domingo, 21 de diciembre de 2008

Javier Arenas: Con aire de locutor y Periodista

ENTREVISTA
JAVIER ARENAS
CON AIRE DE LOCUTOR Y PERIODISTA


Lunes 19 de mayo de 1986.
Un joven de 15 años sale de la Escuela Superior de Comercio y transita las calles de su pueblo, con el objetivo fijo de leerle a la ciudad. Es el vocero del Obispado, cuyas palabras se escucharán en un informativo religioso. El dial marca 930 en Amplitud Modulada, pionera emisora que se convertiría con los años en su casa de siempre. Llega… la luz de “en el aire” se tiñe de rojo y tiene sus 15 minutos de fama. Culmina su lectura y regresa a la institución educativa a continuar con sus estudios nocturnos.
Por aquel entonces, lo incitarían a formarse en la Capital provincial llegando a recibirse de periodista en el Colegio Universitario de Periodismo “Obispo Trejo y Sanabria”. Hijo de esta tierra, Javier será también Locutor Nacional egresado del ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica) dependiente del COMFER (Comité Federal de Radiodifusión).

Lunes 8 de diciembre de 2008.
Acaba de culminar otro ciclo de su programa periodístico con invitados que denominó “En voz alta” (
www.envozaltalv28.com.ar). Desempeña una importante tarea para la UNVM uniendo la institución con los medios radiales de casi 50 localidades. Recientemente estrenó junto a elenco amigo el radioteatro “La casa de Bernarda Alba”, proyecto integral y novedoso para la ciudad.

Veintidós, casi 23 almanaques han caído desde aquellas incursiones de un colegial muchacho que empezaba a descubrir su vocación. Sentado en el living de su departamento en un mullido sillón, veo sobre mis piernas una bandeja con café humeante y un vaso con jugo fresco. Levanto mi vista, lo observo y asiento con mi cabeza el relato de sus inicios profesionales. “—Yo estudié de grande”, me dice y buscando más detalles le consulto.



—¿Por una sugerencia de Monseñor Disandro?
—Claro, de todas las vueltas que doy voy a parar al Obispado y ahí estaba Monseñor (Alfredo Guillermo) Disandro, que es quien me dice que tenía condiciones y que tenía que estudiar. Yo le dije “está bárbaro Monseñor, pero yo no tengo plata”, aparte en Villa María nunca hubo, ni actualmente hay para estudiar periodismo ni locutor. Entonces me dijo que el Rector de la Escuela de Periodismo de Córdoba era ahijado de él y le iba a pedir una beca. En esa época, para ser locutor, decía la reglamentación que uno debía ser periodista, entonces el que no le gustaba tenía que bancarse todas las materias de periodismo; pero a mí siempre me gustaron las dos cosas, siempre estuve feliz. Yo siempre digo que tengo un 50% de locutor y un 50% de periodista. Yo me enamoré de el aire, eso de poder estar en contacto con la gente y personificarme a través de mi voz, mucha gente se identifica con lo que digo, con la forma que yo pienso, con la forma que yo actúo, cómo pregunto; siempre digo que yo quiero preguntar lo que la gente quisiera saber. Ese es el perfil que yo trato de transmitir, de estar seguro, de ponerme a estudiar antes de que el invitado llegue, de conocer su trabajo antes, ¿no? Siempre está la curiosidad del periodista y por el otro la posibilidad del locutor de embellecer esa palabra, el periodista busca la información, la trabaja y el locutor tiene la obligación de jerarquizar esa palabra. Es una conjunción perfecta, son primos hermanos.

—Está bueno que te guste de igual manera tanto la faceta de periodista como la de locutor…
—Sí, el 7 de junio y el 3 de julio yo recibo saludos de la gente, sobre todo la primera fecha. Sucede que está desjerarquizada la categoría de locutor. Tiene que ver con lo que vivimos, porque antes el locutor tenía un lugar de privilegio, hoy está muy echado a menos, con léxico muy elemental, bastardeado por la televisión; el ISER cambió el concepto, ya no tenés que tener la voz de locutor, sino un buen vocabulario, la voz ya no es una condición sine qua non. He tenido alumnos no con voz de pito pero casi; el timbre de la voz te ayuda, pero lo que se busca un locutor integral, que sepa hacer entrevistas, que sepa hacer móvil…casi locutor-periodista, en cambio antes no.

