domingo, 24 de octubre de 2010

Carlos Manuel Villasuso. Sembrando semillas de tradición

Entrevista a:
CARLOS MANUEL VILLASUSO
Sembrando semillas de tradición


El camino para la escuela era siempre el mismo. Su bolsito escolar colgado en sus hombros le pesaba más de lo debido. Es que dentro de él, entre cuadernos, lápices y otros elementos para su estudio, viajaba una bolsa de considerable tamaño. Eran piedras.
Sus pisadas quedaban impresas en la calle de tierra, y no alcanzaban a marcar todo el recorrido previsto por sus padres.
Es que Carlos, no siempre llegaba a la escuela, se iba a cazar. Era un chico activo, rebelde, “dañino” según sus palabras. De los ocho hermanos era el único que se interesaba por la caza. Muchas veces se iba a dedo, otras mirando el paisaje bambolearse en algún tren que pudiese tomar. Sus padres decidieron dejarlo de pupilo en un colegio para tratar de contenerlo.
Quizás esta breve introducción no sea el reflejo claro de una realidad, pero me agrada imaginarlo así. Un chico travieso, buscador, de esos que quieren descubrir todos los misterios que da la vida y la naturaleza.
No sentamos en pequeño bar de supermercado y se pide un té con dos saquitos cortado con leche. Le dice a la moza que se lo anote en la cuenta del dueño y todos sonreímos. Han pasado los años, pero no ha perdido su chispa de picarón.
Carlos Manuel Villasuso nació en Córdoba. Estudió dos años de Odontología que abandonó por no tener la vocación. Su fuerte estaba en las ventas, en el contacto con la gente, así fue que durante 15 años dirigió un negocio del ramo de los repuestos.
Sin embargo no lo citamos por eso, sino que ha puesto en circulación su primer libro, “su herencia”, su homenaje “a todos los paisanos que anónimamente forjaron la historia del país.” El texto “Eusebio Merlo. Décimas camperas de ayer y hoy” viene a mostrarnos un escritor, en línea con lo que hizo José Hernández en el “Martín Fierro”. Se trata de un volumen de relatos que están narrados en versos octosilábicos de perfecta rima, que van contando una historia de nuestra pampa. Algo que ya no nos acostumbramos a ver.


Carlos, ¿qué lo motivo a escribir este libro?
─Tengo una parva así de poesías y cosas, de la tradición, algo sobre la espiritualidad... Siempre escribí en rima, tengo mucha facilidad, sobre todo en octosílabos me salen solitos. Lo que es difícil es concatenar una historia como si fuera prosa en vez de verso. Me parece que es un libro que va expresando todo lo que ve, es muy descriptivo, es más de lo que se puede encontrar en poesía, por lo general, la poesía que se cultiva ahora es más abstracta. Yo quise lograr una narración descriptiva.

─Y en esa narración lo hace empleando el lenguaje propio del criollo, esa es una de las cosas más fuerte que tiene el libro y usted lo rescata muy bien.
─Eso lo aprendí mucho, desde muy chico he estado cazando, me iba al norte cordobés, después al sur, en La Pampa, en San Luis… y cada vez que iba nunca paraba en las estancias, sino en los ranchos, a los puesteros. Me quedó todo ese léxico, su cultura, su forma de ser, su silencio, es gente que está metida muy dentro de sí mismo, no es como nosotros, si no hay un motivo muy fundado no hablan. Son gente que tenían respeto por la persona que tenían al lado, y si le caías bien, eran muy hospitalarios; una vez yo me había olvidado los elementos para dormir y me ofrecieron, en un rancho de paja, la cama de bronce con las sábanas de hilo almidonadas, que eran de la mamá del muchacho que estaba conmigo cazando chanchos. La tenía guardada del casamiento. Yo me largué a llorar, porque te están dando todo lo que tienen, no es pobreza, realmente eran humildes. Escribí una canción emulando lo que ellos eran: “Y si le digo como soy / y se lo explico sencillo / de noche soy como el grillo / de día como la hormiga / trabajo cuando me diga / y a toditos los espero / con ninguno no me meto / yo soy un hombre sincero…” El paisano es un hombre que vive de su trabajo, se acostumbra a la soledad, no es como nosotros que buscamos aturdirnos.

El paisano de la historia de “Eusebio Merlo” (personaje ficticio creado a partir de la conjunción de dos nombres de personas reales) inicia en un presente realizando un recorrido por las tierras cercanas de nuestra pampa.
Mientras en su andar va describiendo los paisajes, las personas y la naturaleza es que cae la noche y se aproxima a un fogón. Esa fuente de calor, lugar de reunión, de camaradería, se transforma mágicamente en conjuro y hace que el personaje experimente una regresión al pasado transfigurado en un viejo gaucho, que vivirá sus aventuras y que con el paso de las páginas podrá retornar a su presente. En el empleo de esta transportación por distintas épocas no faltaran la mirada del gaucho, del indio, de los matreros y las críticas a los gobernantes de aquel entonces que proclamaban que estos “bárbaros” no se adaptarían al liberalismo. Con sutileza Villasuso empleará los lenguajes propio de cada uno salvando las distancias temporales de los mismos.

