domingo, 29 de mayo de 2011

Horacio Sosa. Músico de Selección

entrevista a
HORACIO SOSA
Músico de Selección


“En una ciudad chiquita, que es una pancita”, nació Horacio Sosa. Recuerda allí sus primeros años, la actividad agropecuaria, los silos que se plantaban en el paisaje, ese puerto que no necesitaba ser dragado y que nunca fue explotado comercialmente… Allí en Diamante (Entre Ríos) transcurrió su infancia hasta los ocho años. Luego la situación del país, hizo que el presidente Arturo Frondizi cerrara los ferrocarriles y cortara la fuente de ingreso de la familia. Se mudaron a Córdoba y gracias a un pariente que trabajaba en la Renault, el padre de Horacio consiguió su lugar y pudo seguir llevando el pan a casa.
Desde los ocho años Horacio estudió guitarra en una academia de barrio y rendía en un conservatorio privado del centro de Córdoba. Continuaría sus estudios de magisterio, pero antes de culminarlos ya había empezado a impartir clases en casa, “porque era el chico que tocaba bien la guitarra”. Recuerda que sus primeros ingresos fueron dando clases barriales, tiempo después vendría el grupo “Comunidad” y el acompañamiento a Francisco Heredia, que “era un cantor que movilizaba en la época y que se las arreglaba para decir en clave, había censura y autocensura.”
Horacio Sosa fue integrante del reconocido grupo “Posdata”, que se metió en el imaginario colectivo provincial con el emblemático “Córdoba va” de Francisco Heredia. Es autor además de la canción “Quiero amar a mi país” que Mercedes Sosa inmortalizó en su disco “Vengo a ofrecer mi corazón” (1985). Para 1991, ya como solista, grabó el disco “Línea del corazón”, contando con Bernardo Baraj y Litto Nebbia como músicos invitados. Junto a Ariel Borda y Sergio Korn, grabó “Cordobeses” en 2007. Ese mismo año aparecería su disco “Ocre” con participaciones de Peteco Carabajal, Jorge Fandermole, entre tantos otros, incluido alumnos de sus cátedras de Villa María. Este disco es el que el músico urbano de fusión folkórica con rock sinfónico “defenderá” en tierras españolas esta semana. Horacio se sienta en un banco de estudiante universitario y nos introduce en el inicio de este periplo.



“Todo se lo debo a un gran amigo, Pepe Morlans. Él fue el propietario de un bar de Córdoba que se llamaba “Arrope”, en los primeros años de 2000. Fue un escalón de calidad de experiencias de boliches nocturnos. Era un lugar donde se tocaba, pero a la vez, estabas cómodo, tomabas un vino como la gente; duró no mucho tiempo como se esperó, pero tuvo mucho éxito. Era un ámbito que daba para escuchar, tenía buenas condiciones técnicas, luces, sonido, operador… por allí pasó Liliana Herrero, Raúl Carnota, Fandermole…, todos los artistas de córdoba, Ariel Borda, yo… todo lo que no fuera comercial pasaba por ahí, ya sea música urbana, proyección folklórica o fusión. También estuvieron Agustín Pereyra Lucena, Raúl Porchetto… hubo artistas de diferentes géneros conviviendo. Cuando cierra el local, le quedaron un montón de relaciones con muchos artistas. Estaba al frente de la plaza principal de Alta Córdoba; sin embargo se generó toda una movida alrededor y en calles cercanas a la plaza. Muy cerca de ahí se instalo uno que se llamado “Ruido de fondo” en donde tocamos el trío Ariel Borda, Sergio Korn y yo.
Pepe un buen día me mandó a grabar “Ocre” con la producción de él, y otro día, nos mandó a Borda, Korn y a mí a grabar “Cordobeses” que fue el disco que hicimos como trío.

─Pero para llegar a grabar debiste primero hacerte de un nombre.
─Nos fue muy bien con el grupo “Posdata” que tenía junto a Pancho Alvarellos en el festival de La Falda ’83 y ’84. Luego reunimos las notas de los diarios y fuimos a golpear las compañías discográficas de Buenos Aires. Yo tenía una historia previa en Córdoba, había integrado un grupo que se llamó “Comunidad”, después toqué con Francisco Heredia, yo fui guitarrista.

─¿Cómo era esa época, qué escuchabas, como se componía por entonces?
─En un mundo donde no había el volumen de información que hay hoy con internet. En esa época decíamos “Déjalo ser” no “Let it be”, hoy ya lo decimos en inglés, antes se traducía todo y a veces eran traducciones horribles. Nos devorábamos la tapa de los discos de vinilo, el objeto, la información, no había tantos videos… además una serie de cuestiones tecnológicas que tienen que ver con cómo se dio la formación de uno, uno sacaba los temas de los Beatles con el brazo del Winco, llevando la púa surco por surco, los destrozábamos… no era que podías tener toda la discografía como ahora donde te bajás y lo escuchás mezclados y no tenés noción de cómo fue la cronología. Había más percepción de cual era el proceso estético que estaba haciendo el grupo, no hacías superposiciones o cruzamientos caprichosos que son los que te propone el MP3 hoy. El pro de la actualidad es que podés conseguir muchísimas más cosas, el texto de la obra, la partitura, el análisis técnico, la biografía…; aunque entre tanta información el potencial receptor se pierde, pero depende de cada uno, de la seriedad con que lo tomes, de cómo le podes dar un orden a todo eso.

─Lo bueno de Posdata es que le cantaban a su lugar.
─Francisco Heredia aportaba la novedad de hablar de Córdoba. En el ‘79 Francisco se va a México, y quedan esas canciones que había tocado con él, y que me enseñaron a pintar la aldea en un código que no era ni folklórico ni cuartetero, que son como los dos pilares que hay en Córdoba. Esto de la canción urbana, aunque tocábamos con cuerdas de nylon estábamos más emparentados con el rock, con el bossa nova brasileño, el tropicalismo del Chico Buarque, Caetano, Milton… es como que mirábamos por un lado a Brasil, a los Beatles, y el rock sinfónico y psicodélico que llegó después, y al incipiente al rock argentino. Yo fui contemporáneo cuando nace Almendra y cuando se separa, tenía 17 años cuando apareció el disco “Vida” de Sui Generis... y obviamente Charly (García) que en ese momento, nos dio vuelta la cabeza a todos. En esa época yo ensayaba con el grupo Comunidad.
Francisco decía “nos toca Córdoba, éste es nuestro lugar en el mundo, ¿por qué no podemos escribirle una canción a La Cañada? Pero tampoco era decir La Cañada para que sea cordobés, porque podés hablar de una angustia personal y lo mismo iba a serlo. En un país macro cefálico, donde esta todo digitado desde Buenos Aires, era una ley ir allá si queríamos una mínima trascendencia. “Quiero ser, pero acá” fue uno de los temas del primer disco, ¿Por qué lo nacional es lo que se vive desde Buenos Aires? Era como una manera de revelarnos a ese sistema, que desgraciadamente sigue vigente porque está hecho así a todos los niveles. Fuimos allá pero no veíamos la hora de volvernos.

─Es que se hace mucho más difícil trascender quedándote en el interior.
─Pagás un costo como artista, que por momentos lo sentís muy alto, porque a veces ves otros que tienen menos “conquistas profesionales” que uno... Cuando Mercedes Sosa grabó “Quiero amar mi país” la grabó en el disco “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, en esa época estuve con Fito Páez porque vino a Córdoba a presentar “Giros”, lo conocía de la época de Juan Carlos Baglietto que lo había conocido en La Falda. Fito me decía, “Mercedes te graba ese tema, lo va a presentar en el Luna Park, tenés que ir.”… y yo no fui. No tenía conciencia de lo que estaba pasando… Era el momento ideal para dar el salto, e irme a vivir allá. Nuestro productor, decía que nos fuéramos a vivir a Buenos Aires porque si pegábamos allá, íbamos a pegar en todo el país. El objetivo es profesionalizarse, y en ese sentido hubiera sido bueno hacer una carrera discográfica, no todos los artistas tienen una carrera discográfica, a lo mejor tienen un disco y después pasan 10 años y sacaron dos…

─¿Estás hablando de Horacio Sosa, no? (risas)
─Un poco eso, claro. Esa es la realidad. Nosotros firmamos por tres discos, pero grabamos dos y el tercero nunca salió. Nunca supimos exactamente la cifra que se vendió… “Ícaro” el segundo, ya era menos localista, tuvo menos éxito, fue un bajón general que se dio en el país, volvía la democracia y había una situación nueva.