—¿Vos sos de esta ciudad Javier?
—Yo nací acá, tengo padre y madre. Yo me identifico con Radio Villa María, es mi casa. Villa María ha sido muy generosa conmigo y muy cruel, es muy difícil no mezclar los tantos, pero ha sido muy generosa en lo profesional, yo podría haber pedido traslado a otro lado, como estuve a punto de hacerlo, pero fue cuando todo dio un giro y me volvieron a reintegrar y la verdad es que no lo puedo creer, ha sido mágico, único. Entonces cuando todo vuelve medianamente a su cause normal, yo me quedo acá. Ahora tengo la posibilidad de crecer, porque ahora con este rector (Martín Gill de la UNVM) se abre la radio, la televisión y yo espero una jerarquización de mi lugar de trabajo, si me voy de acá tengo que empezar de cero.

—Una de las preguntas que quería realizarte más adelante tiene que ver con tu trabajo en la UNVM ¿cuál es tu función en esa institución?
—Yo estoy a cargo de una red de un poco más de cuarenta emisoras, son 5 AM y todas las demás FM, en la que está Marcos Juárez, Bell Ville, Oliva, Corral de Bustos…; ahora tenemos el rango de Secretaría, con la llegada de Martín Gill se sube al rango de secretaría. Yo estoy a cargo de todos los medios radiales de la Universidad. Mi tarea es producir un informativo que se llama “La Universidad en la radio” que se graba los lunes y se manda por Internet a las emisoras y los miércoles se graba acá en Villa María y sale con Cavagliatto, con el Tony Rinero en Radio Líder y en Villa Nueva, en Radio Villa Nueva y en la radio de los evangelistas. Todo esto más la salida que hago por teléfono todos los días entre las 7 y las 14.

—¿Me decías que hay una posibilidad de crecimiento?
—Se abre la radio el año próximo, por Internet, primero por “streaming”, la señal de la Radio Universidad Nacional de Villa María y después el COMFER va a otorgar AM y FM a la Universidad. Producimos y hacemos notas de todas las áreas, con la incorporación de muchos chicos nuevos que hacen notas, algunos son corresponsales.

—¿Cómo surge la posibilidad de realizar un radioteatro en Villa María? Se irgue y me pide que lo aguarde para buscar un poco de agua anunciándome que tiene un regalo para ofrecerme. A los segundos se vuelve a sentar y me entrega un CD con la grabación del radioteatro íntegro.
—El radioteatro aparece como una posibilidad de jerarquizar la palabra, de volver a incorporar la palabra hablada a través de la radio. Hace muchos años estaba pendiente un texto que a mí me fascina, yo soy admirador de Federico García Lorca de toda la vida, quien escribió una de las mejores obras literarias, “La casa de Bernarda Alba”. Bromeando con un grupo de gente en la que estaba Mónica Céliz, Normand Argarate, Fabiana León, María Eugenia Kfuri, Stella Maris; dijimos que iríamos a hacer la obra. Entonces lo llamamos a Juan Montes para que él la dirigiera, y Juan chochísimo, y empezamos a encarar el proyecto con el distingo de que Bernarda Alba lo iba a interpretar yo; porque en realidad, la primera vez que se hizo en España lo interpretó un hombre y a mí me parece un personaje fantástico. Todos me decían que lo tenía que hacer y yo les dije que si me animaba lo hacíamos. Lo empezamos a preparar para teatro y nunca cuajó, llegó a escena la puesta teatral, recuerdo que ensayábamos en el colegio de abogados. Pasaron los años... yo me reintegro a la radio y vuelve a aparecer “La casa de Bernarda Alba” y yo dije “—No, en teatro no, pero en radioteatro sí”. Busqué quien lo adaptara, el guión del primer acto lo hizo Normand Argarate y el segundo y tercero lo hizo Alicia Perrig, fantástico. Buscamos actrices, narradores y locutores, fue difícil encontrar por que son muchos personajes, todas mujeres y en el caso de nuestro radioteatro los dos personajes femeninos somos dos varones, Bernarda que fui yo y Normand que encarna la abuela porque no teníamos quién lo hiciera. Veníamos los sábados todo el día. Los ensayos eran en este mismo lugar, éramos como diez leyendo y Normand se ofreció a leerlo hasta que apareciera quien pudiese hacer de la abuela. Le salió tan bien que le dijimos que lo hiciera él.

