ENTREVISTA
IVÁN FALVO
OTRA OPORTUNIDAD DE VIVIR
¿Puede un hombre nacer dos veces?
La realidad nos respondería tajantemente de que no, sin embargo, Iván Falvo cumple años los 18 de noviembre y los 8 de mayo de cada año.
Su Documento Nacional de Identidad nos revela sus 41 años, pero el asevera tener tan sólo cinco.
La explicación de esta situación radica en un acontecimiento que marcó la vida de este Técnico Electrónico, que estuvo casi seis meses sin conciencia y a un paso de abandonar este mundo.
Escribe perfectamente bien, toma el celular, habla casi con la simpleza que lo hacemos todos y se maneja con total agilidad a pesar de no poseer ocho dedos de las manos e importante cantidad de masa encefálica.
Nos invitó a su casa donde tiene perfectamente montado su negocio, su “kiosquito”, según sus palabras. Iván se ocupa de la venta, la instalación, el montaje y el servicio de mantenimientos, tanto de alarmas, como de Circuitos Cerrado de TV (CCTV) que ha denominado AMG Seguridad (www.amgseguridad.com.ar). Estamos frente a él, para que nos cuente su historia, cómo es nacer otra vez, qué cambios sufrió su vida desde que perdió masa encefálica y la gangrena atacó sus manos, en fin… cuál es la explicación de que aún se encuentre entre nosotros. “Lo que quiero demostrarle a la gente, es que todo se puede cuando estás vivo; con la mitad de la masa encefálica podés hacer algo, pero sin vida no”, nos dice. “Yo, a la gente la encuentro mal, deprimida y yo no siento eso; porque estés como estés, estás vivo; todo los demás son boludeces”. “Yo no me bajoneo nunca” remata luego de un silencio, “no sé que es eso”.
Con este tipo de palabras alentadoras, dándole crédito a la vida, Iván nos responde a nuestros primeros interrogantes.
DAR BATALLA A LA ADVERSIDAD
“Yo no arranqué fundido, sino sepultado 3000 metros bajo tierra. Tuvieron que vender mi auto para pagar a mi sicóloga, mi vieja me cuido 6 meses en Vida Plena en Argüello de Córdoba. donde están los Terapistas Ocupacionales cubanos, mi viejo hacía pollos los sábados y domingos, mis amigos colaboraban conmigo; porque se gastó muy, pero muy mucha plata en lo que eran remedios y doctores. Y yo me repetía que ‘nunca más en mi vida voy a recuperar el auto’, mi sicóloga Lic. Raquel Krauchik decía, ‘¡¿pero qué no?! ¿Quién sos vos?’ Así arranqué”.
Poco más de cuatro años hace desde que instaló su empresa levantada con el sudor y el apoyo de sus allegados, “cuando vendía una alarma, yo le pedía plata prestada a mi amigo el Vasco Ugartemendia y también tengo que reconocer que mis “sicólogos comerciales” son los siguientes empresarios: Fernando Cabezón, Alberto Martín Cuvero y Carina Mariel Mortara. Nunca le pedía seña al cliente, instalaba, cobraba, devolvía y me dejaba unos pesitos para el café.” Con la ganancia hacía caso a su madre y a algunos de sus clientes amigos, grandes empresarios de la Villa, que le aconsejaban guardar en stock, sabía que tarde o temprano, las iba a utilizar. Pero llegó una época de crisis donde, si seguía adquiriendo bienes, no iba a tener con que subsistir; recuerda con gracia entonces, cuando consultó al gerente de un banco local para que le sugiriese dejar en plazo fijo en pesos o en dólares, y éste le contesto que nadie, ni los economistas más grandes del mundo, saben lo que va a suceder.
“Escuchame Darío, yo no conozco los delincuentes… pero son los bancos y las tarjetas. Los ladrones están vestido de traje y corbata, las financieras, y no son los empleados, sino los grandes bancarios.” Mientras dice eso, nos reímos a dúo, es que Iván tiene predilección por el humor negro, que esparce de ratos en sus enunciados. “Yo no conozco a Dios, ni vi el túnel de luz como Víctor Sueiro, estuve muerto; pero estoy contactado con el obispo y el cura, ¿me entendés?” Y para ser acorde a su humor yo me lo imagino agradeciéndole a Dios el hecho de que existan los ladrones, para poder seguir desarrollando su empresa. En alguna oportunidad reciente instaló un sistema de alarma y Circuito Cerrado de TV. en la Iglesia Catedral y la Casa Parroquial de esta ciudad. “Mis viejos se ríen porque dicen que me han adoptado, mi viejo es evangelista y mi vieja católica,…yo paso.” A pesar de ello, recurre a la importancia de valorar la vida por estar respirando.
