domingo, 15 de junio de 2008

Pablo Durán (Escritor Cordobés)

REPORTAJE
PABLO DURÁN
EN EL RÍO DE LAS LETRAS

Entrevista de Juan Ramón Seia
Introducción de Darío Falconi



Pablo Durán nació en Córdoba en 1972, pero vivió en Villa María durante un considerable tiempo. Actualmente reside en nuestra capital donde trabaja y desde donde proyecta su literatura. Publicó cuatro libros, “El ciclo de los objetos perdidos” (2000), “La cadena de mate chatarra” (2003), “La última jarana” (2005) y recientemente “121”. Este último libro es el motivo de su visita a estas páginas y a la Feria del Libro local.
“121” retrata en 221 páginas la inundación que devastó el barrio de Tierra Aislada por tercera vez, el lugar más desfavorecido de un lugar denominado Más Ciudad. Amanda Fuentes, una inspectora de catástrofes, será la encargada de introducirnos en la historia de este desastre totalmente previsible. Se decepcionó totalmente de su trabajo, que consistía en generar inútilmente toneladas de informes de cualquier tipo sin que sirviesen estos como elementos para evitar lo que ella sabía se avecinaba. En un gesto de arrepentimiento y bronca decidió contar los hechos tal como sucedieron a manera de explicación para ella misma y sobre todo para la gente de esa población. En palabras de Fuentes: “Me decidí a contar los hechos cuando las aguas que arrastraban todo tipo de objetos de Tierra Aislada se llevaron también mi máscara. Me decidí a gritar cuando me desembaracé del traje de inspectora y me reencontré con la mujer llana que fui de joven. Yo había perdido mi expresión fresca de aquellos tiempos y también las ganas de decir. Hoy me doy cuenta que quiero gritar. Estoy madura para gritar y sentir la frescura que me permite llorar frente al dolorido. Hoy puedo llorar.”
La novela se sostiene en tres pilares que se exponen de una manera audaz, barajadas de cierta forma que puede despistar a ciertos lectores desprevenidos.
“Las motivaciones para escribir esta novela fueron varias” dice Durán. “Por un lado, intenté mantener un ritmo de escritura, que no decayera con el paso de los meses posteriores a la publicación de la novela anterior "La última jarana". Después de terminar con un texto puedo descansar un breve tiempo, pero enseguida aparecen nuevas ideas. Para mí es fundamental mantener cierta gimnasia, horas frente al papel o la computadora, al menos algunos minutos cada día. Escribir es una fase más dentro del proceso creativo literario, pero es un acto que favorece la aparición de nuevas ideas y la resolución de tramas, estructuras y, en definitiva, textos.
En segunda instancia, procuré armar un trabajo que profundizara la búsqueda de un estilo, lo que estuvo presente como inquietud sobre todo en el primer texto escrito, que es el segundo capítulo o parte de la obra final y que le da nombre: ‘121’. Este texto medio es el disparador, desde el punto de vista del modo de escribir y de los lineamientos estilísticos generales, de los restantes, lo que se aprecia algo más claramente en la tercera parte, ‘Las Aguas’, pues la primera parte de la obra terminada, ‘Intro’, se despega algo en cuanto a la manera en que está relatada. Desde el enfoque de la historia que se cuenta, lo central ocurre en las partes 1 y 3, pero hay vinculaciones tangibles entre todas gracias a la presencia de citas extraídas de la segunda parte, 121. Así se cierra estructuralmente la novela.”
Por su parte, Dolly Pagani en un prólogo explicativo que se publicase en EL DIARIO en febrero de 2007 y en el que se exponía un adelanto de lo que hoy es este libro; esgrimía, “Se trata de una obra literaria anti-género, sobre la problemática escritural, que involucra: escritor-texto-lector. A pesar de la aparente casticidad formal, plantea puntualmente esa ecuación, pero enmascarada en una originalísima estructura numérica, en apariencia ‘desestructurada’, en el límite de la audacia intelectual, más allá de los juegos de Cortázar, rozando las extravagancias y las cargas de humor de Macedonio.”
Al respecto Durán nos expresa, “creo que no fue pensado desde un comienzo escribir una novela "extraña". Sí se diseñó de antemano el grueso de la idea y estructura general. Quizás haya resultado extraña, pero me atrevo a pensar que más bien se debe esta supuesta característica al hecho de que es estructuralmente poco convencional (cortada, quebrada, cargada de micro relatos, diversas mini historias), y sobre esta estructura se monta una narración que se unifica desde lo argumental en las partes 1 y 3, a la vez que lo estilístico se ordena desde lo prescripto por la segunda parte.”
Interrogamos un poco más al autor para que nos contase su visión sobre esta obra, sobre su obra y su visión del mundo literario cordobés…

EDC: —¿Cómo debería asimilar un lector amateur tu obra?
Pablo Durán: —La novela se dirige a todos los lectores posibles. No sabría definir a un lector amateur. Tiendo a suponer que un lector que se enfrenta a un libro de ficción lo hace desde una situación que implica para él la posibilidad (todas las posibilidades) de disfrutarlo, entenderlo, recordarlo, pensarlo y emocionarse. No pienso de antemano en escribir algo que pueda ser comunicado de tal o cual manera, asimilado o siquiera explicado. Intento escribir lo que me gustaría leer, lo que me atrapa y lo que me hace no abandonar el libro. Intento escribir lo que me indica mi gusto como lector. Creo que si la obra terminada me convence a mí mismo como lector tiene más oportunidades de convencer a otros lectores. En definitiva, creo que más que imaginar la recepción que tendrá la obra hay que perseverar en estilos y en líneas de escritura que definan a un autor. Los lectores aparecerán o no, pero siempre se escribe para los lectores.

