lunes, 1 de noviembre de 2004

Horacio Quiroga - Dossier Suicidio revista Recovecos

HORACIO QUIROGA Y SUS MUERTES



Un vaso con restos de sublimado de cianuro, fue sólo el sello personal que Horacio Silvestre Quiroga (HQ), dejó al abandonar este mundo.
Pareciera ser que, si uno buscase en el diccionario las palabras “suicidio literario”, en la primera entrada encontraríamos la imagen de este hombre barbado y su nombre; es que estos términos fueron una constante en su vida y la de su entorno.
HQ nació en el Salto uruguayo el 31 de diciembre de 1878. Cuarto hijo de Prudencio Quiroga, vicecónsul argentino en el Uruguay, y de Juana Petrona Forteza (Pastora).
El itinerario trágico se inció cuando HQ tenía sólo dos meses y medio. La familia viajó a una chacra en San Antonio Chico, en donde su padre, luego de descender de la embarcación en la que volvía de cazar, se le disparó accidentalmente el arma (14/03/1879).
En 1891 Pastora se casó con Ascencio Barcos; el joven, logró aceptar esta relación y querer a su padrastro. Éste sufrió al tiempo un hemorragia cerebral, que lo dejó inválido y afásico; HQ le sirvió de intérprete y lo ayudó en cuanto pudo. En este estado, Barcos, no permaneció mucho tiempo, ya que tomó la determinación de accionar el gatillo de una escopeta con el dedo hábil de su pie, una vez puesto el caño del arma en su boca. Luego de oir el disparo, el primero en llegar al lugar del hecho fue HQ (05/09/1896).
Cursó estudios secundarios, fundó una sociedad de ciclistas, se reunió con amigos a leer textos propios y de autores consagrados. Colaboró además en publicaciones de la época, fundó la Revista del Salto, viajó a París y conformó uno de los primeros cenáculos literarios del Uruguay. En este tiempo, un duelo que se iba a disputar entre su amigo Federico Ferrando y Guzmán Papini y Zás, HQ accionó accidentalmente la pistola que habían adquirido para tal fin, matando a Ferrando (05/03/1902). Después de este lamentable hecho, partió hacia la Argentina y se refugió en casa de su hermana mayor.
En Bs. As. se alistó como fotográfo en una expedición a las Ruinas Jesuíticas de San Ignacio, donde sintió el llamado de la selva. Tiempo después, se casó con Ana María Cires, y se fueron a vivir a Misiones. La vida dura de monte no pudo ser soportada por su esposa, quien luego de una fuerte discusión, tomó sublimado y agonizó hasta su muerte (14/11/1915).
En 1933 el presidente del Uruguay Baltasar Brum, amigo de HQ, se suicidó para no caer en las garras de los que le propiciaron un golpe de estado.
A fines del mes de setiembre de 1936, “el desterrado” decidió internarse en el viejo Hospital de Clínicas de Bs. As., le practicaron una operación y le posponían la definitiva. Más de cinco meses habían transcurrido desde que llegó a ese nosocomio, para intentar curarse de los dolores que lo aquejaban hace tiempo. El paciente no soportó más la espera y buscó los medios necesarios para confirmar lo que sospechaba: cáncer de próstata. Esa tarde visitó a amigos y a su hija Eglé, paseó por la ciudad, compró el cianuro, y regresó al hospital alrededor de las 23:00 hs. A la madrugada (19/02/1937) lo encontraron en su sala agonizando; pero ya era demasiado tarde.
Al año siguiente, la muerte insaciable se llevó la vida de su amigo Leopoldo Lugones –curiosamente el mismo día que el salteño–, quien ingirió la misma sustancia disuelta en whisky. Alfonsina Storni, íntima compañera de HQ, luego de escribir el soneto “VOY A DORMIR” se arrojó al mar.
Como corolario, sus hijos se quitaron la vida; Eglé (1939), Darío (1951) y María Elena (Pitoca).
Este es, a modo de racconto, los puntos trágicos de una vida que indudablemente marcaron al hombre y que se reflejaron en la urdimbre narrativa de este intelectual. Sus textos están plagados de esta temática, tenemos cuentos donde las muertes son causadas por agentes como: insectos extraordiarios (EL ALMOHADÓN DE PLUMAS); niños idiotas (LA GALLINA DEGOLLADA); animales ponsoñosos de la selva misionera (A LA DERIVA, LA MIEL SILVESTRE); descuidos del mismo hombre (EL HOMBRE MUERTO, EL HIJO); enfermedades (LA MENINGITIS Y SU SOMBRA); el hombre bajo dosis de alcohol (LOS DESTILADORES DE NARANJAS); el hombre vs. el hombre (UNA BOFETADA); animales vs. animales (LOS POLLITOS); entre otra abundante cantidad de tipologías mortuorias.
Es preciso aclarar que HQ era un hombre lleno de vida, activo y emprendedor, a pesar de poseer este curriculum trágico. En sus últimos días, ansiaba estar de nuevo en su casa (levantada por él mismo), para continuar con sus actividades; las cartas a Isidoro Escalera y Ezequiel Martínez Estrada así lo testimonian.
En relación a la muerte, esta correspondencia nos mostrará a un HQ fuerte, que dice no temerle: “Yo fui o me sentía creador en mi juventud y madurez, al punto de temer a la muerte, exclusivamente prematura.” “Cuando consideré que había cumplido mi obra –es decir que había dado de mi ya todo lo más fuerte– comencé a ver la muerte de otro modo. Algunos dolores, inquietudes, desengaños, acentuaron esa visión. Y hoy no temo a la muerte, amigo, porque ella significa descanso.”(1)
En su juventud había escrito “El enfermo se mata cuando plenamente comprende que su mal no tiene cura y que entre sufrir no sufrir es fácil la elección”. HQ comprendió su mal y optó por el camino del descanso “pero no por depresión (...). Se suicidó porque su cáncer de próstata !lo estaba comiendo vivo!”(2)
Para culminar, no es preciso aclarar que HQ fue mucho más que “el escritor de la muerte y de la selva”; pero no podemos negar que el suicidio y las muertes accidentales estuvieron presentes en su vida, y que alimentaron su prosa elevando la calidad y perfeccionando uno de los géneros más difíciles de nuestra literatura.-


(1) Martínez Estrada, Ezequiel: El hermano Quiroga. 2da edición, 1969, Montevideo, Arca, p. 95.
(2) Ríos, Néstor: Los veranos fatales II [en] Puro Cuento, Septiembre/Octubre 90, Bs. As., p. 9.
(*) Publicado en revista cultural autogestionada Recovecos, en noviembre de 2004.-

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