─¿Cómo cree que recibe la gente esta publicación?
─Lo que veo es mucha indiferencia en la gente, sobre todo en Villa María, veo que es un género no comercial, la gente le interesaría otro tipo de libro, no algo que hable de la tradición, sobre todo estos pueblos del interior de Córdoba que tienen tanta sangre gringa, son como indiferentes; no es como en el Litoral, el norte, que vos vas allá y está en la cultura del pueblo. Acá vos vas a las peñas prácticamente como un esnobismo, pero no se vive el ambiente. Se ha ido perdiendo toda esa tradición que no nos llama la atención, acá no hay museo, nadie se preocupo por decir que acá un camino que era de los indios que va hasta Yucat, que hay una riqueza impresionante. En el libro de Pablo Granado hay cantidad de cosas que dice que hay acá y nadie incursionó sobre eso, y Granado hizo una investigación periodística histórica y ahí quedó muerto el libro.

─¿Por qué le parece que esto es así?
─Creo que es cultural y que no es un objetivo de las autoridades el despertar en el pueblo su propia identidad, que muchas veces se está confundido. No se cultiva la raíz y ni se conoce, y al perder la raíz hemos perdido nuestra propia identidad, somos un pueblo potpurrí. Córdoba a pesar de todo tiene su identidad, porque hay un montón de gente que cultiva cosas de la tradición, de antes, hay un folklore cordobés en el chiste y un montón de cosas, pero acá no tenemos nada, tenemos el balneario y la costanera que sirven para que paseen pero nada más. Toda la poesía que se cultiva acá es diferente, que no es que esté mal, sino que deja olvidado un montón de espacios.
Es muy raro que las familias, en las fiestas, se junten a tocar la guitarra como sucede en casa, se perdió… o las serenatas, yo salía con una barra bárbara, hasta conseguíamos otra gente que se sumara con otro instrumento, íbamos a una esquina y se ponían a bailar… es como que había una participación; ahora la gente se aísla dentro de su casa y no sale.

─Es muy diferente a lo que sucedía en el campo.
─Cuando vos salís de la ciudad y te vas al campo y prendés un fuego, está la guitarra, mucha gente no lo sabe, pero la guitarra y el trovador son un medio de difusión. Si yo venía de Laboulaye y me juntaba acá en un fogón con vos, no hacía falta ser cantor, había que ser un “decidor”, es el que contaba todas las cosas que pasaban. La guitarra es lo que es la nafta hoy, porque los paisanos, mate y guitarra “y con eso basta para pelear” dijo una vez un uruguayo. Los paisanos de la pampa tocábamos de esa forma rara que tenemos, con dos dedos y con tres o cuatro tonos y nada más, por eso la milonga es tan monótona y se presta para que vos vayás contando cosas. Es una forma de armar un cuento con un dicho, con alguna cosa, el paisano tiene una picardía criolla que viene del andaluz, del español. Hay otros pueblos que no tienen la facilidad para armar esto. Te contesta enseguida el tipo.

─En el libro además de los versos y las narraciones hay canciones, ¿usted toca la guitarra?
─Mirá dejame de decir “usted” porque vamos a agarrar mal (sonrío). Sí, toco la guitarra, también tengo un CD con canciones para mis hijos. Cuando presente este libro lo voy a hacer con algunos músicos de Mr. Mojo. Considero que es un libro bueno, más allá del ego, aunque creo que la mayoría de la gente no lo va a entender. Es el resultado de un sentimiento. Es polémico y tiene un compromiso de vida. Yo he vivido como un rey y me ha hecho mal.


Carlos me cuenta que con su casa de repuestos le fue muy bien y que sufrió una crisis social muy grande “si se quiere espiritual”. Él veía que llegaba a su casa y que mientras ellos se bañaban en una hermosa pileta había chicos en la calle bañándose en la mugre del barro. Esto le generó unas cuantas dudas y llegó a consultarle a su mujer “¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia?” El tiempo maceró estos pensamientos hasta que tomó la decisión de vender todo e irse a trabajar por los chicos pobres al norte, con su señora y tres hijos. Un año pudo hacerlo hasta que la inflación de la época de Alfonsín le hizo perder casi todo. Consideró que debía volver a la Villa, para no sacrificar más a su familia. Muchos años más adelante también sería víctima de las fluctuaciones que nuestro país sufrió. Por eso y por otros motivos es que Carlos es muy crítico con los gobernantes y el país.

─Lo que hago en las notas al pie de página es decir una verdad. Hay expresiones auténticas y hay cosas que hablan de nuestros próceres que no son tales, había muchos sinvergüenzas, recién ahora con el revisionismo histórico con (Felipe) Piña y otros, se empiezan a ver cosas que nos la hicieron comer a nosotros. Para mí, con la poca cultura que tengo, Argentina es y será una colonia, nosotros no tenemos autonomía, siempre estamos prendidos por algo. Este país es como si a vos se te fuera desfigurando el rostro y yo te veo de acá a un año y no te conozco.

