“CUANDO TOCAMOS SOMOS LOS TIPOS MÁS LIBRES DEL MUNDO”, dijo Fontanet
La banda de Villa Celina volvió a callejear en Córdoba
A las 19 de ayer culminó uno de los espectáculos más esperados del año. Los Callejeros volvieron a tocar y lo hicieron en el Chateau Carreras ante un marco de unas 20.000 personas que ovacionaron su regreso. La productora Nueva Tribu encabezada por el organizador del Cosquín Rock, José Palazzo se puso firme y logró que el sexteto reiniciara sus andanzas por Córdoba como puntapié inicial de su vuelta a la ruta.
La seguridad jugó un papel importantísimo, la misma consistía en extensos cordones policíacos que detenían el ingreso de bebidas, objetos punzantes, encendedores, cigarrillos de marihuana y cualquier otro objeto que pudiese catalogarse como peligroso. Colaboraban con la tarea personal de Defensa Civil, Bomberos y demás personal de la organización. Como dato ilustrativo, el cronista fue requisado nada más y nada menos que cinco veces antes de poder ingresar al estadio. No se permitía la venta de alcohol en los alrededores del lugar y los controles eran estrictos desde varias cuadras atrás. Allí se detenía a los colectivos que venían abarratodos de fanáticos que desplegaban sus “trapos” con el logo de la banda y frases como “Basta de culpa a Callejeros”, etc. aunque en el interior las banderas brillaban por su ausencia.
Más allá de todos los controles, todo se desarrolló con tranquilidad y sólo hubo un par de detenidos pero sin mayor relevancia, entre ellos un joven que portaba anda más (y nada menos) que un par de bengalas.
Ya ingresados al estadio se percibía carteles a los costados del escenario que decían “Salida de emergencia”, además el autotrol informaba a los espectadores sobre otras cuestiones referidas a la seguridad y el clásico homenaje de la banda “a los invisibles, por siempre”.
Al evento concurrieron algunos de los padres de las víctimas de Cromagnón que están a favor de la banda de Villa Celina.
Luego de fugaces presentaciones de las bandas soportes (Aukan, Santa Esquina, La 66 y La Coca Fernández, en ese orden) y siendo las 17 en punto, un vehículo utilitario apareció de la nada y recorrió parte de la pista olímpica para detener su marcha y para que bajasen los músicos que respetaron el horario quizás por la postergada necesidad de salir a tocar.
El escenario estaba pelado, no había decoración, las luces eran pálidas, no había pantallas, ni otro accesorio que entretuviera a los fans; lo importante para la banda era tocar porque a su decir es la forma en que se sienten libres.
Vestido completamente de negro Patricios Santos Fontanet y los suyos dieron un recital de dos horas que musicalmente dejó mucho que desear pero que como evento convocante logró su cometido. La agrupación está compuesta por Fontanet en voz, Elio Delgado en guitarra, Christián Torrejón en bajo, Eduardo Vázquez en batería, Juan Carbone en saxo y Maximiliano Djerfy en guitarra y coros; aunque “Bam Bam” Miranda (percusionista de la Mona Jiménez) incursionó salpicando algunas canciones.
La lista de interpretaciones se inició con “Señales” del último trabajo homónimo que emocionó al público y puso de pie a quienes estaban en las gradas. Lo que siguió fue un imparable popurrí de cortes de toda su discografía.
Fontanet dijo que antes de venir al estadio vio un titular en un medio televisivo que titulaba que los padres de las víctimas de Cromagnón fracasaron en su intento por detener a la banda. Seguidamente manifestó que la palabra “fracaso no correspondía (..) porque aquella noche del 30 de diciembre de 2004 perdimos todos”, refiriéndose a las 194 personas que fallecieron.
En el transcurso de todo el recital, la voz nasal tan característica de la banda parecía hacer catarsis, sus expresiones brotaban del alma y se exteriorizaban con palabras como, “alguien pensó que un embargo debilita a una banda de rock. A nosotros nos chupa un huevo”. Aunque una recurrencia era el continuo agradecimiento a todos los que los siguen, porque “si ustedes no estarían ahí nosotros no estaríamos acá”, para rematar con “a los demás, chúpenla, chúpenla por caretas”.
Y sí, Callejeros volvió a tocar, el espectáculo tuvo sus destellos como cuando se interpretó “Una nueva noche fría” que hizo temblar literalmente la tribuna y los “hinchas” cantaron como en el mejor de los clásicos futboleros; pero a la hora de poner las cosas en la balanza, la aguja se inclinó más hacia lo que significó esa reaparición, más que al espectáculo mismo.
