada capítulo de la Historia se alimenta del capítulo anterior. Por eso nos corresponde hoy transmitir nuestro capítulo vivido. Para alimentar la memoria, construir el presente y mirar, esperanzados, el futuro.”
El libro presenta anexo un CD que contiene 500 cartas escritas desde la cárcel, el Documento “Normas y Procedimientos Carcelarios impuestos a presos por razones políticas, años 1974 a 1983”, de Carlos Guillermo Suárez Mason, Gral. De División, Cte. Z1 y de fotos del penal de Villa Devoto.
La legislatura de la Provincia declaró su adhesión y beneplácito por la presentación del texto en la Feria del Libro Córdoba 2006.
Eduardo Galeano desliza pluma para sentenciar “fueron, son, compañeras. Compañeras: las que comparten el pan. Eso significa la palabra, en su raíz latina. Este libro comparte, también, la memoria. Es la obra colectiva de muchas presas de la última dictadura militar argentina. Ellas dan testimonio de los secretos soles que escondía aquella noche”.
Presas políticas y sus formas de evasión
Este año se cumplió el trigésimo aniversario del golpe de Estado de 1976. Numerosos actos en conmemoración se han realizado en todo el país, se publicaron miles de trabajos periodísticos, se proyectaron películas y casi no hubo manifestación cultural que no haya recordado de alguna manera los años de plomo de nuestro País.
En Córdoba, en la recientemente pasada Feria del Libro 2006, cuyo lema fue “los libros y la memoria” cobró relevancia la presentación del que quizás uno de los documentos testimoniales más importantes de los últimos años.
El trabajo en cuestión se denomina NOSOTRAS, PRESAS POLÍTICAS y se trata de un aporte a la memoria colectiva editado por la editorial Nuestra América; aquí de manera conjunta se esparcen documentos de 112 presas políticas de distintos puntos del territorio que finalmente fueron encerradas en la cárcel de Devoto.
La presentación se realizó en el Auditorio de Radio Nacional Córdoba el 16 de setiembre y estuvo a cargo de la escritora María Teresa Andruetto y la Lic. Soledad E. García Quiroga. El cierre estuvo a cargo de Viviana Beguan quien fue la que compiló y redactó los documentos; mientras que amenizaron la jornada las titiriteras Liliana Rossi y Valentina Morello y en la música la señora Norma Piccone.
Soledad García manifestó recientemente en uno de los actos en homenaje a Eduardo Requena que “la memoria es la manera con la que la gente construye un sentido del pasado”. Esta frase es fácilmente adaptable a este libraco de 484 páginas que se encarga de compilar los testimonios de las mujeres que ocuparon los distintos pabellones del mencionado establecimiento penitenciario entre 1974 y 1983. El volumen es de una abultada cantidad de cartas tanto enviadas como recibidas, que son acompañadas por poemas, relatos y dibujos que muestran de manera coloquial que es lo que pensaban y hacían las presas de Devoto.
Estas producciones que están cargadas de horror lo están también de calidez, de amistad, de felicidad, de compañerismo; que les sirvieron de punto de fuga para poder sobrellevar esos eternos días entre cuatro paredes. La unión y el compañerismo que existía entre ellas las hacía muy fuertes para sobrevivir. En estas misivas se da cuenta de todas las “locuras” que realizaban, donde la risa era un alimento tan o más importante como la comida.
Alicia Kozameh, una de las presas, manifestó, “una carta, para una presa político de la dictadura militar lo era todo: era la vida misma; era el puente con el mundo exterior. Era saber que un familiar acaba de desaparecer o que tu gente iba saliendo con vida del horror cotidiano. Era también, el dibujito de tu hijo de 2, de 3 años.”
Es importantísimo el papel que jugaron estos instrumentos como medio para poder resistir al tiempo y a los maltratos que mujeres de entre 14 y 70 años soportaban día a día. Mujeres que provenían desde distintos puntos del país y hasta de los países limítrofes, de diversas clases sociales, con diferentes formaciones y ocupaciones, se depositaban detrás de esas rejas.
Ellas hacían a su manera la resistencia, es interesante leer en cada carta de que manera lograban comunicarse entre ellas, como podían pasarse mensajes a través de las letrinas para las chicas de abajo, como aflojaban tornillos en la pared y se pasaban papelitos, o como en minúsculos papeles que denominaban “caramelos” reproducían libros o denunciaban las atrocidades que se cometían allí; entre tantos artilugios para mantenerse comunicadas y fuertes ante lo que viniera. Muchas veces cuando una de las compañeras era llevada al calabozo o castigada explotaba lo que llamaban el “jarreo”, en conjunto las mujeres golpeaban sus jarros de aluminio con las rejas o se paraban en las ventanas a gritar a quien se llevaban.
Las autoras manifiestan en los inicios del texto que, “han pasado tres décadas desde que se sucedieron los hechos que narramos aquí. Nuestro país es otro país y, sin embargo, cada capítulo de la Historia se alimenta del capítulo anterior. Por eso nos corresponde hoy transmitir nuestro capítulo vivido. Para alimentar la memoria, construir el presente y mirar, esperanzados, el futuro.”
El libro presenta anexo un CD que contiene 500 cartas escritas desde la cárcel, el Documento “Normas y Procedimientos Carcelarios impuestos a presos por razones políticas, años 1974 a 1983”, de Carlos Guillermo Suárez Mason, Gral. De División, Cte. Z1 y de fotos del penal de Villa Devoto.
La legislatura de la Provincia declaró su adhesión y beneplácito por la presentación del texto en la Feria del Libro Córdoba 2006.
Eduardo Galeano desliza pluma para sentenciar “fueron, son, compañeras. Compañeras: las que comparten el pan. Eso significa la palabra, en su raíz latina. Este libro comparte, también, la memoria. Es la obra colectiva de muchas presas de la última dictadura militar argentina. Ellas dan testimonio de los secretos soles que escondía aquella noche”.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 01 de octubre de 2006.-
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