Por ese motivo es que su libro, además de describir paisajes, contar una historia, plantea una postura política a las grandes decisiones de los gobernantes de todos los momentos y rescata la mirada del gaucho, pero de igual manera lo hace con el indio. Y no habla porque sí, nuestro entrevistado a visitado los caciques ranqueles en San Luis y se extendido por mucho territorio argentino. En sus palabras el libro es “Lo que yo viví. En todas mis excursiones, porque yo anduve estaban los indios, los paisanos. Es toda la mezcla que tiene el libro, y a pesar de ello la historia está concatenada.”
Así es Carlos Villasuso, un defensor de la tradición a ultranza, tal es así que ha creado el Movimientos Cultura y Tradición Argentina (Mocutra), que brega por salvaguardar las raíces de nuestro pueblo e invita a todos los interesados a participar. Quizás los versos que siguen, de su libro, cierren perfectamente esta nota e ilustren de mejor manera su pensar y la de este movimiento:


“Ayer Machado me dijo:
‘Caminante no hay camino,
se hace camino al andar’;
mas yo digo… caminar
debiera hacerse con tino:
no es cuestión de hacer camino
y olvidarse del pasado,
que todo es camino andado,
y en su senda, hay referencia;
no se pierda la presencia
que otros pasos han dejado.

Por eso ¡andando caminos!
siempre he llevado mi queja,
no siempre llora por vieja,
¡ya no hay nada que la asombre!
Es que la historia del hombre
repite muchos errores,
no sólo recoge flores,
sino… que a veces ¡deshoja!
y va pisando la hoja
que escribieron sus mayores.”

(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 24 de octubre de 2010.-

lunes, 18 de octubre de 2010

"Peor para el sol" Reducto cultural


Reducto cultural
PEOR PARA EL SOL
Cafeína, lecturas y música


Alguna vez voy a pasar.

Me lo decía a mi mismo mientras el lugar quedaba atrás. Es que no había mucho tiempo de mirarlo, siempre yendo y viniendo de aquí para allá. En los pocos segundos que uno tiene para divisar ese espacio, pude ver los muebles de madera, algunos centros de mesas que se encienden por la noche, bibliotecas que seducen desde el interior del cristal y una figura gigante de Joaquín Sabina estampada en la pared. En efecto, el nombre de ese lugar se llama como una de las canciones del cantautor español: “Peor para el sol”.
Dos veces intenté llegarme. Mi mala suerte hizo que lo encontrara cerrado; pero, como dice el dicho “la tercera es la vencida.”
Me senté y pedí un cortado, divisé en otra mesa el libro “80 poemas y canciones” de Bertolt Brecht y me lo traje junto a la Rolling Stone y nuestro diario. Leí y sorbí mi café, y en cada instante miraba para todos lados, el lugar es chico pero está rodeado de todo lo que muchos quisieran tener, libros de varios géneros, enciclopedias, revistas de cultura, textos para la mujer, algunos libritos para niños, películas, discos, apuntes… Todo acomodado en muebles rústicos que le dan calidez al lugar.
Me atendió José Luis, un tipo simple, muy amable y luego de intercambiar unas cuantas palabras le dije que volvería a que nos cuente de este proyecto, que me pareció muy original para la Villa.



Días después volví. El disco de “Física y química” de Sabina daba vueltas y nos acompañaba de fondo. Nos sentamos contra la vidriera, en una de las mesas más grandes y mientras degustamos una bebida fresca le pregunté si era de la ciudad.
─Hace un año y medio que estoy acá. Soy oriundo de Córdoba, tengo toda mi familia allá. Vine por una dama. Conocí otros cordobeses que están laburando acá. Compré media cafetería, puse unos cuantos quioscos de diarios y hacía reparto de diarios en la zona. Esa ha sido mi incursión laboral. Lo que tengo ahora es un proyecto que tenía, que no podía abrir por una cuestión de dinero. Luego se largó así… casi con todo.
Yo conozco el rubro, he tenido bares en Córdoba, he trabajado de mozo cuando era pibe, así que me gusta el rubro. Tengo 46 años y tengo una hija de 23, que estaba viviendo acá, ahora está en Córdoba trabajando. Va a regresar cuando reabra el ciclo lectivo acá en una escuela de gastronomía. Ella es barman, pero acá va a hacer cocina, y supongo que lo va a poner en práctica acá.

─¿Qué motivos te impulsaron a abrir un café-bar con estas características?
─El proyecto siempre estuvo en la cabeza, hacer algo así, temático, si se quiere. En Córdoba no se pudo, es difícil, está todo hecho, mucha competencia y yo no sé si hubiera andado, al menos en el sector donde yo podría ponerlo. Acá se dieron una serie de presupuestos para decidirme.
Tenía la cafetería pero siempre rondaba la idea del local, de hecho íbamos a alquilar al frente, no se dio. Invertimos en los muebles, están hechos exclusivamente para acá, se buscó un carpintero que le gustaba esta onda de lo rústico. Se fueron haciendo de a poco, por los costos, y no quedaba la madera para lo otro. Funcionaba casi a puerta cerrada. Los amigos compraban la bebida afuera y venían acá. Y surgió un viernes a la mañana, se colgó la cartelería, teníamos máquina de café, la cocina, teníamos medianamente todo. Y nos propusimos que esa noche a la hora que termináramos de acomodar largábamos. Se acomodó, se compró la bebida que faltaba y se abrió un viernes 7, como a las doce menos cuarto de la noche y no se cerró hasta el lunes a las 8 de la mañana. De ahí ya no cerramos más.


