PINTURA, LITERATURA E HISTORIA
LILIANA MARESCALCHI
PASIÓN, EL CONDIMENTO PRIMORDIAL
Siempre fue de Las Perdices.
Sus abuelos serían pioneros y fundadores de ese pueblo del sur cordobés. Llegaron cuando no existía nada, y con el esfuerzo que caracterizó a los inmigrantes, dejaron la vida en cada pared que se levantaba, en cada campo que se araba, en cada cosa que se hacía.
Liliana Marescalchi es una apasionada. Así se define. La pintura le fascina, la literatura la hace sentir más plena y la historia le juega a las escondidas y le pide que vaya a descubrirla.
Podríamos decir que en ese triángulo artístico, la pasión se mueve como el agua de una cubeta, que a veces se inclina más para un lado que para el otro y muchas veces se desborda. Cuando la pasión es el norte, el alimento, el camino, la salvación de los días, no hay más límites que los que puede dar el tiempo.
Liliana fue comerciante y hoy por hoy, “la escritora del pueblo”, como la llaman sus coterráneas, se considera una afortunada de poder dedicar su tiempo a estas actividades.
Sus pinturas han sido expuestas en diferentes lugares, sus investigaciones están editadas en el libro sobre la historia de su pueblo “Un paraje llamado Las Perdices” y “Lazos de sangre. Familia Broilo” (que le llevó 10 años de investigación sobre un abuelo venido de Brasil). “Al sur del río Tercero”, un importante libro que abarca la historia de la zona que comprendía el antiguo Salto (cercanías de Río Tercero) a Villa Nueva, aún aguarda editor. En cuanto a sus producciones poéticas fueron publicadas en dos antologías del taller “Peregrinos” al cual asiste hace cuatro años.
La citamos a un café y dialogamos con ella sobre su actividad conjugando estas artes y sobre un descubrimiento literario importantísimo, del que alguna vez dimos difusión en este suplemento.
La imaginamos docente, la gente también. Si bien estudió Historia y Geografía, y algo de Bellas Artes, nos cuenta que no era lo suyo. La pasión que recorría por sus venas no cabía dentro de las paredes de un aula. Era pasión, “todo eso que bullía, todo eso que nacía por dentro”; primero por la pintura, por la escritura de sus sentimientos y luego por el desafío de conocer la historia.
Nos dice pensativa, “la mayor parte de mi vida fue pintar, quizás tendría que haber continuado los estudios para capitalizar y tener un fundamento. Con el hecho de la literatura, escribía lo que sentía, lo que me gustaba, pero no encausado en la poesía porque no tenía las armas, no sabía cual eran las cosas que había que tener en cuenta.” Armas de las que fue haciendo suyas en el taller literario “Peregrinos” que coordina Dolly Pagani y que nuestra entrevistada la define con una sola palabra: “fantástica”.
LA HISTORIA DEL PUEBLOHay muchos parajes, pueblos y asentamientos que no tienen su historia escrita. Las Perdices no era la excepción. Liliana recordaba algunas historias que le contaba su abuela, las cuales no se encontraban registradas en ningún libro. La inquietud comenzó a cosquillearla, a motivarla, a preguntarse por los orígenes, a ver las genealogías y cuando toma conciencia de todo ello va aproximándose a la realidad de aquel entonces. Fue buscando algunas informaciones y documentos y cuando se tomó un respiro, se dio cuenta de que tenía tanto material como para poder organizarlo en un libro. Así fue, siete años de búsqueda, de aprendizaje, no sólo del tema de estudio, sino también de las estrategias y técnicas de investigación; ya que al inicio, no sabía como organizar o estructurar la búsqueda. La historia oral la ayudó a comenzar la investigación y luego siguieron los archivos.
“Amo mi pueblo, y ésta era la forma de devolverle algo, a lo mejor me aboqué a la búsqueda de historias muy viejas que pensé que no interesaban tanto; pero sí que interesaban. Por ejemplo descubrí toda una sociedad colonial muy estructurada que la desconocíamos totalmente, sociedad que era muy rica; no solamente era que llegaron los inmigrantes y comenzó la historia de la zona, viene de antes.” El libro llevó por título “Un paraje llamado Las Perdices” y se vendieron todos los ejemplares en la presentación, a la semana se reimprimió, y hay una tercera edición circulando.