EL ACCIDENTE
“El 13 de abril de 2003, me caí del balcón de la calle Gral. Paz, en donde ahora hay una heladería. Era el departamento de mi ex – novia. Caminé, no me caí trepando. El 100% piensa que me desmayé porque no puse ni las manos. Fue a las 3 de la mañana y la gente de la estación de servicio llamaron a los bomberos. Yo tenía 1000 mangos en la billetera, si alguien se lo agarraba nadie se enteraba; pero el bombero le dio la plata a mi mamá. Gente como esa hay muy poco.” Se toma unos segundos para resaltar esa actitud.
“Estuve en el Hospital, de ahí me trasladaron al sanatorio Marañón y mis padres querían llevarme a Córdoba pero les dijeron que no, porque en Tío Pujio me podía morir. Hay que reconocer que el Dr. Cayetano Galetti del sanatorio Allende de Córdoba. fue la persona que me revisó en terapia intensiva y el les sugirió que me llevaron al Roentgen para hacerme una tomografía y de vuelta al Marañón, en función a la tomografía, necesitaba que me abrieran la cabeza para poner la bomba del drenaje, el drenaje me salvó la vida, pero perdí masa encefálica… La bomba salía 7000 pesos y un amigo mío la puso y al mes la mutual se la reintegró. El día 25 estaba en coma 4 con muerte farmacológica; no sé definirlo, pero es casi ahí. Mi vieja llamó al Dr. Luis Pérez y al cura Pedro Luchessi y los dos me dieron la extremaunción, evangelista y católica. En ese momento se junta mi familia para donar los órganos y uno de ellos se opuso; a las 5 horas salí de coma. Fue una gran alegría para mis viejos, pero fue un terrible problema dentro del Marañón porque me empezó a agarrar gangrena en las manos. Salí de coma el sábado, justo el día en que llega el Dr. ‘Cachi’ Bauk, quien discutió con otro doctor porque me querían amputar los brazos.”
Continúa su relato y menciona a mucha gente involucrada con tratar de salvarle la vida, mutuales, centros médicos, de los que sólo mencionaremos algunos imprescindibles para la narración.
“Me tienen un mes en mi casa, me pasan a otra mutual. Luego me llevan a Vida Plena en Argüello, y me atiende Eumelia, me acuerdo muy bien porque fue la primera palabra que dije. Ella me habló: ‘yo me llamo Eumelia, pero es muy difícil, vos decime cubana, cu-ba-na.’ Y a esto me cuentan que al otro día me despierta y me pregunta su nombre, ‘¿cómo me llamo? Yo soy cu… cu…’ y le dije la primera palabra que asocié con esa sílaba. Se reían todos y siempre recuerdan esa anécdota cada vez que voy para allá”.
“Yo andaba en silla de ruedas, no me movía, me llevaban, me daban de comer. El quinto mes, cuando me acercan a la habitación para dormir, eran como las 10 u 11 de la noche y me sacan la silla de ruedas. A partir de allí me empecé a acordar de todo. No te olvides que tenía pañales, se me caían las babas y tenía silla de ruedas. Por eso yo volví a nacer y festejé el cumpleaños el 8 de mayo, cumplí 5 años. Festejé con mis clientes, mi sicóloga, y otros tantos más.”
EL ROMPER LAS REGLAS EN FORMA LEGAL
Si bien Iván se maneja muy bien reconoce tener algunas dificultades. “A mi me cuesta mucho leer, tengo que leer dos o tres veces, y si son temas de política o economía leo cuatro o cinco.”