La banda de Villa Celina volvió a callejear en Córdoba
A las 19 de ayer culminó uno de los espectáculos más esperados del año. Los Callejeros volvieron a tocar y lo hicieron en el Chateau Carreras ante un marco de unas 20.000 personas que ovacionaron su regreso. La productora Nueva Tribu encabezada por el organizador del Cosquín Rock, José Palazzo se puso firme y logró que el sexteto reiniciara sus andanzas por Córdoba como puntapié inicial de su vuelta a la ruta.
La seguridad jugó un papel importantísimo, la misma consistía en extensos cordones policíacos que detenían el ingreso de bebidas, objetos punzantes, encendedores, cigarrillos de marihuana y cualquier otro objeto que pudiese catalogarse como peligroso. Colaboraban con la tarea personal de Defensa Civil, Bomberos y demás personal de la organización. Como dato ilustrativo, el cronista fue requisado nada más y nada menos que cinco veces antes de poder ingresar al estadio. No se permitía la venta de alcohol en los alrededores del lugar y los controles eran estrictos desde varias cuadras atrás. Allí se detenía a los colectivos que venían abarratodos de fanáticos que desplegaban sus “trapos” con el logo de la banda y frases como “Basta de culpa a Callejeros”, etc. aunque en el interior las banderas brillaban por su ausencia.
Más allá de todos los controles, todo se desarrolló con tranquilidad y sólo hubo un par de detenidos pero sin mayor relevancia, entre ellos un joven que portaba anda más (y nada menos) que un par de bengalas.
Ya ingresados al estadio se percibía carteles a los costados del escenario que decían “Salida de emergencia”, además el autotrol informaba a los espectadores sobre otras cuestiones referidas a la seguridad y el clásico homenaje de la banda “a los invisibles, por siempre”.
Al evento concurrieron algunos de los padres de las víctimas de Cromagnón que están a favor de la banda de Villa Celina.
Luego de fugaces presentaciones de las bandas soportes (Aukan, Santa Esquina, La 66 y La Coca Fernández, en ese orden) y siendo las 17 en punto, un vehículo utilitario apareció de la nada y recorrió parte de la pista olímpica para detener su marcha y para que bajasen los músicos que respetaron el horario quizás por la postergada necesidad de salir a tocar.
El escenario estaba pelado, no había decoración, las luces eran pálidas, no había pantallas, ni otro accesorio que entretuviera a los fans; lo importante para la banda era tocar porque a su decir es la forma en que se sienten libres.
Vestido completamente de negro Patricios Santos Fontanet y los suyos dieron un recital de dos horas que musicalmente dejó mucho que desear pero que como evento convocante logró su cometido. La agrupación está compuesta por Fontanet en voz, Elio Delgado en guitarra, Christián Torrejón en bajo, Eduardo Vázquez en batería, Juan Carbone en saxo y Maximiliano Djerfy en guitarra y coros; aunque “Bam Bam” Miranda (percusionista de la Mona Jiménez) incursionó salpicando algunas canciones.
La lista de interpretaciones se inició con “Señales” del último trabajo homónimo que emocionó al público y puso de pie a quienes estaban en las gradas. Lo que siguió fue un imparable popurrí de cortes de toda su discografía.
Fontanet dijo que antes de venir al estadio vio un titular en un medio televisivo que titulaba que los padres de las víctimas de Cromagnón fracasaron en su intento por detener a la banda. Seguidamente manifestó que la palabra “fracaso no correspondía (..) porque aquella noche del 30 de diciembre de 2004 perdimos todos”, refiriéndose a las 194 personas que fallecieron.
En el transcurso de todo el recital, la voz nasal tan característica de la banda parecía hacer catarsis, sus expresiones brotaban del alma y se exteriorizaban con palabras como, “alguien pensó que un embargo debilita a una banda de rock. A nosotros nos chupa un huevo”. Aunque una recurrencia era el continuo agradecimiento a todos los que los siguen, porque “si ustedes no estarían ahí nosotros no estaríamos acá”, para rematar con “a los demás, chúpenla, chúpenla por caretas”.
Y sí, Callejeros volvió a tocar, el espectáculo tuvo sus destellos como cuando se interpretó “Una nueva noche fría” que hizo temblar literalmente la tribuna y los “hinchas” cantaron como en el mejor de los clásicos futboleros; pero a la hora de poner las cosas en la balanza, la aguja se inclinó más hacia lo que significó esa reaparición, más que al espectáculo mismo.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el sábado 23 de setiembre de 2006.-
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