AL SUR DE NUESTRO RÍOEn ese tiempo de investigación y de armado de la historia de su pueblo, a Liliana le ocurrió algo extraño; “en los siete años en que preparé el libro no podía pintar, era una cosa rarísima, me ponía pero no podía, ni siquiera dibujar; el día que yo puse punto final al libro me salió la tapa de un tirón. Y de ahí, al año siguiente hice una exposición de 20 cuadros. Indudablemente soy apasionada, por eso pongo la vida en cada cosa que hago, esa es un poco la esencia de mi ser.”
Junto a la ventana de un café, Liliana pareciera mirarse en el cristal y describirse. Nos cuenta que nunca se va a dormir sin haber hecho muchas cosas en el arte, es su vida. Para el 2002 publicó otro libro y ya estaba trabajando para “Al sur del río tercero”, ya que la zona es históricamente muy rica. Este volumen se le presentó con menos inconvenientes ya que conocía como debía moverse, había cámaras digitales con las que podía fotografiar algunos documentos y llevarse trabajo a su casa y se sentía más cómoda para trabajar.
Liliana, amable y de una sonrisa infaltable, pone sobre la mesa su anhelo. “ojalá que sirva y lo pueda editar... Yo iba viendo que había una historia muy rica, que había un censo, que había habido esclavos y demás; ¡¿pero cómo es que no hay bibliografía?! (se preguntaba), y efectivamente, no existe. Está muy bien investigado la historia en Villa María, la de Río Cuarto; pero en el medio o yendo para el lado de Río Tercero no hay historia, entonces es ese el hueco el que yo traté de completar. Te puedo asegurar que yo busqué todos los manuscritos de gobierno, de escribanía, de Catastro, todos los censos los copié y los digitalicé. Esto no me hacía falta para el libro, pero me gustó y me pareció una información importante. Quiero decirte con esto que no me quedó nada por investigar, es esa tranquilidad la que tengo.”
TIEMPO, PUEBLOS Y ARCHIVOS
Muchas horas invirtió Liliana en la búsqueda de datos. Viajes a Buenos Aires, a Villa Nueva, a Córdoba para revolver, leer y descubrir parte de nuestra historia. Nos cuenta que en el Archivo Histórico de la ciudad de Buenos Aires, no hay mucho material sobre las postas. Hay que ir con mucho tiempo y hurgar en cajas que no se encuentran en muy buenas condiciones. Mientras tanto que en Córdoba, en Catastro la información es más abundante, dice Liliana que “allí tienen toda la historia de las distintas divisiones que tienen las tierras en Córdoba, entonces hablamos de la época en que llega Jerónimo Luis de Cabrera y ya se empiezan a otorgar mercedes; entonces vas sabiendo las determinadas zonas, cómo fueron entregándose esa merced, quiénes fueron los diferentes dueños… en los mismos planos viejos encontrás los diversos caminos de postas, uno piensa en el norte cuando se habla de postas; pero nosotros teníamos, fueron mencionados por distintos viajeros del mundo en diferentes siglos.”
Le consultamos sobre cuáles son los inconvenientes que se tienen a la hora de hacer este tipo de investigaciones y ella, sin dudarlo, nos contesta que “el tiempo y el hecho de no vivir en el lugar apropiado”. Con esto último, nuestra entrevistada hace referencia al tiempo en que le insume el hecho de viajar y permanecer en diferentes archivos de distintos lugares para poder ir rastreando documentos que le ayuden al esclarecimiento de la historia. “La gente de los archivos te trata muy bien y te ayudan. El inconveniente, en mi caso, tanto para la pintura como para la escritura, es vivir en un pueblo chiquito. Fijate, ¡¿qué poeta conocés de Las Perdices?! Nosotros estamos allá olvidados, ahí gente que puede hacer trabajos muy buenos, y si no participás en un concurso o algo así, no hay posibilidades…. No tenemos oportunidad. Ni oportunidades de aprendizaje.”