Pero en el estado en que se encuentra reconoce haber logrado muchas cosas, y no escatima detalles a la hora de mostrarme los logros que consiguió, los empresarios con los que se codea y demás. Sus fotos a mi costado derecho lo atestiguan: recuerdos en Chucul, donde pudo comprarse seis hectáreas y trabajarlas, su viaje a Alemania inmortalizada con una imagen dentro de la cabina, que nadie más pueden entrar a ese lugar, después de lo que sucedió en Las Torres Gemelas, del avión, con clientes, amigos, familiares, con Martín Palermo, en la Torre Eiffel…
Después de repasar velozmente su vida, Iván tiene un interrogante para sí, “¿Por qué estoy así? ¿Por qué subsisto? Me falta la mitad de la cabeza y me faltan ocho dedos de las manos y ando”, se pregunta, me interroga y yo no sé responderle. Nadie le ha respondido satisfactoriamente su duda, excepto su sicóloga, persona con una amplia experiencia, que le expresó: “Mirá, yo atendí a muy mucha gente en mi vida, pero por donde lo mirés vos rompés las reglas por donde lo mires. De acuerdo a tu estado el 99,99% de las personas que están así se mueren, y vos saliste adelante. Vos rompiste la regla de la masa encefálica, con la mitad andás, lo de tu mano es secundario, tu grado de inteligencia es superior. (El comentario es la excepción para todas las personas discapacitadas e incapacitadas) ‘Y allí discrepo con ella, porque si yo subsisto así, es porque mucha gente no tiene nada.’” Y acompaño su sentido del humor con una sucinta risa. “Vos rompés las reglas, me dijo, primero por volver de la muerte, segundo porque con la mitad de la masa hablás muy bien, y me fue enumerando; les rompí las reglas a mi ex abogados que me dejo prescribir un caso porque “estuve muerto” seis meses. Y otra de las cosas mas importante, es que a rompí las reglas a todos mi colegas por las marcas de alarmas y CCTV que estoy ofreciendo y tantas cosas más.”
“Aparte, me dice Raquel (la sicóloga) que tengo lo que tienen los dos Giménez, ¿de quiénes hablo Darío?” ¿De la Mona Jiménez y Susana Giménez? Indago yo. “Tal cual, más grande que la Mona y cantante como el, no hay y Susana Giménez, desubicada y bruta como ella no hay, pero es Susana Giménez. Ellos tienen un don y ahora yo hago valorar eso.”
IVÁN FALVO
OTRA OPORTUNIDAD DE VIVIR
¿Puede un hombre nacer dos veces?
La realidad nos respondería tajantemente de que no, sin embargo, Iván Falvo cumple años los 18 de noviembre y los 8 de mayo de cada año.
Su Documento Nacional de Identidad nos revela sus 41 años, pero el asevera tener tan sólo cinco.
La explicación de esta situación radica en un acontecimiento que marcó la vida de este Técnico Electrónico, que estuvo casi seis meses sin conciencia y a un paso de abandonar este mundo.
Escribe perfectamente bien, toma el celular, habla casi con la simpleza que lo hacemos todos y se maneja con total agilidad a pesar de no poseer ocho dedos de las manos e importante cantidad de masa encefálica.
Nos invitó a su casa donde tiene perfectamente montado su negocio, su “kiosquito”, según sus palabras. Iván se ocupa de la venta, la instalación, el montaje y el servicio de mantenimientos, tanto de alarmas, como de Circuitos Cerrado de TV (CCTV) que ha denominado AMG Seguridad (www.amgseguridad.com.ar). Estamos frente a él, para que nos cuente su historia, cómo es nacer otra vez, qué cambios sufrió su vida desde que perdió masa encefálica y la gangrena atacó sus manos, en fin… cuál es la explicación de que aún se encuentre entre nosotros. “Lo que quiero demostrarle a la gente, es que todo se puede cuando estás vivo; con la mitad de la masa encefálica podés hacer algo, pero sin vida no”, nos dice. “Yo, a la gente la encuentro mal, deprimida y yo no siento eso; porque estés como estés, estás vivo; todo los demás son boludeces”. “Yo no me bajoneo nunca” remata luego de un silencio, “no sé que es eso”.
Con este tipo de palabras alentadoras, dándole crédito a la vida, Iván nos responde a nuestros primeros interrogantes.