EDC: —¿La estructura o el estilo tiene bases en otras lecturas?
Pablo Durán: —Procuro leer siguiendo un plan, si cabe el término. Para cada momento de escritura corresponden necesidades de lectura, las que tienen alguna relación con lo que se está creando, aunque no con el estilo ni con la estructura.
Pero me considero un mal lector de ficción, es decir, leo poca ficción. Mis estilos literarios están en formación, apenas empezando a consolidarse. Y puede que estén en constante formación, aún cuando pase muchos más años en este oficio. No estoy seguro de que sea bueno escribir de una sola y determinada manera. Las obras de ficción permiten jugar con una flexibilidad mayor a la hora de su producción. Por todo esto es que me parece propicio para mi obra que busque de manera permanente la originalidad (que sea esa una característica de estilo). A ese fin contribuye que lea poca ficción y que dedique abundantes horas a leer ensayos, historia, textos científicos, escritos sobre literatura y revistas y diarios sobre temas de actualidad. Todo lo anterior, sin que esto sea un listado que agote ahí los tópicos pues tengo amplios intereses a la hora de leer.

EDC: —¿Creés que has alcanzado un estado de madurez en tu trabajo?
Pablo Durán: —Escribo desde hace muy poco tiempo, algo así como nueve años. Y sobre la marcha he ido aprendiendo algunas pocas cosas. Con sólo conversar con algún autor que tenga real experiencia, sea por más años de dedicación o por haber producido obras de gran calidad (lo que suele ser coincidente), te podés poner en conocimiento de cuál es el grado de desarrollo de tu propia escritura. Nueve años es poco para una actividad como esta y publicar algunas páginas no significa mucho en cuanto a la calidad de lo que uno publica. Pero creo que a escribir se aprende escribiendo. Y que la literatura se completa en el lector, por lo que la publicación es parte del trabajo que hay que hacer. Estoy transitando un camino de definición de estilos, que tiene la intención de lograr mejor calidad de escritura y que necesita sumar lectores.

EDC: —¿Qué puntos de coincidencia encuentras en "121" con "La última jarana" y los anteriores libros tuyos?
Pablo Durán: —Cada una de mis obras publicadas ha sido distinta, pero es cierto que tienen alguna cuestión común, fundamentalmente en lo referido a la microficción. Aún siendo obras no tan extensas, las novelas breves contienen párrafos y pasajes brevísimos en los que hay autonomía de construcción y sentido.

EDC: —¿Cómo apreciás la actualidad de la narrativa cordobesa? ¿Relativo apoyo editorial, descorrimiento del Estado, público en descenso o hay luz al final del túnel?
Pablo Durán: —No podría hacer un diagnóstico certero sobre la actualidad de la narrativa cordobesa. Me parece que hay mayor tradición y presente en obra poética, tanto en cantidad de autores como en calidad de obras. En narrativa hay buen movimiento en cuanto a cuentos y relatos y algo menos en novelas. Pero hay una gran producción periodística, de ensayo y de historia. Quiero decir que se escribe mucho y en no pocos casos muy bien. Hay diarios y revistas locales y regionales. Hay editoriales pequeñas que publican a buen ritmo. Hay cantidades importantes de estudiantes de letras y comunicación. Y está la posibilidad de desligarse del papel para publicar, sea en soportes informáticos, en blogs y en otros tipos de ediciones digitales. Hay hoy en día innumerables opciones para publicar, y algunas de muy bajo costo.
Hay apoyo editorial desde el aspecto técnico de la edición, corrección e impresión (en caso de uso de papel). La cuestión de quién carga con el costo de poner un libro en la calle es el nudo del tema de los recursos. Es difícil que una editorial o un medio de comunicación inviertan en un autor nuevo. Pero ocurre en algunos casos. Depende en buena medida de la perseverancia del autor. Es que a veces hay media página disponible en un diario o una búsqueda de autores para alguna antología. Estoy convencido de que los autores debemos ayudar a encontrar los canales de publicación existentes, a mejorarlos y a hacer de la literatura de ficción algo atractivo para numerosos potenciales lectores.
El Estado, en cualquiera de sus niveles, fija prioridades que son las que se determinan en las políticas de gobierno. La literatura de ficción debe ser apoyada, pero es cierto que no son años para sacarle recursos a temas urgentes que demandan los sectores más necesitados de la población, de la producción e, inclusive, de otras áreas de la cultura ajenas a la literatura. Creo que hay que pensar en buscar el encuentro de los autores con los lectores. Que hay que usar los medios tecnológicos menos costosos para publicar. Y que hay sectores de nuestra sociedad que pueden costear publicaciones y ayudar a autores a perfeccionarse con cursos y estudios de distinto tipo. Hay que demostrar a quienes tengan posibilidad material y voluntad de apoyar actividades culturales que la literatura de ficción es importante, es cultura, ayuda al desarrollo de una comunidad, contribuye a la consolidación de una región, hace al patrimonio de un pueblo y nos puede mejorar como personas. También creo que el público lector no está en descenso (al menos vertiginoso), y que hay interés por la ficción, sea literaria, de historietas, cinematográfica. Hay comunicación escrita por correos electrónicos y mensajes de texto, cosa que no ocurría hace unos pocos años. Hay que encontrar a los lectores. Hay oportunidades para aprovechar, pero demandan trabajo. Mucho trabajo. Y confío en que habrá luz al final.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 15 de junio de 2008.-