Pero vivir en un pueblo no sólo te limita, por esa razón le consultamos cuáles son las cosas a favor que tiene vivir en Las Perdices; nos responde sonriente, “es fantástico vivir en un pueblo. La vida es así… siempre tenés algo a favor y algo en contra: yo elijo toda la vida Perdices. Habrá que renegar más en el camino, pero mi meta no es trascender, es hacer lo que me gusta y para lo que nací.” Y para lo que nació es el arte, por eso es que no duda en confesarnos “no creo que haya que irse del pueblo para trascender. Está en la valía de cada uno, en la capacidad que tengas, también te contagia los compañeros y amistades, es más fácil crecer en grupo, porque a veces uno está muy solo, cuando encontrás gente afín, aprendés del otro.
Liliana no cambiaría jamás su lugar de residencia. Vivió cuatro años en Buenos Aires y pensó que desfallecía, nos dice sonriente.
PASIONES QUE SE VIVEN
Liliana Marescalchi define sus actividades como una pasión y una forma de vivir, “si me sacás esto no soy yo, indudablemente que le meto toda la pasión. Cuando me pongo a pintar pongo vida y alma, a veces cuando estoy pintando me dicen que ya está terminado, pero le falta, a lo mejor pasa un año y lo sigo retocando.”
En la pintura trabaja con óleo porque es más lento, pero también incursionó en el acrílico y ha hecho texturas mixtas… según sus necesidades, lo que tenga a mano o como se le presenten las ideas el día de la creación. Expresa ser perfeccionista en cada cosa que hace, no abandonar sus trabajos hasta quedar satisfechas. “En esto en realidad, terminamos dando las vueltas y nos damos cuenta que lo hacemos para nosotros mismos, es un poco para nuestra alma, nos tiene que conformar a nosotros, si les gusta a los demás es un plus, viene de regalo.”
Además de hacer las cosas para calmar el hambre de nuestra alma, muchas veces este camino se hace más llevadero y productivo si se hace de manera conjunta. En el taller literario “Peregrinos” que coordina Dolly, todos los participantes aportan ideas y sugerencias para mejorar los escritos de los talleristas.
La autora de la historia de su pueblo escribe cuentos, poemas, notas históricas y demás sentimientos en el papel. El taller le ayudó a mejorar su escritura, a ver que una historia verdadera se puede contar como cuento, entre otras cosas. En la actualidad ha culminado un libro que trata sobre los 25 años de los ingenieros agrónomos de la zona y ha sido galardonada en el reciente concurso literario de las Fiestas Mayas de Villa Nueva.
ROBERTO ARLT, HABITANTE DE PERDICES
Una de los puntos que más nos interesó cuando la conocimos a Liliana fue el hecho de que nos contara que Roberto Arlt vivió en Las Perdices. No podíamos dejarla ir sin que nos diera los pormenores de este descubrimiento.
Cuenta que “cuando investigaba la historia de Las Perdices, encontraba a algún memorioso, esos de más de 80 años, los consultaba por vivencias de cuando eran chicos y algunos daban vueltas mencionaban a Roberto Arlt. Era mucha casualidad, cuando no eran gente lectora pero sí muy confiable. Era llamativo que mencionaran a una persona que estuvo tan poco tiempo y se fue, entonces debió ser alguien que trascendió. Incluso hubo una viejita que tenía una memoria fantástica, que ya falleció, y le consulté por hacerle una entrevista. Ella sola me dijo que había trabajado de los Mancini, yo sabía que ellos eran los parientes de Arlt. Me dijo que era muy chica cuando doña Pepa cocinó al gato. ¡¿Cómo?! Le dije… Ella ni idea tenía de quien era Roberto Arlt. El cuento (se refiere a ‘El gato cocido’) yo lo sabía de memoria y ella me contó todo lo que había pasado. ‘Sí, me dijo, y tenían parientes que sacaron en el diario la noticia’. Y no era una noticia, era el cuento.
Mi tarea era encontrar algo escrito, todo estaba con pinzas, necesitaba la prueba palpable de que Arlt anduvo por Las Perdices. Fue una tarea profunda, totalmente empecinada… Venía a Villa Nueva a buscar en los archivos parroquiales, porque los libros que era de Perdices, están ahí. Calculaba las fechas entre 1922 y 1924, busqué libro por libro y no lo encontré, libros del registro civil, casamientos, defunciones… me los busqué en todos, tenía que ser padrino o algo, algún registro… me decía.