DAR BATALLA A LA ADVERSIDAD
“Yo no arranqué fundido, sino sepultado 3000 metros bajo tierra. Tuvieron que vender mi auto para pagar a mi sicóloga, mi vieja me cuido 6 meses en Vida Plena en Argüello de Córdoba. donde están los Terapistas Ocupacionales cubanos, mi viejo hacía pollos los sábados y domingos, mis amigos colaboraban conmigo; porque se gastó muy, pero muy mucha plata en lo que eran remedios y doctores. Y yo me repetía que ‘nunca más en mi vida voy a recuperar el auto’, mi sicóloga Lic. Raquel Krauchik decía, ‘¡¿pero qué no?! ¿Quién sos vos?’ Así arranqué”.
Poco más de cuatro años hace desde que instaló su empresa levantada con el sudor y el apoyo de sus allegados, “cuando vendía una alarma, yo le pedía plata prestada a mi amigo el Vasco Ugartemendia y también tengo que reconocer que mis “sicólogos comerciales” son los siguientes empresarios: Fernando Cabezón, Alberto Martín Cuvero y Carina Mariel Mortara. Nunca le pedía seña al cliente, instalaba, cobraba, devolvía y me dejaba unos pesitos para el café.” Con la ganancia hacía caso a su madre y a algunos de sus clientes amigos, grandes empresarios de la Villa, que le aconsejaban guardar en stock, sabía que tarde o temprano, las iba a utilizar. Pero llegó una época de crisis donde, si seguía adquiriendo bienes, no iba a tener con que subsistir; recuerda con gracia entonces, cuando consultó al gerente de un banco local para que le sugiriese dejar en plazo fijo en pesos o en dólares, y éste le contesto que nadie, ni los economistas más grandes del mundo, saben lo que va a suceder.
“Escuchame Darío, yo no conozco los delincuentes… pero son los bancos y las tarjetas. Los ladrones están vestido de traje y corbata, las financieras, y no son los empleados, sino los grandes bancarios.” Mientras dice eso, nos reímos a dúo, es que Iván tiene predilección por el humor negro, que esparce de ratos en sus enunciados. “Yo no conozco a Dios, ni vi el túnel de luz como Víctor Sueiro, estuve muerto; pero estoy contactado con el obispo y el cura, ¿me entendés?” Y para ser acorde a su humor yo me lo imagino agradeciéndole a Dios el hecho de que existan los ladrones, para poder seguir desarrollando su empresa. En alguna oportunidad reciente instaló un sistema de alarma y Circuito Cerrado de TV. en la Iglesia Catedral y la Casa Parroquial de esta ciudad. “Mis viejos se ríen porque dicen que me han adoptado, mi viejo es evangelista y mi vieja católica,…yo paso.” A pesar de ello, recurre a la importancia de valorar la vida por estar respirando.
EL ACCIDENTE
“El 13 de abril de 2003, me caí del balcón de la calle Gral. Paz, en donde ahora hay una heladería. Era el departamento de mi ex – novia. Caminé, no me caí trepando. El 100% piensa que me desmayé porque no puse ni las manos. Fue a las 3 de la mañana y la gente de la estación de servicio llamaron a los bomberos. Yo tenía 1000 mangos en la billetera, si alguien se lo agarraba nadie se enteraba; pero el bombero le dio la plata a mi mamá. Gente como esa hay muy poco.” Se toma unos segundos para resaltar esa actitud.
“Estuve en el Hospital, de ahí me trasladaron al sanatorio Marañón y mis padres querían llevarme a Córdoba pero les dijeron que no, porque en Tío Pujio me podía morir. Hay que reconocer que el Dr. Cayetano Galetti del sanatorio Allende de Córdoba. fue la persona que me revisó en terapia intensiva y el les sugirió que me llevaron al Roentgen para hacerme una tomografía y de vuelta al Marañón, en función a la tomografía, necesitaba que me abrieran la cabeza para poner la bomba del drenaje, el drenaje me salvó la vida, pero perdí masa encefálica… La bomba salía 7000 pesos y un amigo mío la puso y al mes la mutual se la reintegró. El día 25 estaba en coma 4 con muerte farmacológica; no sé definirlo, pero es casi ahí. Mi vieja llamó al Dr. Luis Pérez y al cura Pedro Luchessi y los dos me dieron la extremaunción, evangelista y católica. En ese momento se junta mi familia para donar los órganos y uno de ellos se opuso; a las 5 horas salí de coma. Fue una gran alegría para mis viejos, pero fue un terrible problema dentro del Marañón porque me empezó a agarrar gangrena en las manos. Salí de coma el sábado, justo el día en que llega el Dr. ‘Cachi’ Bauk, quien discutió con otro doctor porque me querían amputar los brazos.”