─Vos decías que en Córdoba no lo pusiste porque no estabas cerca del Centro, acá en Villa María tampoco estás cerca del Centro ¿cómo ves ésta ubicación?
─No estoy cerca del Centro, pero me parece que el movimiento de la Villa es diferente a la ciudad de Córdoba, tal vez sea porque es más chico, porque la gente cruza indefectiblemente por lo bulevares, y por éste más que nada (Vélez Sarsfield al 680), por algo le llaman la ruta del Mercosur. Me pareció cerca del Centro y con un paso diario significativo de gente.

─A mi me parece que si tuvieras la posibilidad de ponerlo en el Centro capaz que no lo ponías ¿o me equivoco?
─En realidad cuando se comenzó, buscábamos un local en las inmediaciones del Centro; hoy si tuviera la posibilidad de hacerlo, lo haría. He comprobado que no hay lugares así, por lo que dice la gente. Vinen de todas las puntas de Villa María, de Arroyo Cabral, de Tío Pujio viene gente exclusivamente a cenar acá; porque acá se le pone la música que a ellos les gusta (folklore, rock, lo que sea), acá pueden sentirse como si estuvieran en el living de su casa.


La idea de que el “cliente” se sienta en el living en su casa no es una pose, José Luis les brinda la comodidad de su local, los hace sentir bien, les pone la música que quieren escuchar y si no la tiene la consigue, le ofrece libros y revistas, se sienta con ellos ha dialogar si lo invitan. La gente que va al café toma cierto afecto por el lugar y su dueño, lo dice él, pero también los obsequios que quedan en casa: hay cuadros, obras de arte, una guitarra que dejaron para adornar el lugar, dibujos… “La gente deja sus cosas, ellos quieren poner su sello y está bueno, y es la idea. La gente viene y también nos deja a vino. Todo esto habla de la gente que tiene su personalidad.” Mientras desarrollábamos esta charla dos jóvenes irrumpieron en el lugar buscando a sus amigos, actitud un tanto rara, pareciera ser que el café es el punto de encuentro de la amistad.


─Me da la impresión que la gente viene a ser uno mismo, cosas que muchas veces en otros lugares no pasa.
─En realidad pasa eso, hay grupos, parejas, por ejemplo en ésta mesa se reúne la gente que estudia trabajo social y son mundos diferentes, cada uno está en su mundo. Si comparten la música y el ambiente, se sienten cómodos, dicen que es cálido. Cuando se van o cuando llegan, vienen acá “porque no hay lugar en el mundo como ‘Peor para el sol’”. Luego llegaban otros que no se conocían y dicen lo mismo. Uno no se la cree, pero si entiende que les gusta y que acá pueden ser ellos.

─¿Qué gente viene a tu café-bar?
─La gente que viene es diversa, no hay un límite de edad. Tengo una anécdota de una piba, que llega con un pibe menor que ella, eran hermanos. Toman café. Empiezan a ver los libros, todo lo referente a Sabina. Le alcanzo libros nuevos de Sabina. La chica dice que es fanática. En un momento se abre la campera y tenía la remera con el signo de pregunta que sabe usar Sabina. Le digo, “Date vuelta, fijate que en la pared del patio cervecero están las frases de Sabina”. “Justamente, por eso vine”, me dijo. Tiene 17 años. Tenía un CD de poemas que no conocía y se lo regalé y se largó a llorar.
El que viene está predispuesto a escuchar Sabina y todo lo que envuelve la figura del español. Si me preguntás la actividad de la gente, generalmente son comerciantes, abogados, profesores, estudiantes, generalmente son gente que están solos, y si tienen familia se hacen una escapada y se llega, otros vienen con sus novias y definitivamente el que tiene chicos de 8 a 10 años vienen a merendar con sus hijos y a la noche vienen solos. A los chicos más chicos les suelo dar algunos libritos para colorear y se le pone música de niños, los padres tomaban café y leen el diario. No es una constante, pero intento que todos estén bien.

─Es un tanto rara, o por lo menos infrecuente tu actitud, ¿no?
─Mi hija Micaela me decía que hay que tener consideración, pero al lugar hay que bancarlo. Yo cuando estoy con la gente lo comercial queda en segundo plano, lo tomo así. Yo veo negocios que sus dueños están estresados, no entra gente, no hay ventas, no hay consumo… por ahí el propietario no atiende cordialmente y creen que el cliente les viene a hacer un favor con ir. Esto básicamente es un servicio, por eso cuando me presento les digo “José Luis, su servidor”; porque yo estoy para servirlos, es un gusto cuando me dicen que van a volver y me traen gente. Creo que lo comercial está en segundo plano, la prueba de eso es que estoy seco (risas).

─Recién escuchábamos ‘Peor para sol’, ¿por qué ese nombre?
─En realidad me gustó la letra, porque es una historia. De Joven he estado en el sur con mis tíos, en Río Gallegos, hay mucha noche y uno con 18 años iba amanecido a trabajar. Cuando escuché eso me dije que ese tendría que ser el nombre para el bar que alguna vez podría tener.