En esa época la Sociedad Italiana era una institución fuerte, busqué todos los libros, debía estar como invitado… no. Me fui a la Sociedad Española, me leí todo y nada. Así fui buscando dos años. Seguí armando mi libro de Perdices y tuve acceso a los libros de ordenanzas, partidas… vos no sabés lo que fue leer, ‘el señor Roberto Arlt solicita permiso para instalar un surtidor de nafta…’ creo que esa alegría la tuve únicamente cuando nació mi hijo.”
Así de esa manera, nos relataba Liliana su hallazgo, trascendente para su pueblo y la literatura toda. Es casi increíble que un genio como lo fue Arlt viviese aquí, a unos cuantos kilómetros de nosotros.
Más adelante Marescalchi publicó su libro, pudo contactarse con la hija de Arlt y se lo envió. Recibió los agradecimientos, hasta el descubrimiento de saber que ella, su hija bebé, había estado en Las Perdices en ese entonces.
“Después de publicado el libro, encontraría a otro señor de 90 años que se acordaba perfecto de Arlt, que ella jugaba con la hija que se llamaba Mirta. Recordaba que el era un loco de la guerra, que un día le rompió todas las macetas a la mujer y cosas así… fue una satisfacción tremenda. Es muy poco el tiempo, pero creo que fue un buen aporte. Ese señor me dijo donde está la casa. ‘El gato cocido’ inmortalizó Las Perdices. Todos los personajes que nombra en el cuento se los puede reconocer fácilmente.”
Así con ese descubrimiento cerramos esta nota. Con una Liliana Marescalchi que no dejó de emocionarse durante toda la entrevista. Una mujer que apuesta a la cultura y que se define apasionada por lo que hace. Y nosotros le creemos, porque la emoción y la pasión pudieron percibirse en esa charla, como el viento que acaricia nuestra piel y que nos hace saber, a cada instante, de que estamos vivos.
LILIANA MARESCALCHI
PASIÓN, EL CONDIMENTO PRIMORDIAL
Siempre fue de Las Perdices.
Sus abuelos serían pioneros y fundadores de ese pueblo del sur cordobés. Llegaron cuando no existía nada, y con el esfuerzo que caracterizó a los inmigrantes, dejaron la vida en cada pared que se levantaba, en cada campo que se araba, en cada cosa que se hacía.
Liliana Marescalchi es una apasionada. Así se define. La pintura le fascina, la literatura la hace sentir más plena y la historia le juega a las escondidas y le pide que vaya a descubrirla.
Podríamos decir que en ese triángulo artístico, la pasión se mueve como el agua de una cubeta, que a veces se inclina más para un lado que para el otro y muchas veces se desborda. Cuando la pasión es el norte, el alimento, el camino, la salvación de los días, no hay más límites que los que puede dar el tiempo.
Liliana fue comerciante y hoy por hoy, “la escritora del pueblo”, como la llaman sus coterráneas, se considera una afortunada de poder dedicar su tiempo a estas actividades.
Sus pinturas han sido expuestas en diferentes lugares, sus investigaciones están editadas en el libro sobre la historia de su pueblo “Un paraje llamado Las Perdices” y “Lazos de sangre. Familia Broilo” (que le llevó 10 años de investigación sobre un abuelo venido de Brasil). “Al sur del río Tercero”, un importante libro que abarca la historia de la zona que comprendía el antiguo Salto (cercanías de Río Tercero) a Villa Nueva, aún aguarda editor. En cuanto a sus producciones poéticas fueron publicadas en dos antologías del taller “Peregrinos” al cual asiste hace cuatro años.
La citamos a un café y dialogamos con ella sobre su actividad conjugando estas artes y sobre un descubrimiento literario importantísimo, del que alguna vez dimos difusión en este suplemento.
La imaginamos docente, la gente también. Si bien estudió Historia y Geografía, y algo de Bellas Artes, nos cuenta que no era lo suyo. La pasión que recorría por sus venas no cabía dentro de las paredes de un aula. Era pasión, “todo eso que bullía, todo eso que nacía por dentro”; primero por la pintura, por la escritura de sus sentimientos y luego por el desafío de conocer la historia.
