domingo, 16 de julio de 2006

Diccionario de la Injuria

UN LIBRO DE PUTA MADRE
Diccionario de la injuria, por Sergio Bufano y Jorge S. Perednik, Losada, Bs. As., 2006, 283 páginas.

A leer estas líneas usted me está dando la razón, con la idea de que las “malas palabras” atraen. Lo hacen porque están “prohibidas” por la sociedad, son negativas y repudiables. Si la comunidad hablante no las considerara tabú, seguramente usted no hubiese llegado aquí y el libro no existiría; píenselo bien, hay una especie de reto y atracción en todo aquello que está reprimido por la sociedad y lo que se logra con este accionar es todo el efecto contrario, se potencia el deseo de llegar a eso que no se puede obtener por la vía legal. Con las “malas palabras” sucede lo mismo, piense en los niños que son los que más rápido captan el sentido de esos vocablos, aún sin entender su significado.
Recuerdo vagamente mis épocas de primaria donde mi maestra sentenciaba: “toda palabra que figura en el diccionario, no puede ser nunca una mala palabra”, y esto a cuenta de discusiones que teníamos con nuestros padres y el término “culo”. Así internalicé esa frasecita que me sacaba de apuros en este tipo de situaciones. Ahora, si mi maestra sigue en las aulas, creo que el libro que presentamos a continuación la va a hacer cambiar de parecer y deberá extirpar esa oración enquistada; porque de lo contrario se llevaría una gran sorpresa.
Bufano y Perednik han tenido la ingeniosa idea de reunir durante cuatro años todas aquellas palabras que en su amplia mayoría conocemos y que utilizamos en ciertos momentos de ira, de felicidad y demás. Lograron acumular más de 3.000 insultos rastrillando las expresiones de todos los países de habla hispana. Pero la hazaña de estos intelectuales no culmina aquí, sino que aplican sus amplios conocimientos de lecturas ficcionales al presentar más de 150 citas literarias de autores españoles y latinoamericanos. Este toquecito de distinción hace más corroborable las palabras y las muestra en plena actividad.
Aunque parezca trivial, la cuestión es mucho más compleja; ya que como afirman los autores, una palabra puede ser insulto o no, dependiendo del contexto y la relatividad cultural. Aseveran, que todas las palabras son potenciales insultos y que estos extraen su materia prima de los temas de la sexualidad, los animales, entre muchos otros. Consideran al insulto como una descarga de energía contra alguien, algo o sí mismo; y que depende de quien lo diga, cuando y como pueden transformarse en ofensivas.
¿Son necesarias las malas palabras? Seguro, todo el mundo las emplea, hasta la crema de la crema no está exenta de deslizar una puteada cuando algo les sale mal. Además, coincidimos con los autores al decir que es bueno conducir nuestra bronca o malestar por el vehículo de la palabra, que es mucho mejor que pasar al plano de la violencia física.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 16 de julio de 2006.-

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