─¿Qué representa Sabina para vos?
─Yo lo admiro al tipo, porque tiene esa dignidad de poder soportar los desamores o los desencuentros amorosos. Lo admiro como hombre, aparte del estilo de vida y toda su historia. La vida del tipo es interesante social que ha llevado, hasta ideológicamente, es un tipo coherente. Yo le doy valor al tema de la coherencia, me parece que es uno de los presupuestos para ser buenas personas. Anoche vi la película de Sergio Stocchero que salió con EL DIARIO y Gustavo Ballas lo menciona a él. Acá estuvo cenando un abogado conocido de la ciudad y hablábamos de cuanto costaba ser buena persona: “nada”.

Porque los presupuestos para ser buena persona no dependen de nadie, sino de uno mismo y no tienen costo… o sí tienen, que uno está dispuesto a pagar ese precio. Mi viejo, cuando era chico, me decía: “Usted cuando haga algo, no venga después a llorar como una Magdalena. Tiene que estar dispuesto a pagar el precio por la vida que elige.” Y yo he cometido macanas, pero he tratado de pagar ese precio dignamente. Y este tipo, también lo ha pagado dignamente, políticamente, socialmente, amorosamente y con el tema de los excesos también lo lleva dignamente. En el último recital que dio en febrero en Córdoba, fui con mi hija, lo vi muy deteriorado, pero digno. Yo admiro a la gente que se maneja así, trato de imitarlas, aunque soy mal aprendiz, porque está bueno eso. Les decía que tiene su costo, su precio, pero que yo estoy dispuesto a pagarlo, porque eso me permite caminar libremente, estar tranquilo, que no es poca cosa. Porque podés construir la vida, si andás tranquilo; porque sino, no se te permite soñar, porque los sueños son algo relevante, y yo vivo soñando. Gracias a Dios he concretado muchos sueños. Trato de soñar con los pies en la tierra, cosas que se puedan concretar y sueño con ser mejor persona cada día.
Villa María me ha tratado de maravilla, tengo gente de todos los estratos sociales, y hay una cosa en común, es la confianza. Eso me llena, lo guardo celosamente y lo cuido. No dejo de decirlo, en la carta del bar, que sólo tengo que encuadernarla, la idea es poner una canción, hoja de por medio dedicada a la gente que ha pasado por acá. Ha pasado el obispo, gente linda, gente conocida y bueno la idea es poner la letra dedicada con nombre y apellido.
Volviendo, no soy simpatizante, quizás soy hincha de Sabina. A toda esa gente la admiro, a Charly, a Maradona, a la Fabi Cantilo; porque han podido salir y lo han hecho porque ellos quieren estar bien.

─¿Por qué un café-bar con libros, de los que ya no se ven en la ciudad?
─Porque me encanta y sé que a otros también. Adquirí muchas colecciones desde hace mucho para armar esto, que no ha sido fortuito todo, es deliberado, ha sido construido de a poquito. Lo que quieran leer hay, novela, colecciones de Le Monde, revistas de cocina, Ñ, ADN, hay colecciones de música, hay apuntes de estudio, estudié abogacía que dejé, siempre textos de las ciencias sociales… Estoy en 3er año de la Lic. En Historia en la UNC, también estudio Ciencias Políticas en Río Cuarto; aunque este año no he hecho nada. Hay, y lo que no hay, automáticamente se le promete que en la próxima.
La gente viene a leer. La gente lo atrae el tocar el libro, yo lo reivindico al tema del libro como objeto material, a mí me pasa porque yo a la mañana leo los diarios por Internet y cuando traigo los diarios en papel, los vuelvo a ver. La gente quiere tener ese contacto con el libro, porque por ahí no tiene tiempo, la gente anda a mil, entonces llega y mientras se toma un café tiene un libro en la mano.

─Tu lugar también esta destinado a la presentaciones de libros ¿cómo es ésto?
─Vos ves que el espacio es reducido, pero por ejemplo Néstor Gea ha presentado un libro sobre los aborígenes. Se reunieron acá. Hay alguna otra presentación pensándose como una publicación de Matías Atencio. Por otra parte hay charlas políticas también, se suelen hacer reuniones de vez en cuando. Hay eventos de diverso tipo, es venir y animarse, nosotros estamos abiertos. Yo haría montón de volantes y saldría a repartirlos pero no tengo tiempo de hacerlo.

─De todas maneras es muy cierto que la mejor publicidad es la que te lleva la gente.
─Creo que sí, la gente comenta, me piden tarjetas… ¡la gente quiere que venga más gente!
Hay algo que quiero decir: yo soy feliz, y eso me permite seguir soñando, y lo que sobra, después de pagar los gastos fijos, el resto va para hacer algo; desde cambiar una lamparita hasta invertir en muebles y otras necesidades del bar. Eso es “Peor para el sol”.

─Como soñador que sos, ¿cuál sería tu sueño ahora que tenés este lugar?