Nos dice pensativa, “la mayor parte de mi vida fue pintar, quizás tendría que haber continuado los estudios para capitalizar y tener un fundamento. Con el hecho de la literatura, escribía lo que sentía, lo que me gustaba, pero no encausado en la poesía porque no tenía las armas, no sabía cual eran las cosas que había que tener en cuenta.” Armas de las que fue haciendo suyas en el taller literario “Peregrinos” que coordina Dolly Pagani y que nuestra entrevistada la define con una sola palabra: “fantástica”.
LA HISTORIA DEL PUEBLOHay muchos parajes, pueblos y asentamientos que no tienen su historia escrita. Las Perdices no era la excepción. Liliana recordaba algunas historias que le contaba su abuela, las cuales no se encontraban registradas en ningún libro. La inquietud comenzó a cosquillearla, a motivarla, a preguntarse por los orígenes, a ver las genealogías y cuando toma conciencia de todo ello va aproximándose a la realidad de aquel entonces. Fue buscando algunas informaciones y documentos y cuando se tomó un respiro, se dio cuenta de que tenía tanto material como para poder organizarlo en un libro. Así fue, siete años de búsqueda, de aprendizaje, no sólo del tema de estudio, sino también de las estrategias y técnicas de investigación; ya que al inicio, no sabía como organizar o estructurar la búsqueda. La historia oral la ayudó a comenzar la investigación y luego siguieron los archivos.
“Amo mi pueblo, y ésta era la forma de devolverle algo, a lo mejor me aboqué a la búsqueda de historias muy viejas que pensé que no interesaban tanto; pero sí que interesaban. Por ejemplo descubrí toda una sociedad colonial muy estructurada que la desconocíamos totalmente, sociedad que era muy rica; no solamente era que llegaron los inmigrantes y comenzó la historia de la zona, viene de antes.” El libro llevó por título “Un paraje llamado Las Perdices” y se vendieron todos los ejemplares en la presentación, a la semana se reimprimió, y hay una tercera edición circulando.
AL SUR DE NUESTRO RÍOEn ese tiempo de investigación y de armado de la historia de su pueblo, a Liliana le ocurrió algo extraño; “en los siete años en que preparé el libro no podía pintar, era una cosa rarísima, me ponía pero no podía, ni siquiera dibujar; el día que yo puse punto final al libro me salió la tapa de un tirón. Y de ahí, al año siguiente hice una exposición de 20 cuadros. Indudablemente soy apasionada, por eso pongo la vida en cada cosa que hago, esa es un poco la esencia de mi ser.”
Junto a la ventana de un café, Liliana pareciera mirarse en el cristal y describirse. Nos cuenta que nunca se va a dormir sin haber hecho muchas cosas en el arte, es su vida. Para el 2002 publicó otro libro y ya estaba trabajando para “Al sur del río tercero”, ya que la zona es históricamente muy rica. Este volumen se le presentó con menos inconvenientes ya que conocía como debía moverse, había cámaras digitales con las que podía fotografiar algunos documentos y llevarse trabajo a su casa y se sentía más cómoda para trabajar.
Liliana, amable y de una sonrisa infaltable, pone sobre la mesa su anhelo. “ojalá que sirva y lo pueda editar... Yo iba viendo que había una historia muy rica, que había un censo, que había habido esclavos y demás; ¡¿pero cómo es que no hay bibliografía?! (se preguntaba), y efectivamente, no existe. Está muy bien investigado la historia en Villa María, la de Río Cuarto; pero en el medio o yendo para el lado de Río Tercero no hay historia, entonces es ese el hueco el que yo traté de completar. Te puedo asegurar que yo busqué todos los manuscritos de gobierno, de escribanía, de Catastro, todos los censos los copié y los digitalicé. Esto no me hacía falta para el libro, pero me gustó y me pareció una información importante. Quiero decirte con esto que no me quedó nada por investigar, es esa tranquilidad la que tengo.”