─Hablando específicamente de tu viaje a España, ¿cuál es el programa de presentaciones?
─Voy a presentar el disco en un teatro municipal de Palma, que se llama “Mar y tierra”, un lugar que ha sido refaccionado. Ellos escucharon el material, no reciben todo tipo de propuestas, sino acordes al lugar. Voy a presentar mi último disco, que es el disco de un cancionista que puede subir a defender sin banda esas canciones. Por supuesto que voy a extrañar la presencia del grupo; no sólo en lo musical, sino por el vértigo de subir al escenario, ese nerviosismo que se comparte cuando te acompañan. Tengo cuatro estaciones, en Palma el 3 de junio, en Barcelona el 6 en un bar que se llama “Tournesol” en la calle Vic 11, el 8 en Madrid en una pizzería que se llama “La Recoba”, que generalmente se toca tango ahí; pero me han dicho que suele aparecer Ismael Serrano, Joaquín Sabina… espero no tener ninguno de esos nenes esa noche de público, la gente está acostumbrada a comer y escuchar. El 10 en Granada, en “La Tertulia”, un local de un cordobés llamado Horacio Tato Rébora. Pero además de eso, quiero conocer y reencontrarme con muchos amigos que hace años que no veo. Estoy muy contento por ir a defender la música que uno hace.

─Antes de comenzar la charla decías que la gente te mira como cantante, no como compositor o músico ¿cómo te llevás con eso?
─Es un fenómeno raro, yo siempre me sentí un músico, un instrumentista, un compositor… obviamente el intérprete que compone para su instrumento. Soy un músico que se vincula con el instrumento, desde el instrumento compone y canta aportando un color vocal a lo que compone y escribe, porque hago canciones; obviamente que las canciones sino las cantás vos las tiene que defender alguien que cante, y el compositor que escribe canciones es a la vez el que defiende esas canciones vocalmente, por eso es como que de pronto te encontrás cantando. Pero a la vez, la vivencia que vos tenés es que sos un compositor que elige los acordes, que se enreda en las cuerdas, en el instrumento, y ese es mi oficio. Cantar es como un elemento más que se suma a esta totalidad, pero yo no me veo como cantante. No hice lo que hay que hacer para ser un cantante en cuanto a manejo técnico de la voz, la respiración, etc.… yo no tengo esas armas. Sin embargo en las reuniones hago algún tema instrumental y al terminar la gente te dice “bueno, cantante algo ahora”. El público tiene una idea de mí como cantante; es como que se te plantea una ambigüedad extraña.

─¿Cómo podrías explicarnos “Ocre”?
─El otoño es la estación que se toma como metáfora de la vida. La etapa otoñal de la vida… Por un lado, Ocre es una etapa donde trato de aceptar las cosas como son, no lo logro siempre, pero trato. Por el otro está la idea de que juega la Selección y del empate… eso es porque la vida te pone días donde estás 5 a 0 abajo, o lo máximo que tenés es un empate que te permite clasificar para la promoción. Creo que Ocre tiene que ver con ese espíritu, el de que por más que vengan degollando, tratar de empatar con la vida, todas esas ideas creo que están en Ocre... la necesidad de aceptar las cosas y de seguir vivo, viviendo lo más intensamente que se pueda.



Un dulce cello abre el silencio y se apega a los acordes de una serena guitarra. La voz, que no se hace esperar, nos dice: “Ocre, amarillo, marrón / hoy juega la Selección / otoño versus mi alma un empate uno a uno”. Es el puntapié inicial de un disco que lo lleva a un cordobés a tierras españolas. Un cordobés que nos representará allá cuan si fuera nuestra celeste y blanca. Hoy no hay empate Horacio, hoy ganaste vos.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 29 de mayo de 2011.-