─Un sueño. Expandirlo, de hecho ya me han propuesto hacerlo, también en Tío Pujio. Hay un amigo que está por poner un pequeño complejo de cabañas en Yacanto y quiere hacer lo mismo allá. Quiero que la gente se sienta a gusto y que no tengan miedo de soñar y ser, si no se le hace mal a nadie. Uno queda como ridículo cuando se autocensura, no cuando expresa lo que siente. Yo creo en la gente y eso me ha traído una satisfacción enorme, porque la gente cree en mí. Yo primero creo y eso me ha venido de vuelta. Cuando mi hija Micaela era chiquita le leía “El principito” y ahora, de vez en cuando, lo solemos leer juntos. Nos quedo eso de “lo esencial es invisible a los ojos”, por eso yo invito a creer.

(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 17 de octubre de 2010.-

domingo, 10 de octubre de 2010

Eduardo Belloccio. Tejiendo hilos invisibles

ENTREVISTA AL POETA
EDUARDO CÉSAR BELLOCCIO
TEJIENDO HILOS INVISIBLES



Su foto es una postal que seguramente usted ya conoce. Su desempeño en la CGT (Secretario General), el Centro Empleados de Comercio (Sub-Secretario General), la Federación Mercantil, hace que su figura sea recurrente en los medios de comunicación. Sin embargo, el perfil que hoy les presentamos quiere indagar al otro Eduardo Belloccio, al poeta que le canta al amor, al hombre, quién es hoy el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) a nivel local.
Este acercamiento aborda panorámicamente sus libros, los propios y la envidiable biblioteca de autores de la ciudad que posee, entre otros aspectos que hacen a la urdimbre de la palabra.
Nos citamos en un bar y la charla transcurre en medio de la música de fondo, los tintineos de pocillos de café y los llamados telefónicos recurrentes. Es el primer día laborable de la semana, Eduardo está recién llegado de Trelew y las obligaciones apremian. Sin embargo, esto no dificulta la charla, el interés por los proyectos que tiene en mente (y desarrollando) hacen que podamos establecer un fructífero intercambio dialógico.


POESÍA PARA SABOREAR
“La poesía, para entenderla mejor, hay que leerla de a una sola; no se debe abordar un libro de golpe, hay que saborear cada poema.” Estas palabras vienen a cuenta de una publicación que Eduardo ha dejado en mis manos y del que prontamente se harán eco los medios periodísticos. Por otra parte está trabajando en la musicalización de sus poemas, un viejo proyecto que vuelve a retomar luego de transcurrido unos años.
Nos cuenta que algunos jóvenes, que aún no se han decidido por el camino de la palabra, lo han ido a visitar, a consultarle y él los motiva, les da algunos consejos y los insta a que realicen talleres literarios. Eduardo considera estos espacios como necesarios para pulir y corregir defectos, cree en ellos, en la motivación que genera y en el intercambio de experiencias con los demás. Recuerda emotivamente haber realizado uno de ellos con la profesora y poeta Susana Zazzetti y lo resume en dos palabras: “me encantó. Lo que no hace el taller es enseñarte a soñar, no te enseña a ser poeta; pero sí te dice quién sos, te va guiando, te va enseñando estilos, te muestra lo lindo del camino.”
Y hablando de caminos, Eduardo Belloccio viaja, lo invitan a encuentros literarios en distintas partes del país. Es una constante en él, aprovechar sus viajes y dejar la palabra de aquellos poetas que ya no están, las defiende, las difunde.
Le preguntamos sobre el porqué de inclinarse por la poesía, nos contesta remontándose a sus inicios, al momento de su infancia cuando lo mandaban a clases particulares con una profesora vecina que le enseñó a escribir con la mano derecha. El poeta escribía con la zurda y aún conserva ese perfil para muchas cosas cotidianas, como asir el pocillo del café… Con este relato Eduardo quiere hacernos notar que al ingresar al primer grado ya sabía leer y escribir y nos cuenta que su madre, antes de que él se fuese a dormir, le leía en su cama textos que ella misma producía. Ella era ama de casa y su papá barman profesional del Palace Hotel, de la nostalgiosa época de los “Vermouth Danzantes”. La biblioteca familiar era interesante con predominio de la temática religiosa, y “allí debe haber nacido mi interés por la literatura.” Rescata de su memoria un poema que le escribió a su madre cuando él tenía siete años y que ella aún conserva.


LOS LIBROS
Los libros son una parte fundamental para los escritores, son (quizás) el objeto más preciado y uno de los más importantes que marcan su camino. Para Eduardo la llegada a la publicación en tapas duras llegó casi por azar, sin proponérselo.
“En la primera juventud había escrito mucho, el diario local me había publicado algunas poesías (se refiere al Noticias y EL DIARIO). Un día estaba en el camping del Centro Empleados de Comercio y me encontré con un amigo de la infancia, Alberto Tarrez, que en ese momento tenía una imprenta. Ese domingo había leído los poemas que habían aparecido y me preguntó ‘¿por qué no publicás?’ Era algo que no había pensado. ‘Dale, vos conseguite el papel y yo te hago el libro.’ Me fui con eso a casa, con esta oportunidad que me había dado un amigo y pensé porqué no compartirla. Hablé con Tocho Álvarez Torres que tenía poemas hermosos y tampoco había publicado. También contacté al Dr. Horacio Tomasini Linares, que empezó a escribir a los 64 años y habrá tenido 75 años cuando yo le propuse esto; él escribía y se dibujaba sus propios poemas. Solía hacer unas cartulinas gigantes que pegábamos en la ciudad. Les propuse 20 poemas cada uno y nos reuníamos a discutir el contenido, le pedimos al profesor Bernardino Calvo que nos hiciera el prólogo. Lo que hizo Calvo, yo lo valoro mucho, porque él no se casaba con nadie. El editor (que fue el imprentero) sólo me pidió que lo ayudara intercalar las páginas para el armado y con mi familia hicimos eso. El libro se llamó ‘Después de ayer’ (1987). Tenía foto de cada uno de nosotros hecha por Lucio Salvador y una ilustración de tapa de Sergio Ponce. Lo presentamos y fue mucha gente, fue una movida muy linda además de que era nuestro primer libro.”
El segundo se llamó “Encargos del alma” (1998) y tiene prólogo de Susana Zazzetti y tapa de Nino Menardo. Esta publicación contiene dos partes, la primero intitulada ‘corazón en vuelo’ y la otra con los ‘homenajes’, que son los poemas dedicados, que ahora están siendo musicalizados. Eduardo quiere con esto dejarle un regalo a sus amigos, a su familia.
Para el 2001 “La memoria de los sueños” fue la manera de etiquetar su último poemario. “Había escrito mucho y necesitaba plasmarlo. La poesía tiene que salir, es como una urgencia, llega un determinado momento que tenés que sacarlo porque estás ahí. No se puede escribir por encargo, la poesía surge y ahí está.”
Cuando uno mira las fechas en que aparecieron los libros de Eduardo, se pregunta qué pasó en los restantes años; el poeta no necesariamente debe publicar libros de manera constante, está en la necesidad de cada uno; sin embargo su actividad literaria no quedó inerte, la edición de múltiples plaquetas que realiza para llevar en sus viajes, lo mantienen en training. Escribe y genera proyectos que vinculan a muchos artistas, no son pocas las veces en que el actual Presidente de SADE amalgamó en una sola expresión las distintas artes, fomentando con amigos y artistas un nutrido vínculo. ¿Quién no recuerda al “Canto de las uvas” y un Teatro Verdi que debió cerrar las puertas porque no cabía más gente?
Él lo resume así, “son desafíos lindos, porque la cabeza está a full, siempre hay cosas para hacer del trabajo o del espíritu. La literatura no la tomo como un hobby, es una responsabilidad, una necesidad, es para sacarse cosas, una urgencia interior para decir lo que tenemos dentro”.


SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES
Esta quizás sea la época en donde la SADE local está más nacionalizada, un momento donde la relación existente entre la filial local con la SADE Central es potenciada y fluida. Y en esto tiene mucho que ver Eduardo Belloccio y Ernesto Fernández Núñez, quien es villamariense y Secretario General de la misma. Esto posibilita un diálogo más activo y mayores beneficios para nuestros escritores.
Le pedimos su óptica a nuestro entrevistado y manifiesta que “es un orgullo, porque por la SADE Nacional han pasado escritores de gran talento y responsabilidad y de mucho trabajo, desde Leopoldo Lugones hasta el actual presidente Alejandro Vaccaro. La función de la SADE es promover e incentivar a los demás, generar debates en el campo literario, motorizar la palabra, movilizar a la gente, es un desafío pero también un trabajo. A la SADE la veo bien, ojalá vengan jóvenes con impulso y puedan continuar y mejorar lo que se hace; lo único que quiero es que se use la institución con otros fines."
En la memoria colectiva está muy presente el “susurro de poemas” que se hicieron en la Feria del Libro, como así también lo que se llamó “poesías en el aire”, pequeños textos que se regalaron desde un avión para toda la ciudad, y que ahora otras ciudades del país quieren imitar. Actualmente la SADE está trabajando para cerrar el año con una antología de los socios que incentivará a nuevos exponentes a mostrar (por primera vez) sus escritos, y a seguir trabajando la palabra para los que ya tienen más experiencia. Dice Eduardo, “cuando hablamos de literatura tenemos cantidad y calidad, pero también es cierto que hay una cantidad de lectores para cada escritor; el único que define si una poesía llega o no llega es el lector, no hay nadie en el medio que diga esto sirve o no sirve. Entonces, ¿por qué no mostrar también a gente que aún no ha publicado? Lo que importa es la participación, si tenés ideas, vení, sumate”.