Continúa su relato y menciona a mucha gente involucrada con tratar de salvarle la vida, mutuales, centros médicos, de los que sólo mencionaremos algunos imprescindibles para la narración.
“Me tienen un mes en mi casa, me pasan a otra mutual. Luego me llevan a Vida Plena en Argüello, y me atiende Eumelia, me acuerdo muy bien porque fue la primera palabra que dije. Ella me habló: ‘yo me llamo Eumelia, pero es muy difícil, vos decime cubana, cu-ba-na.’ Y a esto me cuentan que al otro día me despierta y me pregunta su nombre, ‘¿cómo me llamo? Yo soy cu… cu…’ y le dije la primera palabra que asocié con esa sílaba. Se reían todos y siempre recuerdan esa anécdota cada vez que voy para allá”.
“Yo andaba en silla de ruedas, no me movía, me llevaban, me daban de comer. El quinto mes, cuando me acercan a la habitación para dormir, eran como las 10 u 11 de la noche y me sacan la silla de ruedas. A partir de allí me empecé a acordar de todo. No te olvides que tenía pañales, se me caían las babas y tenía silla de ruedas. Por eso yo volví a nacer y festejé el cumpleaños el 8 de mayo, cumplí 5 años. Festejé con mis clientes, mi sicóloga, y otros tantos más.”
EL ROMPER LAS REGLAS EN FORMA LEGAL
Si bien Iván se maneja muy bien reconoce tener algunas dificultades. “A mi me cuesta mucho leer, tengo que leer dos o tres veces, y si son temas de política o economía leo cuatro o cinco.”
Pero en el estado en que se encuentra reconoce haber logrado muchas cosas, y no escatima detalles a la hora de mostrarme los logros que consiguió, los empresarios con los que se codea y demás. Sus fotos a mi costado derecho lo atestiguan: recuerdos en Chucul, donde pudo comprarse seis hectáreas y trabajarlas, su viaje a Alemania inmortalizada con una imagen dentro de la cabina, que nadie más pueden entrar a ese lugar, después de lo que sucedió en Las Torres Gemelas, del avión, con clientes, amigos, familiares, con Martín Palermo, en la Torre Eiffel…
Después de repasar velozmente su vida, Iván tiene un interrogante para sí, “¿Por qué estoy así? ¿Por qué subsisto? Me falta la mitad de la cabeza y me faltan ocho dedos de las manos y ando”, se pregunta, me interroga y yo no sé responderle. Nadie le ha respondido satisfactoriamente su duda, excepto su sicóloga, persona con una amplia experiencia, que le expresó: “Mirá, yo atendí a muy mucha gente en mi vida, pero por donde lo mirés vos rompés las reglas por donde lo mires. De acuerdo a tu estado el 99,99% de las personas que están así se mueren, y vos saliste adelante. Vos rompiste la regla de la masa encefálica, con la mitad andás, lo de tu mano es secundario, tu grado de inteligencia es superior. (El comentario es la excepción para todas las personas discapacitadas e incapacitadas) ‘Y allí discrepo con ella, porque si yo subsisto así, es porque mucha gente no tiene nada.’” Y acompaño su sentido del humor con una sucinta risa. “Vos rompés las reglas, me dijo, primero por volver de la muerte, segundo porque con la mitad de la masa hablás muy bien, y me fue enumerando; les rompí las reglas a mi ex abogados que me dejo prescribir un caso porque “estuve muerto” seis meses. Y otra de las cosas mas importante, es que a rompí las reglas a todos mi colegas por las marcas de alarmas y CCTV que estoy ofreciendo y tantas cosas más.”
“Aparte, me dice Raquel (la sicóloga) que tengo lo que tienen los dos Giménez, ¿de quiénes hablo Darío?” ¿De la Mona Jiménez y Susana Giménez? Indago yo. “Tal cual, más grande que la Mona y cantante como el, no hay y Susana Giménez, desubicada y bruta como ella no hay, pero es Susana Giménez. Ellos tienen un don y ahora yo hago valorar eso.”
(*) Publicado en revista cultural Nativa (Villa María), Año 5, Edición Nº 27, febrero de 2009.-
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