TIEMPO, PUEBLOS Y ARCHIVOS
Muchas horas invirtió Liliana en la búsqueda de datos. Viajes a Buenos Aires, a Villa Nueva, a Córdoba para revolver, leer y descubrir parte de nuestra historia. Nos cuenta que en el Archivo Histórico de la ciudad de Buenos Aires, no hay mucho material sobre las postas. Hay que ir con mucho tiempo y hurgar en cajas que no se encuentran en muy buenas condiciones. Mientras tanto que en Córdoba, en Catastro la información es más abundante, dice Liliana que “allí tienen toda la historia de las distintas divisiones que tienen las tierras en Córdoba, entonces hablamos de la época en que llega Jerónimo Luis de Cabrera y ya se empiezan a otorgar mercedes; entonces vas sabiendo las determinadas zonas, cómo fueron entregándose esa merced, quiénes fueron los diferentes dueños… en los mismos planos viejos encontrás los diversos caminos de postas, uno piensa en el norte cuando se habla de postas; pero nosotros teníamos, fueron mencionados por distintos viajeros del mundo en diferentes siglos.”
Le consultamos sobre cuáles son los inconvenientes que se tienen a la hora de hacer este tipo de investigaciones y ella, sin dudarlo, nos contesta que “el tiempo y el hecho de no vivir en el lugar apropiado”. Con esto último, nuestra entrevistada hace referencia al tiempo en que le insume el hecho de viajar y permanecer en diferentes archivos de distintos lugares para poder ir rastreando documentos que le ayuden al esclarecimiento de la historia. “La gente de los archivos te trata muy bien y te ayudan. El inconveniente, en mi caso, tanto para la pintura como para la escritura, es vivir en un pueblo chiquito. Fijate, ¡¿qué poeta conocés de Las Perdices?! Nosotros estamos allá olvidados, ahí gente que puede hacer trabajos muy buenos, y si no participás en un concurso o algo así, no hay posibilidades…. No tenemos oportunidad. Ni oportunidades de aprendizaje.”
Pero vivir en un pueblo no sólo te limita, por esa razón le consultamos cuáles son las cosas a favor que tiene vivir en Las Perdices; nos responde sonriente, “es fantástico vivir en un pueblo. La vida es así… siempre tenés algo a favor y algo en contra: yo elijo toda la vida Perdices. Habrá que renegar más en el camino, pero mi meta no es trascender, es hacer lo que me gusta y para lo que nací.” Y para lo que nació es el arte, por eso es que no duda en confesarnos “no creo que haya que irse del pueblo para trascender. Está en la valía de cada uno, en la capacidad que tengas, también te contagia los compañeros y amistades, es más fácil crecer en grupo, porque a veces uno está muy solo, cuando encontrás gente afín, aprendés del otro.
Liliana no cambiaría jamás su lugar de residencia. Vivió cuatro años en Buenos Aires y pensó que desfallecía, nos dice sonriente.
PASIONES QUE SE VIVEN
Liliana Marescalchi define sus actividades como una pasión y una forma de vivir, “si me sacás esto no soy yo, indudablemente que le meto toda la pasión. Cuando me pongo a pintar pongo vida y alma, a veces cuando estoy pintando me dicen que ya está terminado, pero le falta, a lo mejor pasa un año y lo sigo retocando.”
En la pintura trabaja con óleo porque es más lento, pero también incursionó en el acrílico y ha hecho texturas mixtas… según sus necesidades, lo que tenga a mano o como se le presenten las ideas el día de la creación. Expresa ser perfeccionista en cada cosa que hace, no abandonar sus trabajos hasta quedar satisfechas. “En esto en realidad, terminamos dando las vueltas y nos damos cuenta que lo hacemos para nosotros mismos, es un poco para nuestra alma, nos tiene que conformar a nosotros, si les gusta a los demás es un plus, viene de regalo.”
Además de hacer las cosas para calmar el hambre de nuestra alma, muchas veces este camino se hace más llevadero y productivo si se hace de manera conjunta. En el taller literario “Peregrinos” que coordina Dolly, todos los participantes aportan ideas y sugerencias para mejorar los escritos de los talleristas.
La autora de la historia de su pueblo escribe cuentos, poemas, notas históricas y demás sentimientos en el papel. El taller le ayudó a mejorar su escritura, a ver que una historia verdadera se puede contar como cuento, entre otras cosas. En la actualidad ha culminado un libro que trata sobre los 25 años de los ingenieros agrónomos de la zona y ha sido galardonada en el reciente concurso literario de las Fiestas Mayas de Villa Nueva.