—¿Por qué la elección de esa obra?
—La elegí porque tiene que ver con lo que yo siento, a lo que Lorca plantea teniendo en cuenta que es un momento muy difícil de España donde él escribe la obra. Empieza con el golpe de los tacos de las mujeres que llegan del duelo, ese taconeo militar, de que todo tiene que estar en orden, que nada podía salirse de eso, Lorca denuncia ese silencio en que lo obligaron a estar. En un momento dice “en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, siempre bebemos el agua con el miedo de que esté envenenada”, y yo creo que en alguna manera, en todos los pueblos, inclusive en Villa María, hay una casa de Bernarda Alba, donde siempre bebemos el agua con el miedo de que esté envenenada. Nos pasa eso muchas veces. Lorca denuncia todo el tiempo, en otro fragmento dice una de las criadas “—No te podés quejar han venido todo el mundo” ¿Cuántas veces nos pasa que viene todo el mundo a nuestro cumpleaños, a nuestra fiesta, a nuestro acto de egresados, pero para qué? Bernarda le contesta, “—Sí, a llenar mi casa de enaguas y el veneno de sus lenguas. / —¿Pero no hable así madre? / —¡Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río!” Creo que es duro.
Después la frialdad con que el personaje de Bernarda lleva a lo largo de la obra, aún ante la muerte de su hija, ella dice “—Las lágrimas para cuando estemos solas. La muerte hay que mirarla cara a cara, no quiero llantos.” Y niega una realidad, todos sabemos que la hija no murió virgen, que tuvo relaciones con Pepe Romano, pero ante esa sociedad que lo crucifica a él por ser homosexual, porque Lorca lo fusilan por ser homosexual, entonces él denuncia eso, “silencio y nadie dirá nada”.
A mi me parece que una de las cosas más fuertes es el final de la obra, pero yo sostengo que Bernarda es víctima de todo ese contexto, marca toda una época, tiene textos riquísimos, diálogos fantásticos. A mi hay cosas que me han quedado grabados, como cuando dice “los pobres sienten, tienen sus penas, pero las olvidan delante de un plato de garbanzos”.
Creo que esta historia está muy cerca de lo que somos ahora. Denuncia la avaricia, el querer parecer…

—¿Cuánto hace que no se realiza en la ciudad un radioteatro?
—No sé, es la primera producción integral. Se hizo hace muchos años con Raúl Suppo, y después no se hizo más; Córdoba es pionera en esto, LV2, LV3, Oscar Kloner, Jaime Kloner, Ana María Alfaro… acá en Villa María Paulina Villagra, Nelly del Prado, Raúl Suppo…

—¿Cuál fue la repercusión de la obra?
—Brillante, llamados acá y en la radio. Yo creo que lo que más llamó la atención fue que yo haya hecho el personaje y Normand la abuela. Las vueltas de la vida hacen que llegue un director de teatro español a la ciudad, que se llama Héctor Pascual Álvarez, él dirigió “La casa de Bernarda Alba” en versión inglesa, donde el personaje también era un hombre, así que nos contactamos e intercambiamos su DVD por nuestro CD.
La repercusión fue buena, mucha gente de los pueblos. Fue una coproducción UNVM, Universidad Popular y Radio Villa María. El aporte de la UNVM muy valioso porque lo grabamos en los estudios de calle General Paz y vamos a repartir ese CD que te obsequio, por todos los colegios, porque hay muchos colegios que lo pidieron para trabajarlo en Lengua y en Historia y también las 40 radios.

—Volviendo a tu programa ¿qué invitados recordás a lo largo de estos años?
—A lo largo de todos estos años han ido muchos invitados, políticos, artistas, muchos escritores y docentes, cineastas, teatreros, gente que hace mimo, payasos… Un programa que recuerdo es uno que hicimos sobre la historia de los taxis en Villa María, invité a un par de taxistas que no querían ir; uno de ellos aceptó y estuvo fantástico, pero debe hacer fácil seis años. Un programa que me sensibilizó fue un muchacho que tenía cáncer, fue a contar su experiencia y como fue lo duro de él de llevar adelante su enfermedad, de dar su testimonio y a la vez pedir ayuda económica. Recuerdo que salí de la radio y me vine muy mal, me costó llevar el hilo de la conversación, mirá que he trabajado hasta el día que falleció mi abuelo…

—¿Vos sos muy permeable a todo lo que pasa a tu alrededor?
—Depende…con el paso de los años me he puesto un poco más frío, también las vueltas de la vida hace que estés mejor parado o parado de otra forma, una postura diferente frente a las cosas que ocurren. Han dejado de ir los políticos, yo soy una persona que critica al Gobierno, a mí el Gobierno no me auspicia ni quiero que lo haga.
Yo siempre digo que estoy más incisivo para hacer las preguntas; me he dado cuenta que no tengo miedo de preguntar. Antes no me animaba, parecía que se me iban a enojar, pero lo hago con respeto. Uno está en su derecho de no contestar lo que no quiere, yo no niego una realidad. Yo digo que entre lo íntimo de uno y lo profesional siempre hay puntos que se encuentran. Una cosa es que yo no hable de lo que hago acá adentro y otra que yo niegue una realidad, pero yo apuesto a este tipo de cosas, yo quiero que la gente me conozca por lo que soy, por lo que hago como periodista, a la gente no le interesa lo demás. Tiene que quedar lo que uno hace, porque yo voy a pasar, pero tiene que quedar lo que yo hice. Me reconozco una persona conocida, que todo lo que va vuelve y que el tiempo lo dirá, que en parte lo está diciendo, algunas cosas por decantación salen. Me parece que esta es una posibilidad de difundir lo que uno profesionalmente sigue haciendo, más allá de lo que puedan decir o lo que hayan dicho.

—¿Con qué tipo de programas te sentís más a gusto?
—Me gusta lo que hago. Por un lado yo disfruto del invitado, disfruto de preguntarle cosas; por el otro, la del locutor, creo que mi parte histriónica la tiene el locutor, que tiene la posibilidad de actuar. Todo lo que sale por los medios de comunicación es una representación de la realidad, nunca es la realidad tal cual; a mí no me interesan que se sepan algunas cosas, creo que la gente a comprado ‘a pesar de’, creo que la imagen de Javier Arenas en la gente sigue estando y eso es lo que me ha sostenido y es lo que me tiene hoy en el aire nuevamente, que me haya convocado Kfuri otra vez, que esté en una institución pública, que goce del respeto de la gente… y hacer lo que me gusta, yo me identifico con la gente que hace cosas, y ellos tienen un espacio en mi programa. A mí me criticaron muchas veces diciendo que mi programa era elitista, porque mi programa en algún momento se llamó “Nivel 10”; yo no tengo falsa modestia, no tengo falsa humildad. Me molesta terriblemente la gente que dice “—No, a mi que no me nombren porque yo no quiero.” ¡Mentira! A mi me gusta ser Javier Arenas, me encanta ser lo que soy y lo hago con toda mi alma, disfruto de lo que soy.



Con fuerza de verdad, estas palabras rajan el aire en dos, dejando el intersticio justo para liberarlo. Miro la bandeja, veo la borra del café y a medias el vaso que contiene jugo. Apago el grabador y le agradezco su atención y sus palabras. Esas, que como la herramienta de un obrero emplea para escudriñar en lo más hondo de las personas, esas palabras que pule y trata de hacer brillar cuan si fueran piedras preciosas, esas palabras que se incrustan en nuestros oídos cuando la ciudad merma su actividad y la cubre un progresivo manto de tranquilidad, con el que Javier se abriga dándonos calor por las noches.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, el domingo 21 de diciembre de 2008.-