BIBLIOTECA DE AUTORES LOCALES
Si hay algo que siempre se envidia o codicia en un escritor (además de su talento) es su biblioteca, y en nuestro invitado de hoy, más aún. Eduardo Belloccio tiene una biblioteca con autores de Villa María y Villa Nueva impresionante, con muchos títulos, actuales y de antaño. Una colección de textos locales que puede ser comparada con el patrimonio de un puñadito de escritores de la ciudad.
De cómo se inició en esta búsqueda y apropiación de textos, lo relata así: “En 1999 Dolly Pagani, me había invitado a sumarme a la SADE, ella dejaba la Presidencia. El presidente fue Mario Moral y yo el Secretario. Había propuesto hacer los “Juegos Florarles”, ya se habían hecho cuatro a lo largo de los años. Recuerdo que le comenté a Calvo y me motivó. Lo hicimos con un éxito total. Con los trabajos de todos los ganadores me fui a Buenos Aires y la SADE nacional nos publicó el libro.
Despúes teníamos que participar la Feria del Libro, había que promover a los autores locales, entonces hicimos una reunión en mi casa en la que participó Olga Fernández Núñez, Mario Moral, Laura Borga. Nos pusimos a revisar en mi biblioteca cuantos libros de autores locales tenía, eran muchísimos. Olga dijo que Dolly tenía libros incunables, así que la fuimos a verla y todos hicimos lo mismo, e incluimos los de Carlota Molina de Moreno. Nos dimos cuenta que con ese inventario habíamos armado un archivo extraordinario. Creo que habría que reeditar a algunos, al menos en una antología con Geremias Monti, Bruno Ceballos, Broggi Carranza, Moisés Cabañeros, Vázquez de Theaux, entre otros. Habría que buscar a alguien con criterio para que cuide la edición, gente como Dolly Pagani, “Puqui” Charras, Olga Dominicci o alguien así.
Los libros que yo tengo los fui consiguiendo de inquieto, pidiendo y comprando a sus autores y los pongo siempre a disposición. Ese listado se lo pasé a la Biblioteca Mariano Moreno, para que conozcan algunos libros que se han publicado… Si vos comparás con otras ciudades que tienen cuatro veces más población que la nuestra, y por lo tanto de escritores, Villa María tiene una producción de libros que supera a la de esos pueblos. En la cantidad también está la calidad, pero hay para todos los gustos.”
No tengo recuerdos de que Eduardo se haya ido de alguna presentación literaria, sin que se lleve bajo el brazo el libro presentado, muchas veces, compra varios ejemplares que obsequia a sus amigos, a las visitas que llegan a la ciudad o cuando se va de viaje. En cuanto a los suyos, tiene una posición tomada, él obsequia sus libros porque quiere que los mismos sigan su camino, que se lean… posturas de poeta, como dijo algún amigo.
La charla, se suspende otra vez por algún llamado a su celular y mientras aguardo, aprovecho para pensar la última pregunta y dejarlo libre. Corta el teléfono y lo interrogo inmediatamente: “─Si tuvieras que pedir un deseo como escritor, como poeta, ¿qué desearías?” Lo piensa, sabe que no es una respuesta fácil, mira a sus costados y luego me clava sus pupilas: “Como poeta desearía que el mundo superara sus antinomias a través de la palabra. Que sea la palabra, y ojalá que sea la poesía, la que pueda unir los pueblos superando todas las antinomias. En el corazón del hombre la palabra tiene que germinar… en los pueblos que hoy son antagónicos, que no son los pueblos en realidad, sino los gobiernos; porque los pueblos seguramente están unidos por ese hilo invisible, que es la palabra.”


AMARTE ASÍ
(de Después de ayer, 1987)

Puedo amarte sin historia
sin tiempo, sin testigos.
Amar el río de tu sangre,
el mar profundo de tus ojos
y naufragar amando aún tus besos.
Puedo amar tu corazón y sus latidos
y amar las ruinas de tus recuerdos,
los cinco sentidos tuyos
y el absurdo de tus desvelos.
Amar tu voz que me estremece
y el sol que palpita en tu pecho.
Amar tu frente y los dedos de tus manos
que acarician en mi cielo.
Puedo amarte las penas, la sonrisa,
y tu Dios bueno…
y los segundos y las horas
que vuelas en mi sueño.
Puedo amar el ocaso que transite por tu pelo.
Y cuando el telón de la vida
caiga triste como un velo
amarte como nunca,
más que nunca
también puedo.



MI CORAZÓN POETA
(de Encargos del alma, 1998)

Corazón, dulce y cálido refugio.
Lecho de penas, ansiedades y esperanzas.
Cómo no voy a nombrarte, si por vos
recita mi vida.

Perdón, perdón si a veces te emborracho,
es que gusto escucharte cuando cantas.

Remolino corazón en versos cuando amas
y que callas cuando la mentira te apuñala.

¡Vamos corazón, ya sabes lo que pasa!
Loco corazón… si de puro loco de amor
te embriagas.


ESTA MAÑANA
(de La memoria de los sueños, 2001)

Esta mañana
he despertado afónico.

Yo, que tengo la voz clara;
que duermo con un pañuelo de seda
rodeándome la garganta;
que no fumo ni bebo alcohol,
que me cuido del frío de este tiempo;
que nunca levanto la voz;
que no canto, que no tomo helados;
que me lavo los dientes y me limpio
la garganta con agua natural.

Yo, que todo el día me protejo del cuello
con una corbata;
que guardo eternos momentos de silencio,
y que respiro siempre por la nariz,
no puedo encontrar la razón de mi afonía.

Debe ser que anoche, en sueños,
grité tu nombre.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País en dos partes, la primera apareció el 26 de setiembre y la otra el 10 de octubre de 2010.-