ROBERTO ARLT, HABITANTE DE PERDICES
Una de los puntos que más nos interesó cuando la conocimos a Liliana fue el hecho de que nos contara que Roberto Arlt vivió en Las Perdices. No podíamos dejarla ir sin que nos diera los pormenores de este descubrimiento.
Cuenta que “cuando investigaba la historia de Las Perdices, encontraba a algún memorioso, esos de más de 80 años, los consultaba por vivencias de cuando eran chicos y algunos daban vueltas mencionaban a Roberto Arlt. Era mucha casualidad, cuando no eran gente lectora pero sí muy confiable. Era llamativo que mencionaran a una persona que estuvo tan poco tiempo y se fue, entonces debió ser alguien que trascendió. Incluso hubo una viejita que tenía una memoria fantástica, que ya falleció, y le consulté por hacerle una entrevista. Ella sola me dijo que había trabajado de los Mancini, yo sabía que ellos eran los parientes de Arlt. Me dijo que era muy chica cuando doña Pepa cocinó al gato. ¡¿Cómo?! Le dije… Ella ni idea tenía de quien era Roberto Arlt. El cuento (se refiere a ‘El gato cocido’) yo lo sabía de memoria y ella me contó todo lo que había pasado. ‘Sí, me dijo, y tenían parientes que sacaron en el diario la noticia’. Y no era una noticia, era el cuento.
Mi tarea era encontrar algo escrito, todo estaba con pinzas, necesitaba la prueba palpable de que Arlt anduvo por Las Perdices. Fue una tarea profunda, totalmente empecinada… Venía a Villa Nueva a buscar en los archivos parroquiales, porque los libros que era de Perdices, están ahí. Calculaba las fechas entre 1922 y 1924, busqué libro por libro y no lo encontré, libros del registro civil, casamientos, defunciones… me los busqué en todos, tenía que ser padrino o algo, algún registro… me decía.
En esa época la Sociedad Italiana era una institución fuerte, busqué todos los libros, debía estar como invitado… no. Me fui a la Sociedad Española, me leí todo y nada. Así fui buscando dos años. Seguí armando mi libro de Perdices y tuve acceso a los libros de ordenanzas, partidas… vos no sabés lo que fue leer, ‘el señor Roberto Arlt solicita permiso para instalar un surtidor de nafta…’ creo que esa alegría la tuve únicamente cuando nació mi hijo.”
Así de esa manera, nos relataba Liliana su hallazgo, trascendente para su pueblo y la literatura toda. Es casi increíble que un genio como lo fue Arlt viviese aquí, a unos cuantos kilómetros de nosotros.
Más adelante Marescalchi publicó su libro, pudo contactarse con la hija de Arlt y se lo envió. Recibió los agradecimientos, hasta el descubrimiento de saber que ella, su hija bebé, había estado en Las Perdices en ese entonces.
“Después de publicado el libro, encontraría a otro señor de 90 años que se acordaba perfecto de Arlt, que ella jugaba con la hija que se llamaba Mirta. Recordaba que el era un loco de la guerra, que un día le rompió todas las macetas a la mujer y cosas así… fue una satisfacción tremenda. Es muy poco el tiempo, pero creo que fue un buen aporte. Ese señor me dijo donde está la casa. ‘El gato cocido’ inmortalizó Las Perdices. Todos los personajes que nombra en el cuento se los puede reconocer fácilmente.”
Así con ese descubrimiento cerramos esta nota. Con una Liliana Marescalchi que no dejó de emocionarse durante toda la entrevista. Una mujer que apuesta a la cultura y que se define apasionada por lo que hace. Y nosotros le creemos, porque la emoción y la pasión pudieron percibirse en esa charla, como el viento que acaricia nuestra piel y que nos hace saber, a cada instante, de que estamos vivos.
------------------------------------
REALIDAD
por Liliana Marescalchi
Temor
Doble cerrojo
Trincheras doloridas
de rejas adentro
Un niño taciturno
espera en la ventana
Cobija en su pecho
una pelota
sin calle.
por Liliana Marescalchi
Temor
Doble cerrojo
Trincheras doloridas
de rejas adentro
Un niño taciturno
espera en la ventana
Cobija en su pecho
una pelota
sin calle.
-------------------------
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 4 de julio de 2010.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario